"¿Es que no hay nadie que me haga el favor de venir y estrangularme silenciosamente mientras duermo?" escribió Akutagawa Ryunosuke, el autor de Rashomon (el relato
que inspiraría la película de Kurosawa). Leo su Vida de un idiota. Tenía tanto miedo a haber
heredado la locura de su madre que finalmente se volvió loco. "La vida es una olimpiada patrocinada por un grupo de locos".
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Antes de suicidarse, en 1927, con 35 años, escribió esta carta a su amigo Kume Masao:
"Aproximadamente en los últimos dos años, he
pensado sólo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que
trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en
términos abstractos, yo seré lo mas concreto que pueda, incluso hasta el
punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a
ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi
futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato "La vida de
un loco", excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo,
proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la
certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual
viví.
Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en
la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado), me
resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por
razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme
un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me
pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi
propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como
una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la
compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la
autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a
considerar fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento
de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la
posibilidad de realizarlo.
Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en esto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.
P.S.: Leyendo la vida de Empédocles, me di cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mí concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Recuerda esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios."
Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en esto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.
P.S.: Leyendo la vida de Empédocles, me di cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mí concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Recuerda esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios."
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