Docetismo. Declara
que Cristo no había sufrido la
crucifixión, ya que su cuerpo sólo era aparente y no real.
Adamismo. Para retornar
a la inocencia originaria del
Edén descrita en el Génesis,
defendía la absoluta desnudez y una
estricta abstinencia sexual
Maniqueísmo,
fundada por el sabio persa Mani (o
Manes), quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la
humanidad. Se presenta como la legítima superación del zoroastrismo, del
budismo y del cristianismo. Supone una concepción básicamente gnóstica y
fuertemente dualista entre Dios y cosmos, Bien y Mal.
Simonianismo. Defiende
la divinidad de Simón el Mago, al poseer poderes mágicos tales como volar, y la
posibilidad de obtener poderes y favores del Espíritu Santo a cambio de dinero.
Gnosticismo. Defiende
que ni por la sola fe ni por el perdón gracias a la muerte de Cristo bastan
para salvarse; sino que el ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo
gracias a la gnosis o conocimiento introspectivo de lo divino.
Ofismo (rama gnóstica). Considera a la serpiente del
Génesis como una bendición (al ofrecer a los seres humanos la posibilidad del
conocimiento verdadero y absoluto, representado en la manzana) y a Dios con la
maldad del Demiurgo.
Monofisismo. Declara
que en Cristo existen las dos naturalezas pero “confundidas”, de forma que la
naturaleza humana se pierde, absorbida, en la divina.
Pelagianismo. Afirma
que el pecado de Adán no debilitó la capacidad humana de hacer el bien y puede
salvarse sin la ayuda de la gracia divina.