Empezaremos por el mejor aforista de todos los tiempos: G. C Lichtenberg (siglo XVIII):
Hoy le permití al sol levantarse antes que yo.
Ya sé que se escribe en público de pecados secretos. Me he propuesto escribir en secreto de pecados públicos.
Por más que se predique en ellas, las iglesias siguen necesitando pararrayos.
El escritor da cuerpo a las metáforas; el lector, alma.
El sacrificio de los primogénitos aún es recomendable, sobre todo en el caso de los versos.
En cierta obra de un hombre célebre preferiría leer lo que tachó que lo que dejó.
A un prólogo se le podría llamar "matamoscas" y a una dedicatoria "bolsa de limosna".
Aquello tuvo el efecto que por lo general tienen los buenos libros. Hizo más tontos a los tontos, más listos a los listos y los miles restantes quedaron ilesos.
En verdad hay muchos hombres que leen para no pensar.
No cesaba de buscar citas: todo lo que leía pasaba de un libro a otro sin detenerse.
En la Francia libre, donde ahora uno puede ahorcar a quien quiera.
El primer americano descubierto por Colón hizo un descubrimiento atroz.
Amarse a sí mismo al menos tiene una ventaja: no hay muchos rivales.
Hasta los muertos viajan alrededor del sol una vez al año.
¿Por qué son tan hermosas las viudas jóvenes en duelo? (Investigación)
Si es cierto eso que leí en alguna parte de que nadie muere antes de hacer al menos una cosa inteligente, entonces M ha engendrado a un inmortal.
Lo que buscamos siempre está en el último bolsillo en que metemos la mano.
La simpatía es una pésima limosna.
Es bien sabido que un momentito es mayor que un momento.
Alzar el sombrero es una reducción del cuerpo, un disminuirse.
20 comments:
Tres de esas citas, sorprendentemente parecidas si no las mismas, se encuentran en las paredes de un bar de Portonovo (Cubaney). Había allí otras dos frases que me encantaron: "La única iglesia que ilumina es la que arde" y "Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo últimamente no me encuentro nada bien". Un saludo.
Pues juro que no las puse yo, aunque he estado muchísimas veces en Portonovo (las mejoras vieiras del mundo, en El Abuelo Conde). De los bares, sólo recuerdo un nombre: "Cede el vaso".
En Portonovo se pergeñó, me temo, nuestra adolescencia etílica. Como Santiago, ya se ha convertido en un oscuro trozo del pasado, un endeble destino que apenas duró dos asaltos. La luz del día blanqueó todo aquello y dejó un rescoldo amargo y un vuelo de ceniza plateada sobre nuestras cabezas.
“A veces me pregunto para quiénes fuimos importantes, y quién nos quiso, o quién quiso querernos. También está el tiempo incontable, invisible e imperecedero. También está el tiempo que se puede cazar o hacer volver. Fuimos una de esas generaciones despojadas románticamente de las exigencias de la vida. Hubo horas lánguidas en los mediodías del verano y extraños entre nosotros bañándose en los blancos mares del porvenir. Hubo hasta quien lloró por nosotros, o quien quiso llorar. Sacrificamos nuestra ambición por nuestro talento: creíamos ser demasiado jóvenes para ponernos en ridículo ante el mundo, de ahí nuestro insolente descaro. En algún momento de los últimos años David defendió la existencia de muchachos capaces de sobreponerse a sí mismos incluso al margen del amor. Pero no hubo héroes, acaso situaciones heroicas, ni tampoco verdades clamorosas, tan sólo mentiras ocultas por nuestra belleza y nuestra piedad.”
Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo últimamente no me encuentro nada bien.
Estos son versos de Alberto Vega, un muy buen poeta que, desgraciadamente, nos dejó tan sólo hace unos meses.
Vaya colección de perlas del lenguaje, cada una de ellas da para más de una conversación completita completita
Coño, muchas gracias, Diarios... Me encanta esa frase. De hecho, recuerdo haberla apuntado cuando la vi en ese bar. Qué bonito destino para un verso: apuntado anónimo en las paredes de un bar. Estimulan las conversaciones, hacen pensar.
Mira por dónde, Lichtenberg nos ha llevado a Portonovo, y Portonovo a Alberto Vega (yo tampoco lo conocía).
Gracias por la aportación, M, Diarios y Detective. Así da gusto...
pues mira tú por donde que bajo el título de este post espera encontrar otra cosa... sin menospreciar lo hallado, claro está. :)
Muy buenos los aforismos; si os interesan como género, a mí me gustan mucho los de un autor austriaco de principios del XX, Karl Krauss; ahora hay una buena selección en la magnífica editorial Minúscula. Saludos (y espero alguna vez ver -y beber en- esos bares de Portonovo)
Xavi, internet está lleno de esas casas de citas. Aquí entablamos otro tipo de contactos...
Alfonso, Karl Kraus fue uno de los grandes periodistas de principios del siglo xx (algunos artículos de "La antorcha" eran geniales). Muy recomendable.
Sobre las viudas jóvenes en duelo yo abogo por continuar la investigación, porque ese sí qué es un misterio, quizá biológico.
Conde-Duque; le deseo muchas casas de citas más, y comentaristas tan animados y dicharacheros que no le quepan en el blog.
Saludos y a Portonovo todos...
Saludos, Mabalot. Buenas noches...
¿Puedo añadir una? Se la escuché a Tip y Coll hace muchos años: "La mejor y más rápida forma de acabar con los pobres es matarlos".
Puede añadir todas las que quiera, Luz Tenue. Faltaría más...
Y lo de "Que va que va que va, yo leo a Kierkegaard" de Faemino y Cansado, para acabar con cualquier discusión tampoco está mal. Hay edición nueva y preciosa de los aforismos de Lichtenberg en la colección aniversario de edhasa, con tapas duras, intro y demás, por 10 €. Ya tardáis.
Como primogénita no sé si estoy muy de acuerdo con eso del sacrificio de los primogénitos, jaja... me han gustado mucho las citas, conde-duque, muy interesante...
Si me lo permiten, les recomiendo un blog de aforismos contemporáneos y en tiempo real.
http://esperandoadodot.blogspot.com/
Un saludo
Hola, Eduardo. Muy oportuna la recomendación. Descubrí hace poco ese blog y es buenísimo. ¡Ir todos a verlo!
De hecho, pensaba dedicarle una casa de citas a los dos grandes aforistas que conozco de la blogosfera: Esperandoadodot y Luz Tenue.
Narrow, a propósito de lo de "qué va qué va, yo leo a Kierkegaard", yo prefiero aquel recurso histórico que tenía Carmina Ordóñez para acabar cualquier discusión: "A mí plín, soy Ordóñez Dominguín". No me diga que no es genial.
"En cierta obra de un hombre célebre preferiría leer lo que tachó que lo que dejó."
SÍ
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