Thursday, December 31, 2009

Nochevieja o el eterno retorno de lo mismo

Uvas, campanadas, fuegos artificiales, confetti, champán...
Fantasmas de un pasado idéntico (no menos idéntico que el futuro), aprendices de cadáveres simulando una borrachera de alegría, celebrando -supongo- que aún estamos aquí, que no nos hemos ido, que no han dicho nuestro nombre en la sala de espera.
Sólo eso. Lo mires como lo mires, es absurdo... extraño... irreal.

Thursday, December 24, 2009

Saturday, December 19, 2009

Nieve y frío

Allá nos vamos unos días, a pasar frío. Según parece, está nevando.


Friday, December 18, 2009

Jugando a ser Proust en Navidad, etcétera

Basta con morder una esquina del polvorón (de los artesanales, esos que vienen envueltos en papel blanco y girados sobre sí mismos) para revivir en unos instantes prácticamente toda la infancia, las eternas y maravillosas Navidades de la infancia, los infinitos detalles que la desmenuzan en la memoria. Cada trocito de almendra masticado evoca un lugar, una sensación, un momento especial... Las voces de fondo de los invitados, el salón con el belén, un paquete de regalo, la entrada con el misterio y el árbol, los desayunos blancos bajo las mantas, las sobremesas prolongadas, la terraza helada, el paseo en la tarde, bien abrigados y con el brillo de las luces a los lados, el gentío comprando, la mesa preparada, picar en el huevo hilado, el empacho de dulces, el regreso ilusionado de la cabalgata de Reyes, y un etcétera tan largo como los siete tomos de En busca del tiempo perdido. Sólo falta el talento para escribirlos.
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Qué bien que la dichosa Amenatu esté ya en su casa. No he entendido nada de este caso absurdo, surrealista, a pesar de tener que oír a diario todo lo que se decía. Al final, de todo su pulso personal con el tirano alahuí, me queda, sobre todo, una imagen: Amenatu en la farmacia del aeropuerto, levantándose de la silla de ruedas y pesándose en la balanza ante las cámaras de televisión.
Ya podemos quedarnos tranquilos. Pero no lancéis las campanas al vuelo: seguro que los periodistas buscarán una nueva excusa para amenizarnos la Navidad.
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Cuando oigo la palabra "activista" me entran ganas de bostezar. Me arrebujo con la manta en el sofá y cambio de canal.
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Hojeando rápidamente algunos libros sobre París. Baroja tiene detalles muy buenos, pero acaba perdiéndose en sus elucubraciones; el París de Solana es sólo suyo, otra españanegra trasladada de sitio (no se la puede quitar de encima, allá donde va la lleva consigo); creo que el de Azorín es el que más antiguo se ha quedado, sigue sin convencerme este hombre, hay algo en su prosa que me repele; De Amicis se empantana en lo literario. Algunas notas de Pla son una maravilla, igual que las de Orwell sin un duro: pura poesía -nada lírica- de vida verdadera. Es curioso lo distinto que es el París de los años 20 que ven los españoles y el que viven los escritores norteamericanos.
Para mí el gran libro sobre París sigue siendo el de Hemingway.

Saturday, December 12, 2009

Thursday, December 10, 2009

"El porvenir es largo", de Louis Althusser

Es una de las cosas que más me gusta de las bibliotecas (públicas, en este caso). Va uno con una idea pero al llegar allí se deja llevar por los estantes, los lomos, los títulos... y puede acabar descubriendo lo más insospechado. En esta ocasión iba buscando alguna guía de París para el próximo viaje y acabé enfrascadísimo en la sección de biografías y memorias (una de mis favoritas). Allí estuve abriendo, ojeando y cerrando libros durante casi una hora. Se me pasó volando. Pues bien: en cuanto me encontré con El porvenir es largo de Louis Althusser y leí un párrafo de la primera página me quedé totalmente enganchado. Estaba claro que aquello se venía conmigo a casa.
Louis Althusser es un escritor-pensador que siempre me ha interesado. Pese a que las teorías psicoanalíticas de Lacan me resultan indiferentes (y Althusser se vio enormemente influido por ellas), sus análisis filosóficos sobre Maquiavelo, Marx y Spinoza me parecen de lectura obligada. Se puede estar más o menos de acuerdo con su interpretación, pero desde luego la revisión que hace de esos textos y autores me parece muy sugerente, e incluso luminosa. Para mí son libros de referencia.
Inevitablemente, ya todo lo que leamos de Althusser está marcado por el suceso de su vida: el 16 de noviembre de 1980 Althusser estranguló a su mujer Hélène, con la que había convivido durante más de treinta años. Althusser, que ya había sido diagnosticado de "desequilibrio mental" en varias ocasiones e incluso internado en algunos hospitales psiquiátricos a lo largo de su vida, fue declarado irresponsable de sus propios actos e inmediatamente recluido en el sanatorio de Sainte-Anne, abocado al silencio ("no ha lugar"). Allí escribió los textos que se recogen este libro, que es una especie de autobiografía, aunque el propio Althusser ponga esto en cuestión al principio. Se publicó póstumamente.
Me ha producido una sensación muy rara leer las primeras páginas de El porvenir es largo, donde Althusser relata lo que sucedió el día del homicidio y explica por qué tenía la necesidad de escribir este libro (es decir, las razones que le llevaron a no resignarse a ese silencio impuesto; imposición que, por otro lado, le libró de la cárcel). ¿Por qué digo que me ha producido una sensación rara? Por un lado, el estilo (el tono, la voz) de Althusser tiene una fuerza muy poderosa y extraña, una contundencia o brillo o "pureza racional" tremendos; seguramente es más la fuerza racional que la belleza lo que se apodera de uno al leerlo. Pero, por otro lado, uno no puede dejar de pensar en el acto atroz y en que, quizá, no asoma por allí ni la más mínima muestra de arrepentimiento. Se ofrecen los datos como hechos inapelables, casi deterministas, irreversibles (ni siquiera retrospectivamente), aunque creo que en ningún caso se justifica o se elude la acción que cometí. No sé, es como si presentase un hecho más del devenir del universo. En cualquier caso, estoy hablando sólo de las primeras páginas, que es lo que llevo leído. Más adelante ya veremos.
Para ilustrarlo, copio la explicación que figura como pórtico del libro:
"Es probable que consideren sorprendente que no me resigne al silencio después de la acción que cometí y, también, del no ha lugar que la sancionó y del que, como se suele decir, me he beneficiado.
Sin embargo, de no haber tenido tal beneficio, hubiera debido comparecer; y si hubiera comparecido habría tenido que responder.
Este libro es la respuesta a la que, en otras circunstancias, habría estado obligado. Y cuanto pido, es que se me conceda; que se me conceda ahora lo que entonces habría sido una obligación.
Naturalmente, tengo consciencia de que la respuesta que intento aquí no sigue ni las reglas de una comparecencia, que no tuvo lugar, ni la forma en que se habría desarrollado. No obstante, me pregunto si la ausencia de dicha comparecencia, pasada y para siempre, de sus reglas y su forma, no muestra, en definitiva, más aún lo que yo había intentado decir para la evaluación pública y su libertad. En cualquier caso, así lo deseo. Es mi destino no pensar en calmar una inquietud más que exponiéndome indefinidamente a otras".
No lo puedo evitar. Me impresiona.

Wednesday, December 02, 2009

El vuelo de Franz Reichelt (en varias tomas)

El 4 de febrero de 1912 un sastre austriaco llamado Franz Reichelt efectuó su primer (y último) intento de volar cual águila por los aires parisinos lanzándose desde la torre Eiffel vestido con un traje aerodinámico (sic) que él mismo había diseñado inspirándose en algunos bocetos de Leonardo Da Vinci.
Toma 1: Franz Reichelt, tocado con una gorra y enorme mostacho parisién, posa ante las cámaras girando sobre sí mismo con cierta torpeza. Se quita la gorra para saludar a la audiencia. Toma 2: Franz Reichelt, ataviado como un pájaro con chubasquero, agita las alas subido a una silla subida a una mesa en el pretil de la torre Eiffel. El primer Batman de la historia observa su atuendo sin mucha convicción. Agita los brazos, diríase que comprobando la fortaleza de las costuras e hilvanes, de fabricación propia. Toma 3: Franz Reichelt posa el pie derecho en la barandilla, mira a cámara y abre un poco los brazos (sigue observando su diseño sin gran convencimiento). Mira al vacío, parece que se dispone a lanzarse. Hace varios ademanes, varios movimientos de aproximación. Parece bastante nervioso y dubitativo. Toma 4: Franz Reichelt duda. Duda mucho. No tiene claro si lanzarse o no. Se arrepiente de haberse empeñado en una aventura tan absurda. Quiere bajarse a suelo firme y volverse a casa andando, tranquilamente. Pero ya no puede ser: ha congregado a los pies de la torre a una gran multitud deseosa de ver su salto, ha avisado a los medios de comunicación y ha luchado lo indecible por conseguir el permiso policial frente a la oposición de las autoridades de la torre. Franz nota la presión. Sigue haciendo ademanes de tirarse: ¿cuál será la mejor forma de tomar impulso, de lanzarse? Toma 5: Franz Reichelt flexiona las piernas y se lanza al vacío. Toma 6: Franz Reichelt cae a plomo desde la torre al suelo. Al contactar con la tierra se levanta una nube de polvo. Toma 7: El cadáver de Franz Reichelt es portado en brazos por varios hombres. Los demás observan, atónitos.




La autopsia declaró que Franz Reichelt había muerto de un ataque cardíaco antes de tocar el suelo. No sé por qué, pero me cuesta creerlo.

Thursday, November 26, 2009

El periodista moralista (un desahogo)

Me gustaría haber captado el nombre del redactor para ponerlo aquí con todas sus letras (lo buscaré y lo pondré si lo encuentro). Seguro que es uno de esos egocéntricos que tiene la alerta de Google con su nombre. Hubiese titulado el post “Carta abierta a un perfecto gilipollas”, para que no quedasen resquicios a la interpretación. Por si acaso aclararía en nota al pie que lo de “perfecto” actúa de superlativo más que como adjetivo laudatorio.
El gilipollas en cuestión (esta vez) es un redactor de La Sexta. He visto hace un rato la noticia, en el telediario de la noche, y todavía sigo de mala hostia.
Quizás es un asunto de línea editorial y es que La Sexta quiere crear un nuevo monstruo patético: el periodista moralista. Este especímen más que contar una noticia lo que quiere es aleccionarnos moralmente, ofrecernos su visión beatífica, pura y elevadísima, desde su púlpito de superioridad moral.
La noticia en cuestión era tan buena que bastaba con relatarla fielmente para que resultase efectiva y hasta efectista (no había que añadir ni quitar nada). Una noticia costumbrista muy peculiar, casi un suceso de vecindario (sólo que esta vez el vecindario era Nueva York, o sea, ese demonio capitalista horrible para el moralismo progre). No había connotaciones políticas, ni ningún famoso envuelto, nada de eso...
Ésta es la noticia. Un niño con el síndrome de Asperger (una forma de autismo) se ha pasado once días metido en el metro de Nueva York porque le habían castigado en el colegio y tenía miedo de volver a su casa. Iba sentado en el vagón hasta la última parada, salía y volvía a entrar en otra línea, etc. Así durante todos esos días. Se alimentaba de chocolatinas y patatas de las máquinas expendedoras y utilizaba los servicios del metro.
La historia es tan buena que podría dar para una novela de Delillo o un relato de Carver, por lo menos. Sólo con seguirla un poco, imaginarse las sensaciones del chico ahí abajo, tantas horas, entre la gente...
Pues bien. El gilipollas del redactor de La Sexta se ha dedicado -desde el principio hasta el final de la noticia- a soltarnos un penoso discursito moral sobre “la indiferencia culpable de la sociedad americana” porque ninguno de los pasajeros del metro se había dado cuenta ni había hecho nada. Pero, so imbécil, ¿qué tiene de extraño ver a un chaval de 13 años sentado en el metro con su móvil en la mano? (Físicamente el chico es normal) ¿Tenían que haber captado en su cara el síndrome de Asperger y que se había escapado de casa, etc, etc? Y, aunque así fuera (sobre todo por la noche, se me ocurre, alguien se podría haber interesado por él), ¿quién te crees que eres para hacer de tu juicio moral el centro de la noticia? (destrozando la historia, echándola a perder)
Su última frase, la más patética, sentimentaloide y nauseabunda, era algo así como: “Esperemos que esta noche, en la cena de Acción de Gracias, esta sociedad se pregunte cómo es capaz de mostrar esa indiferencia deshumanizada”, o una basura moralista antiamericana por el estilo. El tonillo de superioridad era tan asqueroso (aunque era una voz en off, se podía ver perfectamente su cara de listillo, su sonrisita) que daban ganas de partirle la cara.
Se mire como se mire, ERES UN GILIPOLLAS. Lo sepas (como dice Malherido).
[PD: Después está el periodismo gonzo-memo estilo España Directo (estilo copiado ya en algunos telediarios), en el que el reportero, que ocupa toda la pantalla, se sitúa estratégicamente entre la masa gritona para decir "no oigo nada, es imposible hablar" o se sube al puerto en mitad de la ventisca para decir "qué frío hace", etc, etc. Cualquier día se meterán la alcachofa por el culo, para ser noticia, para hacer noticias, qué sé yo.]

Wednesday, November 18, 2009

De Sica/Zavattini Vs pornografía sentimental

Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Umberto D, El limpiabotas… Este Vittorio de Sica nunca me falla. Como director, sólo por esa nómina tendría que figurar entre los mejores de cualquier lista. La duda es hasta qué punto lo que nos gusta de lo que estamos viendo le “pertenece” a él o a Cesare Zavattini, su guionista. Bueno, quizás no tenga sentido hacerse esa pregunta. Todo es de los dos. De Sica y Zavattini formaron un tándem perfecto, como en España Berlanga y Azcona. Me da envidia de esa capacidad de trabajo en grupo (de dos, no más) y me gustaría poder hacer las cosas de esa manera, porque creo que así pueden salir cosas más interesantes, el equilibrio perfecto; lo difícil es encontrar con quién; no es nada sencillo congeniar creativamente de esa manera. Donde uno no llega lo hace el otro; de lo que éste carece lo cubre el primero; etc.
Las dos últimas películas que he visto del tandem De Sica-Zavattini son Dos mujeres y El jardín de los Finzi-Contini, que también me han gustado. Hasta cuando por momentos se nos ponen más melodramáticos, De Sica y Zavattini saben mantener la compostura de lo real, de lo natural, lo no fingido, lo que consigue parecer verdadero. No sé, hay siempre como una dignidad de lo humano, de las personas. Nada que ver con la pornografía sentimental.

Llamo pornografía sentimental a lo que hicieron, por ejemplo, en teatro los sureños norteamericanos (O’Neill, Tenesse Williams, etc) y que en el ámbito del cine representan -para mi gusto- mucho de lo que hizo Elia Kazan, bastante de lo de Ingmar Bergman y algo de lo de Antonioni (grandes directores los tres, curiosamente). Toda esa casquería espiritual me molesta muchísimo. Se creen que para “expresar sentimientos” tienen que presentar a sus personajes gimiendo, gritando, teatralizando exageradamente sus emociones, diciendo una y otra lo mucho que sufren y sienten (a veces, más exageradamente aún, con gestos mudos), psiconanalizándose hasta el ridículo. Nada menos natural que esos sentimientos verbalizados y exagerados; nada menos sensible que esa hiperestesia patética. Además, las mujeres que nos muestran los pornógrafos sentimentales son siempre unas histéricas o unas pedantes, o sea, pesadísimas. Básicamente son seres coñazo. Y ellos suelen ser unos pedorros, de camisetas ajustadas en el drama sureño, quizás por el predominio de la mirada gay; o penosos intelectualillos en el drama existencialista sueco.
Conclusión: es mucho más sentida y verdadera esa lágrima traicionera que se nos escapa pese a que uno intenta a toda costa aguantarla, que ese grito desesperado que trata de expresar pomposamente el Gran Sufrimiento del Alma Humana.
Las mujeres de De Sica/Zavattini (como las ingridbergmans de Rossellini) también sienten y padecen, pero de forma real. Ésa es la gran diferencia.

Sunday, November 15, 2009

Polaroids

Acabo de ver en el telediario que, ante la insistencia de los fans de todo el mundo, han tenido que volver a fabricar cartuchos para las cámaras Polaroid. Me parece muy bien, pero me han chafado el boceto de prólogo que había escrito para mi colección de polaroids. Hace año y pico empecé a escribir unos textos muy breves que quería reunir bajo el título de 59 polaroids. Éste era el boceto de prólogo:
"En 1929 el físico estadounidense Edwin H. Land creó el primer filtro polarizador sintético. Casi dos décadas después presentó en Nueva York, ante la Sociedad Óptica Americana, la primera cámara de fotografía instantánea: la Polaroid Land, que revelaba y positivaba la imagen en tan sólo sesenta segundos. El nuevo invento empezaría a comercializarse pronto y a expandirse por Occidente, reproduciendo infinitamente el mundo con el color de los sueños.
Durante sesenta años las cámaras Polaroid asistieron a multitud de fiestas familiares, eventos deportivos, viajes, bodas, reuniones de amigos, cumpleaños... Ahogada económicamente por el boom de la fotografía digital, en febrero de 2008 la empresa Polaroid anunció en las páginas del Boston Globe el fin de la producción de película para sus cámaras (que ya habían dejado de fabricar el año anterior). Fue por entonces, más o menos, cuando empecé a escribir estas fotos también instantáneas, para tomar, en cierto modo, el relevo de mister Land en su tarea de remedar poéticamente algunos (posibles) ángulos del mundo.
Estas 59 polaroids pretenden ser escenas muy sencillas que capten determinados momentos, personas, situaciones, sensaciones, atmósferas, sin importar la época ni el lugar. Imágenes directas, a veces reales, a veces ficticias, siempre algo borrosas, fantasmales, de colores difuminados. El estilo puede resultar en ocasiones un poco desastrado, caprichoso, pues se resquebraja a cada paso para escamotear una visión armónica del mundo. Su resultado debería medirse, en cualquier caso, por su falta de ambición".
Me quedan unas cuantas por escribir (en cualquier caso, lo de 59 era orientativo, no sé dónde acabarán). Y otras muchas están rotas.

Friday, November 06, 2009

Viaje alrededor de mi habitación

Así empieza, en esperanto, el libro de Xavier de Maistre VOJAĜO INTERNE DE MIA ĈAMBRO:
"Kiel glore estas malfermi novan vojon kaj subite aperi en la mondon scienculan tenante en la mano libron de eltrovoj, kiel en la spaco ekbrilegas neatendita kometo!
Ne, mi ne plu konservos mian libron "in petto" (en mi mem); jen ĝi estas, sinjoroj, legu. Mi entreprenis kaj plenumis kvardek-du-tagan vojaĝon interne de mia ĉambro. La interesaj observoj faritaj kaj la senĉesa plezuro sentita dum la vojiro donis al mi la deziron publikigi ĝin; la certeco esti utila decidigis min al tio. Mia koro sentas neesprimeblan kontentiĝon, kiam mi pensas pri la nekalkulebla nombro da malfeliĉuloj, al kiuj mi liveras rimedon certan kontraŭ la enuo kaj kvietigilon por la doloroj, kiujn ili suferas. La plezuro, kiun oni trovas vojaĝante en sia ĉambro, estas ŝirmata kontraŭ la malkvieta ĵaluzo de la homoj; ĝi estas sendependa de la riĉeco.
Ĉu estas ja homo tiel mizera, tiel forlasita, ke li ne havas rifuĝejon, kie li povas izoli sin kaj kaŝi sin antaŭ la tuta mondo?".
Traducción:
"¡Cuán glorioso resulta abrirse una nueva carrera y aparecer súbitamente en el mundo de los sabios, con un libro de descubrimientos en la mano, como un cometa inesperado centellea en el espacio!
No, no mantendré más mi libro in petto; helo aquí, señores, lean. He emprendido y ejecutado un viaje de cuarenta y dos días alrededor de mi habitación. Las interesantes observaciones que he hecho, y el placer continuo que he experimentado a lo largo del camino, me impulsaban a hacerlo público; la certeza de ser útil me ha decidido a ello. Mi corazón experimenta una satisfacción inefable cuando pienso en el número infinito de malhadados a los que ofrezco un recurso asegurado contra el aburrimiento y un alivio a los males que soportan. El placer que uno siente viajando por su habitación está libre de la envidia inquieta de los hombres; es independiente de la fortuna.
¿Existe, en efecto, un ser lo bastante desgraciado, lo bastante abandonado para no poseer un cuartucho donde poder retirarse y esconderse de todo el mundo?"

Saturday, October 31, 2009

Fotos de León

Hace mucho que no subía fotos: aquí dejo algunas de León, de hace un mes.


Sunday, October 25, 2009

El ojo está delicado, el escupitajo es salado

Un banco en Villa Borghese, el cansancio de los paseos, la emoción del descubrimiento. Leyendo y leyendo y leyendo. Natalia Ginzburg sonriendo desde la portada sutil de Einaudi Tascabili. La sonrisa de muchos dientes y labios finos, los ojos achinados como una esquimal, el pelo negro y corto, cierto aire monjil. No mira hacia la cámara. Parece cegada por el flash, se sale por un reojo. La dolorosa constatación de que no es guapa. Más bien fea. Peor aún: es clavada a Sánchez Dragó.
De mayor yo querría escribir así (en realidad, más en la versión italiana que en la traducción):
"En invierno, nos dejaba algún viejo a causa de una pulmonía, las campanas de Santa María tocaban a muerto, y Domenico Orecchia, el carpintero, fabricaba la caja. Una mujer enloqueció, se la llevaron al manicomio de Collemaggio, y el pueblo tuvo de qué hablar por un tiempo. Era una mujer joven y limpia, la más limpia de todo el pueblo: dijeron que le había pasado por tanta limpieza. A Gigetto di Calcedonio le nacieron dos gemelas, con dos gemelos varones que tenía ya en casa, y armó un escándalo en el ayuntamiento porque no querían darle el subsidio, dado que tenía muchas tierras y un huerto tan grande como siete ciudades. A Rosa, la portera de la escuela, una vecina le escupió en un ojo, y se paseaba por todas partes con el ojo vendado para que le pagaran una indemnización. «El ojo está delicado: el escupitajo es salado», explicaba. Y también de esto se habló algún tiempo, hasta que no quedó nada por decir.
La nostalgia aumentaba en nosotros día a día. A veces era hasta agradable, como una compañía dulce y levemente embriagadora. Llegaban cartas de nuestra ciudad, con noticias de bodas y de muertes, de las que estábamos excluidos. En ocasiones, la nostalgia se hacía intensa y amarga, y se convertía en odio: odiábamos entonces a Domenico Orecchia, a Gigetto di Calcedonio, a Annunziatina, las campanas de Santa María. Pero era un odio que manteníamos oculto, reconociéndolo injusto: y nuestra casa estaba siempre llena de gente que venían a pedir favores o a ofrecérnoslos. De vez en cuando la costurera venía para hacernos rosquillas. Se ataba un delantal a la cintura y batía los huevos, y mandaba a Crocetta por el pueblo a ver quién nos podía prestar una sartén bien grande. Su cara enrojecida estaba absorta y sus ojos brillaban de una voluntad imperiosa. Habría quemado la casa para que sus rosquillas salieran bien. Sus ropas y su pelo se volvían blancos de harina, y las rosquillas iban siendo colocadas en la mesa oval donde mi marido escribía."
(Natalia Ginzburg, Las pequeñas virtudes)

Tuesday, October 20, 2009

El chico de las cigüeñas, de Luisa Cuerda

Atentos todos, porque entre la morralla pringosa de las novedades resulta muy difícil reparar en esta joya. Me imagino, dentro de 50 años, a alguien rebuscando entre los volúmenes de la cuesta de Moyano o de una librería de viejo. De repente verá este libro, lo cogerá, lo abrirá y, en cuanto empiece a hojearlo, sabrá que es suyo, que se lo lleva. Y en casa lo disfrutará tranquilamente, con gozosa parsimonia, párrafo a párrafo, página a página, como el que saborea sin prisa unas natillas templadas (me ha venido a la cabeza este símil bastante tonto, no sé por qué). Se podrá sumergir en una época remota, en una España lejana y rara (lejana y rara para este “alguien”; para nosotros no tanto, aunque también un poco), la de los pueblos de provincias, con sus gentes, sus costumbres, sus relaciones familiares, sus curas y maestros, su lenguaje, y el traslado a la gran ciudad, ese contraste radical con Madrid, esa fiera aburrida y triste repleta de hombres abandonados (según uno de los protagonistas). Verá la vida fluyendo; seres reales, palpitantes, con sus múltiples matices y vertientes, no monigotes de cartón piedra ni peleles maniqueos. Aprenderá cosas valiosas de la vida. Repensará la suya. Será vagamente feliz. Lo imagino y me da envidia de esta persona quizás aún no nacida, aunque parezca absurdo. Me la imagino tumbada en la cama, cubierta con las mantas hasta la barbilla, en pleno invierno, asistiendo a esas vidas remotas en movimiento, de carne y hueso.
El chico de las cigüeñas es un libro intenso y emocionante, un libro muy inteligente, lleno de sabiduría de la buena (es decir, que abre el abanico desde sus dos extremos imprescindibles: el realismo casi cínico y la ética pretendida o de buena voluntad), tan lejos del manual de autoayuda como del sálvese quien pueda. Con sustancia moral. Un libro, ya digo, para leer despacio, demorándose en las palabras, saboreando las ideas. Me lo he leído por segunda vez, ésta con lápiz en mano para marcar algunas cosas, subrayar frases (“El dolor que causamos a un inocente tiene el rostro de la incredulidad”, “En la soledad hay suficiente sitio para todos”, “Como todas las solteronas, es monárquica perdida”, “Todos me miran y yo, en el centro de aquel circo, me pregunto qué estoy haciendo allí”, etc, etc, etc), enmarcar otras entre paréntesis y abrir llavecitas en el margen. Por el placer de garabatear. Sí, hay muchas verdades en este libro, a veces muy contundentes y casi aforísticas, que condensan la sabiduría de la vida vivida, pero nos consuela la sospecha de sus contrarias. Se deja la puerta abierta. La secuencia narrativa, la peripecia de la trama, evita o disuade o difumina la sentencia. Menos una, quizás: todo es vanidad. Y esto sin olvidar algunas reflexiones metaliterarias, sobre la naturaleza de la narración, de las historias que mueven el mundo.
Desde las primeras páginas, uno se percata al menos de dos cosas: 1) El gusto —el cuidado, el respeto supremo— que la autora tiene por las palabras (de ahí la sabia concisión y sencillez de su prosa); y 2) La peculiar estructura que domina el libro, como el constante tira y afloja de un doble punto de vista intermitente. En cuanto al punto 1, algunos ya lo sabíamos, pues Luisa llegó precisamente al Círculo Solana huyendo de la peste del cliché, de esas píldoras de hormigón de sustantivo-adjetivo o verbo-adverbio que todos nos tragamos a diario en toneladas (desde el mismo comienzo del libro, medita sobre las palabras de la dedicatoria, las connotaciones del “maestro”, sobre la expresión materna “ser más”…). En cuanto al punto 2, podría ser un hándicap, pero resulta todo lo contrario. Es una estructura muy peculiar, poco común, muy definida, pero no perturba para nada la lectura; más bien al contrario: la facilita y la llena de matices gracias a ese doble punto de vista intercalado. Debe de ser muy difícil resolver con tan buena mano este reto tan complejo de la estructura. Pero está tan bien hecho que ni se nota. Que hay mucho oficio aquí condensado es algo que se ve a la legua. Los diálogos son constantes, casi teatrales, sin acotaciones; a veces casi como rifirrafes del dúo Pimpinela. Pero, más que como una obra de teatro, yo he leído (o visto) la historia como una película: por escenas. (Quizás quedaría muy bien una versión filmada de esta novela; dirigida, por ejemplo, por Mario Camus, o por Icíar Bollaín, se me ocurre).
La novela consiste básicamente en el reencuentro de dos personajes. Dos personajes que se cruzan, que se aman, que se odian, que recuerdan, que se van (re)descubriendo, que se influyen tanto desde cerca como desde lejos, que se hacen daño (“Nos hacemos daño, chico, nos hacemos un daño feroz los unos a los otros, sin querer y queriendo. Sin poder evitarlo”), que se transforman decisivamente uno al otro y en cierto modo se ayudan a vivir (a emprender la vida o a reemprenderla, respectivamente). Está el viejo cascarrabias, solitario, derrotado y pesimista, antiguo maestro (antítesis de su pasado entusiasta e idealista), que escucha al atardecer las cañerías de su pensión y siente asco, miedo, desconsuelo y vergüenza mezclados (siempre autocompadeciéndose, se cree demasiado listo para ser feliz; considera que la felicidad es sólo una publicidad mentirosa de las películas americanas). Y el escritor de éxito, que nos cae un poco mal, la verdad (quizás por su baboseo mitificador del maestro, no sé), con su mujer maravillosa al principio (hasta nos enamoramos de ella) y después ya no tanto, según parece; en el momento cumbre de la novela, se da cuenta de que estaba equivocado en todo, con todos. Después están los secundarios: el padre del escritor, “hombre bueno” por antonomasia que llena la iglesia el día de su funeral, y la madre, que guarda en su pasado la clave de los secretos (la trama de suspense que empuja la novela hacia delante); el faringítico, santo varón, y su sobrino, el nuevo discípulo; etc. Me gustan mucho algunos detalles o imágenes cargados de significado: el golpe de Susana con el tenedor en la mesa, las farolas que hacen daño en los ojos, los días de Navidad en casa de la madre, cómo el triunfador enseña su cochazo a los chicos de la calle para que su amigo de infancia Fermín sepa que "lo han conseguido"...
Ya sé que lo de buscar comparaciones y poner etiquetas es de mal gusto, pero a mí me gusta, qué le voy a hacer. Para mí Luisa Cuerda es nuestra Natalia Ginzburg (algo parecido, quizás, pudo representar hace unos años Carmen Martín Gaite). Para entendernos, como Delibes pero en mujer, con todo lo que eso conlleva. Y con la atmósfera novelística y la enjundia vital de los personajes de Luis Landero. Yo, al menos, veo ese mismo estilo de literatura reposada, sabia y verdadera. A Luisa la llaman Lucha, quizá por lo guerrera. La cuerda del apellido permanece unida en nuestra memoria al imborrable galgo entre la niebla. Lucha se patea los pueblos de Castilla y observa a sus paisanos, y luego nos lo cuenta. Estamos esperando ilusionados esas nuevas narraciones de Castilla la Vieja, esos cuentos castellanos de los que ya nos ha regalado algunos ejemplos.

Friday, October 16, 2009

Una obra de arte

Durante varias horas las televisiones de Estados Unidos cortaron su programación para retransmitir en directo el vuelo de un globo plateado con un niño de seis años dentro. El globo atravesaba a 40 km por hora las montañas y praderas de Colorado. Las infinitas llanuras del Medio Oeste. La toma de la cámara era preciosa, perfecta. El globo, centelleante por el sol, subía, bajaba, se atravesaba en diagonal, se acunaba en el aire como un bebé dormido. Así durante varias horas. Llegó a ascender a 10.000 pies de altura. Además, tenía aspecto de OVNI, de nave extraterrestre tradicional, de las de toda la vida. Sólo sobraban los periodistas con sus inevitables comentarios de imbéciles. No se daban cuenta de que aquello no era una noticia. Aquello era una obra de arte. Un espectáculo para contemplar en silencio.
(Imagina: millones de personas, sentadas frente al televisor durante horas, contemplando en silencio cómo un globo plateado sobrevuela la infinita llanura de Colorado)
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Tras más de cinco horas de vuelo, el aparato se posó delicadamente a unos 80 km de donde había salido: la casa del inventor Richard Heene (padre de la criatura) en Fort Collins. Mientras se acercaba al suelo, un policía corría desesperado tratando de atrapar el globo. Numerosos miembros de los servicios de emergencia rodearon el aparato con sus coches, camiones y ambulancias (está es la parte ridícula de la historia). Finalmente en el globo no había nadie, pues el niño se había escondido en una caja del garaje temeroso por la reacción de los mayores.
Reconozco que cuando lo pusieron en directo en el telediario de Antena 3 no sentí miedo por el supuesto niño que iba dentro del globo. Más bien pensé: qué envidia, qué gozada ir ahí subido, balanceándose, viendo el paisaje.
Podría ser que el padre del niño o algún directivo de televisión prepararan el espectáculo. Si es así, les salió perfecto.
También podríamos hablar del simbolismo escénico de Pere Gimferrer desmayándose en la entrega del Premio Planeta. Pero ésa es otra historia...

Wednesday, October 14, 2009

Hombres solitarios en mangas de camisa

Shall I say, I have gone at dusk through narrow streets
And watched the smoke that rises from the pipes
Of lonely men in shirt-sleeves, leaning out of windows? [...]
Shall I part my hair behind? Do I dare to eat a peach?
I shall wear white flannel trousers, and walk upon the beach.
I have heard the mermaids singing, each to each.
I do not think that they will sing to me.

¿Diré que he pasado al oscurecer por estrechas calles
observando el humo que se eleva de las pipas
de hombres solitarios en mangas de camisa, asomados a la ventana? [...]
¿Me haré raya en el pelo por detrás? ¿Me atrevo a comer un melocotón?
Me pondré pantalones blancos de franela, y pasearé por la playa.
He oído a las sirenas cantándose unas a otras.
No creo que me canten a mí.

(T. S. Eliot, La canción de amor de J. Alfred Prufock)

Después de varios años sin leer prácticamente poesía, ha llegado este señor repeinadísimo y de enormes orejas de soplillo a salvarme del naufragio. Se me ocurren pocos escritores más ingleses que este americano.

Saturday, October 10, 2009

The Cinematic Orchestra: To build a home

Una auténtica maravilla. Vídeo dirigido por un tal Sam Huntley:

Friday, October 09, 2009

La casilla siete-nueve-tres

Leyendo El proceso de Kafka en la Delegación de Hacienda. Esperando que los números avancen. Poco a poco. Muy lentamente. Mu-y len-ta-men-te. A ritmo de funcionario.
Cuando a uno le llega una carta del fisco, ya se ve prácticamente entre rejas. O hipotecado de por vida en una deuda infinita, por simple ignorancia de alguna norma recóndita. El gran delito no necesita de retórica: “Contenido incorrecto partida 793”. Simplemente. Sin preposiciones ni determinantes. Estilo robot. Con eso basta. Para qué más explicación. Lo importante es que hasta que no se subsane la incidencia no se procederá a la devolución.
Uno busca la maldita casilla, mira y remira, coteja los documentos, y ve que todo está bien. El número es correcto. Todo está bien. ¿Cuál es el “contenido incorrecto”? No importa, los papeles no dan más pistas. Allá que cada cual se las apañe con su delito. No haga más preguntitas, señor Josef K.
Para empeorar las cosas, el epígrafe de la carta dice: “Solicitud de documentos”. Por supuesto, no especifica qué documentos. ¿Qué documentos pueden ser si el dato está bien puesto? Uno se pone a cavilar qué documentos tendrían supuestamente que ver con la casilla en cuestión: ¿qué documentos, según la retorcida imaginación funcionarial, podrían ser necesarios para comprobar la validez de un dato que, a todas luces, es el correcto? Bien, supuestamente adivinados, expansivamente, creativamente deducidos, uno los localiza, los reúne y decide fotocopiarlos. Pero tampoco es plan de mandar cien hojas por fax. Y si llamas por teléfono, unas voces metálicas te derivan a las permutaciones más inverosímiles, pero no te dan la opción de llegar a donde quieres: simple información. No hay remedio: habrá que ir en persona. Hay que asumir la pérdida de una mañana. Lo más odioso. Una mañana en las colas. Colas para entrar, para pedir turno, para que le atiendan. Lo peor. Las colas, las ventanillas, los papeles, los funcionarios, la burocracia que nos ahoga. Lo odio. Me supera. Me llevo de acompañante el libro de Kafka.
Al final, tras una larguísima espera, tras una larga marcha hacia el castillo, le atienden a uno. Expone el caso y enseña la carta. Por si acaso, tiene preparada en la carpeta toda una artillería de documentos. Rápidamente, escucha la solución del proceso en voz del funcionario: “Ah, nada, eso es que se ha debido equivocar la persona que pasa los datos al ordenador. Pasa mucho”.
No me extraña que al principio te hagan pasar por un detector de metales, porque la verdad es que a veces apetece armarse hasta los dientes y hacer un pequeño Columbine. Sólo uno pequeñito.
Finalmente le pregunto al amable funcionario si, ya que todo está correcto, procederán en breve a la devolución. Dice que en un mes o así, pero remarca: "Bueno, eso si no surge ninguna otra incidencia". Mucho me temo que ésta sólo ha sido la primera prueba de un calvario infinito. Si es así, que sepan que me rindo ya: que no me devuelvan nada, ¿cuánto quieren que les pague?

Friday, October 02, 2009

Un grito en la calle

From the playfield the boys raised a shout. A whirring whistle: goal. What if that nightmare gave you a back kick?
—The ways of the Creator are not our ways —Mr Deasy said—. All human history moves towards one great goal, the manifestation of God.
Stephen jerked his thumb towards the window, saying:
—That is God.
Hooray! Ay! Whrrwhee!
—What? —Mr Deasy asked.
—A shout in the street —Stephen answered, shrugging his shoulders.

Desde el campo de juego, los muchachos elevaron un grito. Un silbato vibrante: gol. ¿Y si esa pesadilla te diese una coz?
—Los caminos del Creador no son nuestros caminos —dijo Mr. Deasy—. Toda la historia humana se dirige hacia una gran meta, la manifestación de Dios.
Stephen sacudió el pulgar hacia la ventana, diciendo:
—Eso es Dios.
¡Hurra! ¡Bien! ¡Prrrri!
—¿Qué? —dijo Mr. Deasy.
—Un grito en la calle —contestó Stephen, encogiéndose de hombros.

Wednesday, September 23, 2009

El plano de París

"Ella estaba en Tostes. ¡Él estaba ahora en París, tan lejos! ¿Cómo era París?
De noche, cuando los pescaderos pasaban en sus carretas bajo sus ventanas cantando la Marjolaine, ella se despertaba; y escuchando el ruido de las ruedas herradas que al salir del pue­blo se amortiguaba enseguida al pisar tierra, se decía:
‑«¡Mañana estarán allí!»
Y los seguía en su pensamiento, subiendo y bajando las cuestas, atravesando los pueblos, volando sobre la carretera principal, a la luz de las estrellas. Al cabo de una distancia in­determinada se encontraba siempre un lugar confuso donde expiraba su sueño.
Se compró un plano de París y, con la punta de su dedo sobre el mapa, hacía recorridos por la capital. Subía los buleva­res, deteniéndose en cada esquina, entre las líneas de las calles, ante los cuadrados blancos que figuraban las casas. Por fin, cansados los ojos, cerraba sus párpados, y veía en las tinieblas retorcerse al viento farolas de gas con estribos de calesas, que bajaban con gran estruendo ante el peristilo de los teatros".
(Gustave Flaubert, Madame Bovary)

Tuesday, September 15, 2009

Instantáneas del domingo

El embalse del Lozoya guarda muchas sorpresas:

Huesos de animales prehistóricos


El pescador ausente


Las grietas del desierto

Mojones del infinito

Una presa
Caballos

Vacas

Y hasta simios

Monday, September 14, 2009

El materialista aleatorio

“La edad de este hombre no tiene ninguna importancia. Puede ser muy viejo o muy joven. Lo esencial es que no sepa dónde está y que tenga ganas de ir a cualquier parte.
Por eso, como en los westerns americanos, él siempre toma el tren en marcha. Sin saber de dónde viene (origen) ni a dónde va (fin). Y se baja en marcha, en un pequeño poblacho en torno a una estación ridícula.
Prefiere viajar, bajarse en el camino; es así como se comprende la verdadera filosofía, que es la que la gente tiene en la cabeza y que es siempre conflictiva. Desde luego, puede también solucionar unos problemas, apaciguar unos conflictos, pero a condición absoluta de dominar sus pasiones.
Es entonces cuando lee a los Indios, a los Chinos (el Zen) y a Maquiavelo, Spinoza, Kant, Hegel, Kierkegaard, Cavaillés, Canguilhem, Vuillemin, Heidegger, Derrida, Deleuze, etc. Se convierte así, sin quererlo, en un filósofo materialista casi profesional — no materialista dialéctico, ¡ese horror!, sino materialista aleatorio.
Alcanza entonces la sabiduría clásica, el «conocimiento» del tercer género de Spinoza, el superhombre de Nietzsche y la inteligencia del eterno retorno: saber que todo se repite y que no existe más que la repetición diferencial.
Entonces puede discutir con los grandes idealistas. No solamente los entiende, sino que les explica a ellos mismos las razones de sus tesis. Y los otros se sumen a veces en la amargura, pero ¡y qué! A
micus Plato, magis amica Verita
(Louis Althusser, «Portrait du philosophe matérialiste», 1986)

Friday, September 11, 2009

Tres años

Se me había pasado totalmente el Gran Acontecimiento Universal del Mes. Ayer este blog cumplió tres años. Así, a lo tonto, ya tres años; no está mal ¿no?
Últimamente lo tengo un poco abandonado, pero va por rachas.
Como no tengo nada más que decir, os dejo con este vídeo de imágenes de Buñuel con música mexicana de Beck (que demuestra una gran pronunciación):

Monday, September 07, 2009

Confesiones de un surrealista confeso

El personaje en cuestión se llamaba George Melly (1926-2007), un cantante de jazz y crítico de cine que al final de la II Guerra Mundial se alistó en la Royal Navy porque, según le dijo al de la oficina de reclutamientos, «sus uniformes son mucho más bonitos». Sus libros autobiográficos deben de ser muy buenos.
Un dato curioso es que en el 17 de Beak Street, en el Soho londinense, estaba el restaurante Barcelona, donde se reunían, en curiosa mezcla, los republicanos españoles exiliados y los surrealistas ingleses comandados por Melly: Read, Penrose, Jennings, Brunius, Ithell Colquhoun, Agar, Rimmington, Hayter, Sewter, Pailthorpe, Mednikoff, Banting, Onslow-Ford, Howard... Sus nombres no nos dicen nada.

Wednesday, September 02, 2009

Robert O. Evans, cazador de supernovas

"Cuando el cielo está despejado y no brilla demasiado la Luna, el reverendo Roberts Evans, un individuo tranquilo y animoso, arrastra un voluminoso telescopio hasta la solana de la parte de atrás de su casa de las montañas Azules de Australia, unos ochenta kilómetros al oeste de Sidney, y hace algo extraordinario: atisba las profundidades del pasado buscando estrellas moribundas.
Lo de mirar en el pasado es, claro está, la parte fácil. Mira hacia el cielo nocturno y lo que ve es historia, y mucha historia... No las estrellas como son ahora, sino como eran cuando la luz las dejó. La Estrella Polar, esa fiel acompañante, podría haberse apagado en realidad, por lo que sabemos, tanto en el pasado mes de enero de 1854 como en cualquier momento a partir de principios del siglo XIV. Y la noticia de ese hecho podría simplemente no haber llegado aún hasta nosotros. Lo máximo que podemos decir -que podemos decir siempre- es que todavía estaba ardiendo en esa fecha de hace 680 años. Mueren estrellas constantemente. Lo que Bob Evans hace mejor que nadie que lo haya intentado anteriormente es localizar esos momentos de despedida celeste.
Evans es, durante el día, un ministro bonachón y semijubilado de la Iglesia Unitaria Australiana, que hace algunas tareas como suplente e investiga la historia de los movimientos religiosos del siglo XIX. Pero de noche es, a su manera despreocupada, un titán del firmamento: caza supernovas.
Una supernova se produce cuando una estrella gigante (mucho mayor que nuestro Sol) se colapsa y explota espectacularmente, liberando en un instante la energía de 100.000 millones de soles y ardiendo durante un periodo con mayor luminosidad que todas las estrellas de su galaxia.
-Es como un billón de bombas de hidrógeno que estallasen a la vez -dijo Evans.
Si se produjese la explosión de una supernova a quinientos anos luz de la Tierra, pereceríamos; según Evans:
-Pondría fin al asunto -dijo alegremente."
(Bill Bryson, Una breve historia de casi todo)

Sunday, August 30, 2009

Poesía de Spam

A diario me llegan al email mensajes de Spam anunciando todo tipo de cosas raras (generalmente productos electrónicos y medicinas milagrosas), felicitándome por haber ganado las más extrañas loterías o pidiéndome dinero para obras de caridad en idiomas macarrónicos. Hoy me ha llegado éste, que me ha hecho gracia:

H everywhere meet the eye of the weeping white mother, are unknown to her, for to her tender fancy a little spirit-child fills them. It is not a rare sight to see a pair of elaborate tiny moccasins above a little Indian grave. A mother's fingers have embroidered them, a mother's hand has hung them there, to help the baby's feet over the long rough road that stretches between his father's wigwam and the Great Chief's happy hunting grounds. Indians believe that a baby's spirit cannot reach the spirit-land until the child, if living, would have been old enough and strong enough to walk. Until that time the little spirit hovers about its mother. And often it grows tired --oh so very tired! So

Saturday, August 15, 2009

Vuelta e ida

Se fue a la tierra de sus antepasados como lo que es, una máscara pálida, y regresó hecho -de nuevo- un oso panda al revés.
Ahora se irá a la tierra de sus más ancestros todavía, los vikingos o normandos. Sólo Thor sabe cómo volverá...
Ayer, antes de la vuelta previa a la salida, grabó esta llegada:

Wednesday, August 12, 2009

Ebrios y felices

Amanecer en el puerto. Las siete de la mañana. Las gaviotas se desperezan, los barcos aún duermen, las grúas silenciosas, las manchas de cuadros abstractos en el suelo, cuerdas, redes, anillas, maderas desconchadas. Suena la sirena, se apagan las farolas, viene un barco. Empieza el movimiento: las señoras que se allegan a la lonja con sus bolsas, el tractor que barre la playa, las cajas de plástico que suben y bajan de las furgonetas, los carritos que las arrastran. De repente, las gaviotas enloquecen. Cubren el cielo. Podría ser la estampa del apocalipsis. Las sombras se reflejan como su propio eco. Varias se apostan en fila india en la bocana y picotean en los restos de pescado. Barcos pesqueros que van y vienen. Hombres con gorras y monos de colores llamativos, amarillo, naranja, unos apostados en la cabina, otros en proa, se aproximan, lanzan la cuerda como los cowboys, suben corriendo y la atan. El trasiego de cajas y de hielo picado. Dentro de la lonja, el griterío amplificado. En dolby estéreo. Las botas, las faldas, el suelo mojado, el grupo que observa, calcula y puja. Afuera, las redes y las nasas como ballenas varadas. Manchas de óxido, grietas en la madera, adornos de musgo. La taberna acoge a los últimos borrachos, un hombre barre, un tractor reordena las cajas de madera. Vuelve la calma, empieza el día. Sale el sol, me voy a casa.

****
Pontevedra, domingo 9 de agosto. Es el día de la Peregrina, la patrona de la ciudad, y las calles se llenan de desfiles, misas y charangas. La gente va y viene por las calles principales vestida bien o de otra cosa o disfrazada para la ocasión. A la hora de comer la ciudad se vacía. En una mesa de una calle que va de la Herrería a la Leña, el trío gallego del Círculo Solana da buena cuenta de una botella de Rioja. Navajas, por más señas. Luego serán dos. Se brinda por el santo patrón, Solana, no la Peregrina, y uno piensa en lo raro que es el hecho de ese brindis, por todo, el contexto, el tiempo, el personaje evocado; si Solana, el totalmente olvidado, el casi desconocido, levantara la cabeza de la tumba y viera esas tres copas de vino chocándose en su nombre en una calle del norte no entendería nada, se quedaría flipando, se bebería el vino en bota, dos o tres litros mínimo, y volvería a la tumba con los ojos chinos. El vino se riega con algunas tapas, no al revés. Pimientos de padrón, mejillones al vapor, oreja a la plancha. Sin olvidar una Zenobia Camprubí a la Feira.
Qué bien estamos aquí, se dijo, se oyó, varias veces. Era, digamos, el lema, la sentencia verdadera, la descripción exacta del instante, de la amistad en la tarde. Confiad en mí si os digo, como testigo amnésico, que la conversación estuvo llena de frases memorables, que se fueron al limbo del alcohol y nunca más serán recuperadas. Selaví. Pero supongo que las frases quedarán por ahí, en algún lugar imaginario, en las ondas que recorren el aire y engrosan el mito de la ciudad ravacholiana, toda sombra, arco y piedra; son los instantes, la vida clavada en el momento único, eterno, las sacudidas de la cola del ingenio, sin olvidar los chistes jabosianos y las risas que provocan, no enlatadas.
La única frase memorable no olvidada (absténganse de comentar las feministas):
-Las feas son mala gente.
Está grabada en vídeo.
Y la tarde se va rápida, rapidísima, entre risas y conversaciones y libros y frases memorables y licorcafés y gintonics. Y la noche nos pilla de sorpresa en la plaza de la Leña, sentados junto al cruceiro, ebrios y felices.

Sunday, August 02, 2009

Si todo va bien...

...en unas horas estaré por aquí:


Saturday, August 01, 2009

Las pastillas de Mario Levrero

"Debe de ser por el hábito de pensar en imágenes. Entonces estoy siempre en la duda. Con los medicamentos, por ejemplo. Pienso que voy a tomar una pastilla, y es como si la hubiera tomado. Hice un programa en la computadora que me recuerda, tocando un pitido, cuándo debo tomat cada pastilla, y sigue pitando hasta que me lo tomo y toco un botón que dice "Remedio tomado". Al apretar ese botón,el pitido deja de sonar, la información deja de verse, y queda anotado en un archivo el nombre del medicamento, y el día y la hora de la toma. Aun así... a veces toco ese botón antes de la toma, y después me distraigo `por el camino cuando voy a tomarlo y hago otras cosas. Más tarde me viene la duda, y por eso tuve que acostumbrarme a llevar un control extra, en un papel, del número de pastillas tomadas; así, contando las que me quedan, y sabiendo cuántas tenía al principio en total, puedo saber si la tomé o no".
(Mario Levrero, La novela luminosa)

Thursday, July 30, 2009

Husserl, el aire y la ría

El aire mueve las cortinas, ya lo sabemos, es una imagen tópica, nada de especial, además, porque pasa todos los días, es una imagen tópica verídica, realista, no tópica mentirosa, de literatura mala, literatura cliché, pero lo que importa, lo extraño, lo que quería contar ahora, lo que he venido a decir, si me deja el pensamiento, si me dejan las comas de las frases, que detallan, los parones del discurso, que meditan, las oraciones subordinadas, que matizan, requiebran, concretan, la cabeza que da vueltas, que va y viene, que no centra, porque el mundo está lleno de cosas, de detalles, de elementos que nos llaman la atención y nos distraen, la atención como algo que no está en ningún lado y que está en todos, o que quiere estar en todos pero es imposible, la atención intencional, porque la conciencia no es conciencia a secas, la conciencia es conciencia de algo, como la percepción es percepción de algo y valorar consiste en valorar algo, ya lo decía Husserl, se juzga lo juzgado, se desea lo deseado, se odia lo odiado, etcétera, la vida es tendencia, trayecto, referencia, viaje, ya lo decía Husserl, el obrar se refiere a la obra, el hacer a lo hecho, el amar a lo amado, etcétera, desde la intentio al cogito, la esencia de la conciencia, la actitud fenomenológica, no nos pongamos tan filosóficos, lo dicen los libros y se ve en este cuarto, el acto psicológico se dirige siempre al objeto, es un viaje de la atención hacia las cosas, un viaje del ser, tu ser, hacia las cosas, el contenido de la conciencia es su estar volcada en el exterior, en los hechos, en los objetos, las cosas no están a secas, sino entre otras, y son esa relación, esa situación, la cortina y el aire y el cuarto y yo y mis ojos por los que miro lo recién nombrado, y el exterior y los coches y la gente al otro lado de la ventana y sus ruidos y rumores y el sofá y yo y mis oídos por los que escucho lo recién nombrado, y los árboles y el aire y la cocina y el tubo de escape y la hoja seca y la tortilla francesa y yo y mi nariz por la que huelo lo recién nombrado, pero lo que importa, lo extraño, lo que quería contar ahora, y para eso todo esto, todo este discurso entrecortado, estos requiebros de la mente, las comas que detallan, el hacer lo hecho, la intentio y el señor Husserl, lo que quería decir, repito, lo extraño, lo nada tópico pero sí verídico, es que en este momento, en este aire que me llega a través de las cortinas, aquí sentado en el sofá de casa frente al ordenador, no percibo nada de lo presente, nada de todo lo recién nombrado, sino el olor a salitre y a pescado, el rumor del mar y el azul brillante de la ría.

(Ya queda menos)

Monday, July 27, 2009

Tanta gente sola, de Juan Bonilla

Siempre que empiezo un libro de Juan Bonilla tengo la esperanza de hallarme -"esta vez sí, por fin", pienso- ante una obra maestra, pero nunca se cumplen las expectativas. Sin embargo, esta distancia entre los deseos y los resultados no se traduce en decepción y enfado en el caso de este escritor, como sí me pasa con otros. No sé por qué. Supongo que simplemente porque me gusta cómo escribe y disfruto leyéndolo; o sea, que su lectura me renta lo suficiente, y tampoco es justo exigir mucho más. Quizás también puede influir que me caiga bien. Es uno de los escritores que mejor me caen, me parece un tío sincero y cabal, inteligente, honesto, normal. Entre tanto imbécil y ególatra, casi se presenta como un caso único. Además, es el mejor recomendador de lecturas que conozco (Rodrigo Fresán y Vila-Matas ya me han fallado varias veces, quizás porque recomiendan demasiadas cosas). En este país pocos saben más de literatura que él. Hace poco decía en un artículo algo así como que las opiniones y gustos literarios eran simplemente como los culos, te gustan o no te gustan, y no tienen mayor importancia. Yo no estoy de acuerdo. Creo que los gustos y opiniones se emiten desde un criterio, y hay criterios que nos gustan más y otros que nos gustan menos (otra cuestión de gustos, como veis). De unos gustos o criterios nos fiamos y de otros no. Pues bien: el gusto o criterio literario de Bonilla me suele parecer acertado. Le debo bastantes descubrimientos y muchas horas de gozosa lectura. Ya sólo por eso le estaré siempre agradecido.
Voy por la mitad de este libro y cada vez que empiezo uno de sus relatos no me puedo levantar de la silla hasta que lo termino de leer; eso en mi caso tiene bastante mérito porque no soy fácil de enganchar (lo más habitual es que empiece las cosas y las deje a medias), y más teniendo en cuenta que los relatos de este libro son bastante largos (entre 20 y 30 páginas). Hasta ahora en Tanta gente sola me he encontrado con mucho sentimiento de vergüenza, de fracaso, de derrota, de envidia, de soledad, algún escritor patético, bastantes porros de marihuana y muchas, muchas pajas. Como la vida misma.
Hablábamos el otro día del exceso de ingenio en los libros de relatos y nos preguntábamos si era un defecto congénito del género. Pues yo creo que aquí tenemos un ejemplo de que no. Lo que Juan Bonilla hace, básicamente, es contar historias, y no tanto producir artificios ingeniosos para guiñarle el ojo al lector. Otra cosa es que precisamente a Bonilla le guste llenar los relatos de elementos ingeniosos (chistes, aforismos, juegos de palabras, cadenas de metáforas nabokovianas, etc), pero no es el ingenio como planteamiento, como estructura, que es lo que a mí me suele cansar. Bonilla trata de contarnos una historia, acercarnos a un personaje, y el desarrollo del cuento suele consistir en la narración de las acciones y reacciones de ese personaje y la explicación de sus comportamientos, sentimientos, pensamientos, etc. Quizás a veces se excede en su afán explicativo, creo yo, pero el dominio con el que lleva su relato, el estilo potente con el que maneja la historia, es tan fuerte que lo puede todo y nos lleva adelante del tirón. Hasta le perdonamos los fraseos cortazarianos.
Me lo estoy pasando bien leyendo Tanta gente sola. Os lo recomiendo. Estoy seguro de que, antes o después, llegará la obra maestra (eso nos pasa por exigentes e impacientes).

Tuesday, July 21, 2009

Primeras impresiones de la luna

Hace 40 años el hombre llegó a la luna. Hace 108 años H. G. Wells lo escribió:
"Lo primero que percibieron nuestros ojos era la más desierta y desolada de las comarcas. Estabamos en un enorme anfiteatro, una vasta planicie circular, el fondo de un gigantesco cráter. Sus paredes rocosas nos encerraban por todos lados. Del Oeste, la luz del sol, invisible para nosotros, caía sobre ellos, llegaba hasta el mismo fin de los abruptos montes, y mostraba un desordenado escarpamiento de rocas ásperas y grises, aquí y allá interrumpidas por abismos y por bancos de nieve. Aquello se hallaba quizás, a unas doce millas de distancia, pero al principio ninguna atmósfera intermediaria disminuyó en lo mínimo la brillantez detallada con que todo aquello relumbraba ante nuestra vista. Las nevadas rocas se alzaban claras y radiantes sobre un fondo de estrellada negrura que a nuestros ojos terrestres parecía más bien una inmensa cortina de terciopelo negro que la inmensidad del firmamento.
El monte del Este apareció al principio como un simple borde sin estrellas de la estrellada cúpula. Ningún albor rosado, ninguna palidez indecisa anunció el nacimiento del día. Sólo la corona, la luz zodiacal, una enorme aureola en forma de cono, luminosa, que se extendía hacia la rutilante estrella de la mañana, nos advirtió la inminente cercanía del sol. Toda la luz que nos rodeaba nos venía por reflejo, de los montes del Oeste, y nos hacía ver una extensa, ondulada llanura, fría y gris -un gris que se obscurecía hacia el oriente hasta convertirse en la absoluta lobreguez de la sombra de los montes. Innumerables cumbres grises y redondas fantásticas colinas, blancas oleadas de una substancia nevosa, crestas que se sucedían unas a otras hasta la remota obscuridad, nos dieron la primera noción de la distancia a que se encontraba la pared del cráter. Aquellas colinas tenían el aspecto de la nieve, y al principio creí que fueran de nieve; pero no lo eran... ¡eran montes y más montes de aire, helado!".
(H. G. Wells, Los primeros hombres en la luna)

Friday, July 17, 2009

El ingeniosismo sociológico de Sergi Pàmies (y otras cosas)

En la piscina, leyendo Si te comes un limón sin hacer muecas de Sergi Pàmies. Es una lectura muy de piscina, de clase media bañándose en el recinto cerrado de su urbanización. Los niños gritando y chapoteando, las mujeres compartiendo cotilleos y presumiendo unas delante de las otras por cualquier cosa, los señores tumbados a la sombra leyendo el periódico, etc. Un palo naranja de gomaespuma flota en el azul del cloro. La ducha goteando, una toalla colgada de una silla, las gafas de natación arrugadas en una esquina.
Los de Pàmies son relatos muy cortos, entretenidos, que se leen con gusto. He leído otros libros suyos y siempre es una lectura agradable. Sabe escribir, tiene un estilo contenido y una mirada inteligente. Pero, la verdad, no me parece que sea tan genial y maravilloso como dan a entender las frases de los escritores y críticos de la contracubierta (vale, ya sé que en ningún libro esas frases coinciden con la realidad; en eso consisten, en el elogio desbordado). Y tampoco veo por ningún lado esa posible relectura infinita a la que alude Vila-Matas en el prólogo.
Yo creo que Pàmies representa a la perfección las virtudes de este género que es el relato corto (intensidad, versalitidad, concisión, capacidad de sugerencia, etc), pero también algunos de sus defectos más habituales. Quizás lo que más me cansa de Pàmies es ese ingeniosismo constante, ese ingeniosidad obligatoria, que parece ser una característica inherente al género. Lo que más me molesta, de todo esto, es el guiñito al lector, con un ojo. Me imagino al autor guiñándome el ojo y me dan ganas de negarle la complicidad.
No sé, a lo mejor es que el relato breve es un género de ingeniosos y para ingeniosos. Eso parece. El campeón (ya excesivo) de este ingeniosismo machacante es Hipólito G. Navarro (gran persona, sin duda). A mí un relato ingenioso (que juega con la idea, con los personajes, con la estructura, con el tiempo, con las palabras, con el final sorprendente, etc) me parece bien; incluso dos o tres o cuatro o cinco; pero todo un libro de ingeniosidades así me cansa. Es como inflarse a dulces empalagosos. En este caso del Limón, además, casi todos los temas de los relatos son trasuntos sociológicos, casi estadísticos.
Resumiendo: Pàmies es el constante ingenioso con tendencias sociológicas.
*****
En el banco. Acabo gritándole a la señora que me atiende (es decir, la que me agrede con su incompetencia o con su cerrazón burocrática). Es algo que no puedo evitar, me supera. Esa imposibilidad de razonar del burócrata es algo que me saca de quicio. Dicen "no", "eso es imposible", "falta la etiqueta identificativa" y no hay más que hablar. Plantan su NO por una minucia (cuando no una excusa absurda; además, en este caso, inventada), como un muro infranqueable. Por aquí no se puede pasar, no hay nada que hablar, me amparo en la normativa de los papeles para hacer oídos sordos. Inevitablemente, dan ganas de partirle la cara o de poner una bomba en el local, única forma de derribar el muro.
Conclusiones filosóficas: La burocracia es un paréntesis institucional en la racionalidad humana. Es un lugar en el que el hombre deja ser hombre. No hay personas, sólo datos, números o papeles. Es una negación absoluta del lenguaje, de la capacidad de dialogar. La burocracia es la negación total del respeto, de esa dignidad o "valor en sí mismo" que, según Kant, es lo que hace que las personas seamos personas. Al salir del banco me arrepiento de haber perdido los nervios. Pero el cabreo dura un buen rato, como una herida sangrante de la burocracia.

Thursday, July 16, 2009

La cocina creativa

Ferrán Adrià es el rey de la deconstrucción, la esferificación, las espumas y el nitrógeno líquido. Por su forma de hablar (entre la aceleración resbalosa y el tartamudeo), por los gestos de su cara y el pestañeo enloquecido de sus ojos, tiene toda la pinta de que se mete por la nariz más que el aire que respira. Dicen que es un artista. La cocina creativa. La cocina cocainómana.
Aquí tenéis algunas de sus obras: nube tibia esférica de dashi con senderuelas al shiso morado, sésamo y yuzu, aire helado de parmesano con muesli, nueces guisadas con capullos de margarita y espuma-aire de mantequilla avellana al perfume de menta, ostras con crema sin crema de ostras y trufas aéreas de yogur y flor de saúco, cigala unilateral con aire de té matcha, desierto de zanahoria-LYO, mollejas de conejo con alquequenjes eléctricos y aire de regaliz, gelatina de agua de anchoa con pepino en flor, alcaparras y telaraña de azúcar, falsa mozzarella con gelatina de agua de anchoa y trufa negra, espuma-nitro de maíz con gelatina de jugo de trufa negra y aire de foie-gras de pato, macarrones 'al hierro' con flor de saúco, morillas en rostit y mangostán, piruleta efervescente, ñoquis esféricos de patata con consomé de piel de patata asada, espárragos verdes silvestres con yogur, trufa negra y puré de piel de mandarina, almendras en abril con melón a la haba tonka, canelón de piel de leche con gelatina de agua de maíz, toffee y mantequilla, falso arroz al curry con pepinos en flor y kumquats, con cuchara aromatizada a la albahaca, risotto al aceite de pipas de calabaza, con mandarina y gelatina caliente de suero de yogur, curry de tripas de bacalao con macarrones de harina de arroz al coco, cigalas en sashimi tibio con aire de lima y cucharas con su esencia, rocas efervescentes de lima, nieve de pepino, etc, etc, etc.

Wednesday, July 15, 2009

La Gran Vía

Hace mucho tiempo que no pongo una entrada del Madrid literario. Aquí va un texto de Cansinos Assens, de cuando se estaba construyendo la Gran Vía:
"La Gran Vía, el sueño dorado de los madrileños, va a ser al fin una realidad. Ya la piqueta ha empezado su labor demoledora y esas viejas y tortuosas calles de Jacometrezo, Horno de la Mata, Carbón, etc., son ya totalmente o en parte montones de escombros, por los que en la noche merodean perros vagabundos. Todo ese antiguo barrio de casas de huéspedes, para estudiantes, de prostíbulos y chirlatas, refugio de vidas miserables y truncadas, de viejas viviendas llenas de chinches y cucarachas, sin luz y sin aire, con toda la suciedad y la falta de higiene del Madrid de fin de siglo, es ya una ruina lamentable como los seres que albergaba. En su solar, los arquitectos han trazado los contornos de la proyectada Gran Vía, ancha y espaciosa, que por el momento no es sino una larga fila de zanjas profundas y siniestras como osarios...
El paisaje recuerda esas estampas de la guerra, que publican los periódicos gráficos, obtenidas despuñes de un bombardeo. Interiores de casas a medio demoler, trozos de alcoba, en las que miles de seres ignorados habrán amado y muerto oscuramente, y que dejan ver su empapelado de un rosa tierno como una desnudez. [...] ¿Qué habrá sido de aquella muchacha que como una cariátide en la puerta de aquella casa de la travesía del Carbón nos llamaba al pasar, sonriéndonos como una novia?"
(Rafael Cansinos Assens, La novela de un literato)