La vida de David Hume es muy breve. Dura apenas diez páginas de una edición de bolsillo.
Me refiero a su autobiografía, titulada Mi vida. La escribió poco antes de morir y es un ejemplo de sobriedad. En realidad sólo habla de los libros que escribió (y del nulo éxito que cosecharon), pues considera que toda su vida se ha consumido en proyectos literarios, su gran pasión. También menciona los lugares en que vivió, algunos puestos que ocupó, el dinero (generalmente escaso) del que disponía y las enfermedades que le atacaron al final de sus días.
Como sólo le interesaba la filosofía y no tenía dinero suficiente para dedicarse felizmente al estudio, resolvió adoptar un plan de vida que mantendría invariable a lo largo de su vida: "una rígida frugalidad para compensar mis pobres recursos económicos, mantener incólume mi independencia y despreciar todo, a excepción del desarrollo de mis talentos en el campo de las letras".
Como sólo le interesaba la filosofía y no tenía dinero suficiente para dedicarse felizmente al estudio, resolvió adoptar un plan de vida que mantendría invariable a lo largo de su vida: "una rígida frugalidad para compensar mis pobres recursos económicos, mantener incólume mi independencia y despreciar todo, a excepción del desarrollo de mis talentos en el campo de las letras".
La mayoría de sus escritos fueron un auténtico fracaso: o nacieron muertos de la imprenta (Tratado de la naturaleza humana), o pasaron desapercibidos (Investigación sobre los principios de la moral), o fueron vapuleados sin misericordia por tirios y troyanos (Historia de la Casa Estuardo). Tiene gracia, por ejemplo, cómo cuenta lo que ocurrió con su Historia natural de la religión: "Su recepción por el público fue bastante oscura, si se exceptúa que el Dr. Hurd escribió contra el libro un panfleto, ejemplo de toda esa mezquina petulancia, arrogancia y chabacanería que caracterizan a la escuela Warburtoniana. Este panfleto me dio algún consuelo frente a la indiferencia general con que la obra había sido recibida".
En la primavera de 1775 empezó a tener una dolencia en los intestinos que acabaría finalmente con su vida. Sin embargo, nunca se encontró tan bien en su estado de ánimo como durante esta época de enfermedad: "Es difícil estar más desprendido de la vida de lo que yo lo estoy al presente". El epitafio que el propio David Hume escribió para su tumba decía escuetamente: "Nació en 1711. Murió en 1776. Deja a la humanidad que añada el resto”.
El último párrafo de Mi vida no tiene desperdicio:
"Concluyo, pongamos que históricamente, con mi forma de ser: soy, o fui (porque así, en tiempo pasado, debo hablar de mí mismo: expresa con exactitud lo que siento en estos momentos), un hombre de carácter dócil, con fuerza de mando, de humor abierto y risueño, con capacidad para los afectos y de pasiones muy moderadas. Ni siquiera la inquietud por mi fama literaria, sin lugar a dudas mi deseo dominante, fue capaz de amargar mi carácter, y eso a pesar de las reiteradas desilusiones. Mi amistad no fue rechazada ni por los jóvenes y los rebeldes ni por los estudiosos y los conservadores. Si experimenté una curiosa atracción por las mujeres humildes, no tengo razones para sentirme decepcionado con el recibimiento que ellas me proporcionaron. En suma, que nunca la calumnia me tocó, con su maligna voz, como lo hizo infortunadamente con otros hombres (por cierto, algunos de ellos notables). Y a pesar de que con deliberación me opuse a la animadversión militante de las distintas facciones civiles y religiosas, unas y otras parecieron desmoronarse por mi indiferencia hacia sus furias. Mis amigos jamás me reprocharon rasgo alguno de mi carácter o de mi conducta. Los propios difamadores no encontraron oportunidad de inventar o difundir, con posibilidad de confirmase en los hechos, ninguna historia capaz de desprestigiarme. No puedo negar que sobrevuela alguna vanidad en esta oración fúnebre que de mí mismo escribo. Confío en que ella no sea tenida por extemporánea y se la sepa situar en su lugar exacto, como una licencia personal que adopto, acepto y firmo.
18 de abril de 1776."
18 de abril de 1776."
Su estatua en la Royal Mile de Edimburgo lo representa como a un clásico griego. (Verano de 2010)