Monday, December 31, 2007

Nochevieja o el eterno retorno de lo mismo

Uvas, campanadas, fuegos artificiales, confetti, champán...
Fantasmas de un pasado idéntico (no menos idéntico que el futuro), aprendices de cadáveres simulando una borrachera de alegría, celebrando -supongo- que aún estamos aquí, que no nos hemos ido, que no han dicho nuestro nombre en la sala de espera.
Sólo eso. Lo mires como lo mires, es absurdo... extraño... irreal.

Saturday, December 29, 2007

Coketown, la ciudad sin fantasía

Se acaba el año. Es hora de recuentos y sinopsis. Pero no pienso hacerlo, porque no tengo ganas ni fuerza para esa muerte prematura. Los que habéis visto el vídeo de la casa romana ya sabéis por qué prefiero mirar para otro lado. La resaca, en estos casos, también ayuda un poco.
Abro un libro de Charles Dickens y leo esta maravillosa descripción de una ciudad, Coketown, que representa el triunfo absoluto del realismo:
"It was a town of red brick, or of brick that would have been red if the smoke and ashes had allowed it; but as matters stood it was a town of unnatural red and black like the painted face of a savage. It was a town of machinery and tall chimneys, out of which interminable serpents of smoke trailed themselves for ever and ever, and never got uncoiled. It had a black canal in it, and a river that ran purple with ill-smelling dye, and vast piles of building full of windows where there was a rattling and a trembling all day long, and where the piston of the steam-engine worked monotonously up and down, like the head of an elephant in a state of melancholy madness. It contained several large streets all very like one another, and many small streets still more like one another, inhabited by people equally like one another, who all went in and out at the same hours, with the same sound upon the same pavements, to do the same work, and to whom every day was the same as yesterday and tomorrow, and every year the counterpart of the last and the next."
En traducción pierde un poco, pero sigue sirviendo:
"Era una ciudad de ladrillo rojo, es decir, de ladrillo que habría sido rojo si el humo y la ceniza se lo hubiesen consentido; como no era así, la ciudad tenía un extraño color rojinegro, parecido al que usan los salvajes para embadurnarse la cara. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, por las que salían interminables serpientes de humo que no acababan nunca de desenroscarse, a pesar de salir y salir sin interrupción. Pasaban por la ciudad un negro canal y un río de aguas teñidas de púrpura maloliente; tenía también grandes bloques de edificios llenos de ventanas, y en cuyo interior resonaba todo el día un continuo traqueteo y temblor y en el que el émbolo de la máquina de vapor subía y bajaba con monotonía, lo mismo que la cabeza de un elefante enloquecido de melancolía. Contenía la ciudad varias calles anchas, todas muy parecidas, además de muchas calles estrechas que se parecían entre sí todavía más que las grandes; estaban habitadas por gentes que también se parecían entre sí, que entraban y salían de sus casas a idénticas horas, levantando en el suelo idénticos ruidos de pasos, que se encaminaban hacia idéntica ocupación y para las que cada día era idéntico al de ayer y al de mañana y cada año era una repetición del anterior y del siguiente."
(Charles Dickens, Tiempos difíciles)

Thursday, December 27, 2007

La tumba de John Keats

Roma, agosto de 2007.

"Esta tumba contiene los restos mortales de un joven poeta inglés, que, en su lecho de muerte, con el corazón lleno de amargura, al malicioso poder de sus enemigos dedicó estas palabras para ser grabadas en su lápida: Here lies One Whose Name was writ in Water".
Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en agua. Éste es el hermoso epitafio que adorna la tumba de Keats (1795-1821) en el cementerio no católico de Roma.

Thursday, December 20, 2007

La fiebre, el cartero y el cadáver de Baroja

Uno está en cama, con fiebre. Por la ventana se ve caer la lluvia y se intuye el frío intenso de este Madrid tan cruento y desapacible. La garganta arde en cada trago de saliva, la cabeza noqueada como la de un boxeador, el cuerpo cansado y débil como si fuese de trapo… Sería el momento perfecto para volver a las páginas de Proust o del Cuaderno gris, como hago siempre que estoy convaleciente. Pero de repente suena el timbre de la puerta. Es el cartero. Un paquete para mí, qué ilusión...
Después de forcejear un rato con las tijeras, consigo abrirlo y aparecen dos libros. Escritores que escriben sobre escritores: Galdós evocando su visita de 1889 a la casa de Shakespeare en Stratford-On-Avon y Cela glosando las maravillas de los maestros del 98. Una gozada.
Tumbado bocabajo, con el libro abierto junto a la almohada, la fiebre se deja mecer por esos párrafos de prosa lenta y delicada. Se mueve uno lánguida, gozosamente, como si el virus de la gripe se dejase hipnotizar por el ritmo de la buena literatura. Una sonrisa de placidez termina por embadurnarnos la cara.
Los párpados pesan. El cansancio. En mitad de una página cierro los ojos y me imagino perfectamente al Baroja difunto. Es como si lo tuviese delante, de cuerpo presente (nunca mejor dicho). Paseo por la habitación, observo su rostro sin vida e intercambio algunas palabras con las personas que han ido a despedirle. Todo apunta a que la lectura ha dado paso a la imaginación, y ésta al sueño. El párrafo que acababa de leer decía lo siguiente:
Baroja, muerto y entre cuatro velas humildes, en su casa; en una habitación del fondo –puerta al pasillo, ventana sobre el patio, desnudas las paredes y, en el suelo, el frío baldosín– yace en un ataúd humilde y con una palidez humilde pintada en el semblante. (…) A mí, que me ha tocado –ni para suerte ni para desgracia– ver muchos muertos de cerca, ningún muerto me ayudó más a creer en la muerte que Baroja muerto. Cuando esperábamos la mala hora de tapar la caja y llevárnoslo al cementerio, me pasó por la cabeza el antojo de comparar su cara con las de los que estábamos allí a su alrededor. (…) quien, entre todos, tenía menos cara de circunstancias era el mismo Baroja.
(Camilo J. Cela, “Recuerdos de don Pío Baroja”, Obras completas, 15).

Pío Baroja, pajarito.

Vuelvo a abrir los ojos y miro por la ventana. Sigue lloviendo a cántaros. Tiene pinta de hacer mucho frío afuera. Me noto el cuerpo muy caliente y me recorren los escalofríos. Intento cerrar la mano en un puño pero no lo consigo. No tengo fuerza. Me cubro la cabeza con las sábanas, como si fuese un turbante o una mortaja, y continúo durmiendo.

Thursday, December 13, 2007

A Lisboa

"Hay sosiegos del campo en la ciudad. Hay momentos, sobre todo en los mediodías de estío, en que, en esta Lisboa luminosa, el campo, como un viento, nos invade. Y aquí mismo, en la Calle de los Doradores, tenemos el sueño agradable.
¡Qué bueno es para el alma ver entrar, bajo un sol alto quieto, estos carros de paja, estos cajones por hacer, estos transeúntes lentos de la aldea transferida! Yo mismo, mirándolos desde la ventana de la oficina, donde estoy solo, me transmuto: estoy en un pueblo tranquilo de provincias, me remanso en una aldehuela desconocida, y porque me siento otro soy feliz.
Lo sé bien: si levanto los ojos, tengo ante mi la línea sórdida de las casas, las ventanas por lavar de todas las oficinas de la Baja, las ventanas sin sentido de los pisos más altos donde todavía se vive, y, en lo alto, en el ángulo de los tragaluces, la ropa de siempre, al sol entre tiestos y plantas."

Pessoa de paseo (valga el jueguecito de palabras).

"Lo sé, pero es tan suave la luz que dora todo esto, tan sin sentido el aire tranquilo que me rodea, que no tengo una razón ni siquiera visual para abdicar de mi aldea postiza, de mi pueblo provinciano donde el comercio es un sosiego.
Lo sé, lo sé... Aunque sea verdad que es la hora del almuerzo, o del descanso, o de la interrupción. Todo discurre bien por la superficie de la vida. Yo mismo duermo, aunque me asome al balcón, como si fuera la amurada de un barco sobre un paisaje nuevo. Yo mismo pienso, como si estuviese en la provincia. Y, súbitamente, otra cosa me surge, me envuelve, me domina: veo, por detrás del mediodía del pueblo, toda la vida en todo lo del pueblo; veo la gran felicidad estúpida del sosiego en la sordidez. Veo, porque veo. Pero no he visto y me despierto. Miro alrededor, sonriendo, y, antes de nada, me sacudo de los codos del traje, desgraciadamente oscuro, todo el polvo de la barandilla del balcón, que nadie ha limpiado, ignorando que tendría un día, aunque sólo fuese un momento, que ser la amurada sin polvo posible de un barco que singla en un turismo infinito."

(Fernando Pessoa, El libro del desasosiego)

PD: Me voy tres días a Lisboa, y quién sabe si me cambiará la vida. Mientras, os dejo paseando un ratito por Venecia: algunas casas desde el vaporetto y el vacío del mundo en las campanas.

Monday, December 10, 2007

El frío

Yo sé lo que es el frío. El frío es ir de caza por el bosque y correr entre la maleza y saltar sobre los arbustos y atravesar los caminos nevados y escalar las laderas del monte y esquivar los troncos de los árboles y de repente sentir que te persigue el aliento de los perros y que están cerca, muy cerca, cada vez más cerca, y oír las voces de los hombres a tu espalda, cada vez más excitados, más sanguinarios, más hambrientos, y saber que por mucho que corras, por mucho esfuerzo que pongas en la huida, acabarás siendo abatido por las balas, colgado de una viga y troceado para enriquecer un guiso. Darte cuenta de que la caza eres tú. Eso es el frío.
El frío es saber que ya estás muerto, aun cuando estés huyendo, aun cuando sigas vivo.

Friday, December 07, 2007

Los sueños de la Erinia

Probando, probando... Acabo de subir mis primeros vídeos en Youtube.
Uno de Roma:



Otro de Berlín. Y, cómo no, un homenaje al maestro.

Wednesday, December 05, 2007

"No dices nada" (oudien légeis)

"Cuando en el curso de un diálogo de Platón uno de los personajes reclama de otro el asentimiento o el disenso con respecto a lo que él, el preguntante, ha dicho, es muy frecuente cierta situación en la que nuestras traducciones no pueden evitar una distorsión sin la cual simplemente no podría haber traducción; dicen, en efecto, algo del tipo "¿Digo algo acertado?", y tenemos que aceptarlo así, aunque sabemos perfectamente que el texto griego no dice eso, sino meramente "¿Digo algo?" (légo ti;). Este uso es, por otra parte, especialmente consistente, pues, para la declaración que constituiría respuesta negativa a la mencionada pregunta, no se emplea "Lo que dices no es cierto" o cosa parecida, sino sencillamente "No dices nada" (oudien légeis)."
(Felipe Martínez Marzoa, El decir griego, A. Machado Libros, Madrid, 2006)

Esto es: para los griegos el "objeto directo" del verbo "decir" no es un "dicho" que pudiese concertar o no con la cosa, sino que es la cosa misma. Ahí estaría resumido, quizás, nuestro ideal regulativo en torno a la escritura (imposible de conseguir sin escribir o pensar en griego clásico). Aunque esa quimera nos conduzca sin remedio al aserto final del Tractatus.
PD: En el ámbito dialéctico, este "No dices nada" podría servir de preámbulo cortés o variante filosófica de la ya mítica expresión regia: "¿Por qué [coño] no te callas?".

Tuesday, December 04, 2007

Proyecto Gutenberg 2007

A veces ya no sabe uno si es que los lazos afectivos todo lo pervierten (incluida la capacidad de juicio) o si es que se puede chochear a los 30, pero acabo de leer este texto de Diarios de Rayuela y estoy profundamente impactado, conmovido, admirado. Es una verdadera -aunque breve- obra maestra. Me recuerda al monólogo final de Los muertos de James Joyce.
Esto, unido -haciendo sólo memoria de los últimos días- a los relatos de Lucha y J. M. Martín Peña, los artículos de Ariza y Jabois, las constantes joyas de Mabalot..., me hace pensar que esto no es normal. Esto es la leche.
No quiero parecer un exagerado, un hooligan o un inconsciente, pero estoy por bajar a la calle y quemar todas las librerías. La verdadera literatura está aquí, a la derecha.

Friday, November 30, 2007

Nightmare before Christmas

A Xavie, maestro del microrrelato.
Cuando uno se siente así, tan solo, dan ganas de morirse de un infarto. Los restos de la fiesta, el ardor de estómago, una alfombra de confetti, las botellas vacías que ruedan por el suelo... Haber sonreído tanto en el pasado no sirve como coartada. No vale fingirse otro ni es posible hacer que todo parezca un accidente. Demasiado tarde. Te conocen. Todos te han visto reír como un idiota. Incluso hay fotos. Los niños, uno tras otro, formulaban sus deseos sobre tu regazo.
Eres el último en salir del bar. Caminas por la 8ª Avenida, cabizbajo y tambaleante, pegado a las cornisas que te protegen de la lluvia. La acera está renegrida por las marcas del deshielo (será que la gente lleva los zapatos sucios). Es de madrugada y hace mucho frío. El viento agita toldos y banderas. Hasta los taxistas noctámbulos están locos por llegar a casa y ya no recogen más clientes. Fugaces rayas amarillas que se pierden en el horizonte. El mismo cielo estrellado que cuando eras pequeño, junto al río Missouri, en Kansas City Kansas. Pero lo que aquí es un póster mínimo enmarcado entre gigantes de acero allí era un océano sin límites. No hay nadie por las calles. Los escaparates de los grandes almacenes venden sueños -esos juguetes rotos- a los mendigos que se agazapan con sus cajas de cartón en los portales. La chica del anuncio de perfume tiene la cara llena de rocío. Parece acné de agua, o varicela. Te dejas interrogar por el foco de las farolas.
En la esquina de la 50 Oeste te paran unos policías vestidos con chalecos reflectantes, que dicen algo que no comprendes y te suben a un coche con luces y sirenas. Se empeñan en llevarte al anatómico forense porque “ha sucedido una desgracia terrible”, según dicen. El trayecto dura un suspiro. No hay tráfico en la ciudad. Las luciérnagas de los abetos siguen encendidas. La velocidad y la lluvia las envuelven en un aura borrosa.
El edificio está oscuro y parece vacío. Tras pasar varias puertas y recorrer un pasillo muy largo, llegáis a la sala donde habitan los cadáveres. Señoras con zuecos, carpetas y batas blancas. Por fin abren el cajón de la morgue donde te han archivado: ahí estás tú, con los ojos vidriosos y el rostro amoratado, vestido con un traje de Papá Noel.

Los niños del Vaticano tienen pesadillas.

La lluvia de Ivens (2ª parte)

Ámsterdam, 1929. El cielo encapotado. Tejados, azoteas, chimeneas de fábricas. Ventanas en las que nadie asoma. Coches, caballos, bicicletas, peatones corriendo... cruzan el puente sobre los canales. Churretes de la lluvia en los cristales. Gotas.


Aceras y bordillos anegados. Desagües, perro, geometría. Un viaje en tren. El campo. De nuevo la ciudad: los barcos, los tejados, las palomas. Reflejos de la vida en el suelo mojado. Personas que caminan en la lluvia. Paraguas en los charcos y en los coches. El mundo es una sombra.

Wednesday, November 28, 2007

Los señores del invierno

He visto muchas veces a los señores del invierno. Son miles, ¡no!, millones, y emprenden su jornada a la misma hora, con el amanecer. Golpean el despertador con furia, se incorporan soñolientos de la cama y se dirigen corriendo al cuarto de baño, como si se acercase el fin del mundo. Mientras esperan a que se caliente el agua de la ducha, tiritando de frío y en calzoncillos, imaginan las calderas del infierno. Hacen pis, se quitan las legañas, se afeitan… pero no se reconocen en el espejo.
Al salir del portal de casa les invade el aire de la sierra y les crujen los huesos por dentro del abrigo. Inician entonces una huida hacia adelante: caminan con las solapas subidas, dejando sus huellas en la escarcha y con la rúbrica de una bufanda al viento. Se paran de vez en cuando a frotarse las manos, miran el reloj y en cada bostezo exhalan bocanadas de humo. Han dejado en cama a sus mujeres, roncando plácidamente, envueltas en las sábanas como si fuesen crêpes. La mitad del colchón abandonado va perdiendo su calor, y se esfuma el recuerdo del señor del invierno. Entonces las mujeres aprovechan para soñar con amantes exóticos, porque no les gusta el tacto de la lluvia y quieren dejar de ser autómatas del sexo.
El señor del invierno —que son muchos pero siempre es el mismo: el único, magnífico e inviolable— se mete en el coche, enciende la calefacción y no puede evitar quedarse pensativo. El vaho del parabrisas le recuerda a aquellas noches de pasión en el 600, cuando se acostaba con chicas desconocidas y generosas en los desmontes de la Ciudad Universitaria. Solía ser un paraje vacío, silencioso: brillaban los focos del campo de rugby y se notaba el frío de las manos en cualquier parte de la piel. Era un delirio arrancarse la ropa y morderse los labios. Allí dentro, con los cristales empañados por el calor de la carne, los gemidos eran más agudos y los orgasmos más duraderos. Pero el círculo de vaho siempre acaba evaporándose: sólo puedes escribir en él el nombre de los que ya se han ido. De los que ya no están.
El señor del invierno pone en marcha el motor y emprende rumbo a la oficina. Se mira de reojo en el retrovisor y no se reconoce.

Tuesday, November 27, 2007

Sunday, November 25, 2007

Everyman

-And the winner is... Philip Roth!!!
De los tres libros que os comenté el otro día, el que más me ha gustado (y el único que me ha convencido del todo) es Elegía, de Philip Roth. De hecho, los otros dos los he abandonado enseguida (el de Graham Swift por cansancio, el de Coetzee por aburrimiento) y creo que no dan la talla ni siquiera para hacer una lectura comparada (sirva esto de excusa para no tener que hacerla). Con éste, en cambio, sigo adelante, y con mucho gusto.


Las primeras páginas de Elegía son un ejemplo perfecto de eficacia, de oficio literario, de saber hacer. Nos sitúan en una situación muy concreta, el entierro de un hombre, y nos acercan en pocas líneas a su vida a través de sus familiares, compañeros y amigos: lo que opinan sobre él, cómo sienten su pérdida, los recuerdos que evocan, etc. Los dos párrafos con los que Roth cierra el entierro son modélicos, por su certeza, sencillez y naturalidad:

"La ceremonia había terminado. No había sucedido nada memorable. [...] Aquel día, de un extremo a otro del estado, habían tenido lugar quinientos entierros similares, rutinarios, normales [...]. Pero precisamente que sea algo corriente es lo más desgarrador, esa manera de caer en la cuenta, una vez más, de la realidad de la muerte.
En cuestión de minutos todos se habían marchado, con paso cansino y lágrimas en los ojos se habían alejado de la actividad menos predilecta de nuestra especie, y él se quedó allí. Por supuesto, como sucede cuando muere cualquiera, aunque muchos estaban consternados, otros se mantenían impasibles o se sentían aliviados o, por razones buenas o malas, se alegraban de veras".

Este constatar sin juzgar me parece definitivo, como la correlativa equiparación de todo hombre ante la muerte. Por eso el título en español (Elegía) me parece una traición totalmente innecesaria al espíritu original de la obra, titulada Everyman ("cualquiera", "todo hombre"). Que yo sepa, elegía es cuando se llora la pérdida de alguien. Implica tristeza, lamentación, desgarro, sentimiento, porque ya nada volverá a ser igual. El mundo va a tener que seguir adelante con una ausencia irreparable. Elegía es esto, aunque se puede transformar en esto otro.

Friday, November 23, 2007

La Cripta

Bajamos a una cripta, como la de Pombo. A ella se llega por unas escaleras que a veces están oscuras y que atraviesan dos puertas. Somos una secta inocente, bondadosa, de gente normal y corriente, simples bebedores de cañas y poco más. No hay gurús, gracias a Dios. Nos sentamos en torno a la mesa con nuestros folios y bebidas, si hay suerte nos acompaña alguna cesta de patatas y siempre nos flanquean los ceniceros. La sección de no fumadores ha muerto.
****
Sin desmerecer a los demás (que hacemos lo que podemos), tengo que decir que hay dos voces muy especiales que resuenan en la bóveda de la cripta con visos de eternidad, creando una atmósfera de paz, de quietud, de magia. No hablo de contenido, sino de formas. Son dos voces femeninas, muy bonitas y sugerentes, una con deje catalán y otra con acento onubense. Más que hablar, susurran. Susssurrann... Yo diría, incluso, que parecen un pelín afónicas. No sé dónde está el secreto, si en la entonación, el ritmo o la cadencia, pero el caso es que transmiten mucha calma, delicadeza, suavidad. Es un placer escucharlas. (Por lo visto no es un don, sino que se lo curran antes en casa; así cualquiera...). Dan ganas de seguir oyéndolas durante horas, o días, o de grabarlas en un mp3 y que nos acompañen en el metro, en el tren, en el autobús, siempre contándonos historias. Muchas historias. Como a los niños.
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Por ejemplo: "El Rey está dolido. Ya no se le levanta".

Tuesday, November 20, 2007

El teatro Marcello

Roma, marzo de 2007.
Si se me permite el sacrilegio, con un poco de "editing" se lee mejor al Ferlosio más proustiano y recovecoso:
"El peregrino conglomerado constructivo en que al cabo de casi dos milenios había llegado a convertirse [...] me producía ya desde niño la más profunda sugestión: sobresaliendo apenas, a flor de superficie, en la enlucida y repintada fachada de un palacio [...], aparecían aquí y allá, gastados, desconchados, renegridos, pero aún en su asiento y disposición original, los romanos sillares del teatro. [...]
Y como roca viva, ciertamente, aparecían las reliquias de enegrecida sillería contra el cobrizo almagre de casas y palacio; naturaleza pretendían fingirse ante los ojos que las contemplaban [...], pues tampoco esa más profunda y acendrada resistencia que la sonda no logra perforar suele ser otra cosa más que ruina fósil de otra cultura más, exteriormente extinta, pero erguida en la sombra todavía."
(Rafael Sánchez Ferlosio, "Teatro Marcello, en la ciudad de Roma")

Thursday, November 15, 2007

Tres libros tres (o la condena)

Aprovechando un hueco en la agenda, voy a la biblioteca de Conde-Duque a devolver unos libros. Los llevo con bastantes días de retraso, pero ni la señora ni el ordenador se dan cuenta y no me penalizan. Decido entonces llevarme a casa otros tres. "Ya que estoy aquí...", pienso. Y ése es el maldito pensamiento, el origen del mal, el motivo de la catástrofe, el mismo y engañoso pensamiento que cada dos semanas me vence, y que lleva venciéndome años y años, casi toda mi vida, como una condena sin fin. ¿Cuándo podré decir que no, que me planto, que no quiero ya más, que a tomar viento fresco?
Me pongo a pasear entre las estanterías. Veo los colores de los lomos y muchas letras. De vez en cuando saco alguno con curiosidad, lo hojeo cinco segundos y lo vuelvo a dejar en su sitio. No me convence, aunque no sabría dar razones de este no convencimiento. Quizás el diseño de la portada, el texto de contracubierta, la cara del escritor en la solapa, la primera frase del libro...
No sé. Hoy tengo el cuerpo un poco caprichoso. Me apetece buena literatura, pero no quiero clásicos. Nada de clásicos. Algo cercano, apetecible, que me estimule por su proximidad en el tiempo, pero que no pertenezca a ningún compatriota. Sí, hoy me apetece un poco literatura extranjera contemporánea.
Finalmente, tras varias idas y venidas por el pasillo, elijo estos tres libros: Hombre lento de J. M. Coetzee, Elegía de Philip Roth y Fuera de este mundo de Graham Swift. De los tres autores he leído ya alguna cosa y guardo un buen recuerdo.
El próximo día os hablaré de la primera página de cada uno de ellos. Un modesto ejercicio de literatura comparada. Si la agenda me lo permite...

Monday, November 12, 2007

Lluvia (1929), de Joris Ivens

Se supone que me gusta leer y escribir, pero en realidad yo sería más feliz haciendo cosas como ésta, que -imagino- es lo que se hace cuando no se sirve para nada. Perfecto para mí.
Llueve sobre Ámsterdam:

Wednesday, October 31, 2007

La Esfinge cumple años

Dice Hesíodo en su Teogonía que la Esfinge es hija de Quimera y de Ortro, el terrible perro hermano de Cerberos. Laso de Hermione, en cambio, la estima nacida de Equidna, la bella ninfa con cola de serpiente, y del poderoso Tifón. Se suman a esta teoría Higinio y Apolodoro. Otros la señalan como el fruto de los amores entre Tifón y Quimera. No sé quién tiene razón, sólo sé que nació un día como hoy. Felicidades...

Según Apolodoro, la Esfinge había aprendido el arte de formular enigmas de las Musas. Cuenta Aristófanes el gramático que Edipo mismo la llamó «musa», ya que era propio de las Musas el manejar las palabras con belleza, esto es, a través del canto. La Esfinge cantaba sus enigmas, así lo afirma Pausanias. Sófocles la llama «cruel cantora». No sé quién tiene razón, sólo sé que para mí sí es una musa. La Musa.
Dicen que la de Gizeh se hunde. La mía, no. La mía cada año está más guapa.

Monday, October 29, 2007

El amor en dos detalles

Todos nos hemos enamorado de alguna Loredana Detto
No es nada fácil sugerir la emoción del amor/enamoramiento adolescente, y mucho menos sin caer en la cursilería, pero en Il Posto Ermanno Olmi lo consigue con dos detalles muy sutiles en dos escenas inolvidables: cuando Antonietta utiliza su cucharilla para revolver el café de Domenico (le han tirado la suya al suelo), y cuando éste ya ha cruzado la calle y se da cuenta de que ella no se ha atrevido a cruzar entre los coches, y vuelve para cogerla del brazo y cruzar juntos otra vez, y se van corriendo de la mano por las calles, porque llegan tarde al examen...
Qué gran película: Il Posto (1961).

Saturday, October 27, 2007

Brighton Beach 1896

Recomiendo ver las dos secuencias simultáneamente: A y B.
Otra toma de la misma jornada y otros pioneros del cine: Thomas E. Edison, Edwin S. Porter, los hermanos Lumière...

Monday, October 22, 2007

En torno al casticismo

El Rastro sigue dando juego. Pasan las décadas y los gobiernos y las guerras civiles y las formas de Estado, pero ahí sigue, imperturbable en su celebración dominguera, siempre abarrotado de gente extraña y de objetos inútiles, como un zoológico humano que reúne a lo más variopinto de la Tierra. Esa mezcla atemporal es lo que más me llama la atención. Queda aún mucho especímen de posguerra.
Un barquillero asediado por japoneses
Me gustan algunos anticuarios y la calle de los marcos, y esas mantas en las que lo mismo hay cien picaportes de hierro oxidado que un grifo de baño rococó o un reloj de pared antiguo o el uniforme apolillado de un guardia de tráfico o una muñeca sonriente que da miedo... Aunque en realidad lo que más me atrae del Rastro es el aperitivo de después. A eso voy, de hecho. Lo demás es una excusa, un precalentamiento, un hacer algo para merecérselo.
El mercadillo como tal me agobia mucho. Encima el otro día pegaba el sol de lo lindo y la Ribera de Curtidores estaba más llena que nunca (hablo del domingo del puente). Lo mejor es ir temprano durante el invierno, cuando hace un frío que pela y todavía no hay casi gente, curiosear un poco entre las mercancías, escuchar las conversaciones de los chamarileros, observar a los personajes que por allí pululan y tomarse después un chocolate con churros, bien caliente. La épica.


Una corrala con ropa tendida

El otro día había un manco que tocaba de maravilla la guitarra española, punteando las cuerdas con su garfio. Era impresionante, como un pacodelucía en modesto y sin brazo. Estuve a punto de inmortalizarlo porque sé que a Mabalot le gustan los lisiados, pero me dio nosequé pararme a hacerle una foto.

Thursday, October 18, 2007

Tren nocturno


Mike Hollihan es una mujer policía, ha dejado la bebida y tiene que enfrentarse al peor caso de su vida:
"En todos estos años me he visto envuelta de un modo u otro en unas mil muertes violentas, la mayoría de las cuales resultaron ser suicidios o accidentes, o sencillamente desdichados que no habían recibido el debido auxilio. Así que he visto de todo: tipos que saltan al vacío, que se tiran al mar, "zapatos de hormigón", desangrados, ahogados, destrozados, asfixiados, pasados de droga, reventados... He visto cuerpos de niños de un año brutalmente apaleados. He visto cuerpos de nonagenarios sometidos a bárbaras violaciones múltiples. He visto cuerpos que llevaban muertos tanto tiempo que lo único que se le ocurre a uno para determinar la hora de la muerte es medir el tamaño de los gusanos. Pero de todos los cuerpos que he visto en toda mi vida ninguno ha permanecido en mí, en lo más hondo de mis entrañas, como el cuerpo de Jennifer Rockwell".
Jennifer es la hija del jefe de policía. Una joven muy guapa que inexplicablemente se suicida de tres tiros en la cabeza:
"El suicidio es un tren noctuno, un tren que te lleva velozmente a la oscuridad. No podrías llegar tan rápido de otra forma, o por medios naturales. Compras el billete y subes a bordo. El billete te ha costado todo lo que tienes. Pero no hay trayecto de vuelta. Este tren te lleva al interior de la noche, y te deja en ella. Es el tren nocturno."
Martin Amis, Tren nocturno. Un libro de 174 páginas, duro, directo e hipnótico. Para leer del tirón en una noche de insomnio, sin darle mucha importancia. Una gozada...

Monday, October 15, 2007

La maravillosa Elisabeth Imbrie

Desde que la vi por primera vez en Historias de Filadelfia me enamoré de ella hasta las trancas. Tendría yo entonces ocho o nueve años, y aquel recuerdo me ha acompañado y me acompañará toda la vida. No exagero; de verdad que suelo acordarme de ella.


Sí, aquel día pusieron en la tele Historias de Filadelfia. Y no, no me enamoré de Katherine Hepburn, ese ser parlanchín, presuntamente ingenioso, un poco hombruno y bastante anoréxico que fascinaría a las masas y triunfaría durante toda su vida en el Star System de Hollywood.(*) No, me enamoré de la otra: Ruth Hussey, que me deslumbró totalmente con su inolvidable papel de Elisabeth Imbrie.
Nunca he entendido porque los dos protagonistas (nada más y nada menos que Cary Grant y James Stewart) estaban enamorados de la sofisticada y rica "estatua de hielo", y no de la maravillosa fotógrafa de la revista Spy. En eso la película siempre me ha parecido muy poco verosímil, porque la reportera era realmente fascinante en todos los sentidos: su sentido del humor, su cinismo de buen corazón (un corazón resignado, valiente, dolorido), su belleza, su sonrisa, su discreción, su elegancia, su inteligencia...
(*) No tengo nada en contra de Katherine Hepburn, pero como estoy defendiendo a muerte a su "enemiga" en la pantalla, pues tengo que ponerla a caldo. Ya sabéis que a veces uno tiene que tomar partido y ver las cosas radicalmente, como si el mundo fuese una trinchera de zidanes y materazzis.

No sé, supongo que hay gente como Ruth Hussey que no tiene suerte en la vida o que, por cualquier razón que no conozco, se queda anclada en la derrota, en la nada, en la inexistencia. Hizo una aparición mínima, pequeña, casi a escondidas, pero tan deslumbrante que vale más que la carrera entera de otras miles de actrices. Creo que no la he visto en ninguna otra película, pero ese papel me basta para recordarla para siempre...

Sunday, October 14, 2007

La tinta, los hilos y el ciruelo


El maestro Ittei dijo: «Cuando se escribe algo, se puede decir que se ha progresado si la escritura se escribe de forma que el papel, la tinta y el pincel parezcan formar una unidad sólida». Desde luego, estos tres elementos tienden a separarse.
***
Caminando un día por la calle, el señor Yamamoto Tsunetomo dijo: «Vaya marionetas tan bien hechas. Caminan, saltan, brincan y hasta dicen cosas y ni siquiera llevan hilos. Son realmente la obra de un gran maestro. Puede que el año que viene vengan como invitados desde el otro mundo en la fiesta del Bon. Vaya, vaya. Éste sí que es un mundo efímero. Y esto es algo que la gente olvida».
***
El poema del «Ciruelo de un solo ideograma» dice lo siguiente: «En la aldea rodeada de la profunda nieve que se encuentra ante mí,/ anoche florecieron las flores del ciruelo de varias ramas». Sin embargo, «varias ramas» pareció demasiado opulento y rico, por lo que posteriormente lo cambiaron por «una sola rama». Esta expresión de «una sola rama» transmite la sensación de tranquilidad y soledad.
(Bushido)

Wednesday, October 10, 2007

El orador

Sólo he visto a Jabois hacer el gallo tan bien...

Tuesday, October 09, 2007

Marcha irreal

Si hay que elegir, yo desde luego me quedo con la letra propuesta por el gran Juan Bonilla para el Himno Nacional. Me parece muy buena:

"Celestina,
Quijote, Ana Ozores, doña Inés, don Juan,
El Cid, Tyrant lo Blanch,
son la victoria del sueño incansable de una convicción:
sólo somos ficción.


Lazarillo,
Fortunata y Jacinta, Deza y Bradomín,
La Nardo y Pelimplín,
patria de espectros España creada por la convicción
de que somos ficción."

De hecho, a partir de hoy la pienso cantar a grito pelado en los eventos deportivos, que es el último refugio de estas cosas inútiles como el "Baedecker de Erewhon" o la metafísica. Lástima que la selección de fútbol juegue tan rematadamente mal y que Fernando Alonso sea un perfecto imbécil (la verdad, casi prefiero recitar el God save the Queen antes que animar a este pringao)...

Monday, October 08, 2007

Graná 2.0.


El tapeo, la Alhambra, flores y arabescos, el surco de las aguas, columnas, azulejos, inmensas panorámicas, el sol en las cuestas, un ojo por la mirilla, el tembleque de los piononos, el viento en las palmeras, Albaycín, Sacromonte, la banda municipal, las farolas de Rubick, los pasos de la Virgen con tambores, el cirio que gotea, la Puerta del Vino, la caña en el bar, los tomates secos, el olor a sisa, los tés de mil tipos, las huellas ilustres (Falla, Debussy, Lorca, JRJ, Ganivet, Washington Irving, Boscán, Alonso Cano, Villaespesa...), las cruces y las estrellas, el arco ojival, la mano que alcanza la llave en el final de los tiempos, perderse por las callejas, el helado en Los Italianos, la Piedad sinuosa, ventanas, cancelas, rejas, los faroles de la Alcaicería... Granada: un chorro de agua en una casa blanca.
Las fotos, en Flickr.

Thursday, October 04, 2007

Buñuel

Me voy a Granada. Os dejo con Buñuel (música de Beck):

Wednesday, October 03, 2007

La literatura como hipnosis (o como droga)

En el Círculo Solana seguimos hipnotizados por el relato que nos ha regalado Luisa Cuerda (profético apellido): "Un galgo entre la niebla".

Cuando te encuentras con un texto tan magnético no te queda más remedio que leerlo una y otra vez. Te quedas como atrapado. No puedes salir de ahí. Es lo que me está pasando también desde hace varias semanas con el primer capítulo de Falling Man, la última novela de Don DeLillo (no pongo el título en castellano porque es una cagada absoluta de la editorial Seix Barral). Son cuatro páginas tan espectaculares que casi no puedo seguir avanzando en la novela, y tengo que volver otra vez al principio. Lo habré leído veinte veces y no me canso. Es más. Sigo enganchado. Os pongo unos párrafos (todos conocemos la escena: el 11-S):

Ya no era una calle sino un mundo, un tiempo y un espacio de ceniza cayendo y casi noche. Caminaba hacia el norte por los escombros y el barro y pasaban junto a él personas que corrían tapándose la cara con una toalla o cubriéndose la cabeza con la chaqueta. Iban con pañuelos apretados contra la boca. Llevaban los zapatos en la mano, una mujer con un zapato en cada mano pasó corriendo junto a él. Iban corriendo y se caían algunos de ellos, confusos y desmañados, con los cascotes derrumbándoseles en torno, y había gente que buscaba cobijo debajo de los coches.
El estrépito permanecía en el aire, el fragor del derrumbe. Esto era el mundo ahora. El humo y la ceniza venían rodando por las calles, doblandos las esquinas, arremolinándose en las esquinas, sísmicas oleadas de humo, con destellos de papel de oficina, folios normales con el borde cortante, pasando en vuelo rasante, revoloteando, cosas no de este mundo en el fúnebre cobertor de la mañana.
Llevaba traje y maletín. Tenía crisal en el pelo y en el rostro, cápsulas veteadas de sangre y luz. Dejó atrás un rótulo de "Desayuno Especial" y pasaron corriendo junto a él policías y guardias de seguridad, con la mano apoyada en la culata de la pistola, para mantener estable el arma.
Las cosas de dentro estaban lejos y quietas, donde se suponía que él se encontraba. Sucedía por todas partes, en derredor suyo, un coche medio enterrado en escombros, con las ventanas reventadas y ruidos emergiendo, voces radiofónicas escarbando en las ruinas. Vio personas chorreando agua al correr, y cuerpos empapados por los sistemas de irrigación. Había zapatos descartados en la calle, bolsos y ordenadores portátiles, un hombre sentado en el bordillo tosiendo sangre. Vasos de papel llegaban en extraños rebotes.
El mundo era esto, también, figuras en las ventanas, en lo alto, a trescientos metros, cayendo al espacio libre, y la pestilencia del carburante en llamas, y el desgarrón sostenido de las sirenas en el aire. El ruido se hallaba por donde corrían ellos, sonido estratificado que se les juntaba en torno, y él se adentraba en el ruido y se apartaba, al mismo tiempo.
Hubo otra cosa entonces, fuera de todo esto, no perteneciente a nada de esto, arriba. La vio bajar. Una camisa surgió del humo alto, una camisa que se levantaba y que flotaba a la deriva a la escasa luz y que luego volvía a caer, hacia el río. [...]
(Trad. de Ramón Buenaventura)

Saturday, September 29, 2007

Red de afectos

Sigo esperando a Dodot.
Y echo muchísimo de menos a Té con Leche. Pero muchísimo...
Igual que siempre (es un decir) que entro en una librería miro a ver si hay un nuevo libro de Bufalino, aunque sé que es imposible, a veces le doy a sus links con la esperanza de que hayan vuelto.
****
En otro orden de cosas, Lula Fortune me ha hecho recordar mi infancia, cuando el expreso Rías Baixas paraba -al amanecer- en Redondela, ese pueblo que para mí siempre tuvo nombre de chapas. Allí el tren hacía una maniobra en la que se separaban los vagones que iban a Vigo y los que iban a Pontevedra. Mi padre, que es un ser de costumbres tercas, siempre se bajaba en la estación a tomar un café y esperaba a que regresasen los vagones al andén para volver a subirse. A mí siempre me daba miedo que se quedase allí tirado, y no me quedaba tranquilo hasta que le veía arrojando el cigarrillo y entrando de nuevo en el tren.
Yo me asomaba al ventanal del tren desde la litera, con los ojos muy abiertos (de pequeño era sólo ojos; debía de estar siempre asombrado). Quizás la pequeña Lula merodeaba por allí.
****
De otros amigos, ya no digo nada. No hace falta. Sin ellos el mundo sería mucho más triste. Y afortunadamente en algunos casos eso no se puede ya dar. Ya no se escapan.
****
Pienso por un momento en esta situación (que daría, quizás, para un relato): lees todos los días el blog de una persona, pero no sabes su nombre real ni tienes contacto por mail ni nada. Con el transcurso de los meses ya forma parte afectiva de tu vida, porque -pese a la virtualidad- aquí algunas cosas son muy verdaderas. De repente se muere, y ahí sigue su blog, flotando en la nada. No hay nuevos posts. Su familia y amigos no saben que lleva un blog (suele pasar) y no pueden avisar de la mala noticia. Los lectores habituales no saben qué hacer. Comentan entre ellos: ¿qué será de X?, ¿por qué no sigue escribiendo?

Thursday, September 27, 2007

Tuesday, September 25, 2007

El Hôtel Dieu

Qué grande, don Pío:
"No era el barrio de Saint-Séverin lo que es ahora.
Subsistía el antiguo Hôtel Dieu, el hospital más viejo del mundo y uno de los edificios más sombríos de París. Tenía este hospital dos cuerpos a ambos lados del Sena, que ocupaban el espacio comprendido entre el Petit Pont y el Pont-au-Doble; eran dos edificios paralelos, largos y estrechos, lóbregos, con galerías subterráneas y bocas de vertederos negros que arrojaban sus inmundicias en el río, de aguas verdosas, inmóviles y siniestras. Estos edificios viejos que daban al río mostraban chimeneas grises, ventanas con rejas y enfermos con gorro de dormir."
(Pío Baroja, Memorias I)

Saturday, September 22, 2007

El pensil sobre el Yang Tsé o la hija del emperador

La levedad, la sutileza, la poesía de la pintura china, en un castellano perfecto:
"No, ella querrá seguir guardando intacta su dignidad. Tampoco hoy saldrá a dejarse ver por un instante, ni siquiera velada por el atardecer, entre los tejos y los aligustres de la alta, inaccesible balaustrada, sin importarle cuánto pueda llegar a anhelarse un céntimo de cualquier cosa en este mundo, incluso un céntimo de su propia dignidad [...].
Tampoco hoy, ni aun fingiendo -como dejándose robar- no saber que hace miles de tardes que la espío, consentirá en perder, con el sólo dejar adivinar su sombra, un céntimo de su dignidad, para verlo caer hasta la orilla pisada y repisada por los pies descalzos de los bateleros junto a los cañaverales despuntados y roídos por las maromas de la sirga. [...] ¿Sospecha acaso que de ese solo céntimo vendría la ruina del Imperio entero?
Hoy también, sólo el viento, una vez más, mueve los tejos y los aligustres de la alta y desierta balaustrada; sólo el viento, a quien nadie jamás sabrá imitar. Y si aún, suponiendo lo imposible, fuese ella lo que realmente se mece entre las ramas, la imitación sería tan prodigiosa que no podría ya redundar en mengua, sino en un nuevo aumento de su dignidad."
(Rafael Sánchez Ferlosio, El geco. Cuentos y fragmentos)

Friday, September 21, 2007

La lluvia

Qué bien. Llueve...

[La explicación de este post tan elocuente la dio Cunqueiro en un párrafo verdadero:
"Los poetas chinos, en primavera y en verano, solían pasear después de que hubiera caído un chaparrón, cuando de las hojas de los árboles se desprendían sobre sus cabezas todavía algunas gotas. Uno de ellos dijo de esas gotas que caían sobre él: una caricia perfecta para la cabeza de un hombre feliz. Creo que fue aquel genio alegre llamado Su Tungpo".
No creo que dijeran lo mismo si se les colaba la gota por la nuca... bajando poco a poco por la espalda, causando escalofríos en zigzag, como un meandro eléctrico y helado.]

Wednesday, September 19, 2007

Las cosas de Josep Pla

Una vida entera dedicada a la escritura. Resultado: más de veinticinco mil páginas de prosa sencilla, verdadera, inteligible.
Era un hombre con la razón a medias (o a tres cuartos), pero me cae tan bien que estoy por dársela toda. [Qué lástima no poder conocerlo. Qué buen amigo hubiera sido. Qué conversaciones más agradables, ahí, tomando un chato, liando cigarrillos, al fuego de la lumbre...]

Monday, September 17, 2007

Los Otros (o el Palacio del Frío)

Era un chico antiguo, de esos que parecen sacados de un baúl con naftalina.
Pensé que alguien lo había traído de una foto de los años cuarenta, con su cara, peinado y vestimenta, para que yo le hiciese otra. Pegaba totalmente con el ambiente de la heladería (fundada, con el poético nombre de Palazzo del Freddo, en 1880). Quedaba que ni pintado. De oficio, cobrador.
Disimuladamente, mientras daba cuenta de mi gelato gigante, le saqué una foto.
El otro día, repasando en imágenes las tres semanas de vida romana (vale, todavía no lo he superado, pero estoy en ello), de repente VEO QUE ME VIO. Qué susto me ha pegado el tío, ahí mirando fijamente al objetivo. Casi posando, diría yo. Como un fantasma o un muerto que nos increpa.
Debió de pensar el hombre: "Qué hace este pirado, con la cámara al revés; lo que hay que aguantar..."
Lo siento. Estaba yo muy costumbrista entonces.

Saturday, September 15, 2007

El Dinero, de Robert Bresson


Las películas de Bresson no pasan ni se olvidan. Se quedan como pegadas a la memoria y, sobre todo, a la conciencia.
Veo El dinero, su última obra: me gusta en lo que tiene de verdadera pero me desagrada un poco en lo que tiene de antinatural, aunque lo comprendo (creo). Me explico. La concreción y limpieza del análisis son perfectos. La precisión de un cirujano que enhebra estilo y tema. El cine casi como ciencia. Ahora bien: los actores parecen robots, hablan (casi no hablan) y se mueven como robots. Les falta vida.
Vale, sí, ya sé, imagino que está hecho aposta y trata de transmitir una tesis, que sería más o menos la siguiente: los hombres son autómatas, marionetas ciegas manejadas por un Dios sin alma: el Dinero. Pero uno no puede evitar escuchar, como runrún de fondo, una voz que nos molesta: "¡luces!", "¡acción!", "¡corten!", "¡a positivar!".
No es un plano fijo el de Bresson. Es un plano terco.

Friday, September 14, 2007

SOS

Esta maldita Bjork me está poniendo la cabeza como un bombo...

Wednesday, September 12, 2007

Sueltos

Tras el paréntesis veraniego, retomo mi best-seller. Sí, no estoy escribiendo un libro. Estoy escribiendo un best-seller. A ver si me sale...
***
Camino por la calle. Proyecto dos sombras. La otra es la de Palmerino, creo.
***
Estaba tan hasta los cojones del mundo entorno, que decidió mirar hacia otro lado. Pero nunca al espejo…
***
Aforismos: la diarrea del pensamiento.
***

Friday, August 17, 2007

Vidas que fueron blogs

Anoche estaba leyendo Papeles que fueron vidas, uno de los mejores libros de Cunqueiro, y trataba de imaginarme cómo sería ese proyectado viaje a Mondoñedo con los amigos del blog para rendir homenaje al Borges gallego. Todos en bici o en un mini-bus o en una de esas furgonetas hippies de marca Volkswagen estilo Scooby-Doo, bebiendo albariño, diciendo tonterías y recitando a Villon (bueno, esto último casi que no hace falta).
Lástima que Portorosa, el mayor cunqueirista del Reino (nombrado "organizador del viaje" por aclamación popular), no pudiera acercarse a Santiago el otro día, a compartir con nosotros vinos, paseos, pulpos, conversaciones y libros, entre otras muchas cosas. Sin duda, ya habrá otras ocasiones para repetirlo...
Contaba Mabalot en el otro post que le hacía gracia que le hubiésemos llamado por su pseudónimo bloguero en esto que llaman la vida real. A mí me pasó lo mismo cuando el otro día, en su casa, se acercó a la cocina y le dijo a K., su mujer:
-No, café no. Conde-Duque y yo vamos a tomar un oporto...
La Esfinge y yo, que esperábamos sentados en el sofá del salón, nos sonreímos. "Ya soy Conde-Duque", le dije.
Pasado mañana me voy de Galicia. Pasado mañana llego a Roma. Me esperan allí tres semanas de supuesta felicidad (y los que soléis leerme ya os imaginaréis por qué). Tengo un cuadernito rojo en el que escribiré todo, y cuando digo "todo" es TODO: todo lo que vea, todo lo que intuya, todo lo que piense, todo lo que sepa... De vez en cuando me pasaré por aquí y os pondré un trocito, y alguna foto, claro.
Además de las estupendas comidas o las inéditas vistas desde los tejados de la Catedral, este año me llevo de Galicia unos grandes amigos que supongo que ya tenía.
Papeles que fueron vidas. Vidas que fueron papeles. Vidas que fueron blogs.
PD: Don Porto, ya puedes ir organizando la romería/peregrinación a Mondoñedo para el año que viene...

Wednesday, August 08, 2007

Homenaje a Hitchcock

Los pájaros


Con la muerte en los talones

(Agosto 2007, Portonovo y Meaño)

A una lucense del Opus

-Ah, no, perdona, que me he equivocado... Lo que yo leo todas las noches no es el "Camino" de san Josemaría Escrivá de Balaguer, sino el de Kerouac...
(Es lo que tienen las cenas inaugurales de generación, que acaba uno bebiendo de más, diciendo tonterías, cerrando los bares del puerto y con resaca al día siguiente.
Nos lo pasamos muy bien. Mabalot y Jabois no sólo son grandes escritores, sino estupendas personas.)

Sunday, August 05, 2007

Cousas

-Las redes de los barcos pesqueros esconden ballenas dormidas. Se pasan todo el invierno varadas en el puerto. Hasta les nacen plantas en el lomo...
-Se me está poniendo un moreno de cara estilo David Meca (un cerco blanco con forma de gafas de sol). Vamos, que parezco un oso panda pero al revés.
-Las gaviotas gritan desesperadas. Son los móviles del viento.

Tuesday, July 31, 2007

Ámsterdam

El viaje empezó con suspense. Un poco más y me quedo en tierra. De camino al aeropuerto me doy cuenta de que me habían caducado el DNI y el pasaporte ¡cinco días antes! (los dos a la vez). Qué desastre... Nunca estoy pendiente de esas cosas. Entonces te das cuenta de que en el fondo eres un simple número y de que tienes fecha de caducidad como los yogures.
Tranquilidad. Me dicen en la comisaría de la T-4 que no pasa nada: que en Europa los pasaportes sirven durante cinco años más después de haber caducado (suena absurdo, pero es así). Prueba superada.


El tópico dice que Ámsterdam es la ciudad de los canales, las bicis, las flores, los cuadros de Rembrandt, Vermeer y Van Gogh, los coffee-shops y las putas del Barrio Rojo. Puedo decir que el tópico se confirma. Vayamos por partes:
1) Canales y puentes: muy bonitos, tanto de día como de noche (ver fotos). Dimos un paseo de una hora en barco recorriendo los canales: te enseñan la casa de Anna Frank, los barcos de los hippies trasnochados, el museo naval, la pagoda china, etcétera, y te cuentan algunas historias de la ciudad. Por lo visto, el Amstel es el único río natural; los demás son producto de la ingeniería.
2) Bicis: hay que tener cuidado, porque es fácil que te atropellen. Van a toda leche, no respetan los pasos de cebra, sortean coches y tranvías; unos llevan timbre y otros timbrean con la boca ("rriiiiiinnngg, rriiiiiinnngg"). Pueden aparecer por los cuatro puntos cardinales.
3) Flores: más que verse por las calles (yo me imaginaba una ciudad llena de flores), se venden en las tiendas. En el Blumenmarket compré una bolsa de bulbos de tulipán variados, de distintos colores (si queréis alguno, decídmelo antes de que los plante y los mate; vienen 25).
4) Pintura: estuvimos en el Rijksmuseum, en el museo de Van Gogh y en la casa de Rembrandt. (Otro día hablaré sobre esto).
5) Coffee-shops: en las barras tienen un menú de porros a la carta. Son los únicos lugares donde hay internet y donde no se puede vender ni gota de alcohol (ni una mísera cerveza). Eso sí, después ves por las calles una especie de bar-autobús-tándem en el que pedalean diez ingleses o alemanes bebiendo cerveza y cantando. Ciudad de contrastes.
6) Las prostitutas de los escaparates: es inevitable dar un paseo por el famoso Barrio Rojo, ese paraíso de "puteros y drogatas". El sábado por la noche fuimos por allí. Estaba llenísimo. Daba nosequé ver a las chicas que exhibían sus cuerpos en los escaparates; se contoneaban un poco, como si bailasen en voz baja, poniendo caras sensuales. Muchas no sabías si eran tías altas y fuertes o travestis (yo creo que más de un cliente ha debido de llevarse una sorpresa...).


Una cosa que me ha llamado la atención es que las casas están torcidas: unas por los lados, otras hacia delante, otras hacia atrás, hacia arriba, hacia abajo... Mi teoría -no muy científica- es que los arquitectos estaban fumaos cuando las proyectaron. Después los inquilinos pusieron en los tejados unos ganchos, para colgar a los arquitectos por el cuello. La ciudad se llenó de ahorcados...
Un fallo (relativo): no conseguimos tomarnos ni un arenque.
PD: Para más información, véanse fotos en Flickr.

Wednesday, July 25, 2007

A.N.G.S.T

Un ojo brilla en la sombra: su nombre es Miedo.

Monday, July 23, 2007

Memoria visual

Dicen que antes de morirte presencias tu vida en una secuencia rápida de imágenes. Me temo que yo voy a ver esto:

Saturday, July 21, 2007

Un memis de esos

Me pide Juanjo de Efímera.org (blog elegante donde los haya) que os cuente 8 cosas que previsiblemente no sepáis de mí. Pues, a ver, a bote pronto se me ocurren estas tonterías:
1. De pequeño odiaba ir a mis fiestas de cumpleaños.
2. Cuando tenía dos años se me cayó una mesa plegable en la cabeza, y de recuerdo tengo una pequeña cicatriz en la sien derecha.
3. Me dan mucha tristeza los locos.
4. En la casa de Beethoven, en Bonn, con 19 años, casi me mareo del hambre que tenía (los más peliculeros dirían que tuve una experiencia mística, pero no: era simple debilidad).
5. En verano me alimentaría sólo a base de gazpacho y melón con jamón.
6. Ayer fui por primera vez en mi vida a la ópera, al Teatro Real (vimos Madame Butterfly).
7. Mi tercer apellido es Feijoo (todo apunta a que tengo algo que ver con el famoso cura ilustrado y antisupersticioso del Teatro Crítico Universal, pero no lo sabemos seguro).
8. En un folio guardo una escueta dedicatoria firmada por el gran Zinedine Zidane.
Le paso la bola a Lene, Lara y Narrow (si les apetece, claro).

Friday, July 20, 2007

El mar

Ya queda menos para volver a ver este mar. Lo guarda uno en la memoria todo el invierno. Desde aquí -desde el interior- el mar se recuerda siempre azul, brillante, luminoso. No pierde su color, su vida, su luz rabiosa de pintor impresionista. El mar siempre es Sorolla, incluso aunque haya niebla.
Parece mentira: hemos sobrevivido otro año. Ya queda menos...

(Galicia, verano de 2006)

Friday, July 06, 2007

Villa Médici

Pongámonos en una tesitura absurda: de la memoria de la humanidad van a ser borrados todos los cuadros de la historia de la pintura. Sólo te dejan salvar uno. Uno solo. Tienes que elegir. ¿Cuál salvarías?
Yo creo que me quedaría con una de las dos vistas de Villa Médici pintadas por Velázquez (la primera que pongo aquí abajo, la de la tarde), y no me preguntéis por qué. Desde que era pequeño algo me ha atraído de ese cuadro, algo misterioso, intangible e inefable, algo que representa el todo. Creo que ahí está el secreto de todo. Todo está ahí, en la mirada del hombre que se asoma apoyado en la balaustrada.
No os podéis imaginar la emoción que sentí cuando estuvimos paseando por allí el pasado 4 de marzo al mediodía (la hora del segundo cuadro).



Wednesday, July 04, 2007

Entrada número 200

Para celebrarlo, este vídeo, que no me canso de ver:

Monday, July 02, 2007

León, el mendigo de Alcalá

Estaba releyendo Viaje a la Alcarria en busca de citas para mi modesto homenaje a Cela (próximamente en el Círculo Solana, no os lo perdáis), cuando me encontré con este pasaje que me recordó mucho a una escena que ya os conté:
Por el andén pasa un mendigo barbudo recogiendo colillas. Se llama León y lleva unas alpargatas de color azul celeste. Un hombre le dice: "Ven León, que te tengo mucho cariño. ¿Quieres un pitillo?" Cuando León se le acerca, le da una bofetada que suena como un trallazo. Todos se ríen mientras León, que no ha dicho ni una palabra y que lleva los ojos llenos de lágrimas, como un niño, se marcha silencioso, mirando para el suelo, agachándose de trecho en trecho para recoger una colilla. Desde el final del andén, León vuele la cabeza. En sus ojos no hay ni cariño ni odio; parecen los ojos de un ciervo disecado, de un buey viejo y sin ilusión. Va sangrando por la nariz.
Después de estas cosas no sé qué decir. Lo mejor de todo, quizá, será el silencio (aunque apetecería coger al gracioso y darle una buena hostia, ¿a que sí?).

El Cela más desconocido: el de la mirada humana, compasiva, tierna, dolorida, sentimental...

Sunday, July 01, 2007

Friday, June 29, 2007

Arte verdadero

Hay estos días una discusión muy interesante en nuestro Café de Pombo a propósito del realismo: que si el realismo es esto, que si el realismo es esto otro, que si tal obra es o no realista...
Como cuando estudié Teoría de la Literatura acabé bastante cansado de preceptos estéticos, corrientes literarias y nomenclaturas varias, la verdad es que me da muchísima pereza polemizar sobre estas cosas. Prefiero poner ejemplos concretos de obras con las que disfruto que teorizar en abstracto.
Supongo que todas esas obras que me gustan tienen algo en común, aunque no sepa muy bien qué. En cualquier caso, para evitar malentendidos (el término "realismo" está tan manoseado que ya es imposible hacer uso de él y que todos nos entendamos), creo que se podría hablar de literatura verdadera y de arte verdadero, que ofrece una mirada sincera sobre el mundo, que transmite verdad, vida, emoción, fuerza..., algo que late en sí mismo y que nos hace latir, que respira por sí solo y respira en nosotros, como en una fusión -viva, insisto- de realidad e inteligencia; en fin, la vida. Con esto no aporto ni aclaro nada del debate, ya lo sé. Espero que me perdonéis la indolencia.
Aquí tenéis un ejemplo: el documental Berlín, sinfonía de una gran ciudad, de Walter Ruttman. La obra que más me hubiese gustado hacer:

Monday, June 25, 2007

El patrón Vasques

La calle de los Doradores, el patrón Vasques (todos tenemos uno), Bernardo Soares, el Arte y la Vida:
"El patrón Vasques. Siento, muchas veces, inexplicablemente, la hipnosis del patrón Vasques. ¿Qué es para mí ese hombre, salvo el obstáculo ocasional de ser el dueño de mis horas, durante un tiempo diurno de mi vida? Me trata bien, me habla con amabilidad, salvo en los momentos bruscos de preocupación desconocida en que no habla bien a alguien. Sí, ¿pero por qué me preocupa? ¿Es un símbolo? ¿Es una razón? ¿Qué es?"

"El patrón Vasques. Me acuerdo ya de él en el futuro con la nostalgia que sé que he de sentir entonces. Estaré tranquilo en una casa pequeña de los alrededores de algo, gozando de un sosiego en el que no haré la obra que no hago ahora, y buscaré, para continuar el no haberla hecho, disculpas diferentes de aquella en que hoy me esquivo a mí mismo. O estaré internado en un asilo de mendigos, feliz por la derrota completa, mezclado con la ralea de los que se creyeron genios y no fueron más que mendigos con sueños, junto con la masa anónima de los que no tuvieron poder para triunfar ni renuncia generosa para triunfar. Esté donde esté, recordaré con nostalgia al patrón Vasques, a la oficina de la Calle de los Doradores, y la monotonía de la vida cotidiana será para mí como el recuerdo de los amores que no tuve, o de los triunfos que no habrían de ser míos."

Pessoa, por Almada Negreiros

"¡Ah, comprendo! El patrón Vasques es la Vida. La Vida, monótona y necesaria, dirigente y desconocida. Este hombre trivial representa la trivialidad de la Vida. Él lo es todo para mí, por fuera, porque la Vida lo es todo para mí por fuera.
Y, si la oficina de la Calle de los Doradores representa para mí la Vida, este segundo piso mío, donde vivo, en la misma Calle de los Doradores, representa para mí el Arte. Sí, el Arte, que vive en la misma calle que la Vida, aunque en un sitio diferente, el Arte que alivia de la Vida sin aliviar de vivir, que es tan monótono como la misma Vida, pero sólo en un sitio diferente. Sí, esta Calle de los Doradores comprende para mí todo el sentido de las cosas, la solución de todos los enigmas, salvo el de que existan los enigmas, que es lo que no puede tener solución."

(Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)

Sunday, June 24, 2007

¡¡¡Extra, extra!!!

Ya tenéis otro blog o bitácora para añadir a vuestros enlaces o a la lista de "favoritos". Tras muchos años de vagabundeo espectral, el Café Pombo ha abierto de nuevo su cripta, si bien esta vez se trata de una cripta virtual: se llama A trancas y barrancas. Allí podréis ver de qué va el asunto.

Thursday, June 21, 2007

Mirada de perro callejero


Texto al canto para el futuro Manifiesto de la Generación:
"A Galdós me lo figuro dando vueltas y vueltas por Madrid, sin prisa, claro está, pero no a la manera del paseante o del ocioso, es decir, no con el placer del paseante ni el cinismo del ocioso, sino con ese paso de perro callejero que no es propiamente una lentitud, sino una sapiencia; porque eso que en los perros callejeros puede parecer vaguedad de objetivo no es más que sabiduría, sabiduría profunda, convencimiento de que no hay lugares absolutos a donde ir. Galdós, con su gabán y su bufanda, parecía un mendigo de calidad, un mendigo que no pide, que recibe todo pero que no pide; y la realidad se le iba entregando así, cordialmente, sin violencia, sin conquista, sin estudio. [...] es el secreto de Galdós, tratar a la realidad como a una igual suya, es decir, sin servilismo ni altanería y, claro, sin objetividad, sin el insulto de la objetividad. [...] La grandeza de Galdós no la encontraremos nunca en la composición ni en el contenido de sus novelas, sino en la relación armoniosa que ha quedado establecida, milagrosamente, entre él y la Realidad".
(Ramón Gaya, Obra completa, Tomo I, págs. 185-186)

Monday, June 18, 2007

Walter Benjamin en Ibiza

Vivió tan sólo nueve meses en Ibiza (tres en 1932 y seis en 1933) pero tuvo tiempo para alojarse hasta en siete viviendas diferentes. Seguramente el lugar donde logró mayor felicidad fue en Sa Punta des Molí, en una casa junto al mar.

Vicente Valero, autor del excelente ensayo Experiencia y pobreza: Walter Benjamin en Ibiza, nos relata la estancia de Benjamin en esta casa ibicenca:

Se levantaba cada día a la misma hora, "a las siete", y se daba un baño en el mar, "donde, por muy lejos que mire, no hay ni una sola alma viviente sobre la orilla, como mucho, justo a la altura de mi frente, un velero en el horizonte". Tras el baño de mar, venía otro de sol, "apoyado en algún tronco suave del bosque". Lo que seguía a estas privilegiadas primeras horas de la mañana era "un largo día" dedicado a la lectura y a la escritura.
La vida cotidiana de Benjamin en Sa Punta des Molí comprendía también algunas carencias, "la luz eléctrica y la mantequilla, licores y agua corriente, flirteo y lectura de periódicos", pero parece que estos inconvenientes no lo eran tanto en el marco espectacular de un paisaje espléndido, "el más intacto que he visto jamás". Pronto fueron, además, elementos esenciales de una forma de vida, "modesta y retirada", que Benjamin acababa de descubrir en la isla.
(Vicente Valero, Viajeros contemporáneos. Ibiza, siglo XX)

Saturday, June 16, 2007

El arte de hacer novelas

"Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón." Este aforismo de Oliverio Girondo, que a muchos producirá escándalo o urticaria, preside el escudo de mi nueva preceptiva literaria. Sí, lo voy a grabar en un cartelón de madera y lo pondré a los pies de mi cama, iluminado con unas lucecitas de abeto navideño, para tenerlo presente todas las noches, delante de los ojos, hasta el mismo instante en que me traslade al sueño.

Friday, June 15, 2007

El señor Carton


Seguimos bastante dickensianos. Ronald Colman, en Historia de dos ciudades (Jack Conway, 1935), consigue dar vida a uno de los personajes más memorables -para mi gusto- de la historia del cine: un caballero fracasado, inteligente, alcohólico, tierno, honrado y romántico, que bajo su aparente cinismo esconde un corazón tremendamente generoso. Se trata del señor Carton, que trabaja como ayudante del abogado defensor. Esta escena de la novela (y de la película) en que se queda solo en la taberna, bebiendo, y se mira en el espejo, es la perfecta alegoría de la derrota, del Desengaño:
Al quedarse solo, aquel hombre raro tomó una vela, se acercó a un espejo que colgaba de la pared y se observó minuciosamente.
—¿Me es simpático ese hombre? —murmuró ante su propia imagen.— ¿Por qué ha de serme simpático un hombre que se me parece tanto? No hay en mí nada que me guste. Y no comprendo por qué has cambiado así. ¡Maldito seas! A fe que merece simpatía el hombre que me demuestra lo que yo podría haber sido y no soy. Si fuera él podría haber sido objeto de la mirada de aquellos ojos azules y compadecido por aquel lindo rostro. Pero vale más ser franco y decirlo claro. Odio a ese hombre.
Recurrió a su vaso de whisky, en busca de consuelo, se lo bebió en pocos minutos y se quedó dormido con la cabeza sobre los brazos, con el cabello tendido sobre la mesa y mientras la cera de la vela caía sobre él.
(Charles Dickens, Historia de dos ciudades)

Thursday, June 14, 2007

El frescor

Estoy contento porque ha refrescado. Esta tregua en la asfixia, paréntesis del verano, me colma de esperanzas. Me siento mucho más vivo que los otros días, esas travesías de sed, bochorno y fuego. Salgo a la terraza, miro al cielo y todo parece mejor. Incluso no me importa no tener sueño. Más luces para mis ojos, farolas, estrellas, lámparas. Bombillas de flexos que alumbran exámenes. Parpadear de sombras: las televisiones. Una caverna inmensa el universo.
Iba andando por la calle. Daba gusto respirar contra el viento. Vibraban las melenas de las chicas, las hojas de los árboles, los toldos de las tiendas, las faldas de las señoras... La lluvia, finísima, me mojaba la camisa, y ese leve traspasar de la naturaleza me hacía feliz. (Vale, un poco).
El suelo mojado. Con eso me basta.

Tuesday, June 12, 2007

La niebla de Londres según Dickens

Hay párrafos de un acabado tan perfecto, de una sonoridad tan sublime, de una plasticidad tan sugerente, de una inteligencia tan penetrante, que parecen escritas por el mismísimo Dios:
Fog everywhere. Fog up the river, where it flows among green aits and meadows; fog down the river, where it rolls deified among the tiers of shipping and the waterside pollutions of a great (and dirty) city. Fog on the Essex marshes, fog on the Kentish heights. Fog creeping into the cabooses of collier-brigs; fog lying out on the yards and hovering in the rigging of great ships; fog drooping on the gunwales of barges and small boats. Fog in the eyes and throats of ancient Greenwich pensioners, wheezing by the firesides of their wards; fog in the stem and bowl of the afternoon pipe of the wrathful skipper, down in his close cabin; fog cruelly pinching the toes and fingers of his shivering little 'prentice boy on deck. Chance people on the bridges peeping over the parapets into a nether sky of fog, with fog all round them, as if they were up in a balloon and hanging in the misty clouds.
(Charles Dickens, Bleak House)
En traducción pierde mucho, pero bueno, aquí la tenéis, en la versión para Alfaguara de Fernando Santos Fontela (que, incomprensiblemente, destroza la segunda frase y se salta un trozo, ¡qué desastre!):
"Niebla por todas partes. Niebla río arriba, por donde corre sucia entre las filas de barcos y las contaminaciones acuáticas de una ciudad enorme (y sucia). Niebla en los pantanos de Essex, niebla en los cerros de Kent. Niebla que se mete en las cabinas de los bergantines carboneros; niebla que cae sobre los astilleros y que se cierne sobre el aparejo de los grandes buques; niebla que cae sobre las bordas de las gabarras y los botes. Niebla en los ojos y las gargantas de ancianos retirados de Greenwich, que carraspean junto a las chimeneas en las salas de los hospitales; niebla en la boquilla y en la cazoleta de la pipa que se fuma por la tarde el patrón malhumorado, metido en su diminuto camarote; niebla que enfría cruelmente los dedos de los pies y de las manos del aprendiz que tirita en cubierta. Gentes que pasan por los puentes y miran por encima del parapeto el cielo bajo la niebla, todas rodeadas de niebla, como si estuvieran metidas en un globo, colgadas en medio de las nubes neblinosas".
Y aquí la versión, bastante mejor, de José Luis Crespo (por cortesía de don Antonio Castellote):
"Niebla por todas partes. Niebla río arriba, donde mana entre verdes islotes y praderas; niebla río abajo, donde ondula viciada entre las hileras de embarcaciones y por la contaminada ciudad, grande y sucia, que se extiende al borde del agua. Niebla entre los marjales de Essex, niebla en los cerros de Kent, niebla reptando por las chimeneas de los barcos carboneros; niebla densa en los muelles, flotando entre los aparejos de los grandes navíos; niebla que cae sobre las barcazas y botes. Niebla en los ojos y en las gargantas de los viejos pensionistas de Greenwich, que resuellan junto al hogar de sus guardianes; niebla en la pipa que por la tarde fuma el colérico patrón; niebla que pellizca con crueldad los dedos de los pies y las manos del tembloroso grumete que está en cubierta".

Hipótesis de Literatura Comparada: yo creo que James Joyce, en su maravilloso párrafo final de Los muertos (véase aquí), le hizo un homenaje -consciente o inconsciente- a este párrafo de Charles Dickens. Niebla o nieve, vida o muerte, el círculo se cierra.