Enciendo la televisión y me encuentro con la imagen de la ola negra, la ola negra como una ballena alargada que se acerca a la costa y va devorando las casas, engullendo los coches, ahogando a las personas japonesas... La ola repetida a todas horas, una y otra vez la ola negra. Una ola negra como hervida en sangre de petróleo, emborronando las cosas con sus dientes podridos, con su espuma grisácea y sus pompas tan fúnebres. Inundándolo todo.
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