Desde aquí veo a la chica del acné escandaloso, al portero que vaguea, al jubilado sentado en un banco leyendo su periódico, a los niños que juegan en los columpios, a los controladores del estacionamiento regulado (que se reúnen a la misma hora en la misma esquina para fumarse un cigarro), al que pasea a su perro con desgana, a la madre esbelta que empuja con estilo el cochecito del bebé, etc. Un poco más allá estará el mendigo que no tiene dientes y que siempre se pone los dedos en forma de V en los labios para pedir de fumar.
Llevo casi un año aquí y todavía no he hablado de mi barrio. Bueno, en realidad mi barrio, como tal, sigue siendo el de siempre, el que me da nombre. Éste es sólo el lugar donde ahora vivo.
Al principio me costó acostumbrarme a mi nuevo barrio. Echaba de menos mis paseos cotidianos (ese itinerario de rutina siempre novedosa y sorprendente: San Bernardo-Gran Vía-Fuencarral), aunque sigo yendo mucho por allí. Por esta zona hay menos vida, menos lío, menos gente, que es el decorado que más me gusta para mis paseos. Sin embargo, también tiene sus cosas buenas: sus terrazas veraniegas, su piar de pájaros mañaneros, los tranquilos paseos por las callecitas desiertas de chalecitos con jardín, mucho árbol, algunos parques y, por supuesto, también sus calles llenas de tráfico y bares y gente y tiendas. Quizás el lugar más característico del barrio sea la zona en la que confluyen cuatro elementos dispares: una iglesia horrible con forma de sombrero mexicano, un carrusel para niños que en invierno produce tristeza, un edificio muy bonito que ahora está abandonado o en remodelación (el de la foto) y un parque lleno de motivos alemanes (por allí andan la cabeza de Beethoven, un oso levantado sobre sus patas traseras, unos trozos del Muro de Berlín…). La mayor parte de las calles tienen nombres de países hispanoamericanos.
En las noches europeas o ligueras, cuando sopla el viento propicio, desde mi terracita se escuchan los goles del Gran Templo del Fútbol (el Bernabéu está a un cuarto de hora andando). Vale, ya sé que este año andamos de capa caída y no hay muchos motivos para la alegría, pero a veces se oyen, lo juro. Es como un eco apocalíptico de trompetas y alaridos que reverberan en el aire. El incendio de Nerón.
Llevo casi un año aquí y todavía no he hablado de mi barrio. Bueno, en realidad mi barrio, como tal, sigue siendo el de siempre, el que me da nombre. Éste es sólo el lugar donde ahora vivo.
Al principio me costó acostumbrarme a mi nuevo barrio. Echaba de menos mis paseos cotidianos (ese itinerario de rutina siempre novedosa y sorprendente: San Bernardo-Gran Vía-Fuencarral), aunque sigo yendo mucho por allí. Por esta zona hay menos vida, menos lío, menos gente, que es el decorado que más me gusta para mis paseos. Sin embargo, también tiene sus cosas buenas: sus terrazas veraniegas, su piar de pájaros mañaneros, los tranquilos paseos por las callecitas desiertas de chalecitos con jardín, mucho árbol, algunos parques y, por supuesto, también sus calles llenas de tráfico y bares y gente y tiendas. Quizás el lugar más característico del barrio sea la zona en la que confluyen cuatro elementos dispares: una iglesia horrible con forma de sombrero mexicano, un carrusel para niños que en invierno produce tristeza, un edificio muy bonito que ahora está abandonado o en remodelación (el de la foto) y un parque lleno de motivos alemanes (por allí andan la cabeza de Beethoven, un oso levantado sobre sus patas traseras, unos trozos del Muro de Berlín…). La mayor parte de las calles tienen nombres de países hispanoamericanos.
En las noches europeas o ligueras, cuando sopla el viento propicio, desde mi terracita se escuchan los goles del Gran Templo del Fútbol (el Bernabéu está a un cuarto de hora andando). Vale, ya sé que este año andamos de capa caída y no hay muchos motivos para la alegría, pero a veces se oyen, lo juro. Es como un eco apocalíptico de trompetas y alaridos que reverberan en el aire. El incendio de Nerón.
4 comments:
Me encanta esto (me he reído);
"Es como un eco apocalíptico de trompetas y alaridos que reverberan en el aire. El incendio de Nerón."
Y qué descriptivo, aunque no lo parezca tanto. Vuelvo a oírlo.
Grazie. Así me lo imaginé yo al oírlo.
Un entorno nuevo. Seguro que dará para muchas páginas de observaciones y descubrimentos.
Lo del Bernabéu es provisional, prondo desplegará de nuevo sus trompetas y sacará las colgaduras de los mejores desfiles.
UN saludo
Eso espero, Añil.
Un saludo.
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