Thursday, November 15, 2007

Tres libros tres (o la condena)

Aprovechando un hueco en la agenda, voy a la biblioteca de Conde-Duque a devolver unos libros. Los llevo con bastantes días de retraso, pero ni la señora ni el ordenador se dan cuenta y no me penalizan. Decido entonces llevarme a casa otros tres. "Ya que estoy aquí...", pienso. Y ése es el maldito pensamiento, el origen del mal, el motivo de la catástrofe, el mismo y engañoso pensamiento que cada dos semanas me vence, y que lleva venciéndome años y años, casi toda mi vida, como una condena sin fin. ¿Cuándo podré decir que no, que me planto, que no quiero ya más, que a tomar viento fresco?
Me pongo a pasear entre las estanterías. Veo los colores de los lomos y muchas letras. De vez en cuando saco alguno con curiosidad, lo hojeo cinco segundos y lo vuelvo a dejar en su sitio. No me convence, aunque no sabría dar razones de este no convencimiento. Quizás el diseño de la portada, el texto de contracubierta, la cara del escritor en la solapa, la primera frase del libro...
No sé. Hoy tengo el cuerpo un poco caprichoso. Me apetece buena literatura, pero no quiero clásicos. Nada de clásicos. Algo cercano, apetecible, que me estimule por su proximidad en el tiempo, pero que no pertenezca a ningún compatriota. Sí, hoy me apetece un poco literatura extranjera contemporánea.
Finalmente, tras varias idas y venidas por el pasillo, elijo estos tres libros: Hombre lento de J. M. Coetzee, Elegía de Philip Roth y Fuera de este mundo de Graham Swift. De los tres autores he leído ya alguna cosa y guardo un buen recuerdo.
El próximo día os hablaré de la primera página de cada uno de ellos. Un modesto ejercicio de literatura comparada. Si la agenda me lo permite...

14 comments:

la luz tenue said...

Qué tentación, las bibliotecas.
No sé quién dijo que la mejor forma de acabar con las tentaciones es caer en ellas.

M. said...

Yo sí sé cómo acabar con ellas, para mi desgracia. Hace seis años perdí los dos libros que me había prestado la biblioteca. El lobo estepario y no recuerdo el otro, de tan perdido que está. Recibí dos cartas, varias amenazas, pero no me enfrenté. Bajé la cabeza, asumí mi rol y dejé de ir. No hubo multa ni nada. Sólo desprecio. Nunca paso cerca de dos metros de allí. Siempre el temor de que salga el bedel, me apunte con el dedo y me llame ladrón: ladrón de libros que pierdes, analfabeto civil. Y así estoy, leyendo cada poco lo prestado o lo comprado. Saludos.

Portarosa said...

¡Tanto para elegir, tantas posibilidades!
Y uno decide, coge un libro, lo abre, y allí está todo esperándolo. Qué lujo.

Un abrazo.

Mabalot said...

Que uno vaya a un sitio lleno de libros y se lleve el que quiera gratis siempre me pareció igual de cojonudo como para otros sería que saliese coca-cola del grifo, o cubata. En fin, es una condena que no está mal, yo también llevo años sufriéndola.
Estoy muy metido en el tipo este, P.Roth, últimamente. Ya nos contarás que tal...

conde-duque said...

Sí, JM, pero cuando uno lleva años enfangado en la tentación habrá que cambiarle el nombre, ¿no?
Manuel, pues sí es una gran pérdida. Como dicen Porto y Mabalot, las bibliotecas ofrecen muchos placeres ¡y gratis!
El grifo casi mejor de cerveza, para tirarse unas buenas cañas todos los días.
No he tenido tiempo de leerlos, pero ya os diré.

NáN said...

De Coetze lo había leído todo hasta Hombre lento, que fue el último en leer, y me he pedido una moratoria. Pero no porque no me pareciera excelente. Hice lo mismo con el último de Auster, el de Brooklin. En este último caso me tuvieron que convencer para leerlo, porque llevaba mucho leyendo la misma novela con títulos distintos.

No. He dejado de leer a ambos porque mis escritores favoritos, algunos años (no muchos) mayores que yo, se han puesto a escribir libros sobre viejos y moribundos. No siempre se está preparado para esos "promos" que anuncian inminencias. Buscaré autores de treinta y cuarenta años.

Una huida hacia atrás, qué le vamos a hacer. Tampoco aseguro que sea permanente.

conde-duque said...

Cierto, Nán: por lo poco que llevo, tanto el de Coetzee como el de Roth son una reflexión sobre la vejez, la enfermedad, la muerte...
No sé, es parte de la vida.

Lula Fortune said...

Hola Conde, aunque no te escriba sabes que vengo a menudo por aquí. Espero tus reseñas porque siempre anda una ávida de cosas interesantes. Para aburrida ya tenemos la insulsa vida laboral. Por cierto, fantástica la película italiana (ya la conseguí). Con tantos deberes extras, espero que el profe se enrolle a fin de curso.
Sigo leyendo a Ammaniti y sigo alucinando, deberías echarle un vistazo (es una humilde recomendación). Un besazo.

conde-duque said...

Gracias, Lula. Me alegro de que te haya gustado la peli. No he leído nada de Ammaniti, seguiré tu recomendación...
Perdonadme si tardo pero es que entre unas cosas y otras no tengo tiempo de escribirlo.

La independiente said...

Hola Conde,
Como comparto contigo el funesto hábito de leer, sólo puedo decirte que hay cosas peores. Creo. Aunque al seleccionar un libro siempre corremos el riesgo de que nos joda la vida. Eso también es cierto.

Gracias por las recomendaciones. Por cierto, ¿la biblioteca del Conde-Duque pertenece a la Comunidad de Madrid?

Un abrazo,

conde-duque said...

Buenas, Xavie.
La de Conde-duque es municipal, del Ayuntamiento. Lo bueno (o lo malo, porque las dosis de droga se multiplican) es que puedes tener a la vez libros cogidos en las bibliotecas de la Comunidad, porque son carnets independientes (yo suelo ir a la Central, en el metro de Iglesia).
Qué condena, dios...
Un abrazo.

La independiente said...

Gracias Conde,
Y sí, sí que es una condena esto de la lectura...

Un abrazo,
X.

desconvencida said...

Esperamos ese post de literatura comparada :)

memento said...

Yo me temo a mi mismo cuando me pongo a ojear una estantería... Para mi, el tiempo se detiene, y sin embargo para el resto del mundo pasan horas mientras tanto. Por su culpa he llegado tarde a docenas de citas...