Empieza El desencanto con la inauguración en Astorga en 1974 de la estatua en homenaje a Leopoldo Panero.
Suena la trompetería psicodélica, descacharrada, de una banda
municipal, entre la marcha militar y el desafine místico de los pasos de
Semana Santa. Asisten al evento las fuerzas vivas del lugar y la
ciudadanía en pleno, que se agolpa tras las vallas. Entre el respetable
se atisban niquis exiguos, patillas, pantalones de campana y gafas
oscuras como de torturador pinochetista, que diría Savater.
La moda inefable de los setenta.
3 comments:
Perdón a Nán y a Mabalot, que habían comentado en el anterior post, que se me ha borrado en un descuido. He visto que los comments permanecen en las entrañas del blog, pero como no tenía guardado el texto del post no puedo volver a subirlo.
¿Alguien sabe si se podría recuperar? ¿Por qué no hay una "Papelera" en blogger?
Como el primero, también este me parece un artículo magnífico, Ernesto. Magnífico, de verdad.
Recuerdo que me habías contado esa anécdota, alguna vez en Madrid. Es sorprendente y triste. Como triste es todo lo que cuentan ambas películas; muy triste.
Un abrazo.
Gracias, Porto. Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
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