Sunday, August 18, 2013

Manu, de Manuel Jabois

Este año para mí no hay Galicia y me he quedado sin cena solanera. Para aliviar la morriña desde este asfalto sin playa, vuelvo a leer Manu, la crónica exagerada y hardcore del embarazo de la criatura.
Puede que haya dos lectores opuestos e irreconciliables de este libro: los que –como dijo Elvira Lindo en la presentación en Tipos Infames– creen que todo Manu es un mero prólogo hilarante y excesivo que sirve de excusa o parapeto a las cinco páginas emotivas y magníficas del final, que es donde Jabois se quita el disfraz afterjaus y muestra su corazoncito; y los que consideran que todo va de puta madre hasta que a Jabo le salió el sentir, que diría JRJ.
Estos dos tipos de lectores –el sentimental y el cínico, digamos, por etiquetar y resumir, con dos cojones– nunca se pondrán de acuerdo, ni falta que hace, pues no van a quedar a comer ni a tomar cañas juntos, salvo que algún día se celebre un Jabois Parade y haya que organizar las mesas, que todo puede ser. Donde aquél se escandaliza (o se remueve un poco incómodo en el asiento, con el dedo casi dispuesto a marcar el teléfono de urgencias de la asistente social), éste se descojona sin parar; donde aquél se emociona, éste se ruboriza (o se remueve un poco incómodo en el asiento, casi avergonzándose de su condición humana). ¿Pero qué más da? Jabois puede tener tantos tipos de lectores como estilos, tonos, temas y géneros se proponga ametrallar con su prosa (uno de sus grandes valores, precisamente, es la versatilidad).
Yo puedo disfrutar tanto del Jabois exhibicionista pasado de rosca como del Jabois tierno, tímido y sentimental. Sé que son el mismo, los percibo a cada paso, en cada página, y si me faltase uno se resentiría el otro. A mí lo que me gusta, sobre todo, es la mezcla: ese personaje carismático y un poco patoso que se ha creado y que tanto se hace querer.
Me imagino a Jabois con dos versiones preparadas del mismo artículo dudando antes de adjuntar archivo y darle al botón de “Enviar”: ¿mando a El Mundo el que le gustará a mi madre o el que romperá los récords de retuiteos en Twitter? Como sabe que si envía el primero luego se arrepentirá o le dará vergüenza, suele enviar el segundo. Por pudor.
Como digo, a mí lo que más me gusta es la mezcla, ese Jabois blended, destilado como el whisky de refinería gallega Rías Baixas, con el sabor sutil y un poco ácido del Albariño, el color apasionado –sangre coagulada– del tinto de Barrantes y el humor eufórico del licor café, maravilloso, insuperable. La mezcla, Jabo, la mezcla, siempre con medida, en su punto de sal... (aunque sea sal gorda, como en el pulpo a feira).
Hace un año Jabois tuvo un hijo y todos temíamos que su personaje literario acabase sucumbiendo entre pañales y biberones. Para disipar todas las dudas, el autor retomó su pluma (el disfraz de su pluma) y escribió Manu, donde explota su veta más extrema y descacharrante, aquella que germinó gozosamente en los artículos de Frontera D: el de la autoparodia elevada a una de las bellas artes. Otra vuelta de tuerca –muy siglo XXI– sobre una fértil tradición hispánica: la caricatura quevedesca, el esperpento valleinclaniano, la retranca afinada de Julio Camba (por mencionar la inevitable bicha, aunque yo no la vea), las palabras esdrújulas de Umbral…
He aquí al autor con barba y melena reflejado en el espejo del Callejón del Gato, como un Bradomín que sale del after a media mañana: descamisado, el pelo enmarañado, los ojos rojos, el aliento a rayos (o como un Melendi en vuelo, al que cada vez se parece más en las fotos). Un autorretrato beodo, un ecce homo con resaca. No hay un escritor actual con el que me haya reído tanto.
Todo envuelto en una prosa perfecta, magistral, que nunca falla.
Este verano me he quedado sin Sanxenxo, pero leo a su hijo más ilustre (con permiso del aviador Piñeiro). No, Rajoy es sólo una visita veraniega, de esos que dicen "Sanjenjo".

Friday, August 16, 2013

Nine O'Clock

Pasábamos de vuelta a casa de Arvor, cuando vi que en el reloj del Big Ben (que para mí estará siempre asociado a los dibujos de Willy Fog de La vuelta al mundo en 80 días) iban a dar las nueve. Me dio tiempo justo de poner la cámara de fotos en el poyete que da al Támesis y darle al clic.