Wednesday, November 18, 2009

De Sica/Zavattini Vs pornografía sentimental

Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Umberto D, El limpiabotas… Este Vittorio de Sica nunca me falla. Como director, sólo por esa nómina tendría que figurar entre los mejores de cualquier lista. La duda es hasta qué punto lo que nos gusta de lo que estamos viendo le “pertenece” a él o a Cesare Zavattini, su guionista. Bueno, quizás no tenga sentido hacerse esa pregunta. Todo es de los dos. De Sica y Zavattini formaron un tándem perfecto, como en España Berlanga y Azcona. Me da envidia de esa capacidad de trabajo en grupo (de dos, no más) y me gustaría poder hacer las cosas de esa manera, porque creo que así pueden salir cosas más interesantes, el equilibrio perfecto; lo difícil es encontrar con quién; no es nada sencillo congeniar creativamente de esa manera. Donde uno no llega lo hace el otro; de lo que éste carece lo cubre el primero; etc.
Las dos últimas películas que he visto del tandem De Sica-Zavattini son Dos mujeres y El jardín de los Finzi-Contini, que también me han gustado. Hasta cuando por momentos se nos ponen más melodramáticos, De Sica y Zavattini saben mantener la compostura de lo real, de lo natural, lo no fingido, lo que consigue parecer verdadero. No sé, hay siempre como una dignidad de lo humano, de las personas. Nada que ver con la pornografía sentimental.

Llamo pornografía sentimental a lo que hicieron, por ejemplo, en teatro los sureños norteamericanos (O’Neill, Tenesse Williams, etc) y que en el ámbito del cine representan -para mi gusto- mucho de lo que hizo Elia Kazan, bastante de lo de Ingmar Bergman y algo de lo de Antonioni (grandes directores los tres, curiosamente). Toda esa casquería espiritual me molesta muchísimo. Se creen que para “expresar sentimientos” tienen que presentar a sus personajes gimiendo, gritando, teatralizando exageradamente sus emociones, diciendo una y otra lo mucho que sufren y sienten (a veces, más exageradamente aún, con gestos mudos), psiconanalizándose hasta el ridículo. Nada menos natural que esos sentimientos verbalizados y exagerados; nada menos sensible que esa hiperestesia patética. Además, las mujeres que nos muestran los pornógrafos sentimentales son siempre unas histéricas o unas pedantes, o sea, pesadísimas. Básicamente son seres coñazo. Y ellos suelen ser unos pedorros, de camisetas ajustadas en el drama sureño, quizás por el predominio de la mirada gay; o penosos intelectualillos en el drama existencialista sueco.
Conclusión: es mucho más sentida y verdadera esa lágrima traicionera que se nos escapa pese a que uno intenta a toda costa aguantarla, que ese grito desesperado que trata de expresar pomposamente el Gran Sufrimiento del Alma Humana.
Las mujeres de De Sica/Zavattini (como las ingridbergmans de Rossellini) también sienten y padecen, pero de forma real. Ésa es la gran diferencia.

3 comments:

Mabalot said...

Sí, excelente reflexión. Supongo que todo es cosa de "paisaje". Siempre tuve la impresión de que no acababa de entender ese cine, el sueco. Incluyo a Dreyer, no sólo a Bergman. Es decir; entiendo lo que me quiere contar, lo entiendo con la razón, y puedo sentirme más o menos identificado con los temores y angustias que cuenta, pero siempre me queda la sensación de que he visto algo que sucede a seres de otra especie. De alguna forma todo ese drama me resulta ajeno; o la forma de contarlo. Bergman y Dreyer parece que nos hablan desde arriba, desde un altar.

Puede ser problema de "paisaje", o "paisanaje". Suecia me queda muy lejos. Puede que sea un país demasiado civilizado para lo que estoy acostumbrado. Los sentimientos a mi alrededor eran otra cosa, sí, mucho más contenida. Por eso también veo más cercano a De Sica y Zavattini, y por supuesto a Azcona y Berlanga.

alicia said...

Sí, debe ser genial encontrar una pareja creativa con la que tejer un mundo... La verdad es que no me puedo ni imaginar cómo será esa conexión, esa mirada común y complementaria. Algo cósmico, sin duda.

conde-duque said...

Maba, Alicia, os saludo ahora, que me olvidé... (aunque ya se da por hecho).