Sunday, January 31, 2010

Ácidos breves

En San Bernardo hay una farola que siempre suena a grillo.
Chéri, de Stephen Frears: resumiendo, una Michelle Pfeiffer viejuna pero aún de buen ver se enamora de un niñato mariquita, hijo de una señora asquerosa que carece de cuello. Hay imágenes bonitas, pero no recomiendo ir a verla.
Me da grima la nariz de Pepa Bueno, la del Telediario de La Primera. Cuando aparece tengo que cambiar de canal. También me pasa con Leire Pajín (con toda ella, no sólo su nariz).
El marketing en literatura tiene muchas formas, pero un único objetivo: la presencia, la notoriedad, el éxito. Salinger, que logró la meta (y más allá) de un solo golpe certero, optó el resto de su vida por una especie de marketing post-mortem, para disfrute –en todo caso– de los bolsillos de sus hijos (si no han sido desheredados, que no lo sé). El long-seller no suele deberle mucho al marketing. Miro la frase que puse hace diez años en la última página de mi ejemplar del guardián: “A Holden Caulfield las cosas o le hacen gracia o le dan pena o le dan rabia o le dan ganas de vomitar”.
Cojo en la biblioteca Aire nuestro, de Manuel Vilas. Dicen que está muy bien. Sólo he escuchado elogios. Empiezo a leerlo con curiosidad. El prólogo está bien, es un batiburrillo de ideas que despierta el interés. Sigo avanzando y empieza a caer el interés, el ánimo... Se va desinflando el globo. Avanzo y cada página que paso aumenta mi incredulidad, mi desconcierto. ¿Esto es eso tan bueno? ¿Se supone que aquí hay ingenio, agudeza, inteligencia? ¿De verdad? ¿Tiene gracia? ¿Y cuándo hay que reírse? Que me den la señal, que no me entero. No pillo este sentido del humor. ¿Será que es un humor para frikis muy frikis? No sé, yo puedo jurar que a veces me río viendo Muchachada Nui...
La polla de Johnny Cash, jijiji. Manuela Vilas y el trasvestismo poshispánico, jijiji, qué ingenioso. José Luis Valente, jijiji, es que me parto…
Ni puta gracia, lo siento.
Lo único que me gusta es la falta de pretensiones. He llegado a la página 66. No sé si más adelante cambiaré de opinión, pero por ahora yo me inclinaría a decir que este libro es una gilipollez. O, más propiamente, un cúmulo posmoderno (sic) de gilipolleces. Se le podría aplicar lo mismo que dice Vilas cuando habla de Como Dios, la peli de Morgan Freeman: “una comedia asquerosamente aburrida” (p. 64). Por ahora, por lo que he visto, es puro marketing nocillesco. Otro ejemplo de marketing: aquí.
A ver cuándo conseguimos librarnos de ciertos personajillos eternos del deporte como Carlos Sáinz o David Meca. ¡Pesados, dejadnos en paz! Iros a vuestra casa de una vez... (Añadiría a Raúl y Fernando Alonso, pero ya sé que por ahora es imposible.)

Saturday, January 30, 2010

El metro de París

Entre Barbès-Rocheuart y La Chapelle


En Chatelet

Friday, January 29, 2010

J. D. Salinger (1919-2010): el otro gran silencio

Yo hablando ayer del gran silencio y va y se muere Salinger. El definitivo silencio de quien optó ya antes por el silencio definitivo. Definitivo sólo de cara a los demás, pues supongo -espero- que habrá escrito muchas cosas en estos años. Ya sabéis: el hombre famoso por no querer ser famoso. El hombre de las poquísimas imágenes (ahí le gana Pynchon, el nunca aparecido). Miro los resultados de Google Images: 1) parece un joven muy formalito, repeinado, tranquilo, quizás aburrido, de chaqueta, chaleco y corbata, con moderado tupé y sospecha de canas, paciente, casi bondadoso, bastante insulso, como un funcionario de algo; 2) de viejo, en cambio, hace de búho asustado y enloquecido, paranoico, blandiendo el puño a la defensiva. Digo “hace de” porque, supongo, está posando. El personaje a cuestas, por delante de la cámara, venciendo al gran escritor. Siempre agresivo en su defensiva.
La hemeroteca instantánea nos da las claves del personaje: el escritor solitario, el recluso literario, el hijo del comerciante judío de quesos kosher (todos repiten esto, como un mantra, quizás sea la clave oculta de su obra), el ex combatiente de la II Guerra Mundial que vuelve a casa deprimido y traumatizado, el iluminado zen, el creador de Holden Caufield (ídolo de los jóvenes rebeldes y de los asesinos de famosos), el autor de culto, el eremita de las letras, etc. Resulta imposible, en este caso, salirse del cliché.
Él lo tenía muy claro: "Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer", “Los sentimientos de anonimato y oscuridad de un escritor constituyen la segunda propiedad más valiosa que le es concedida”, “Escribo y vivo para mí mismo”, etc. Ya lo había anunciado antes Holden Caufield, el niñato antihéroe, phony and goddam: "Me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente". Sus grandes mandamientos literarios se resumen en dos: “Sólo te inmiscuirás en asuntos de arte si piensas dedicarte monásticamente” y “Usarás siempre la palabra más sencilla”.
Desde junio de 1965, cuando publicó "Hapworth 16, 1924" en la revista The New Yorker, no hemos podido leer nada nuevo de Salinger. Casi cuarenta y cinco años de silencio. Pero lo hemos llevado con nosotros, inevitablemente, desde la adolescencia; desde esa biblia de la edad del pavo que es El guardián entre el centeno, tan identificados con ese orgullo, esa apatía, ese desprecio... Y después pasan los años y viaja uno a Nueva York y llega a Central Park y lo primero de lo que se acuerda es de la duda de Holden, casi tan filosófica como la de Hamlet: ¿dónde se meten los patos en invierno, cuando se hiela la superficie del estanque?
Mientras, la amante, la hija, la biografía prohibida. Hablaron todos desde sus perspectivas, como a la muerte de Charles Foster Kane, pero en este caso el homenajeado seguía vivo. Recluido, pero vivo. Todos coincidían en dibujar una figura bastante siniestra: pederasta, maltratador, machista, egoísta recalcitrante, iluminado religioso (tocó casi todos los palos: judaísmo, cristianismo, budismo zen, hinduismo vedanta, cienciología), etc. Es lo de menos, para nosotros. Quizás sin esa obsesión por su arte, sin ese perfeccionismo ascético, sin ese egoísmo supino, no hubiera escrito lo que ha escrito. “Se vuelve distante cuando se trata de tu dolor, pero su dolor se lo toma más en serio que un cáncer” decía la hija; la descripción exacta, quizás, del escritor recluido en sí mismo. Y si con el tiempo se convirtió un fanático de la homeopatía y de la acupuntura y creía en las fuerzas bioenergéticas y psicoanalíticas y se metía a dormir la siesta en una caja de orgón o se bebía su propio pis como si fuese Tang... todo eso ya es cosa suya. Nos la pela.
La muerte de Salinger puede ser una gran noticia para sus seguidores. Si no hay cláusulas raras en el testamento (que seguro que las hay), podrán llegar editores y familiares a arramplar con todo y forrarse sacando sus papeles a la luz. Ojalá. ¿Cuántos libros habrá escrito Salinger en todos estos años de silencio? Espero que muchos. Novelas, relatos, ensayos, memorias…
Soñamos con unas obras completas inéditas y póstumas. Muy gordas.
Esta vez podemos decirlo sin miedo: ha muerto Uno De Los Grandes. Esperemos que en esta ocasión la muerte acabe, además, con el silencio. [Si normalmente nos quejamos de que la muerte nos roba la futura obra de aquellos autores que admiramos, en este caso es al revés.]
Murió este asceta en New Hampshire el 27 de enero de 2010, mientras yo veía El gran silencio.
---
Links: artículo de NY Times y sus relatos en The New Yorker. Copio su última entrevista (1974):
J. D. Salinger Speaks About His Silence
By LACEY FOSBURGH
San Francisco, Nov. 2--Goaded by publication of unauthorized editions of his early, previously uncollected works, the reclusive author J. D. Salinger broke a public silence of more than 20 years last week, issuing a denunciation and revealing he is hard at work on writings that may never be published in his lifetime.
Speaking by telephone from Cornish, N. H., where he makes him home, the 55-year-old author whose most recent published work, "Raise High the Roof Beam, Carpenters" and "Seymour, an Introduction," appeared in 1962, said:
"There is a marvelous peace in not publishing. It's peaceful. Still. Publishing is a terrible invasion of my privacy. I like to write. I love to write. But I write just for myself and my own pleasure."
For nearly half an hour after saying he intended to talk "only for a minute," the author, who achieved literary fame and cultish devotion enhanced by his inaccessibility following publication of "The Catcher in the Rye" in 1951, spoke of his work, his obsession with privacy and his uncertain thoughts about publication.
The interview with Mr. Salinger, who was at times warm and charming, at times wary and skittish, is believed to be his first since 1953, when he granted one to a 16-year-old representative of the high school newspaper in Cornish.
What prompted Mr. Salinger to speak now on what he said was a cold, rainy, windswept night in Cornish was what he regards as the latest and most severe of all invasions of his private world: the publication of "The Complete Uncollected Short Stories of J. D. Salinger, Vols. 1 and 2."
During the last two months, about 25,000 copies of these books, priced at $3 to $5 for each volume, have been sold--first here in San Francisco, then in New York, Chicago and elsewhere, according to Mr. Salinger, his lawyers and book dealers around the country.
"Some stories, my property, have been stolen," Mr. Salinger said. "Someone's appropriated them. It's an illicit act. It's unfair. Suppose you had a coat you liked and somebody went into your closet and stole it.
That's how I feel."
Mr. Salinger wrote the stories, including two about Holden Caulfield, the pained, sensitive hero of "The Catcher in the Rye," between 1940 and 1948 for magazines like The Saturday Evening Post, Colliers and Esquire.
Prefiguring his later writing, they concern themselves with lonely young soldiers and boys who eat egg yolks, girls with "lovely, awkward" smiles and children who never get letters.
'Selling Like Hotcakes'
"They're selling like hotcakes," said one San Francisco book dealer. "Everybody wants one."
While "The Catcher in the Rye" still sells at the rate of 250,000 copies a year, the contents of the unauthorized paperback books have been available heretofore only in the magazine files of large libraries.
"I wrote them a long time ago," Mr. Salinger said of the stories, "and I never had any intention of publishing them. I wanted them to die a perfectly natural death.
"I'm not trying to hide the gaucheries of my youth. I just don't think they're worthy of publishing."
Since last April, copies of "The Complete Uncollected Short Stories of J. D. Salinger, Vols. 1 and 2" have reportedly been peddled in person to bookstores at $1.50 each by men who always call themselves John Greenberg and say they come from Berkeley, Calif. Their descriptions have varied from city to city.
One such peddler told Andreas Brown, manager of the Gotham Book Mart in New York City, that he and his associates did not expect to get in trouble for their unauthorized enterprise because, as Mr. Brown related, "they could always negotiate with Salinger's lawyers and promise not to do it any more."
Mr. Brown, who described the young man as "a hippie, intellectual type, a typical Berkeley student," said, "I asked him why they were doing it, and he said he was a fan of Salinger's and thought these stories should be available to the public.
"I asked him what he thought Salinger would feel, and he said, 'We thought if we made the books attractive enough he wouldn't mind.'"
Gotham refused to sell the books and alerted Mr. Salinger to the unauthorized publications.
"It's irritating," said Mr. Salinger, who said he still owns the copyright on the stories. "It's really very irritating. I'm very upset about it."
According to Neil L. Shapiro, one of the author's lawyers here, the publication or sale of the stories without Mr. Salinger's authorization violates Federal copyright laws.
A civil suit in Mr. Salinger's name was filed last month in the Federal District Court here against "John Greenberg" and 17 major local bookstores, including Brentano's, alleging violation of the copyright laws.
The author is seeking a minimum of $250,000 in punitive damages and injunctive relief.
The stories have since been enjoined from all further sales of the unauthorized books, and, according to Mr. Shapiro, they still face possible damage payments ranging from $4,500 to $90,000 for each book sold. Additional legal action, he said, was being planned against bookstores elsewhere.
The mysterious publisher and his associates remain at large.
It's amazing some sort of law and order agency can't do something about this," Mr. Salinger said. "Why, if a dirty old mattress is stolen from your attic, they'll find it. But they're not even looking for this man."
Discusses Opposition
Discussing his opposition to republication of his early works, Mr. Salinger said they were the fruit of a time when he was first beginning to commit himself to being a writer. He spoke of writing feverishly, of being "intent on placing [his works] in magazines."
Suddenly he interrupted himself.
"This doesn't have anything to do with this man Greenberg," he said. "I'm still trying to protect what privacy I have left."
Over the years many newspapers and national magazines have sent their representatives to his farmhouse in Cornish, but the author would turn and walk away if approached on the street and was reported to abandon friends if they discussed him with reporters. There have been articles reporting on his mailbox, his shopping and his reclusive life, but not interviews.
But last week, he responded to a request for an interview transmitted to him earlier in the day, by Dorothy Olding, his New York literary agent.
Did he expect to publish another work soon?
There was a pause.
"I really don't know how soon," he said. There was another pause, and then Mr. Salinger began to talk rapidly about how much he was writing, long hours, every day, and he said he was under contract to no one for another book.
"I don't necessarily intend to publish posthumously," he said, "but I do like to write for myself.
"I pay for this kind of attitude. I'm known as a strange, aloof kind of man. But all I'm doing is trying to protect myself and my work." "I just want all this to stop. It's intrusive. I've survived a lot of things," he said in what was to be the end of the conversation, "and I'll probably survive this."

Thursday, January 28, 2010

El gran silencio

Veo en casa El gran silencio. Me quedo anestesiado ante la pantalla. Casi tres horas.
Pero verlo así, en DVD, es una gran mentira, porque nunca hay silencio. Hay un ruido de fondo, eterno, leve pero ensordecedor, que es el de la televisión o el DVD o la nevera o todos los aparatos enchufados a la vez con el volumen alto sin que suene nada. Esa especie de sutil moscardón constante que, si te fijas mucho, acaba desesperándote. Y si quitas el volumen del silencio, es más mentira todavía. Hay que oír el silencio. Además, aquí, en casa, siempre se oye algún ruido. Las tuberías, los vecinos, la calle. Tu propio cuerpo pudriéndose por dentro. Siempre hay algo que nos mata el silencio, porque el silencio no existe. No existe.
En el pasillo se mueven las cortinas. Entra el sol. Las nubes, el monte, el cielo, la nieve, los árboles, los pájaros, las campanas, alguna flor, el movimiento de las plantas. Un avión que pasa tan alto que ni se le oye.
Siempre hay pájaros piando en la Grande Chartreuse. No hay silencio.
Muy mal debo de estar porque, por momentos, me da envidia de estos cartujos, de su vida, de su silencio. Ese aburrimiento sostenido, magnífico. Ese reverso de Dios que es el aburrimiento. Quiero irme allí. Mejor, acabar allí. Primero beber, comer, viajar, escribir, reír, follar, bailar, conocer gente y ver mucho mundo. Después, meterse a cartujo. (Estilo san Agustín, tan agustín.) Te rasuras la cabeza y, hala, a descansar de tanto lío. Lejos del IVA y de Cristiano Ronaldo. Que te dejen tranquilo.
El hombre mastica. Mastica y mastica. El hombre se pasa la vida masticando, masticándose. En el silencio se oye más la masticación, allegro desagradable.
Cuando salen al paseo semanal, por el bosque, charlan, ríen y se ponen alegres. Quizás entonces es cuando dan un poco de pena. Hombres espirituales. Hombres cercenados. Hombres sin pene.
Salen al prado unas vacas místicas con cencerro. Misterio en Super8.
Gotas en el agua. Dibujan ondas concéntricas, como un cuadro abstracto verdadero. Se acerca la tormenta. La niebla invade poco a poco el monasterio.
Manchas blancas caminando, de dos en dos, por la nieve. Se divierten como niños lanzándose por las laderas de los Alpes franceses. Eso está bien, que se diviertan un poco.
Quitar la nieve de la huerta, cantar gregoriano, trocear el apio, rasurar las cabezas, pasar la mopa al suelo, leer en el refectorio… Trajines de monasterio. Y un etcétera tan largo como hondo es su silencio.
No hay mayor placer que ver agitarse, desde arriba, las copas de los árboles.

Friday, January 22, 2010

Concisión

"Paso la última parte de la noche en el burdel. Paquita."
(Josep Pla, El cuaderno gris, 7 de noviembre de 1918)

[Addenda para los confusos:
El cuaderno gris es un diario de Josep Pla. El que habla, por tanto, es él, no Paquita, a no ser que Pla se trasvistiera de puta y tal. El texto es el final de la entrada del día 7 de noviembre de 1918.
Agrando la cita:
Los aperitivos me deshacen la última parte del día. Después de cenar, innumerables cafés. Al bacarrá pierdo hasta la camisa. "Ressopó" por la noche, con los amigos. No tengo nunca dinero pero siempre hay uno u otro que lo tiene. Además, me fían. Gori come con una gravedad sacerdotal. A alguien se le ocurre pedir manzanilla. La bebida española me da un dolor de cabeza horrible. Un dolor en la parte alta de la cabeza, entre la masa encefálica y el cráneo. Paso la última parte de la noche en el burdel. Paquita.
Y el original en catalán:
Els aperitius em desfan l’última part del dia. Havent sopat, innombrables cafès. Al bacarà, perdo bous i esquelles. Ressopó a la nit, amb els amics. No tinc mai diners, però sempre hi ha un o altre que en té. A més a més, hom fia. Gori menja amb una gravetat sacerdotal. A algú se li ocorre de demanar mançanilla. La beguda espanyola em fa un mal de cap horrible. Un dolor a la part alta del cap –entre la massa encefàlica i el crani. Passada la darrera part de la nit al bordell. Paquita.]
PD: El ressopó es una especie de recena o postcenilla nocturna. Vamos, el típico bocata que te tomas a las tres de la mañana cuando estás de marcha y tienes el estómago vacío.
Adiós a la concisión...

Wednesday, January 20, 2010

En Macerta

"No era una mañana. No era un mediodía ni siquiera una tarde de un día cualquiera, ni un domingo ni un día de semana, en la neutra soledad rural anterior a los días festivos y laborales. Era una hora neutra y carente de luz propia, bajo un cielo encapotado y un sol a media altura, como una mancha de ácido en la gastada franela de una mesa de plancha.
Desde su observatorio, tras la ventana, observó (sic) el descenso de los tres hombres por la colina, por encima de las copas de los manzanos. Uno de ellos caminaba rezagado respecto a los otros dos y, observado con los prismáticos, creyó reconocerlo. Parecía tener dificultades para caminar y se apoyaba en un grueso cayado. [...] Cuando se acercaron al arroyo ya no eran los mismos; uno se arrodilló a beber y el que caminaba rezagado se unió a los otros dos para formar una estampa casi inexistente, un previo esbozo de una composición más longeva, ensayada desde tiempo atrás y nunca cabalmente concluida. No procedía del inmediato antes y tal vez ni siquiera de la espera. Porque antes apenas habían existido como si el alejamiento los hubiera engendrado de nuevo no para devolverlos a su puesto sino para señalarles el nuevo, mucho más cerca del destino final, tan sólo emparentado con el anterior por la quimérica continuidad de un tiempo ausente, como un grupo de colegiales tras un corto período de vacaciones que ha borrado todos los avatares del curso anterior, reunidos por un vínculo sobreimpuesto al alfabético, que reanudan su trato sin pararse a pensar en las pruebas que se avecinan."
(Juan Benet, Herrumbrosas lanzas, Libro XV)

Wednesday, January 13, 2010

Wednesday, January 06, 2010

12.000 millones de años

Un regalo de Reyes de la NASA (vía Hubble).

More than 12 billion years of cosmic history are shown in this unprecedented, panoramic, full-color view of thousands of galaxies in various stages of assembly. This image, taken by NASA's Hubble Space Telescope, was made from mosaics taken in September and October 2009 with the newly installed Wide Field Camera 3 (WFC3) and in 2004 with the Advanced Camera for Surveys (ACS). The view covers a portion of the southern field of a large galaxy census called the Great Observatories Origins Deep Survey (GOODS), a deep-sky study by several observatories to trace the evolution of galaxies.
The final image combines a broad range of colors, from the ultraviolet, through visible light, and into the near-infrared. Such a detailed multi-color view of the universe has never before been assembled in such a combination of color, clarity, accuracy, and depth.