Monday, May 21, 2012

Los Panero, un fin de raza literario (y II)

Empieza El desencanto con la inauguración en Astorga en 1974 de la estatua en homenaje a Leopoldo Panero. Suena la trompetería psicodélica, descacharrada, de una banda municipal, entre la marcha militar y el desafine místico de los pasos de Semana Santa. Asisten al evento las fuerzas vivas del lugar y la ciudadanía en pleno, que se agolpa tras las vallas. Entre el respetable se atisban niquis exiguos, patillas, pantalones de campana y gafas oscuras como de torturador pinochetista, que diría Savater. La moda inefable de los setenta. 


 

3 comments:

conde-duque said...

Perdón a Nán y a Mabalot, que habían comentado en el anterior post, que se me ha borrado en un descuido. He visto que los comments permanecen en las entrañas del blog, pero como no tenía guardado el texto del post no puedo volver a subirlo.
¿Alguien sabe si se podría recuperar? ¿Por qué no hay una "Papelera" en blogger?

Portarosa said...

Como el primero, también este me parece un artículo magnífico, Ernesto. Magnífico, de verdad.

Recuerdo que me habías contado esa anécdota, alguna vez en Madrid. Es sorprendente y triste. Como triste es todo lo que cuentan ambas películas; muy triste.

Un abrazo.

conde-duque said...

Gracias, Porto. Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.