Sunday, September 28, 2008

¡Mala suerte, Lonigen! Eso le pasa por querer farolear...

Inefable cara de pillo, una sonrisa apenas disimulada que puja por desbordar la comisura de los labios y que se escurre por las patas de gallo de los ojos. Al lado de las cartas, sobre el tapete, la botella de ginebra aguada. La corbata desanudada. Tiemblan las mejillas de puro placer, de felicísima chulería. Un purito en la boca, subrayado encima por el bigotillo. Henry Gondorff saca el trío de dieces, se ríe mirando hacia los lados, hace chocar las palmas de las manos y se las frota: "Jajajajaja... ¡Mala suerte, Lonigen! Eso le pasa por querer farolear". Apoya las palmas de la mano en el chaleco y se frota el pecho con satisfacción: "Con un par de manos como ésta podremos irnos a dormir temprano".
Siempre me parecieron los diez segundos más reales de la historia del cine. Lo que allí está no es un actor interpretando, sino el mismo Henry Gondorff jugándosela al mafioso Doyle Lonnegan (ese Lorenzo Sanz del Chicago de los años 30). ¡Cuántas veces habré visto la partida de póker de El golpe! Teníamos la película grabada y la vimos miles de veces. Recuerdo que alguna vez de pequeño tuve un extraño (léase absurdo) pensamiento ante esa escena: era tan real que Paul Newman parecía español. Un extranjero no podía reírse así, tan de verdad.
Gracias, mister Newman, por tantos momentos de felicidad. Pero sobre todo por esos diez segundos de arte verdadero.

Friday, September 26, 2008

A day in the life

La secta del Bremen no necesita banda sonora, que ya se bastan las voces por sí solas para crear ambiente, pero la otra noche la gente del bar nos deleitó con las obras completas de los Beatles. Entré por la puerta y, mientras pedía mi primera cerveza, Lennon empezó a desgarrarse la garganta. Es inevitable llevar el ritmo con los pies. Entre relato y relato, más dosis de magia para el cuerpo.
La Cueva fue más Cueva que nunca. A mí me gustó.


I read the news today oh, boy / About a lucky man who made the grade / And though the news was rather sad / Well, i just had to laugh / I saw the photograph / He blew his mind out in a car / He didn't notice that the lights had changed / A crowd of people stood and stared / They'd seen his face before / Nobody was really sure if he was from the house of lords / I saw a film today oh, boy / The english army had just won the war / A crowd of people turned away / But i just had to look / Having read the book / I love to turn you on. / Woke up, got out of bed / Dragged a comb across my head / Found my way downstairs and drank a cup / And looking up, i noticed i was late / Found my coat and grabbed my hat / Made the bus in seconds flat / Found my way upstairs and had a smoke / Somebody spoke and i went into a dream / Ah / I read the news today oh, boy / Four thousand holes in blackburn, lancashire / And though the holes were rather small / They had to count them all / Now they know how many holes it takes to fill the albert hall / I'd love to turn you on.

Tuesday, September 23, 2008

Notas de viaje

Estación de Atocha. Un chico de gorra roja y pantalones cortos negros duerme abrazado a su maleta. Un operario arregla la máquina de zumos de naranja. Los pasajeros del tren a Barcelona se apelotonan en la puerta de la vía 3. Una pelirroja que parece extranjera bebe a sorbos su coca-cola de medio litro (se seca una gota del labio con el dorso de la mano). Una niña que hace diez segundos jugaba y correteaba la mar de contenta se pone a llorar como una histérica: su padre la coge en brazos. Una japonesa espigada, joven, anda desorientada y no sabe adónde ir. Una señora mayor con pelo corto canoso y aspecto varonil le da la razón a otra con el gesto: "claro, claro", cabecea. [...] Están los ejecutivos de cartera de piel, las familias de enormes maletas y niños inquietos, los mochileros cansados, los que corren porque llegan tarde, los que vienen de hacer escala en el aeropuerto, los que llevan sus trajes colgados en perchas y cubiertos de plástico, como si fuesen ventrílocuos. Café y paninis en Ciao, vinos en Barrila.




Málaga me ha recordado a La Coruña en las galerías de las casas y en algunas partes del paseo marítimo.
He disfrutado mucho, entre otras cosas: el amanecer en la playa de la Malagueta (en compañía de algunos trasnochadores, los empleados de la limpieza, corredores de footing, gaviotas silenciosas, jubilados paseantes y algún pescador de playa), las vistas desde el castillo de Gibralfaro, los paseos junto al mar y por los jardines, las palmeras recortadas sobre el cielo, bañarme en el agua fresca, los desayunos en terrazas, los dibujos de Picasso, los murales de Sorolla (precisamente no pudimos verlos en junio en la Hispanic Society de Nueva York porque estaban de tour por España), el pescaíto frito viendo el mar -azulísimo- cerca de la Farola, la urta a la brasa en El Palo, el salmorejo de El Pimpi, el vino dulce, el helado de turrón de Casa Mira, el atardecer desde el antiguo balneario (¡esas columnas griegas decadentes, llenas de grietas!)... Por cierto, gracias a los amigos blogueros por sus consejos. Otro día hablaré de las librerías.
Me han caído bien los malagueños (no he conocido a ninguno, pero los he observado y escuchado con atención): parece gente muy normal, no abusan de los odiosos latiguillos andaluces (jozú, mi arma, quillo, etcétera) y, dato importantísimo, no se creen graciosos como los sevillanos.
Cosas negativas: la invasión de alemanes; la arena de la playa; no hay casi pastelerías (o no las hemos visto).
Aquí pongo enlace a unas cuantas fotos. Espero que os gusten.


De vuelta en el tren. La lluvia en la ventana se desplaza horizontalmente. Rige otra ley gravitatoria, no newtoniana. Las gotas parecen espermatozoides, diminutos renacuajos persiguiéndose a nado por un cauce predeterminado. Cabezas corriendo unas detrás de otras. A veces se alcanzan y se funden y doblan su tamaño. Miles de líneas horizontales, móviles. La ventana a rayas, como la tele pero sin chiribitas.

La irresistible fuerza que te obliga a mirar los ojos de un bizco. En el asiento de enfrente va una bizca. Cuando mira al televisor parece que se le van a salir las órbitas o que está pensando en el océano inmenso y lo tiene ahí metido en el entrecejo. Cuando está dormida parece una máscara africana. Dibujo sus ojos en el cuaderno, para liberarme.

Monday, September 22, 2008

Wednesday, September 17, 2008

Aporías literarias

Tres problemas insolubles (míos) con la literatura:
1) El mito. Quizás esta lógica que me empuja contra la mitificación literaria (generalmente de origen "extraliterario") no sea sino una reducción al absurdo y conduzca, inevitablemente, a una contradicción. Sin mitología, ¿quedaría algo de la literatura? Sin hacer literatura de la literatura, ¿qué queda de ésta? Espero que todo, la verdad. O al menos mucho. O algo.
2) La pedantería. ¿Todos los escritores son pedantes? No lo creo. En un momento dado, cualquiera comete una pedantería (como se te pueden escapar clichés o tonterías), pero hay un tono general, una forma de ser escritor, una postura. (Paralelamente, tampoco creo que toda crítica o valoración sea síntoma de soberbia). ¿Dónde están los límites de lo no molesto? Es difícil establecer unas categorías fijas. Depende del estado de ánimo en que te pille. Eso sí, somos tramposos: a unos les permitimos más que a otros. En principio, el mejor antídoto es la naturalidad. ¿La naturalidad por escrito? Complicado, ya lo sé, pero se intenta.
3) La ficción. Si no me gusta la ficción (no me engancha, me cansa, me aburre), ¿qué puedo hacer? No sé. Quizás lo único sería pensar que todo es ficción... y aplicar el realismo. "Todo es irreal", como dice mi lema de Cioran, pero ¿lo irreal es lo ficticio? Me temo que no es lo mismo.
¿Soluciones? Ni idea. Dedicarse a otra cosa, quizás. ¿No?
***
Transcribo aquí la respuesta (genial) de Antonio Castellote en los comentarios, que me ha resuelto las aporías de un plumazo:
1) Sin mitología metaliteraria viviríamos muy bien, pero sin mitología literaria no hay literatura, del mismo modo que sin abstracción no hay filosofía.
2) El buen escritor no es pedante. Tiene demasiado trabajo para serlo.
3) El síndrome de Pla (llega un momento en que a la gente con sentido común no puede interesarles la ficción) ha desbarajustado los géneros. Que a un escritor no le interese la ficción es comprensible. Lo que no es comprensible es que ese mismo escritor se empeñe en escribir novelas. Así llegamos a la autoficción, que es un peep-show del revés: no pagas por ver al que se contorsiona sino al que se la menea. La literatura de no ficción es imprescindible, siempre y cuando no quiera conquistar los territorios de la ficción, como si fuese algo infantil, algo superado. Son artes diferentes.

Tuesday, September 16, 2008

News & links

-David Foster Wallace se suicida: cuando un escritor se quita la vida, toma el camino incierto de la mitificación. Incierto porque, aunque favorezca la reproducción de sus obras, éstas se verán siempre acechadas por razones extraliterarias. Por supuesto, ni se me ocurre pensar que el pobre hombre lo hiciera con esa intención, sino que fue una maldita enfermedad mental la que le obligó a matarse (seguramente un trastorno bipolar, como el de Fernando VI que veíamos el último día). A la enorme dificultad "posmoderna" de sus libros, que lo habían convertido ya en escritor de culto, ahora se unirá -desgraciadamente- el mito de la locura creativa, esa morbosa identificación entre genialidad artística y psicopatología. Doble penitencia para sus libros... Paseando por la Red veo que el que más y el que menos quiere dejar constancia de su duelo, de su valoración urgente o de su estar simplemente al día (relamiéndose en lo más escabroso). Los obituarios de los periódicos insisten estúpidamente en la supuesta gran hazaña de su vida: "¡Escribió un libro de más de 1.000 páginas con más de 200 notas al pie!" exclaman asombrados, con la boca abierta. Yo siempre pensé que su gran tocho La broma infinita era sobre todo eso: una infinita broma -para mi gusto pesada, aburrida, verborreica, pedante- especialmente dedicada a sus lectores más esforzados y mitificadores. Todo apunta a que ha ganado la partida. (NB: excelente este artículo de Juan Francisco Ferré).
-Ortega el Rigoroso: leo en el ABCD una conferencia inédita de Ortega y Gasset, publicada ahora en el último tomo de sus obras completas. Nada nuevo; nada que no dijera en sus otros libros, artículos o conferencias. Siempre que veo una foto de Ortega pienso que tenía pinta de pillo y me lo imagino persiguiendo a las condesas en los cócteles, tratando de tocarles el culo. Para unos Ortega es un filósofo de poca monta, un ensayista de estilo literario muy brillante pero superficial, muchos fuegos artificiales pero poca chicha; para otros es el gran pensador español de todos los tiempos. Yo me pondría, como los cobardes aristotélicos, en el término medio: es cierto que a veces cae en excesos retóricos (demasiadas metáforas, adjetivos rimbombantes, estilo sobrecargado, influencia ramoniana), pero no creo que sea mera palabrería: en sus libros hay suficiente profundidad e inteligencia para que merezca la pena leerlos.
Otra manía (mía) de lector quisquilloso: igual que no soporto las jotas de JRJ, no puedo ver los "rigorosos" de Ortega; el tío se aprendió la palabrita, quiso dárselas de rigoroso en el uso del idioma (la raíz latina) y se empeñó en endosarnos el puto "rigoroso" de los cojones en cada párrafo.
-Un viaje por Canadá: una gozada seguir las andanzas de Arcadi Espada en su diario.
-"Los otros" de Benítez Ariza: cuestión de homonimia.
-Un paseo por las Ons: en el Burato do Inferno, con Jabois de cicerone.
-Caxigalíneas: los aforismos de Diarios de Rayuela.
-Una duda: ¿por qué en el blog de Victor Gómez Pin pone ahora que se llama "Demetrio Pin"? ¿Se ha cambiado el nombre a estas alturas? ¿Era su nombre verdadero? Parece de coña el asunto, pero seguro que tiene su razón de ser (esto no parece verosímil). Por cierto, que don Demetrio utilizó una de mis fotos de Berlín (estatua de Von Humboldt en la universidad) para ilustrar uno de sus posts.
PD: Este fin de semana me voy a Málaga. Es mi primera vez. Se admiten recomendaciones: lugares, museos, librerías, parques, bares, restaurantes... Gracias.

Saturday, September 13, 2008

Jarabe de cochelaria y becabunga

Don Andrés Piquer Arrufat, médico de cámara de Fernando VI, le puso a éste un tratamiento muy curioso para intentar curar su trastorno bipolar. La lista es pura poesía modernista:
Leche de burra. Jarabe de cochelaria y becabunga. Caldos con galápago, ranas, ternera y víboras. Lavativas. Agua de tila y cerezas. Polvos de madre perla. Fumaria. Baños de cabeza. Gelatina de asta de ciervo con víboras tiernas. Flor de violeta. Jarabe de borraja y escorzonera. Pimpinela.
Trato de imaginar el delicioso sabor de la escorzonera y la becabunga, la textura de la gelatina de asta y víboras, el agobio de los lacayos de Palacio tratando de pescar galápagos en el Manzanares... Naturalmente, el hombre murió de inanición en 1759.

Friday, September 12, 2008

Fetichismo

Nada de tópicos: ni tacones de aguja ni ligueros ni tangas ni uñas pintadas ni culos de jeans.
Frente al famoso biquini, prefiero mil veces el bañador entero; a ser posible, mojado, y que se despegue de la piel en el instante mágico -eterno- de unas décimas de segundo.
La melena húmeda por las mañanas y ese olor a champú, a limpio. Pantalones de amazona y el botón de la blusa a punto de estallar a la altura del pecho.
Supongo que mi fetichismo es demasiado soso y romanticoide: zapato plano, falda por la rodilla, rebeca, media melena, carmín y pendientes de perla. Todo junto. Y si van unidos a unos ojos verdes... la perdición.
Resumiendo: las rubias de Hitchcock, las presentadoras del telediario y, sobre todo, Ingrid Bergman. Ah, y no me gusta nada Carla Bruni.
Que venga Freud y nos juzgue.

Sunday, September 07, 2008

Ceniza en la manga de un viejo

"Es todo lo que queda de la vida cuando la vida va a terminar. Es la biografía de un hombre que no sabe distinguir entre lo vivido y lo imaginado". Así hablaba Álvaro Cunqueiro en 1978 de la que iba a ser su siguiente novela, la más voluminosa de todas.
Me gustaría saber qué fue de ese libro de título genial: Ceniza en la manga de un viejo. ¿Se publicó al final con otro título? ¿Permanece todavía inédita? ¿Por qué no la encuentro en ningún lado? ¿Alguien me sabe decir algo?

Thursday, September 04, 2008

Las marinas inéditas de JRJ

"Recordad; está seca la boca y hace frío… hemos dormido mal una siesta de invierno… se ha mudado la vida, el sol está sombrío… está lejos lo humano y está lejos lo eterno…"
Me han gustado las marinas inéditas de Guan Ramón Giménez que ha publicado El Cultural. Las escribió en Moguer entre 1909 y 1912.
"El puerto, al mediodía, vibra… Negro y fantástico se va el buque… En el aire se pierde la sirena… y queda atrás, en el vacío gris y elástico del agua abandonada, no sé qué ardiente pena…"
Son como cuadros de Turner. A lo mejor me reconcilio -y todo- con el Señor de las Jotas.