Thursday, October 30, 2008

Alejandro Rossi: Manual del distraído

Todavía es posible el milagro. Lo he podido constatar estos días, aunque apenas me quedaban esperanzas.
Llega uno a la librería, se pone a mirar libros, los saca, los mete, lee las primeras líneas, el texto de contracubierta, abre a voleo una página de en medio o del final… Lo de siempre. La mayoría se quedan donde estaban. A veces algo llama la atención, gusta, interesa, y antes de irse a casa hay que volver atrás sobre nuestros pasos, hacer una comparativa y someterlo a crítica: la decisión. En este caso no hizo falta.

No sé por qué nunca me había cruzado con el nombre de este señor ni con el título de este libro, pero desde el momento en que lo tuve entre las manos supe que estaba ante otra cosa. Aquello no era un libro de quemar después de leer o, peor aún, de abandonar a mitad de la lectura. No. Aquello era un objeto que podía acompañarle a uno toda la vida. Nadie sabe cómo será el viaje, si surgirán discusiones y desavenencias por el camino; lo único que sabemos es que lo tendremos a nuestro lado, a distancia segura, a tiro de teléfono, como a los buenos compañeros del colegio.
Vas en el autobús leyéndolo. Lo flipas. No das crédito. Increíble. “Creo que esto es lo que llevaba buscando toda mi vida”. Escribe no sólo lo que quieres leer y lo que te gustaría escribir, sino que, en cierto modo, ahí estás tú. Está la voz que dice tus palabras, la mirada que observa a través de tus ojos, pero también –digámoslo así– una especie de amigo, o, mejor aún, un otro yo. Así, al menos, lo sientes: como un de otra época (en concreto los textos del Manual fueron escritos antes de nacer yo), de otro país, con una vida muy lejana pero íntimamente cercana. O algo similar.
Llego a casa y sigo leyendo sin parar. Cada página, cada frase, cada idea, es una nueva constatación de que ahí estás tú. El tono, el estilo (ya me gustaría a mí, ya), las lecturas, los gustos, las influencias, la formación filosófica, la vocación literaria, algunas reflexiones que ya se me pasaron por la cabeza… Todos los autores que menciona, aunque sea de pasada, han sido decisivos para mí en algún momento. Curiosamente (de padre italiano y madre venezolana, Alejandro Rossi nació en Florencia, pero ha vivido casi toda su vida en México) predominan los autores españoles, incluso muchos de esos que han sido tachados de castizos. Habla mucho de Ortega y de José Gaos, que fue su maestro en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde después ha estado el propio Rossi de profesor (imagino que ya se habrá jubilado).
Para mí leer a Alejandro Rossi es como leer delante de un espejo. Por si quedaba alguna duda, pasa la Esfinge por mi lado, ve el título del libro y dice: "Manual del distraído. Eso lo han escrito para ti ¿no?".
Sí: antes de nacer hubo alguien que ya me escribió. Se llama Alejandro Rossi y aún vive. Llevo varios días inmerso en sus obras (las que he podido conseguir, otras parecen inencontrables; aunque no tiene muchas). Sigo sintiéndome extraño cuando lo leo. Disfruto más que nunca, pero siento que ya no tengo nada más que decir.

Tuesday, October 28, 2008

Pla según Luján

“El hombre no puede tener más que un cierto número de dientes, de cabellos y de ideas, y llega un momento en que pierde necesariamente sus dientes, sus cabellos y sus ideas”. Me desayuno con esta frase de Voltaire, extraída de su Diccionario filosófico. Afuera hace frío, veo los árboles agitándose como presagio de la lluvia, se oye una sirena lejana y en las paredes, tuberías y ventanas resuena muy literariamente "el ulular del viento". Los smacks flotan -con la barriguilla inflada- en el nescafé.
Curioseo un rato en la hemeroteca de La Vanguardia que me ha descubierto Jabois y disfruto leyendo el artículo-homenaje de Néstor Luján a la muerte de Josep Pla. Se titula "El hombre del diálogo infinito" (al final del artículo descubriremos que se refiere, sobre todo, a un diálogo de Pla consigo mismo). Hago un resumen muy esquemático de ideas, sustantivos y adjetivos:
-Escritura: "lengua eficaz, realista, exacta", de "honestidad clásica", "vitalidad, gracia plástica y libertad", "el desahogo, el desembarazo y la suficiencia del escritor nato". Aquí lo clava Luján: "Su lenguaje es el más directo, el más comprensivo, y está manejado con un arte de negligente desaliño, libre, abierto, soleado".
-Mirada: su "universal curiosidad", "un admirable contemplador de paisajes, un conocedor de hombres", "espíritu equilibrado entre una inteligencia dolorosa y una amargura nostálgica", su "constante catalanidad".
-Vocación: "periodista nato, sobrio y tenso, lírico y moroso si conviene, conciso y dinámico cuando informaba", "categórico en el juicio", "lúcido y cruel" respecto a los hombres (como Saint-Simon). Y "lector amplio, goloso, infatigable".
-Carácter: "libertad de espíritu", "claridad preocupada y grave", "liberal en las ideas generales", "rebelde individualista y áspero en su soledad", siempre fiel "a sus concepciones de la vida, la literatura y la política".
Y termina Luján recordando "su letra densa y minúscula", "su físico, tan vinculado a la tierra que le vio nacer, su arte mordiente de conversador, sus ironías razonables y luminosas, sus tornasoles sentimentales, sus lúcidos descorazonamientos, su diálogo infinito consigo mismo. Evoco al hombre de una apasionada humildad que creyó —al contrario de tantos escritores— que la realidad no era un anacronismo y que sirvió a su oficio de testigo del mundo que le tocó vivir con un laborioso y sorprendente esplendor que alcanza, en sus mejores páginas, el temple de una prosa clásica, de segura posteridad" (La Vanguardia, viernes 24 de abril de 1981).

Wednesday, October 22, 2008

El hombre y el candil

Hoy hace un día de perros. Va a tener razón don Pío en lo del aire:
"Madrid es un pueblo extraño, al que nosotros estamos acostumbrados; pueblo de contrastes, a más de seiscientos metros sobre el nivel del mar, situado en una planicie alta, más bien árida que fértil. No hay otra capital europea que esté colocada a esa altura.
El aire de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil. El contraste más grande de Madrid está en su geografía: a lo lejos, el Guadarrama, grave, ceñudo, noble; cerca, sobre todo al sur, la pobretería, la miseria y la tierra árida.
Madrid, hace más de cien años, debía de ser un pueblo armónico, no una gran ciudad de industria y comercio, sino una ciudad pintoresca, con su centro en la Puerta del Sol, sus paseos del Prado y la Castellana; su jardín, el Retiro, y su vida ligera y amable.
Modernamente, Madrid se ha desquiciado."
(Pío Baroja, "Reportajes", Desde la última vuelta del camino)

Friday, October 17, 2008

Tuesday, October 14, 2008

Robert Walser en el parque

“Con frecuencia me paso los mediodías sentado en un banco, ocioso. Los árboles del parque están totalmente descoloridos. Sus hojas cuelgan artificiosamente, como si fueran de plomo. A ratos todo parece aquí de hierro endeble y hojalata. Luego cae otro aguacero y lo empapa todo. Se abren los paraguas, los coches ruedan sobre el asfalto, la gente se apresura, las muchachas alzan el borde de sus faldas. […] Y luego están los jardines, tan silenciosos y perdidos tras las elegantes verjas, como esos rincones secretos que hay en los parques ingleses. Muy cerca de ellos truena y resuena el tráfago del comercio, como si nunca en la vida hubieran existido los paisajes o los ensueños. Los trenes retumban sobre los puentes, que tiemblan a su paso. Por la noche refulgen los escaparates, ricos y elegantes como en los cuentos de hadas, y ríos y oleadas serpenteantes de seres humanos se agitan ante las tentaciones de la riqueza industrial allí expuesta”.
(Robert Walser, Jakov von Gunten)

Monday, October 13, 2008

Blog de notas

00.30 horas. Suena el silbato del lavavajillas, como el triple pitido del árbitro al final de un partido.
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Sentir compasión de un egocéntrico, ¿es la forma más profunda y recovecosa de vanidad?
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La Esfinge no quiere que me compre pantalones de pana porque dice que "eso sólo lo llevan los viejos". A mí siempre me han gustado, me parece que son lo más cómodo y calentito para el invierno. ¿Qué opináis? No sé, a lo mejor los dos estamos en lo cierto, y tengo cierto espíritu de perro pachón en decadencia.

Friday, October 10, 2008

Calle de dirección única

Niño que llega tarde. El reloj parece estropeado por su culpa. Da las "demasiado tarde".
Cerrado por obras. Soñé que me quitaba la vida con un fusil. Cuando salió el disparo, no me desperté, sino que me vi yacer, un rato, como un cadáver. Sólo entonces me desperté.
Armas y municiones. Había llegado a Riga para visitar a una amiga. Su casa, la ciudad, el idioma me eran desconocidos. Nadie me esperaba, nadie me conocía. Deambulé dos horas solo por las calles. Nunca he vuelto a verla así. De cada portal brotaba una llamarada, cada guardacantón lanzaba chispas, cada tranvía surgía de improviso como un coche de bomberos. Sí, bien podía salir ella de este portal, doblar la esquina y sentarse en el tranvía. De los dos tenía que ser yo, a toda costa, el primero en ver al otro. Pues de haberme rozado ella con la mecha de su mirada, yo habría volado por los aires como un depósito de municiones. (Walter Benjamin, Calle de dirección única)

Tuesday, October 07, 2008

Notas de viaje

Cuenca, una ciudad incrustada en la roca.
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Sábado, ocho y media de la tarde. Empieza a anochecer y hace frío. De vuelta del castillo, pasamos junto a la puerta de la Fundación Antonio Saura, ese pintor de monigotes. Decidimos entrar para asistir a un concierto de saxofón y clarinete, tal y como se anunciaba en el panfleto de eventos. Entrada libre. Nos dan dos tickets, no preguntamos. La sala está a mitad del aforo. Se apagan las luces. De repente aparece en el escenario un señor con un maletín lleno de letras (la A, la B, la C, etc), empieza a hacer ruiditos y tonterías y canta algunas canciones. Pues va a ser que no hay concierto. Esperamos -prudentemente- cinco minutos, por si aquello es sólo un preámbulo culturalista. Pero no: el espectáculo es aquello. Pensamos que lo mejor será escaparnos cuanto antes, por razones de salud mental, pero nos da vergüenza que nos vean. Por suerte estamos al final de la sala, que está totalmente a oscuras, y cerca están los organizadores. Le preguntamos a uno que por dónde podemos salir. Dice que no se puede, o sea, que somos rehenes secuestrados condenados al tedio eterno de la Cultura. "¿Y cuánto dura... esto?" "Cincuenta minutos". Sí, hombre, qué cachondo, con lo valiosa que es mi vida... A los cinco segundos ya nos están abriendo la puerta de la Fundación y salimos al crepúsculo. Enfilamos la Bajada a las Angustias. Se escuchan nuestros pasos en la piedra. Las luces de las farolas parecen ánimas del purgatorio.
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Domingo por la mañana. En las míticas casas colgadas está el Museo de Arte Abstracto Español. Me gustan mucho, ya dentro, los espacios del edificio y algunos elementos accesorios: el suelo, las escaleras, las ventanas… Los cuadros, en cambio, no me dicen mucho. Excepto un nombre desconocido para mí que se convierte enseguida en un descubrimiento deslumbrante: Fernando Zóbel. Esos cuadros melancólicos, puros, luminosos, entre Turner y la caligrafía china. Es como una pintura susurrada, de manchas de luz y humo. Sus cuadernos de apuntes, con sencillas acuarelas y la elegancia de una escritura mínima, me parecen una verdadera joya. Me gustaría poder tenerlos en la mano, hojearlos, leerlos, disfrutarlos. Nos compramos dos acuarelas del cuaderno del río Júcar en edición facsímil.
El morteruelo de la noche anterior hace estragos en mi estómago. No me queda más remedio que entrar corriendo en los servicios, sentarme en el váter y dejar mi particular obra de arte (con perdón). Podría firmarla y colgarla en una de las salas. Nadie lo notaría.
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En Cuenca el verdadero arte abstracto está al aire libre: en las calles, en las paredes, en las cuestas, en las puertas, en las rocas… AQUÍ podéis comprobarlo.
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Ciudad fotogénica donde las haya. Lo mejor, para mi gusto: las farolas. En serio, son preciosas.

Friday, October 03, 2008

Imágenes de Épinal

Épinal es una ciudad francesa de la región de los Vosgos. Entre sus instituciones destaca un curioso museo de imágenes. Una "imagen de Épinal" es una estampa de temática popular y vivos colores que se utilizó en el siglo XIX para informar y divertir a la población de la época, en su mayoría analfabeta. La imaginería de Épinal fue fundada en 1796 por Jean-Charles Pellerin, fabricante de naipes. Con el paso de tiempo, la expresión ha adquirido un sentido figurado que designa una visión enfática, tradicional y algo naif que nos enseña el lado bueno de las cosas. Actualmente los franceses denominan "imágenes de Épinal" a los sueños irrealizables, castillos en el aire y utopías inalcanzables.
Me gustaría acabar mis días metido en una imagen de Épinal o en un cuento de hadas, como pitufo filósofo sin miopía, reno achacoso de Papá Noel o tirabuzón tieso de Caperucita Roja. Jugando con un perro scotex, lanzando bolas de nieve o merendando frutos del bosque. Sin más.