En el barrio de Bayswater, en Londres, hay dos casas falsas que es imposible detectar desde la calle. Son falsas porque son sólo fachada, están huecas, no tienen interior. Las fachadas son de metro y medio de ancho y están adornadas con dieciocho ventanas ciegas. Lo único que haría sospechar al Sherlock Holmes de turno sería la inexistencia del característico buzón en las puertas. Por lo demás dan el pego perfectamente.
Cuando en 1868 se contruyó la línea de metro entre Paddington y Bayswater, ésta pasaba justo por debajo de los números 22 y 23 de Leinster Gardens y se necesitaba un espacio libre para desahogar de humo los túneles, pues las locomotoras todavía eran a vapor. Hubo que derruir dos casas y en el hueco decidieron levantar las fachadas.
En los años treinta un timador ganó bastante dinero vendiendo entradas a precio de diez guineas para un baile benéfico que tendría lugar en Leinster Gardens. Por mucho que aquella noche llamasen a la puerta elegantes señores y señoras vestidos de fiesta, nadie salió a abrirles.
La fachada por delante y por detrás. Ya se sabe que en la época victoriana todo eran apariencias.
La fachada por delante y por detrás. Ya se sabe que en la época victoriana todo eran apariencias.
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