Saturday, June 26, 2010

El tiempo recobrado

Ha salido en Debolsillo (que Dios proteja este sello, al menos dos de sus colecciones) el último tomo de En busca del tiempo perdido de Proust traducido por Carlos Manzano. La primera edición de esta nueva traducción salió el año pasado en Lumen, diez años después del primer tomo. Todo un acontecimiento.
Primeras sensaciones. Más bien pre-sensaciones de lectura. Abro el libro a voleo por varios lugares y encuentro frases más cortas, más contenidas, menos oceánicas que las habituales en Proust. Sólo el primer párrafo sirve de enlace formal con los tomos anteriores, pero ya se nota otro tono, otro aliento: más reposado, más sobrio. Una respiración de agonizante estoico.
Creo que por fin podré disfrutar a Proust sin obstáculos ni artificios. Lo estaba deseando. Hasta ahora tenía que hacer primero una titánica labor de desbrozo, lápiz en mano, subrayando, poniendo paréntesis, haciendo señales en el margen. Después, en una segunda lectura (parcial, sólo de lo señalado), podía ya disfrutarlo. Es decir, leía a un Proust editado por mí. Pero la labor de desbrozo siempre me acababa cansando y saltaba de tomo en tomo sin orden ni criterio. Alguno ni lo rocé.
Ahora, espero, será otra cosa.

Tuesday, June 22, 2010

O libro dos amigos

Curioseando en la biblioteca de mi padre me encuentro con dos libros de preciosos títulos, tan evocativos como prometedores: Por os camiños da saudade y O libro dos amigos, ambos escritos por este hombre de toga y gafas redondas llamado Ramón Otero Pedrayo (1888-1976). Seguro que los había visto otras veces, pero no les había prestado atención.
Los abro y empiezo a hojearlos. Primero de pie; después sentado; finalmente tumbado en el sofá. El primero es un libro de viaje por Buenos Aires. Casi mejor lo dejaré para otro día, porque el segundo me ha atrapado: O libro dos amigos. Como declara el título, se trata de una sucesión de retratos emocionados de sus amigos, entre los que figuran algunos personajes gallegos conocidos, como Castelao o Bóveda. Salen en sus páginas muchos recuerdos, bastantes cafés, algunos entierros. No entiendo todas las palabras, pero me gusta cómo suenan. El ejemplar que tengo entre las manos está fechado en 1953 y fue publicado por Ediciones Galicia del Centro Gallego de Buenos Aires.
Copio un trozo sobre Antón Vilar Ponte, el inventor del nombre de este blog:
Era un día de neve seródea, estaban ben tristes os montes de Castro de Dozón, cando os pasamos ainda de mañán Alexandre Bóveda, Vicente Risco e mais eu pra seguir deica a foxa do seu descanso, beira do mar dos Artabros, o corpiño de Anton Vilar Ponte. [...]
En Cuba exercitou Antón Vilar fidalgamente o xornalismo. Sostivo con dinidade sin concederle demasiada importanza un desafío a espada. Por as condiciós do terréo decidiron os padriños que se descalzaran os duelistas. Tivo medo Anton de locir algunha falla no calcetín e con desventaxa deixouse cos zapatos...
Contabao Antón, fumegando seus caraiterísticos cigarriños, co ar cânso, de súpeto fermoso e aceso sí se tratare de unha inxustiza que combatire, unha pureza que gabare... Sabía disfrutar dos folgos e os silencios. As horas do serán, as da noite coruñesa non tiveron millor nin mais xentil e delicado intérprete. O café do Cantón, o latexar do Faro brigantino, a opinión, nada nunha tertulia, maquiada en circos e discusiós, ou xurdida e espallada de sutaque por a cidade era deseguida collida e corporeizada por Antón como si a uliscara no clima social, pra erguela ou pra castigala cun artigo de punta de frolete...

Wednesday, June 09, 2010

"Historias de Roma" de Enric González

Hace año y pico hablé aquí de las historias de Enric González (del mismo género “lectura en terracita” que los Diarios de Iñaki Uriarte: o sea, coca-cola en mano, libro y sonrisa) y suspiraba por unas de Roma, que acaban de llegar. Vi el libro en la Feria del Retiro, me lo compré y me lo he leído en un par de tardes. Tengo que reconocer que tras las primeras páginas me entró cierto temor a que las Historias de Enric González fueran la crónica, por compromiso o por prisas, de una espiral en decadencia. El primero, el de Londres, es con diferencia el mejor de sus libros; el segundo, el de Nueva York, está muy bien pero no llega a la altura del primero; este tercero, el de Roma, no está mal pero podría –¡debería!– ser mucho mejor. El de Historias del calcio no lo he leído. Pensando mal, podría parecer que la emoción y la necesidad de escribir el primer libro han sido sustituidas progresivamente por una mera obligación contractual, casi burocrática. A veces se le nota casi con prisas por terminar…
Tras unas primeras páginas caóticas y absurdas de síntesis histórica, que me hicieron pensar en lo peor, Historias de Roma remonta el vuelo por el lado del costumbrismo y de las anécdotas periodísticas: cuenta, enseña y entretiene, que es de lo que se trata. Pero uno se pregunta si no hay editor de estos libros, alguien que sepa aconsejar y orientar, al menos en cuanto a orden y estructura. La respuesta seguramente es que el editor sea simplemente ese pelmazo de RBA que mete mucha prisa. El resultado es digno, sí, pero demasiado poca cosa. Roma tiene muchísimo más (y mejor) que contar. Ya sé que contarlo todo es imposible, porque sería infinito, pero el tema merecía más esfuerzo, más tiempo, más calma, más páginas. Y de este autor esperábamos más. En fin, olvidemos las pegas por culpa de las expectativas, que el libro está bastante bien (seguro que con el tiempo, pasado el desengaño, lo iré apreciando más). Además, espero algún día poder escribir mi prometido libro sobre Roma y resarcirme de todas las carencias.
Lo cierto es que Historias de Roma contiene páginas muy buenas. Cuando Enric González hace de Enric González, cuando se olvida de los nombres de los emperadores y de las fechas antes o después de Cristo (que parecen traídas sólo para rellenar páginas) y simplemente nos habla de su casa, del restaurante al que solía acudir o de un personaje romano que conoció en tal sitio, sale lo mejor de su estilo. No necesitamos más que verlo saboreando un capuchino en una plaza o elucubrando sobre los complots vaticanos, con eso nos llega. Por otra parte, la semblanza que hace de Alberto Sordi es inolvidable (para mí lo mejor del libro), al igual que la historia del marqués Casati Stampa, que “sólo disfrutaba del sexo por persona impuesta: le gustaba que su esposa fornicara con jóvenes desconocidos, mientras él fotografiaba, filmaba y anotaba en su diario”. En un alarde de síntesis oratoria, el autor confecciona un monólogo hilarante con frases literales tomadas de Berlusconi:

"Quiero empezar saludando a los asistentes a esta Cumbre contra el Hambre, y muy especialmente a las bellísimas delegadas. Soy el ungido del Señor. Cargo con la cruz, aunque no me gusta mucho hacerlo. Y cada año practico un retiro espiritual, en las Bermudas. El referéndum, sépanlo, será un juicio de Dios. Y beberé el amargo cáliz de volver a gobernar. Vivo bajo el terror de un Estado policial. Acusarme a mí de corrupción es como acusar a la Madre Teresa de Calcuta. También Jesús fue traicionado, y no soy mejor que Jesús. Por supuesto, soy éticamente superior a cualquier otro político europeo. Estoy en contacto permanente con la Divinidad. He escrito las tablas de la ley, como Napoleón o Justiniano. A veces noto que me asalta un complejo de superioridad, pero entonces me digo: menos mal que soy yo. Soy el único italiano que escribe sambas en napolitano. Me han envenenado con armas bacteriológicas. Nunca salgo en televisión. Mi vida está llena de sacrificios. ¿Saben que Margaret Thatcher me dijo que habríamos hecho una gran pareja?"

Además, me ha descubierto varias películas de Mario Monicelli, que pienso ver en cuanto pueda, porque creo que me van a gustar.
El capítulo 4, en el que nos guía en un paseo por el centro histórico, me ha llenado de nostalgia y de la necesidad de volver pronto a Roma. Es como estar allí caminando: visualizas perfectamente todos los lugares (si los conoces, claro). No, definitivamente no puedo estar más tiempo sin volver. Ya son casi tres años. Una eternidad, una condena.
Párrafos tan verdaderos como éste lo corroboran: "Hay pocos paseos tan placenteros como una caminata nocturna por el antiguo gueto romano. Todo el centro de Roma, en especial las zonas más cercanas al río, con las matas silvestres que crecen junto a los muros, la iluminación tenue, la suave atmósfera de pueblo pequeño y adormecido, está hecho para la nocturnidad. Vale la pena salir a caminar de madrugada, cuando la Fontana de Trevi o la armoniosa Piazza Farnese esperan en soledad y los gatos se hacen dueños de las calles".

Sunday, June 06, 2010

Diarios de Iñaki Uriarte

He vuelto a leer los Diarios de Iñaki Uriarte, esta vez ya en papel, en formato libro, y he disfrutado tanto como la primera vez. Una gozada. Tiene que quitarse uno la sonrisa para volver a encarar el mundo dignamente. Es de esos libros que no hacen ruido, que es raro ver en las mesas de novedades de las librerías, que casi hasta cuesta encontrar aunque uno se lo proponga, pero que seguirán en pie ahí dentro de muchos años, redondo y entero, sin perder ni un ápice, cuando todos los demás se hayan resquebrajado, olvidado o hundido. Incluso podrá mejorar con el tiempo. Literatura de reserva.
“Es evidente que cualquiera de los que están arriba ha tratado a los otros como un medio y no como un fin. Sea lo que sea eso de Kant de tratar a las personas como un fin, así solo se va cuesta abajo”. No pasará el tiempo para genialidades como ésta.
El personaje-narrador de estos diarios nos cae bien. Es un hombre que no trabaja, porque no lo necesita, y que presume de vago: “¿Qué has hecho hoy? Fumar”; “Trabajar es como estar enfermo. En cuanto se te pasa, te pones contento”. Por supuesto, nos da envidia de esta posibilidad de vivir sin trabajar. Gran admirador de Montaigne, sabe captar con gran inteligencia los movimientos de la psicología. Realismo sin prejuicios ni corrección política: “Hasta que no desaparezcan las joyerías habría que mantener un poco en cuestión todo eso del feminismo”. Además, una visión profundamente antirretórica de la literatura: “Pla dice que hay que escribir como se escribe una carta a la familia, pero con un poco más de cuidado. Aquí voy a hacerlo como si hasta las cartas fueran un alarde de retórica. Como si hablara solo”.
Algunos aforismos. Bastantes citas y anécdotas (personales, literarias, históricas). Una escritura transparente, en el sentido de que transparenta un carácter, una personalidad, unas ideas... Y mucha, mucha ironía. “Con lo fácil que es no escribir un libro malo”.
La siempre agradecida concisión. La siempre bendita contradicción. Aquí, un hombre. Un estilo sencillo, un tono amable, una mirada llena de humor, a veces cínica. “Ni espíritu de sacrificio, ni afán de superación, ni aspiración a la excelencia. Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas”. Y cierta misantropía: “Uno de los secretos del placer estético que produce la naturaleza es que no hay gente”. Muchas dosis de Montaigne, Proust y Borges. Los maestros, los gustos, son los mismos.
Cuando se habla de la literatura de entretenimiento, yo pienso en este tipo de libros. Salir a la terraza con una coca-cola y leer los Diarios de Uriarte. No se necesita más. ¿A qué esperáis para conseguirlo?

Tuesday, June 01, 2010

Conde-duque's Photostream

Hoy las calles olían a lejía.
*****
Después de mil años regresé a la cuenta de Flickr y encontré el programa Picnik, que permite editar/retocar las fotos. No soy muy partidario del photoshop porque le da a las imágenes un aire demasiado artificial e irreal, con colores y contornos excesivos, a veces casi de cómic.
Es la primera vez que me he atrevido a hacer un poco de postproducción. Básicamente le he dado a algunas fotos algo más de contraste, saturación o agudización. Y en un par de ellas me he permitido alguna mayor frivolité. Son las mismas que subí hace tres años. Varias las he pasado a blanco y negro.
AQUÍ.