Thursday, December 31, 2009

Nochevieja o el eterno retorno de lo mismo

Uvas, campanadas, fuegos artificiales, confetti, champán...
Fantasmas de un pasado idéntico (no menos idéntico que el futuro), aprendices de cadáveres simulando una borrachera de alegría, celebrando -supongo- que aún estamos aquí, que no nos hemos ido, que no han dicho nuestro nombre en la sala de espera.
Sólo eso. Lo mires como lo mires, es absurdo... extraño... irreal.

Thursday, December 24, 2009

Saturday, December 19, 2009

Nieve y frío

Allá nos vamos unos días, a pasar frío. Según parece, está nevando.


Friday, December 18, 2009

Jugando a ser Proust en Navidad, etcétera

Basta con morder una esquina del polvorón (de los artesanales, esos que vienen envueltos en papel blanco y girados sobre sí mismos) para revivir en unos instantes prácticamente toda la infancia, las eternas y maravillosas Navidades de la infancia, los infinitos detalles que la desmenuzan en la memoria. Cada trocito de almendra masticado evoca un lugar, una sensación, un momento especial... Las voces de fondo de los invitados, el salón con el belén, un paquete de regalo, la entrada con el misterio y el árbol, los desayunos blancos bajo las mantas, las sobremesas prolongadas, la terraza helada, el paseo en la tarde, bien abrigados y con el brillo de las luces a los lados, el gentío comprando, la mesa preparada, picar en el huevo hilado, el empacho de dulces, el regreso ilusionado de la cabalgata de Reyes, y un etcétera tan largo como los siete tomos de En busca del tiempo perdido. Sólo falta el talento para escribirlos.
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Qué bien que la dichosa Amenatu esté ya en su casa. No he entendido nada de este caso absurdo, surrealista, a pesar de tener que oír a diario todo lo que se decía. Al final, de todo su pulso personal con el tirano alahuí, me queda, sobre todo, una imagen: Amenatu en la farmacia del aeropuerto, levantándose de la silla de ruedas y pesándose en la balanza ante las cámaras de televisión.
Ya podemos quedarnos tranquilos. Pero no lancéis las campanas al vuelo: seguro que los periodistas buscarán una nueva excusa para amenizarnos la Navidad.
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Cuando oigo la palabra "activista" me entran ganas de bostezar. Me arrebujo con la manta en el sofá y cambio de canal.
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Hojeando rápidamente algunos libros sobre París. Baroja tiene detalles muy buenos, pero acaba perdiéndose en sus elucubraciones; el París de Solana es sólo suyo, otra españanegra trasladada de sitio (no se la puede quitar de encima, allá donde va la lleva consigo); creo que el de Azorín es el que más antiguo se ha quedado, sigue sin convencerme este hombre, hay algo en su prosa que me repele; De Amicis se empantana en lo literario. Algunas notas de Pla son una maravilla, igual que las de Orwell sin un duro: pura poesía -nada lírica- de vida verdadera. Es curioso lo distinto que es el París de los años 20 que ven los españoles y el que viven los escritores norteamericanos.
Para mí el gran libro sobre París sigue siendo el de Hemingway.

Saturday, December 12, 2009

Thursday, December 10, 2009

"El porvenir es largo", de Louis Althusser

Es una de las cosas que más me gusta de las bibliotecas (públicas, en este caso). Va uno con una idea pero al llegar allí se deja llevar por los estantes, los lomos, los títulos... y puede acabar descubriendo lo más insospechado. En esta ocasión iba buscando alguna guía de París para el próximo viaje y acabé enfrascadísimo en la sección de biografías y memorias (una de mis favoritas). Allí estuve abriendo, ojeando y cerrando libros durante casi una hora. Se me pasó volando. Pues bien: en cuanto me encontré con El porvenir es largo de Louis Althusser y leí un párrafo de la primera página me quedé totalmente enganchado. Estaba claro que aquello se venía conmigo a casa.
Louis Althusser es un escritor-pensador que siempre me ha interesado. Pese a que las teorías psicoanalíticas de Lacan me resultan indiferentes (y Althusser se vio enormemente influido por ellas), sus análisis filosóficos sobre Maquiavelo, Marx y Spinoza me parecen de lectura obligada. Se puede estar más o menos de acuerdo con su interpretación, pero desde luego la revisión que hace de esos textos y autores me parece muy sugerente, e incluso luminosa. Para mí son libros de referencia.
Inevitablemente, ya todo lo que leamos de Althusser está marcado por el suceso de su vida: el 16 de noviembre de 1980 Althusser estranguló a su mujer Hélène, con la que había convivido durante más de treinta años. Althusser, que ya había sido diagnosticado de "desequilibrio mental" en varias ocasiones e incluso internado en algunos hospitales psiquiátricos a lo largo de su vida, fue declarado irresponsable de sus propios actos e inmediatamente recluido en el sanatorio de Sainte-Anne, abocado al silencio ("no ha lugar"). Allí escribió los textos que se recogen este libro, que es una especie de autobiografía, aunque el propio Althusser ponga esto en cuestión al principio. Se publicó póstumamente.
Me ha producido una sensación muy rara leer las primeras páginas de El porvenir es largo, donde Althusser relata lo que sucedió el día del homicidio y explica por qué tenía la necesidad de escribir este libro (es decir, las razones que le llevaron a no resignarse a ese silencio impuesto; imposición que, por otro lado, le libró de la cárcel). ¿Por qué digo que me ha producido una sensación rara? Por un lado, el estilo (el tono, la voz) de Althusser tiene una fuerza muy poderosa y extraña, una contundencia o brillo o "pureza racional" tremendos; seguramente es más la fuerza racional que la belleza lo que se apodera de uno al leerlo. Pero, por otro lado, uno no puede dejar de pensar en el acto atroz y en que, quizá, no asoma por allí ni la más mínima muestra de arrepentimiento. Se ofrecen los datos como hechos inapelables, casi deterministas, irreversibles (ni siquiera retrospectivamente), aunque creo que en ningún caso se justifica o se elude la acción que cometí. No sé, es como si presentase un hecho más del devenir del universo. En cualquier caso, estoy hablando sólo de las primeras páginas, que es lo que llevo leído. Más adelante ya veremos.
Para ilustrarlo, copio la explicación que figura como pórtico del libro:
"Es probable que consideren sorprendente que no me resigne al silencio después de la acción que cometí y, también, del no ha lugar que la sancionó y del que, como se suele decir, me he beneficiado.
Sin embargo, de no haber tenido tal beneficio, hubiera debido comparecer; y si hubiera comparecido habría tenido que responder.
Este libro es la respuesta a la que, en otras circunstancias, habría estado obligado. Y cuanto pido, es que se me conceda; que se me conceda ahora lo que entonces habría sido una obligación.
Naturalmente, tengo consciencia de que la respuesta que intento aquí no sigue ni las reglas de una comparecencia, que no tuvo lugar, ni la forma en que se habría desarrollado. No obstante, me pregunto si la ausencia de dicha comparecencia, pasada y para siempre, de sus reglas y su forma, no muestra, en definitiva, más aún lo que yo había intentado decir para la evaluación pública y su libertad. En cualquier caso, así lo deseo. Es mi destino no pensar en calmar una inquietud más que exponiéndome indefinidamente a otras".
No lo puedo evitar. Me impresiona.

Wednesday, December 02, 2009

El vuelo de Franz Reichelt (en varias tomas)

El 4 de febrero de 1912 un sastre austriaco llamado Franz Reichelt efectuó su primer (y último) intento de volar cual águila por los aires parisinos lanzándose desde la torre Eiffel vestido con un traje aerodinámico (sic) que él mismo había diseñado inspirándose en algunos bocetos de Leonardo Da Vinci.
Toma 1: Franz Reichelt, tocado con una gorra y enorme mostacho parisién, posa ante las cámaras girando sobre sí mismo con cierta torpeza. Se quita la gorra para saludar a la audiencia. Toma 2: Franz Reichelt, ataviado como un pájaro con chubasquero, agita las alas subido a una silla subida a una mesa en el pretil de la torre Eiffel. El primer Batman de la historia observa su atuendo sin mucha convicción. Agita los brazos, diríase que comprobando la fortaleza de las costuras e hilvanes, de fabricación propia. Toma 3: Franz Reichelt posa el pie derecho en la barandilla, mira a cámara y abre un poco los brazos (sigue observando su diseño sin gran convencimiento). Mira al vacío, parece que se dispone a lanzarse. Hace varios ademanes, varios movimientos de aproximación. Parece bastante nervioso y dubitativo. Toma 4: Franz Reichelt duda. Duda mucho. No tiene claro si lanzarse o no. Se arrepiente de haberse empeñado en una aventura tan absurda. Quiere bajarse a suelo firme y volverse a casa andando, tranquilamente. Pero ya no puede ser: ha congregado a los pies de la torre a una gran multitud deseosa de ver su salto, ha avisado a los medios de comunicación y ha luchado lo indecible por conseguir el permiso policial frente a la oposición de las autoridades de la torre. Franz nota la presión. Sigue haciendo ademanes de tirarse: ¿cuál será la mejor forma de tomar impulso, de lanzarse? Toma 5: Franz Reichelt flexiona las piernas y se lanza al vacío. Toma 6: Franz Reichelt cae a plomo desde la torre al suelo. Al contactar con la tierra se levanta una nube de polvo. Toma 7: El cadáver de Franz Reichelt es portado en brazos por varios hombres. Los demás observan, atónitos.




La autopsia declaró que Franz Reichelt había muerto de un ataque cardíaco antes de tocar el suelo. No sé por qué, pero me cuesta creerlo.