Primeras sensaciones. Más bien pre-sensaciones de lectura. Abro el libro a voleo por varios lugares y encuentro frases más cortas, más contenidas, menos oceánicas que las habituales en Proust. Sólo el primer párrafo sirve de enlace formal con los tomos anteriores, pero ya se nota otro tono, otro aliento: más reposado, más sobrio. Una respiración de agonizante estoico.
Creo que por fin podré disfrutar a Proust sin obstáculos ni artificios. Lo estaba deseando. Hasta ahora tenía que hacer primero una titánica labor de desbrozo, lápiz en mano, subrayando, poniendo paréntesis, haciendo señales en el margen. Después, en una segunda lectura (parcial, sólo de lo señalado), podía ya disfrutarlo. Es decir, leía a un Proust editado por mí. Pero la labor de desbrozo siempre me acababa cansando y saltaba de tomo en tomo sin orden ni criterio. Alguno ni lo rocé.
Creo que por fin podré disfrutar a Proust sin obstáculos ni artificios. Lo estaba deseando. Hasta ahora tenía que hacer primero una titánica labor de desbrozo, lápiz en mano, subrayando, poniendo paréntesis, haciendo señales en el margen. Después, en una segunda lectura (parcial, sólo de lo señalado), podía ya disfrutarlo. Es decir, leía a un Proust editado por mí. Pero la labor de desbrozo siempre me acababa cansando y saltaba de tomo en tomo sin orden ni criterio. Alguno ni lo rocé.
Ahora, espero, será otra cosa.
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