Thursday, January 31, 2008

Bombardeos: el herrero gigante

La Puerta de Toledo (al fondo)
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"Madrid, con sus chimeneas, sus torres, sus portillas; Madrid se asemeja a un navío en alta mar. Madrid, blanca bajo las negras aguas de la noche. Una ciudad dura más que los hombres; Madrid, cargada de emigrantes, los lleva de una a otra orilla de la vida. Transporta una generación; con las bodegas repletas de hombres, mujeres y niños, navega, lenta, a través de los siglos. Encerrados en el navío de piedra esperan, temblando de miedo. Torpedean un navío de mujeres y niños. Quieren hundir a Madrid, como a un navío. […]
Esta tarde he asistido al bombardeo de la ciudad. Había sido preciso ese trueno, en la Gran Vía, para descuajar una vida humana, sólo una. Algunos transeúntes se sacudían trozos de estuco; otros corrían; un humo tenue se disipaba; pero el novio, que milagrosamente se había salvado sin un rasguño, se encontraba con la novia a sus pies, esa novia a la que sólo un segundo antes llevaba cogida del brazo, transformada en una esponja sangrienta, en un amasijo de sangre y ropas. […]
Con cada cañonazo algo se refuerza en Madrid. Los indiferentes, que dudaban, se deciden. Un niño muerto es algo muy fuerte, sobre todo si el niño es el vuestro. […] El teniente y yo subimos al terraplén. Rostro o navío, Madrid sigue allí, recibiendo los golpes sin responder. […]
El golpe retumba en el yunque; un herrero gigante está forjando Madrid".

Antoine de Saint-Exupéry, Un sentido a la vida. Visiones de España 1936-1938, Círculo de Lectores, Barcelona, 1995.

Caballos muertos tras bombardeo

Tuesday, January 29, 2008

Cléo de 5 a 7

Sólo he visto este trozo en YouTube y he leído el resumen de la Wikipedia, pero tiene buena pinta. Una cantante parisina frívola y egoísta se hace una biopsia. Tiene que esperar dos horas para recibir los resultados médicos. Durante ese tiempo (de 5 a 7 de la tarde) la acompañamos en sus paseos por París y en sus comeduras de tarro, mientras se pregunta si tiene cáncer o no. La peli es de 1961 y su directora es Agnès Varda, una señora muy fea (según he podido comprobar en Google Images, para cerrar el círculo informativo). ¡Qué haríamos sin Internete!

Monday, January 28, 2008

Accattone

El Accattone de la película siempre me pareció un ser tan desgraciado como desagradable.

Por eso cuando este verano vi a su doble sentado en la Fontana de Trevi, con ese rostro igualmente marcado por la desidia y el sufrimiento, pensé que algunas invenciones siniestras de Pasolini seguían siendo verdad. Continuaban con vida.

Y recordé aquellas dos escenas tremendas: su muerte y el sueño de su muerte.

Friday, January 25, 2008

La atalaya de la Corte

Para abrir esta sección bloguera del "Madrid literario", qué mejor que empezar con don Benito Pérez Galdos, el mayor descubridor literario de mi pueblo. Este texto (genial, maravilloso, me atrevería a decir que uno de los mejores de la historia de la literatura universal, al menos de la que yo conozco) lo escribió en 1865, es decir, con 22 añitos. No pertenece a ninguna novela, sino a un artículo que publicó en el periódico La Nación. Galdós toma la vieja torre de la iglesia de Santa Cruz como ficticia "atalaya de la Corte" y nos describe el espectáculo que se podría presenciar desde allí arriba:
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"Qué magnífico sería abarcar en un solo momento toda la perspectiva de las calles de Madrid; ver el que entra, el que sale, el que ronda, el que aguarda, el que acecha; ver el camino de éste, el encuentro, la sorpresa del otro; seguir el simón que es bruscamente alquilado para dar cabida a una amable pareja; verle divagar como quien no va a ninguna parte; verle parar depositando sus tórtolos allí donde un ojo celoso no se oculte entre el gentío; ver el carruaje del ministro, pedestal ambulante de dos escarapelas rojas, dirigirse a la oficina o a Palacio, procurando llegar antes que el coche del nuncio; mirar hacia la Castellana y ver la vanidad arrastrada por elegantes cuadrúpedos, midiendo el reducido paseo como si el premio de una regata se prometiera al que da más vueltas; sorprender las maquinaciones amorosas que en aquel laberinto de ruedas se fraguan durante el momentáneo encuentro de dos vehículos; ver al marido y a la mujer arrastrados en dirección contraria, rodando el uno hacia el naciente y la otra hacia el poniente, permitiéndose, si se encuentran, el cambio de un frío saludo; ver la gente pedestre en el paseo de la izquierda contemplando con envidia la suntuosidad del centro; seguir el paso incierto del tahúr que se encamina al garito; ver descender la noche sobre la villa y proteger en su casta oscuridad la pesca nocturna que hacen en las calles más centricas las estucadas ninfas de la calle de Gitanos; oír la serenata que suena junto al balcón y contemplar la rendija de luz que indica la afición musical de la beldad que vela en aquella alcoba; esperar el día y ver la escuálida figura del jugador que, tiritando y soñoliento, entra en el café a confortarse con un trasnochado chocolate; ver los mercados abriendo al público sus pestíferos armarios; ver al sacristán moviendo el pesado cerrojo de la puerta santa y contar las primeras mojigatas que suben las sucias escaleras del templo; ver de quién es el primer cuarto que recoge el ciego en su mano petrificada; ver salir de una puerta un ataúd gallegamente conducido, y saber dónde ha muerto un hombre; ver salir al comadrón y saber dónde ha nacido un hombre..."
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Si alguien de nuestra época consiguiese escribir así, me lanzaría corriendo a la librería a comprar todos sus libros. Pero me temo que no hay nada parecido... Ni de lejos.

Wednesday, January 23, 2008

Francesc Català Roca


Francesc Català Roca (1922-1998)

Monday, January 21, 2008

A vueltas con los locos

Maldita sea mi suerte. Decididamente tengo un don para cruzarme de manera fugaz con ciertos seres de rasgos mentales "peculiares" y comportamientos más o menos "extraños" que me dejan triste -enmohecido, chafado, cabizbajo- durante las siguientes horas, rumiando su desgracia como si fuese culpa mía.
Habitan mi vida durante unos segundos o minutos, pero me dejan pensativo para el resto del día.
Es como si me hiciera momentáneamente cargo de su situación y después los abandonara de la manera más vil. Así me siento, como un ser despreciable, mala gente, un auténtico traidor. En realidad lo que me gustaría es acompañarlos, hablar con ellos, ayudarles en lo posible... No por bondad, sino por puro egoísmo: para quedarme a gusto, tranquilo. Eso me haría sentir bien y me libraría del sentimiento de culpa (quienfuera que fuese el que inventó el sentimiento de culpa era un verdadero hijoputa). Pero nunca lo hago. No sé, supongo que me da vergüenza. Pienso que quién soy yo para juzgar la infelicidad de los demás y pretender aliviársela. ¿Qué me creo, un superhéroe? ¿Y quién me asegura que realmente lo pasan tan mal y que no son todo imaginaciones mías? En cierto modo, me siento culpable por sentir pena, como si fuese una chulería o un acto de soberbia. Por eso nunca hago nada, y me quedo jodido (doblemente jodido: por lo que veo y por lo que no hago).
Ya os lo dije un día: me dan mucha pena los locos. No lo puedo evitar. En cambio los discapacitados físicos no me dan tanta lástima, no sé por qué. Veo a un mendigo sin brazos o sin piernas y me da cosa, naturalmente. Una mezcla de grima y penilla, o algo por el estilo. Pero veo a un deficiente mental y me hundo, literalmente. Es posible que ellos sean felices, no digo que no, pero lo que sé es que a mí me dejan muy tocado. Y cuanto más "normales" parezcan, más pena me dan.
(Intento entender por qué me ocurre eso y sólo llego a una hipótesis, que no deja de ser -por lo demás- bastante enclenque: a lo mejor me dan pena los locos porque intuyo que yo mismo voy a acabar así. Según esto, cuando siento pena por ellos en realidad estoy sintiendo lástima de mí mismo, de mi yo futuro).
El de hoy ha sido un señor de unos 50 años que iba en el metro. Por el aspecto, parecía un señor normal. Tenía pelo canoso y gafas. Iba limpio y bien vestido (pantalón de pana, camisa de villela, jersey y abrigo). Tenía algún tic nervioso en el rostro. Llevaba en la mano la carcasa de un bolígrafo vacío y no hacía más que dar golpecitos con ella en la pared del vagón. Tac, tac, tac, tac... Sin parar. Los de alrededor mirábamos porque el ruidito nos ponía nerviosos. Siempre que entraba alguien nuevo miraba también molesto, pero enseguida se daba cuenta de la situación: aquel señor no estaba bien de la cabeza. Hablaba solo, en voz muy baja, como si estuviese rezando el rosario o poniendo a parir a alguien. No se le entendía lo que decía. Miraba al suelo y susurraba sus palabras ininteligibles. Ha habido un rato en el que ha estado repasando con el bolígrafo sin punta el contorno del mapita de las estaciones que está pegado junto a la puerta.
Lo que más me ha dolido es que el señor, en su nerviosismo constante, sí parecía sufrir mucho. Ponía un gesto inequívoco de dolor (de un dolor no físico), de no poder salir de algo, como si estuviera atrapado en la jaula de una mente enferma. Eso tiene que ser horrible, lo más horrible del mundo. Creo yo.
Se ha bajado en Alonso Martínez. He estado a punto de bajarme para seguirle y ver adónde iba, más que nada para verle entrar en una casa o en un bar y saludando a gente... y saber así que no está solo y que lleva una vida más o menos normal. Para quedarme tranquilo, vamos. Pero no he bajado. Allí me he quedado, con un nudo de angustia en la garganta y preguntándome: ¿qué hará ahora?, ¿adónde irá?, ¿tendrá familia?, ¿dónde comerá?
Sólo se me ocurre pedir a los dioses que, por favor, todo le vaya bien.

Sunday, January 20, 2008

Friday, January 18, 2008

Madrid literario

Me gusta mi pueblo. Mi pueblo es una novela en marcha. Una novela muy gruesa, un poco destartalada pero siempre vital, hermosa, sugerente, llena de narradores y personajes -a cual más surrealista- que la reinventan a cada paso.
Esta novela llamada Madrid siempre me sorprende. ¿Pertenece al género de aventuras, policiaco, de suspense? Pues no lo sé. Yo creo que es del género "biografía": la de todos sus habitantes. Cada bar, cada calle, cada paseante, cada gesto... es un capítulo inacabado que se reescribe día a día.
Sí, ya sé: la masa, el tráfico, el ruido, las obras... pero me da igual. No sé si podría vivir en otro sitio. Supongo que sí, que a todo se acostumbra uno, pero me cuesta imaginarlo.
Cada día necesito levantarme y leer la novela de mi pueblo.

Sirva esta breve introducción (escrita a vuelapluma y sin ganas, porque he tenido un día bastante duro) para avisaros de que a partir de ahora me gustaría, de vez en cuando, incluir en este blog referencias a textos y libros de lo que se podría llamar "el Madrid literario", es decir, de cómo la ciudad ha sido reflejada en la literatura. No el mundillo de los escritores, sino cómo la ciudad ha sido vista por ellos. Madrid como género literario.
Un paseo sentimental por las páginas de mi pueblo. Pasarán por aquí muchos de nuestros viejos amigos -Galdós, Gómez de la Serna, Solana, Cansinos, Valle-Inclán, Baroja...- y otros más recientes. Avisados estáis.

Tuesday, January 15, 2008

La muerte de Stendhal

"Ese pobre Beyle ha muerto. Me quería tanto como un hombre que come puede querer a otro. Murió de un ataque de apoplejía, después de comer, como el hombre inteligente que fue en vida: con una mano en el bolsillo del chaleco y el miedo de que le robaran la cartera que llevaba dentro. ¡Qué precaución tan extraña en aquel momento!
Era un viejo muchacho egoísta, pequeño, malhablado, abotargado, casi ciego, paradójico, entusiasta en frío, malo por detrás, azucarado por delante. Pero fue uno de los novelistas más ingeniosos y más verídicos que hemos tenido. Te prestaré La cartuja de Parma y tendrás tiempo de leerla. Buenas noches".
Carta de Forgnes a Gavarni (recogida por Josep Pla en sus Notas del crepúsculo)

Sunday, January 13, 2008

El olvido del ser

Para Heidegger la filosofía comienza con un «estado de ánimo»: admiración, angustia, preocupación, curiosidad, júbilo.
La suya es una filosofía del hombre (Dasein o ser-ahí) que se halla bajo un cielo vacío y bajo el poder de un tiempo que lo devora todo, de un hombre arrojado en el mundo y capaz a la vez de proyectar su propia vida. Una filosofía que interpela al individuo en su libertad y responsabilidad, y que toma en serio la muerte. Lo fundamental es la pregunta por el ser, que ha sido olvidada en la historia de la filosofía. Hay que iluminar el ser-ahí.
Quizás por eso Heiddeger sale de casa (recordad: "el lenguaje es la casa del ser") y se va de paseo por el campo. Tiene un cierto caminar de soldadito de plomo patizambo y barrilete. Mira con desconfianza hacia los lados. Esboza una sonrisa forzada, que pretende ser apacible. Lleva en la mano una boina. Los senderos del bosque, con esa luz brillante que se filtra entre las hojas de los árboles, pueden mostrarnos el camino: las huellas del ser.

Mucho me temo que Heidegger puede ser un pensador tan profundo como soporífero. En mi opinión, algunas de sus intuiciones -que son geniales- quedan sepultadas bajo el pesadísimo ladrillo de su lenguaje onanista. Al señorito le gustaba hacerse el interesante y se obstinaba en oscurecer su pensamiento. De esta manera, se ha ganado la pompa de la gloria académica (esa muerte marmórea consistente en millones de tesis doctorales), pero ha perdido la partida de la vida. Una verdadera lástima. ¡Ay, si se hubiera puesto la boina que llevaba en la mano!

Friday, January 11, 2008

Nessun dorma

Fue un momento tan intenso que nunca podré olvidarlo. Ocurrió la noche del 6 de septiembre, el día en que murió Pavarotti. En la Rai 1 pusieron, como homenaje póstumo al tenor de Módena, un concierto grabado unos años antes en el que salía Pavarotti acompañado de los mejores cantantes del momento.
G. y K., mis amigas berlinesas, que andaban de paseo por el barrio, me llamaron para tomar algo en un bar. Les dije que mejor subieran a casa a ver el concierto y tomar unas cervezas. A las pobres sólo les pude poner para picar lo poco que me quedaba, pues en breve me volvía a Madrid: una bolsa de patatas fritas y un poco de queso variado cortado en cuadraditos. Pero qué gran concierto...
La que más se emocionaba era K. (en el vídeo, la de la derecha), que ha estudiado música clásica y toca instrumentos y canta y sabe mucho de estas cosas. Por cierto, que cuando cantaban Los Tres Tenores, K. protestaba cada vez que metía baza José Carreras ("Qué mal, qué mal... ¡Qué diferencia con los otros!"). Yo, que no tengo mucha idea de estas cosas, intentaba recomponer el orgullo patrio: sí, sí, pero qué me dices de Plácido Domingo, y de Alfredo Kraus, y de Monserrat Caballé... A ver si hay otro país que pueda presumir de esa nómina.
En fin. Entonces se produjo el momento mágico, al menos para mí. Fue cuando llegó el Nessun Dorma, la obra maestra de Pavarotti. Puse el volumen de la televisión a todo trapo y abrí las ventanas para que todo el vecindario participase de aquella maravilla.
Era de noche y todo estaba oscuro. Brillaban las estrellas. La voz de Luciano retumbaba por la habitación, por el patio de la casa, por el barrio de San Lorenzo, por las calles de Roma, por todo el universo... Que nadie duerma. Que nadie duerma.
Pavarotti había muerto unas horas antes víctima de un tumor de páncreas, y pronto su orondo cuerpo reposaría bajo tierra, pero su voz -tan potente, tan hermosa, tan verdadera- seguía conmoviendo los cimientos del mundo.
En instantes así se te sube el corazón a la garganta, los pelos de los brazos se te ponen como escarpias y se mezcla en el estómago el hormigueo de lo bello con el volcán de lo sublime. ¡A eso se le llama piel de gallina! Yo creo que si en ese momento hubiera dado un salto por la ventana habría volado entre las nubes, como Peter Pan. Habría planeado sobre los edificios de Roma, como un niño feliz, con los ojos brillantes y la pel de galiña.
Lo siento, pero sólo pude grabar los últimos segundos.



PD: Por cierto, si alguien sabe alemán, que nos traduzca lo que dicen las chavalas, que no las entiendo.

PD2: Aquí lo tenéis entero. Impresionante. No se cansa uno de escucharlo.

Saturday, January 05, 2008

Friday, January 04, 2008

Infinitos conde-duques

Las tres y pico de la madrugada. Como no consigue dormir (alguien le ha condenado a la pena capital: el insomnio), conde-duque intenta distraer las horas nocturnas contemplando las fotos de cuando era pequeño. Ahora que se acercan los Reyes Magos es lícito volver a sentirse un poco así. A conde-duque le gusta ir a la cabalgata, a la altura de Cibeles, y ponerse de espaldas a las carrozas para coleccionar las caras de sorpresa de los niños. Es un espectáculo magnífico.
En el fondo conde-duque sigue siendo el mismo. De pequeño tampoco dormía bien. Siempre sufría pesadillas. Y se desvelaba, como ahora. Horas y horas maquinando en las tinieblas, mezclando los sueños con la realidad, imaginando cosas absurdas.
Me acuesto a oscuras, cierro los ojos y veo muchos yoes, muchos conde-duques de 2 años que entrecierran los ojos ante los rayos del sol o que miran asombrados a la cámara, muchos conde-duques imaginando cosas absurdas, mezclando los sueños con la realidad, horas y horas maquinando en las tinieblas... En vez de contar ovejas, me pongo a contar conde-duques. Son muchos, infinitos conde-duques. Me mareo... Son yo.
conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-

conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-duque conde-

Thursday, January 03, 2008

El pescador de Belém y el tranvía nº 15

Lo prometido es deuda, doña Lenita. Primero os enseño el mar en Lisboa; más exactamente, la desembocadura del Tajo, a la altura de Belém (fijaos en el pescador, a la derecha):



Y después os llevo de paseo en el tranvía nº 15...