Thursday, July 30, 2009

Husserl, el aire y la ría

El aire mueve las cortinas, ya lo sabemos, es una imagen tópica, nada de especial, además, porque pasa todos los días, es una imagen tópica verídica, realista, no tópica mentirosa, de literatura mala, literatura cliché, pero lo que importa, lo extraño, lo que quería contar ahora, lo que he venido a decir, si me deja el pensamiento, si me dejan las comas de las frases, que detallan, los parones del discurso, que meditan, las oraciones subordinadas, que matizan, requiebran, concretan, la cabeza que da vueltas, que va y viene, que no centra, porque el mundo está lleno de cosas, de detalles, de elementos que nos llaman la atención y nos distraen, la atención como algo que no está en ningún lado y que está en todos, o que quiere estar en todos pero es imposible, la atención intencional, porque la conciencia no es conciencia a secas, la conciencia es conciencia de algo, como la percepción es percepción de algo y valorar consiste en valorar algo, ya lo decía Husserl, se juzga lo juzgado, se desea lo deseado, se odia lo odiado, etcétera, la vida es tendencia, trayecto, referencia, viaje, ya lo decía Husserl, el obrar se refiere a la obra, el hacer a lo hecho, el amar a lo amado, etcétera, desde la intentio al cogito, la esencia de la conciencia, la actitud fenomenológica, no nos pongamos tan filosóficos, lo dicen los libros y se ve en este cuarto, el acto psicológico se dirige siempre al objeto, es un viaje de la atención hacia las cosas, un viaje del ser, tu ser, hacia las cosas, el contenido de la conciencia es su estar volcada en el exterior, en los hechos, en los objetos, las cosas no están a secas, sino entre otras, y son esa relación, esa situación, la cortina y el aire y el cuarto y yo y mis ojos por los que miro lo recién nombrado, y el exterior y los coches y la gente al otro lado de la ventana y sus ruidos y rumores y el sofá y yo y mis oídos por los que escucho lo recién nombrado, y los árboles y el aire y la cocina y el tubo de escape y la hoja seca y la tortilla francesa y yo y mi nariz por la que huelo lo recién nombrado, pero lo que importa, lo extraño, lo que quería contar ahora, y para eso todo esto, todo este discurso entrecortado, estos requiebros de la mente, las comas que detallan, el hacer lo hecho, la intentio y el señor Husserl, lo que quería decir, repito, lo extraño, lo nada tópico pero sí verídico, es que en este momento, en este aire que me llega a través de las cortinas, aquí sentado en el sofá de casa frente al ordenador, no percibo nada de lo presente, nada de todo lo recién nombrado, sino el olor a salitre y a pescado, el rumor del mar y el azul brillante de la ría.

(Ya queda menos)

Monday, July 27, 2009

Tanta gente sola, de Juan Bonilla

Siempre que empiezo un libro de Juan Bonilla tengo la esperanza de hallarme -"esta vez sí, por fin", pienso- ante una obra maestra, pero nunca se cumplen las expectativas. Sin embargo, esta distancia entre los deseos y los resultados no se traduce en decepción y enfado en el caso de este escritor, como sí me pasa con otros. No sé por qué. Supongo que simplemente porque me gusta cómo escribe y disfruto leyéndolo; o sea, que su lectura me renta lo suficiente, y tampoco es justo exigir mucho más. Quizás también puede influir que me caiga bien. Es uno de los escritores que mejor me caen, me parece un tío sincero y cabal, inteligente, honesto, normal. Entre tanto imbécil y ególatra, casi se presenta como un caso único. Además, es el mejor recomendador de lecturas que conozco (Rodrigo Fresán y Vila-Matas ya me han fallado varias veces, quizás porque recomiendan demasiadas cosas). En este país pocos saben más de literatura que él. Hace poco decía en un artículo algo así como que las opiniones y gustos literarios eran simplemente como los culos, te gustan o no te gustan, y no tienen mayor importancia. Yo no estoy de acuerdo. Creo que los gustos y opiniones se emiten desde un criterio, y hay criterios que nos gustan más y otros que nos gustan menos (otra cuestión de gustos, como veis). De unos gustos o criterios nos fiamos y de otros no. Pues bien: el gusto o criterio literario de Bonilla me suele parecer acertado. Le debo bastantes descubrimientos y muchas horas de gozosa lectura. Ya sólo por eso le estaré siempre agradecido.
Voy por la mitad de este libro y cada vez que empiezo uno de sus relatos no me puedo levantar de la silla hasta que lo termino de leer; eso en mi caso tiene bastante mérito porque no soy fácil de enganchar (lo más habitual es que empiece las cosas y las deje a medias), y más teniendo en cuenta que los relatos de este libro son bastante largos (entre 20 y 30 páginas). Hasta ahora en Tanta gente sola me he encontrado con mucho sentimiento de vergüenza, de fracaso, de derrota, de envidia, de soledad, algún escritor patético, bastantes porros de marihuana y muchas, muchas pajas. Como la vida misma.
Hablábamos el otro día del exceso de ingenio en los libros de relatos y nos preguntábamos si era un defecto congénito del género. Pues yo creo que aquí tenemos un ejemplo de que no. Lo que Juan Bonilla hace, básicamente, es contar historias, y no tanto producir artificios ingeniosos para guiñarle el ojo al lector. Otra cosa es que precisamente a Bonilla le guste llenar los relatos de elementos ingeniosos (chistes, aforismos, juegos de palabras, cadenas de metáforas nabokovianas, etc), pero no es el ingenio como planteamiento, como estructura, que es lo que a mí me suele cansar. Bonilla trata de contarnos una historia, acercarnos a un personaje, y el desarrollo del cuento suele consistir en la narración de las acciones y reacciones de ese personaje y la explicación de sus comportamientos, sentimientos, pensamientos, etc. Quizás a veces se excede en su afán explicativo, creo yo, pero el dominio con el que lleva su relato, el estilo potente con el que maneja la historia, es tan fuerte que lo puede todo y nos lleva adelante del tirón. Hasta le perdonamos los fraseos cortazarianos.
Me lo estoy pasando bien leyendo Tanta gente sola. Os lo recomiendo. Estoy seguro de que, antes o después, llegará la obra maestra (eso nos pasa por exigentes e impacientes).

Tuesday, July 21, 2009

Primeras impresiones de la luna

Hace 40 años el hombre llegó a la luna. Hace 108 años H. G. Wells lo escribió:
"Lo primero que percibieron nuestros ojos era la más desierta y desolada de las comarcas. Estabamos en un enorme anfiteatro, una vasta planicie circular, el fondo de un gigantesco cráter. Sus paredes rocosas nos encerraban por todos lados. Del Oeste, la luz del sol, invisible para nosotros, caía sobre ellos, llegaba hasta el mismo fin de los abruptos montes, y mostraba un desordenado escarpamiento de rocas ásperas y grises, aquí y allá interrumpidas por abismos y por bancos de nieve. Aquello se hallaba quizás, a unas doce millas de distancia, pero al principio ninguna atmósfera intermediaria disminuyó en lo mínimo la brillantez detallada con que todo aquello relumbraba ante nuestra vista. Las nevadas rocas se alzaban claras y radiantes sobre un fondo de estrellada negrura que a nuestros ojos terrestres parecía más bien una inmensa cortina de terciopelo negro que la inmensidad del firmamento.
El monte del Este apareció al principio como un simple borde sin estrellas de la estrellada cúpula. Ningún albor rosado, ninguna palidez indecisa anunció el nacimiento del día. Sólo la corona, la luz zodiacal, una enorme aureola en forma de cono, luminosa, que se extendía hacia la rutilante estrella de la mañana, nos advirtió la inminente cercanía del sol. Toda la luz que nos rodeaba nos venía por reflejo, de los montes del Oeste, y nos hacía ver una extensa, ondulada llanura, fría y gris -un gris que se obscurecía hacia el oriente hasta convertirse en la absoluta lobreguez de la sombra de los montes. Innumerables cumbres grises y redondas fantásticas colinas, blancas oleadas de una substancia nevosa, crestas que se sucedían unas a otras hasta la remota obscuridad, nos dieron la primera noción de la distancia a que se encontraba la pared del cráter. Aquellas colinas tenían el aspecto de la nieve, y al principio creí que fueran de nieve; pero no lo eran... ¡eran montes y más montes de aire, helado!".
(H. G. Wells, Los primeros hombres en la luna)

Friday, July 17, 2009

El ingeniosismo sociológico de Sergi Pàmies (y otras cosas)

En la piscina, leyendo Si te comes un limón sin hacer muecas de Sergi Pàmies. Es una lectura muy de piscina, de clase media bañándose en el recinto cerrado de su urbanización. Los niños gritando y chapoteando, las mujeres compartiendo cotilleos y presumiendo unas delante de las otras por cualquier cosa, los señores tumbados a la sombra leyendo el periódico, etc. Un palo naranja de gomaespuma flota en el azul del cloro. La ducha goteando, una toalla colgada de una silla, las gafas de natación arrugadas en una esquina.
Los de Pàmies son relatos muy cortos, entretenidos, que se leen con gusto. He leído otros libros suyos y siempre es una lectura agradable. Sabe escribir, tiene un estilo contenido y una mirada inteligente. Pero, la verdad, no me parece que sea tan genial y maravilloso como dan a entender las frases de los escritores y críticos de la contracubierta (vale, ya sé que en ningún libro esas frases coinciden con la realidad; en eso consisten, en el elogio desbordado). Y tampoco veo por ningún lado esa posible relectura infinita a la que alude Vila-Matas en el prólogo.
Yo creo que Pàmies representa a la perfección las virtudes de este género que es el relato corto (intensidad, versalitidad, concisión, capacidad de sugerencia, etc), pero también algunos de sus defectos más habituales. Quizás lo que más me cansa de Pàmies es ese ingeniosismo constante, ese ingeniosidad obligatoria, que parece ser una característica inherente al género. Lo que más me molesta, de todo esto, es el guiñito al lector, con un ojo. Me imagino al autor guiñándome el ojo y me dan ganas de negarle la complicidad.
No sé, a lo mejor es que el relato breve es un género de ingeniosos y para ingeniosos. Eso parece. El campeón (ya excesivo) de este ingeniosismo machacante es Hipólito G. Navarro (gran persona, sin duda). A mí un relato ingenioso (que juega con la idea, con los personajes, con la estructura, con el tiempo, con las palabras, con el final sorprendente, etc) me parece bien; incluso dos o tres o cuatro o cinco; pero todo un libro de ingeniosidades así me cansa. Es como inflarse a dulces empalagosos. En este caso del Limón, además, casi todos los temas de los relatos son trasuntos sociológicos, casi estadísticos.
Resumiendo: Pàmies es el constante ingenioso con tendencias sociológicas.
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En el banco. Acabo gritándole a la señora que me atiende (es decir, la que me agrede con su incompetencia o con su cerrazón burocrática). Es algo que no puedo evitar, me supera. Esa imposibilidad de razonar del burócrata es algo que me saca de quicio. Dicen "no", "eso es imposible", "falta la etiqueta identificativa" y no hay más que hablar. Plantan su NO por una minucia (cuando no una excusa absurda; además, en este caso, inventada), como un muro infranqueable. Por aquí no se puede pasar, no hay nada que hablar, me amparo en la normativa de los papeles para hacer oídos sordos. Inevitablemente, dan ganas de partirle la cara o de poner una bomba en el local, única forma de derribar el muro.
Conclusiones filosóficas: La burocracia es un paréntesis institucional en la racionalidad humana. Es un lugar en el que el hombre deja ser hombre. No hay personas, sólo datos, números o papeles. Es una negación absoluta del lenguaje, de la capacidad de dialogar. La burocracia es la negación total del respeto, de esa dignidad o "valor en sí mismo" que, según Kant, es lo que hace que las personas seamos personas. Al salir del banco me arrepiento de haber perdido los nervios. Pero el cabreo dura un buen rato, como una herida sangrante de la burocracia.

Thursday, July 16, 2009

La cocina creativa

Ferrán Adrià es el rey de la deconstrucción, la esferificación, las espumas y el nitrógeno líquido. Por su forma de hablar (entre la aceleración resbalosa y el tartamudeo), por los gestos de su cara y el pestañeo enloquecido de sus ojos, tiene toda la pinta de que se mete por la nariz más que el aire que respira. Dicen que es un artista. La cocina creativa. La cocina cocainómana.
Aquí tenéis algunas de sus obras: nube tibia esférica de dashi con senderuelas al shiso morado, sésamo y yuzu, aire helado de parmesano con muesli, nueces guisadas con capullos de margarita y espuma-aire de mantequilla avellana al perfume de menta, ostras con crema sin crema de ostras y trufas aéreas de yogur y flor de saúco, cigala unilateral con aire de té matcha, desierto de zanahoria-LYO, mollejas de conejo con alquequenjes eléctricos y aire de regaliz, gelatina de agua de anchoa con pepino en flor, alcaparras y telaraña de azúcar, falsa mozzarella con gelatina de agua de anchoa y trufa negra, espuma-nitro de maíz con gelatina de jugo de trufa negra y aire de foie-gras de pato, macarrones 'al hierro' con flor de saúco, morillas en rostit y mangostán, piruleta efervescente, ñoquis esféricos de patata con consomé de piel de patata asada, espárragos verdes silvestres con yogur, trufa negra y puré de piel de mandarina, almendras en abril con melón a la haba tonka, canelón de piel de leche con gelatina de agua de maíz, toffee y mantequilla, falso arroz al curry con pepinos en flor y kumquats, con cuchara aromatizada a la albahaca, risotto al aceite de pipas de calabaza, con mandarina y gelatina caliente de suero de yogur, curry de tripas de bacalao con macarrones de harina de arroz al coco, cigalas en sashimi tibio con aire de lima y cucharas con su esencia, rocas efervescentes de lima, nieve de pepino, etc, etc, etc.

Wednesday, July 15, 2009

La Gran Vía

Hace mucho tiempo que no pongo una entrada del Madrid literario. Aquí va un texto de Cansinos Assens, de cuando se estaba construyendo la Gran Vía:
"La Gran Vía, el sueño dorado de los madrileños, va a ser al fin una realidad. Ya la piqueta ha empezado su labor demoledora y esas viejas y tortuosas calles de Jacometrezo, Horno de la Mata, Carbón, etc., son ya totalmente o en parte montones de escombros, por los que en la noche merodean perros vagabundos. Todo ese antiguo barrio de casas de huéspedes, para estudiantes, de prostíbulos y chirlatas, refugio de vidas miserables y truncadas, de viejas viviendas llenas de chinches y cucarachas, sin luz y sin aire, con toda la suciedad y la falta de higiene del Madrid de fin de siglo, es ya una ruina lamentable como los seres que albergaba. En su solar, los arquitectos han trazado los contornos de la proyectada Gran Vía, ancha y espaciosa, que por el momento no es sino una larga fila de zanjas profundas y siniestras como osarios...
El paisaje recuerda esas estampas de la guerra, que publican los periódicos gráficos, obtenidas despuñes de un bombardeo. Interiores de casas a medio demoler, trozos de alcoba, en las que miles de seres ignorados habrán amado y muerto oscuramente, y que dejan ver su empapelado de un rosa tierno como una desnudez. [...] ¿Qué habrá sido de aquella muchacha que como una cariátide en la puerta de aquella casa de la travesía del Carbón nos llamaba al pasar, sonriéndonos como una novia?"
(Rafael Cansinos Assens, La novela de un literato)

Saturday, July 04, 2009

El Bremen publica libro

Presentación: sábado 11 de julio, 20.00 horas, en El Ladrón de Tinta (c/ Noviciado, 2). Habrá vino y aire acondicionado (creo). No podéis faltar.

"El Bremen es un taller literario que comienza a reunirse en Madrid en octubre de 2007. En su tripulación hay enrolados matemáticos, periodistas, informáticos, guionistas, traductores, ingenieros, de edades y procedencias dispares. Y en este volumen hay 16 cuentos tan diversos como sus autores.
El taller tiene un funcionamiento asambleario en el que no hay maestros ni aprendices (pues todos se consideran aprendices) y se ha prolongado en el tiempo porque ha resultado ser un sitio en el que el único objetivo es el placer de inventar historias".
"Este libro es una salva al aire en la que cada cual dispara un arma distinta en una dirección diferente. [...] Las palabras que los sostienen aún guardan el eco de penumbra llena de humo en la que fueron originalmente leídos, en voz alta, ante una barricada de copas y bajo una bóveda de ladrillo".
(Del "Prólogo")

Friday, July 03, 2009

Ramón en Google

Hoy, 3 de julio, 121 años después de su nacimiento, San Google recuerda a Ramón.

Abro a voleo el tomo III de las obras completas de Galaxia Gutenberg, Ramonismo I. El Rastro, El circo, Senos (1914-1917). Página 558, "El seno que me llamó por detrás":
Yo iba distraído, metiéndome en los faroles, aprendiéndome los letreros de los establecimientos, deletreando la ciudad por el camino nutrido de gente de la calle más concurrida, cuando sentí que me tropezaba algo muy blando por detrás, un nudillo sin hueso.
No quise volver la cabeza porque era dulce la llamada en la puerta de mi espalda. Hice como que no oía y sentí que el seno me seguía llamando.
Ante la insistencia y por si acaso se cansaba y se iba, volví la cabeza.
Etcétera. Ramón escribía muchos etcéteras, precisamente por no poner "etcétera". Su obra es una descripción minuciosa, ilógica y eterna de etcéteras. Los que le dictaba su cabeza.