Friday, December 31, 2010

Nochevieja o el eterno retorno de lo mismo

Uvas, campanadas, fuegos artificiales, confetti, champán...
Fantasmas de un pasado idéntico (no menos idéntico que el futuro), aprendices de cadáveres simulando una borrachera de alegría, celebrando -supongo- que aún estamos aquí, que no nos hemos ido, que no han dicho nuestro nombre en la sala de espera.
Sólo eso. Lo mires como lo mires, es absurdo... extraño... irreal.

Friday, December 24, 2010

Cuaderno de Talamanca

"8 de agosto. Me he levantado hacia las 4 de la madrugada y he ido a pasear por la orilla del mar. Me he sentado sobre una roca a esperar que se hiciera de día. Cuando empezó a clarear, la luz no venía de arriba, sino de las rocas de los alrededores, como si estuviera oculta tras ellas y esperara la mañana para salir. Esta transfiguración de la materia, tan bella, tan irreal, hizo que olvidara las amargas reflexiones con las que suelen iniciarse todos mis insomnios.
En los paisajes que amamos, nuestras debilidades toman otro cariz.
Aquí, el insomnio no es un mal, sino únicamente una cierta imposibilidad.
***
10 de agosto. Griposo. Me he pasado todo el día en la cama. Han vuelto las viejas obsesiones, el sentimiento de que para mí nada es posible. Vaya donde vaya, mis males me acompañan. Ése es el regalo capital de mi existencia. Se diría incluso que mis males me preceden, que despejan el terreno a fin de que pueda ser desdichado sin dificultad, sin obstáculos. Si se me transportara al Paraíso, el fenómeno se repetiría ineluctablemente.
Durante toda la tarde he estado pensando en Keats en Roma. Por mucho que cambie de paisaje, no puedo cambiar de destino. Y, mala señal para mí, todavía no he conseguido resignarme al mío a pesar de todos mis esfuerzos en ese sentido, y de todas mis teorías al respecto. Me desasosiega y me exaspera, me arranca continuas lamentaciones, como si fuera posible tener otro o modificar sus circunstancias. Sufrir tranquilamente es un secreto que aspiro en vano a poseer y sin el cual los temperamentos como el mío están condenados al infierno."
(E. M. Cioran, Ibiza, 1966)

Sunday, December 19, 2010

Mis diez de 2010

Al ver las listas de Mabalot, Ordaz y Mal-herido me he dicho: voy a intentar hacer también mi lista de diez libros de 2010. De aquellos que haya leído este año por primera vez, no importa cuándo fuesen publicados. Pero no ha sido tan fácil. En primer lugar, porque la mayor parte de los libros que leo son de la biblioteca, y ya no me acuerdo de cuáles son ni cuándo los leí. He tenido que buscar en mis propios posts el rastro de alguno, pero la mayoría no los comento aquí, así que muchos se han perdido para siempre (quizás debería llevar una lista para el año que viene).
Tras curiosear en estanterías, mesillas y posts, ésta es la lista que me ha salido:
1. Atlas Mnemosyne, de Aby Warburg.
2. París, de Julien Green.
3. Acontecimientos y relatos, de Thomas Bernhard.
4. Esto no es música. Introducción al malestar de la cultura de masas, de J. L. Pardo.
5. Venice. Pure city, de Peter Ackroyd.
6. Los conceptos fundamentales de la metafisica: mundo, finitud, soledad, de Heidegger.
7. Temperamentos filosóficos. De Platón a Foucault, de Peter Sloterdijk
8. Viaje en autobús, de Josep Pla.
9. Hiroshima, de John Hersey.
10. Memorias de la casa muerta, de Dostoievski.
Pensando las razones de esta elección, creo que, aparte de que me gusten por sí mismos, en algunos casos es porque los asocio a ciertos lugares, momentos y sensaciones. En cierto modo forman parte de la autobiografía de uno.
[Algunas relecturas: Juventud, de Coetzee, Obras reunidas, de Alejandro Rossi, Diarios, de Iñaki Uriarte, Surely You're Joking, Mr Feynman!, de Richard P. Feynman]

Wednesday, December 08, 2010

Brangulí (1879-1945)

No sé qué tiene la fotografía antigua que me deja anestesiado -boquiabierto, babeante y meditativo, que si el paso del tiempo etcétera-, como si fuese un alma sin cuerpo. A veces me pregunto cómo se le ocurriría a Walter Benjamin decir esa tontería -tan repetida desde entonces- de que la fotografía acababa con el aura de la obra de arte, cuando es evidente que sucede todo lo contrario: es la fotografía (sobre todo la antigua, la pionera) la que llena de aura cualquier imagen de la vida corriente que atrape dentro de su encuadre. Pura magia. Misterio extraño. Valor de culto.
En la Fundación Telefónica vimos hace unos días la exposición de Josep Brangulí, fotorreportero industrial y documentalista, memoria viva -en blanco y negro- de la primera mitad del siglo XX español. Brangulí capturó durante varias décadas la sociedad de su tiempo, concretamente la de Barcelona, en todos sus elementos imaginables: desde innumerables oficios, talleres e industrias hasta los distintos acontecimientos o conflictos sociales, pasando por los edificios, las calles, las fiestas, las veladas de boxeo, las señoritas en las playas, los políticos, la gente anónima... Una maravilla.
Entre foto y foto nos asomábamos a los ventanales y contemplábamos la Gran Vía de noche, iluminada, llena de coches y de gente, y era una sensación bonita y rara a la vez: como estar todos en otro tiempo, antiguo y más brillante, pero también como estar todos un poco muertos.
Me impactó muchísimo la imagen de las momias de las monjas salesas a la puerta de una iglesia, unas de pie, otras tumbadas, con sus ataúdes abiertos, durante la Semana Trágica. También la del cuerpo de un suicida en el suelo con un reguero de sangre y tres policías posando. Pero no sólo me llamaron la atención las instantáneas gore. Pongo otros ejemplos: