Friday, March 30, 2012
Sunday, March 18, 2012
Los Panero, un fin de raza literario (I)
Variante letraherida y astorgana de Los Monster, los Panero sirvieron de emblema propicio de la Transición española. Aquellos niños bien que aireaban los trapos sucios de la familia y se burlaban de su padre muerto simbolizaban a la perfección el asesinato freudiano de la dictadura, la caída estrepitosa de una época, el ajuste de cuentas con el pasado reciente de cuarenta largos y oscuros años de franquismo. Una nueva generación, algo pasada de drogas y literatura, escupía a la cara de sus padres sin el menor recato. La alegoría era demasiado fácil para ser puesta en cuestión, aunque, como todo simbolismo, se amparase en la mitología.
Los Panero, un fin de raza literario (I), en Jot Down
Los Panero, un fin de raza literario (I), en Jot Down
Saturday, March 03, 2012
El 22-23 de Leinster Gardens
En el barrio de Bayswater, en Londres, hay dos casas falsas que es imposible detectar desde la calle. Son falsas porque son sólo fachada, están huecas, no tienen interior. Las fachadas son de metro y medio de ancho y están adornadas con dieciocho ventanas ciegas. Lo único que haría sospechar al Sherlock Holmes de turno sería la inexistencia del característico buzón en las puertas. Por lo demás dan el pego perfectamente.
Cuando en 1868 se contruyó la línea de metro entre Paddington y Bayswater, ésta pasaba justo por debajo de los números 22 y 23 de Leinster Gardens y se necesitaba un espacio libre para desahogar de humo los túneles, pues las locomotoras todavía eran a vapor. Hubo que derruir dos casas y en el hueco decidieron levantar las fachadas.
En los años treinta un timador ganó bastante dinero vendiendo entradas a precio de diez guineas para un baile benéfico que tendría lugar en Leinster Gardens. Por mucho que aquella noche llamasen a la puerta elegantes señores y señoras vestidos de fiesta, nadie salió a abrirles.
La fachada por delante y por detrás. Ya se sabe que en la época victoriana todo eran apariencias.
La fachada por delante y por detrás. Ya se sabe que en la época victoriana todo eran apariencias.
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