Tuesday, January 20, 2009

La muerte de Stendhal (II)

"Beyle escribió sus grandes novelas entre los años 1829 y 1842, constantemente aquejado de los síntomas de su enfermedad sifilítica. La disfagia, tumefacciones bajo las axilas y los dolores en sus atrofiados testículos le dejaban especialmente exhausto. Como el agudo observador en el que se había convertido, contabilizaba con suma precisión las oscilaciones de su estado de salud y acabó por darse cuenta de que su insomnio, mareos, el zumbido en los oídos, el pulso nervioso y los temblores, a veces tan intensos que apenas podía seguir manejando el cuchillo y el tenedor, guardaban menos relación con su misma enfermedad que con los remedios altamente tóxicos que se venía tomando desde hacía años.
Su estado de salud mejoró conforme renunciaba al mercurio y al yodo potásico, sin embargo notaba que su corazón comenzaba a denegar sus servicios paulatinamente. Beyle, cada vez con más frecuencia, y tal y como tenía por costumbre desde hacía mucho tiempo, calculaba su edad de una forma criptográfica semejante, en su abstracción trepadora y ominosa, a mensajes de la muerte.
Seis años de trabajo extenuante separan de su final el momento en el que bosqueja este apunte numérico difícil de comprender. La tarde del 22 de marzo de 1842, ya se podía intuir el olor a primavera en el aire, un ataque apoplético le tumba sobre la acera de la Rue Neuve-des-Capucines. Le llevan a su casa en la actual Rue Danielle-Casanova, donde, en la madrugada del día siguiente, se extingue sin haber recobrado el conocimiento".
(W. G. Sebald, Vértigo)

3 comments:

Miguel Baquero said...

Stendhal es uno de los más grandes. El rojo y el negro es una de las mejores novelas que he leído en mi vida y bueno, llevo ya leidas unas cuantas

La independiente said...

Hola Conde,
Es curioso,creo que podrías escribir un libro fantástico con ese tono. A mí me gusta mucho W. G. Sebald, esa manera de contar cosas que le interesan a él y que consigue hacer interesantes a los demás.
Se te daría de puta madre :-)

Un abrazo,
X.

especies said...

Qué emocionante es el libro de Sebald sobre Walser.