
Me interesa, sobre todo, su dimensión estética, como diseñador. En su famoso discurso en la Universidad de Stanford daba algunas claves de esto: “En aquella época la Universidad de Reed ofrecía la que quizá fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus, todos los pósters, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias, decidí asistir al curso de caligrafía para aprender cómo se hacía. Aprendí cosas sobre tipografías serif y sans serif, sobre los espacios variables entre letras, sobre qué hace realmente grande a una gran tipografía. Era sutilmente bello, histórica y artísticamente, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante. Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer computador Macintosh, recordé todo eso. Y diseñamos el Mac con eso en su esencia. Fue el primer computador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquel curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni caracteres con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ningún computador personal los tuviera ahora. Si nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de caligrafía y los computadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen”.

Desde luego, para mí ha sido mucho más útil el Proyecto Gutenberg de Hart que todos los inventos de Jobs. No tengo iPod ni iPhone, ni interés alguno por tenerlos. Estuve a punto de comprarme un MacBook Air cuando estuve en la famosa tienda de Nueva York, pero al final no me decidí (por cuestiones prácticas, de trabajo). Me quedé con las ganas. Y todavía no tengo un iPad, aunque me gustaría (a ver si me lo regalan). En cambio, gracias a la idea de Hart, puedo leer (y escuchar) miles de libros siempre que quiera, desde donde quiera, simplemente haciendo clic.
2 comments:
Bien visto. En los últimos tiempos, tengo entendido que Jobs intentó un término medio entre la endogamia corporativa y la libertad radical que reclama la red: el trasiego de nuevas aplicaciones que los usuarios pueden subir o bajar sin que el teléfono sea más que el soporte, pero no el recaudador. En todo caso, me gustaría que el Proyecto Gutenberg funcionara como el Proyecto Perseus, mi otra casa.
Pero sí, la clave es que las compañías están condenadas a disolverse en el mundo que han creado. Salud.
Sí, el Perseus también.
Salud.
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