Tiene uno el blog totalmente olvidado, hasta el punto de que ni siquiera se acuerda de que tenía uno, y de repente le escribe una amiga romana a la que conoció precisamente a través de Internet. Fueron años bonitos. Tantas lecturas, tantos descubrimientos. Hasta hubo un Círculo Solana.
Entonces entra uno en el blog, después de casi un año, y sube el vídeo recibido, tan suyo. Y entonces pincha en los enlaces de la derecha, a ver qué ha sido de los amigos, y entra en el blog de Antonio Castellote, y se encuentra enseguida con su "Cuaderno de otoño" (aquí se puede descargar completo). Del 19 de septiembre al 21 de diciembre estuvo llevando Castellote un diario de sus paseos otoñales por el jardín: "El propósito era describir el paso del otoño por nuestro jardín. Sólo eso". Un proyecto que, en su absoluta pequeñez y modestia, contiene la mayor de las grandezas literarias: esa "colección de acuarelas realistas", "un calendario de pared con letras en vez de números", es seguramente lo mejor que se ha escrito en España en esos meses. Como las cosas del campo de Muñoz Rojas en versión horas solitarias de Baroja, con la impronta virgiliana en el trasfondo.
Lo de este hombre no tiene nombre. Quiero decir: que sigan los editores de este país, en el que cada año se publican cien mil basuras, sin haber reparado en este pedazo de escritor, es uno de esos misterios insolubles que nadie entenderá cuando, dentro de muchos años (quiera Dios que sean muchos), se maten unos a otros por publicar su obra póstuma. Yo, que nunca lo conseguí (publicar a los buenos, porque no me dejaron), ya no me dedico a esos menesteres.
Lo de este hombre no tiene nombre. Quiero decir: que sigan los editores de este país, en el que cada año se publican cien mil basuras, sin haber reparado en este pedazo de escritor, es uno de esos misterios insolubles que nadie entenderá cuando, dentro de muchos años (quiera Dios que sean muchos), se maten unos a otros por publicar su obra póstuma. Yo, que nunca lo conseguí (publicar a los buenos, porque no me dejaron), ya no me dedico a esos menesteres.
No me canso de decir estas cosas, aunque sé que en el fondo da igual. Quizá debería escribir uno de esos artículos contundentes que hacen época, que señalan con el dedo y ponen a la figura en la historia, un j'accuse -digamos- del mundo editorial, pero de qué serviría. Intuyo que nadie -de los que cuentan, de los que manejan los hilos de la imprenta- me haría caso. Están demasiado ciegos.
Como dice un amigo, ojalá fuéramos ricos para hacer de mecenas o al menos editar a aquellos que nos gustan, a aquellos que se lo merecen más que nadie.
Como dice un amigo, ojalá fuéramos ricos para hacer de mecenas o al menos editar a aquellos que nos gustan, a aquellos que se lo merecen más que nadie.
2 comments:
Gracias, Ernesto. Con lectores como tú ya me doy por satisfecho. Escribir el cuaderno tuvo su lado gimnástico y su lado terapéutico. Y encima llega al tipo de ojo para el que fue escrito. Un abrazo.
Thank you for the weariness Your information can help me a lot GOOGLE ยกเลิก I/O
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