Así se cuenta una historia, pensaba esta tarde mientras veía The Ghost Writer, la última película de Roman Polanski. Me ha parecido un ejemplo notable de cine entretenido y bien hecho. El estilo, el ritmo, la caracterización de los personajes, la ambientación de los escenarios... todo está perfectamente orientado a un mismo fin: la narración de una historia. La ves tan a gusto, tan atento, que al final de las dos horas te da igual si algún hilo argumental se queda suelto o si alguna duda flota en el aire.
No digo que sea una obra maestra como Chinatown, pero está bastante bien. El mejor elogio que puedo hacer es que por momentos me ha recordado a Hitchcock. Los momentos de angustia y de suspense tienen relieve, fuerza, no como los refritos endebles a los que nos tienen acostumbrados tantas películas del género thriller o suspense. La banda sonora, al igual que la casa de la playa y algún otro detalle, me han hecho pensar inevitablemente en Con la muerte en los talones. No sé si son homenajes conscientes, pero desde luego lo parecen.
Hace poco vimos Shutter Island, de otro de los grandes, Martin Scorsese, que también transcurría en una isla de ambiente opresivo. Era otra película claramente "de género" (tirando más hacia el terror), aunque en este caso la historia se iba bastante de la olla. El estilo me gustó, sobre todo al principio de la película. Quien tuvo retuvo, eso está claro. Pero se me hizo un poco larga, tenía algunos detalles innecesarios y en conjunto no es tan redonda como The Ghost writer. Por cierto, supongo que han traducido el título como El escritor porque lo de El negro sonaría muy mal, además de equívoco.
Inolvidable la imagen final, cuya belleza te hace olvidar el absurdo comportamiento que acaba de mostrar el protagonista. Es lo que tienen los macguffins de Hitchcock, que están tan maravillosamente envueltos que no te importa nada el contenido.
Polanski (76 años) y Martin Scorsese (67 años) han demostrado que los viejos son capaces de hacer buen cine. Otro caso sería el del aclamadísimo Clint Eastwood (79 años), aunque éste me suele parecer -no lo puedo evitar, lo siento- demasiado melodramático, tramposo y sentimentaloide (menos en Sin perdón).