Sunday, August 30, 2009

Poesía de Spam

A diario me llegan al email mensajes de Spam anunciando todo tipo de cosas raras (generalmente productos electrónicos y medicinas milagrosas), felicitándome por haber ganado las más extrañas loterías o pidiéndome dinero para obras de caridad en idiomas macarrónicos. Hoy me ha llegado éste, que me ha hecho gracia:

H everywhere meet the eye of the weeping white mother, are unknown to her, for to her tender fancy a little spirit-child fills them. It is not a rare sight to see a pair of elaborate tiny moccasins above a little Indian grave. A mother's fingers have embroidered them, a mother's hand has hung them there, to help the baby's feet over the long rough road that stretches between his father's wigwam and the Great Chief's happy hunting grounds. Indians believe that a baby's spirit cannot reach the spirit-land until the child, if living, would have been old enough and strong enough to walk. Until that time the little spirit hovers about its mother. And often it grows tired --oh so very tired! So

Saturday, August 15, 2009

Vuelta e ida

Se fue a la tierra de sus antepasados como lo que es, una máscara pálida, y regresó hecho -de nuevo- un oso panda al revés.
Ahora se irá a la tierra de sus más ancestros todavía, los vikingos o normandos. Sólo Thor sabe cómo volverá...
Ayer, antes de la vuelta previa a la salida, grabó esta llegada:

Wednesday, August 12, 2009

Ebrios y felices

Amanecer en el puerto. Las siete de la mañana. Las gaviotas se desperezan, los barcos aún duermen, las grúas silenciosas, las manchas de cuadros abstractos en el suelo, cuerdas, redes, anillas, maderas desconchadas. Suena la sirena, se apagan las farolas, viene un barco. Empieza el movimiento: las señoras que se allegan a la lonja con sus bolsas, el tractor que barre la playa, las cajas de plástico que suben y bajan de las furgonetas, los carritos que las arrastran. De repente, las gaviotas enloquecen. Cubren el cielo. Podría ser la estampa del apocalipsis. Las sombras se reflejan como su propio eco. Varias se apostan en fila india en la bocana y picotean en los restos de pescado. Barcos pesqueros que van y vienen. Hombres con gorras y monos de colores llamativos, amarillo, naranja, unos apostados en la cabina, otros en proa, se aproximan, lanzan la cuerda como los cowboys, suben corriendo y la atan. El trasiego de cajas y de hielo picado. Dentro de la lonja, el griterío amplificado. En dolby estéreo. Las botas, las faldas, el suelo mojado, el grupo que observa, calcula y puja. Afuera, las redes y las nasas como ballenas varadas. Manchas de óxido, grietas en la madera, adornos de musgo. La taberna acoge a los últimos borrachos, un hombre barre, un tractor reordena las cajas de madera. Vuelve la calma, empieza el día. Sale el sol, me voy a casa.

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Pontevedra, domingo 9 de agosto. Es el día de la Peregrina, la patrona de la ciudad, y las calles se llenan de desfiles, misas y charangas. La gente va y viene por las calles principales vestida bien o de otra cosa o disfrazada para la ocasión. A la hora de comer la ciudad se vacía. En una mesa de una calle que va de la Herrería a la Leña, el trío gallego del Círculo Solana da buena cuenta de una botella de Rioja. Navajas, por más señas. Luego serán dos. Se brinda por el santo patrón, Solana, no la Peregrina, y uno piensa en lo raro que es el hecho de ese brindis, por todo, el contexto, el tiempo, el personaje evocado; si Solana, el totalmente olvidado, el casi desconocido, levantara la cabeza de la tumba y viera esas tres copas de vino chocándose en su nombre en una calle del norte no entendería nada, se quedaría flipando, se bebería el vino en bota, dos o tres litros mínimo, y volvería a la tumba con los ojos chinos. El vino se riega con algunas tapas, no al revés. Pimientos de padrón, mejillones al vapor, oreja a la plancha. Sin olvidar una Zenobia Camprubí a la Feira.
Qué bien estamos aquí, se dijo, se oyó, varias veces. Era, digamos, el lema, la sentencia verdadera, la descripción exacta del instante, de la amistad en la tarde. Confiad en mí si os digo, como testigo amnésico, que la conversación estuvo llena de frases memorables, que se fueron al limbo del alcohol y nunca más serán recuperadas. Selaví. Pero supongo que las frases quedarán por ahí, en algún lugar imaginario, en las ondas que recorren el aire y engrosan el mito de la ciudad ravacholiana, toda sombra, arco y piedra; son los instantes, la vida clavada en el momento único, eterno, las sacudidas de la cola del ingenio, sin olvidar los chistes jabosianos y las risas que provocan, no enlatadas.
La única frase memorable no olvidada (absténganse de comentar las feministas):
-Las feas son mala gente.
Está grabada en vídeo.
Y la tarde se va rápida, rapidísima, entre risas y conversaciones y libros y frases memorables y licorcafés y gintonics. Y la noche nos pilla de sorpresa en la plaza de la Leña, sentados junto al cruceiro, ebrios y felices.

Sunday, August 02, 2009

Si todo va bien...

...en unas horas estaré por aquí:


Saturday, August 01, 2009

Las pastillas de Mario Levrero

"Debe de ser por el hábito de pensar en imágenes. Entonces estoy siempre en la duda. Con los medicamentos, por ejemplo. Pienso que voy a tomar una pastilla, y es como si la hubiera tomado. Hice un programa en la computadora que me recuerda, tocando un pitido, cuándo debo tomat cada pastilla, y sigue pitando hasta que me lo tomo y toco un botón que dice "Remedio tomado". Al apretar ese botón,el pitido deja de sonar, la información deja de verse, y queda anotado en un archivo el nombre del medicamento, y el día y la hora de la toma. Aun así... a veces toco ese botón antes de la toma, y después me distraigo `por el camino cuando voy a tomarlo y hago otras cosas. Más tarde me viene la duda, y por eso tuve que acostumbrarme a llevar un control extra, en un papel, del número de pastillas tomadas; así, contando las que me quedan, y sabiendo cuántas tenía al principio en total, puedo saber si la tomé o no".
(Mario Levrero, La novela luminosa)