Wednesday, April 09, 2008

Los cartógrafos rusos

Un guiño del Proyecto Morcilla al Proyecto Nocilla

Konstantin Paustovski, considerado por muchos el más importante cronista de la revolución rusa y del período de construcción del comunismo, escribió en 1932 La bahía de Kara Bogaz, una novela sobre el intento de "eliminación de los desiertos" proyectado por un grupo de hombres mediante la construcción de unas plantas industriales de obtención y trata­miento de sal en la costa este del mar Caspio. Merced a la extracción de agua y petróleo y a la explotación del carbón, pretendían formar en torno al complejo industrial una serie de oasis desde los que poder emprender una sistemática campaña contra la arena.
En el mapa que aparecía al inicio del libro se observaba perfectamente la forma de la bahía de Kara Bogaz, sólo rodeada de desiertos deshabitados y de mesetas sin nombre. Los puntos de referencia más próximos eran el delta del Volga y el mar de Aral, ambos a unos quinientos kilómetros de distancia.
A mediados del 2000, Frank Westerman no se cansaba de contemplar aquel mapa, pero le resultaba extraño no haberse fijado nunca antes en aquella inmensa bahía de 800 km de perímetro. Él, que era corresponsal en Moscú y especialista en historia rusa, tendría que haberla visto en alguno de los múltiples mapas que había analizado en sus horas de estudio. Un día, en uno de los túneles del metro de Moscú, le compró a un geólogo en paro cuatro mapas enrollables. Al extenderlos y unirlos, los mapas ocupaban un espacio de dos metros veinte de ancho y abarcaban los once husos horarios del antiguo im­perio soviético, desde Kaliningrado en el oeste hasta el estre­cho de Bering junto a Alaska.



El mapa mural databa de 1991, el año de la extinción de la Unión Soviética. Ciudades como Leningrado, Gorki y Andro­povsk habían recuperado en esa edición sus nombres prerrevo­lucionarios. Con una salvedad: la montaña soviética más alta (7.495 metros) conservaba el nombre de «Pico del Comunismo».
Pero la bahía de Kara Bogaz no aparecía por ningún lado...
¿Cómo era po­sible? ¿Acaso era la bahía de Kara Bogaz una creación imagi­naria de Paustovski? De no ser así: ¿qué había sucedido después de 1932 con esa laguna del tamaño de Flandes? ¿Había desaparecido del ma­pa? ¿O de la faz de la tierra?
La ausencia de un mar interior de mediano tamaño en el mapa soviético podía deberse naturalmente a una manipula­ción cartográfica. Ciudades como Krasnoyarsk-26 y Tomsk-7, centros de producción de plutonio a escala industrial, tampo­co figuraban por ningún lado. Y, habida cuenta de que los car­tógrafos soviéticos llegaron al extremo de desplazar toda una cadena de montañas de Crimea (con el fin de disimular el em­plazamiento de una base de submarinos), no era descabellado pensar que hubieran retocado el mapa para borrar una bahía. Quizá el "cinturón industrial" descrito por Paustovski conte­nía un terreno para experimentar con ántrax o gas mostaza y la bahía de Kara Bogaz había sido borrada del mapa por temor al espionaje.

18 comments:

conde-duque said...

La solución al enigma... en "Ingenieros del alma", el magnífico ensayo de Frank Westerman.
Los dos últimos párrafos son una cita -literal- de este libro. No lo he señalado (cursiva, comillas...) para no romper el ritmo del "relato".
Pero que quede claro que está sacado del libro (Siruela, 2005).

Mabalot said...

El proyecto morcilla me parece estupendo. Contra la pedantería y la seriedad petulante la parodia; contra la nocilla la morcilla.

Tomo nota del libro. Y el post anterior muy bueno.

Anabel Rodríguez said...

Yo me he perdido, con lo del proyecto morcilla y nocilla, supongo que se trata de alguna broma privada. ¿Cabría la posibilidad de un proyecto costilla?
Me has dejado con la miel en los labios, y ahora tengo un libro más en la cabecita. ¿No te avergüenza, provocar estas diatribas a una pacífica madre trabajadora? Tomo otra nota más.
Saludos

Miguel Marqués said...

Fascinante!

Es posible que esa bahía no existiera ya en 1991, que se hubiera secado como se está secando el mar de Aral?

Anonymous said...

¡Viva la cartografía creativa! Una vez leí algo sobre eso de la creatividad en los mapas.

Me gustan esas fantasías soviéticas; a Stalin un timador le convenció de que era posible crear una raza de conejos socialistas gigantes que alimentarían al pueblo.

conde-duque said...

Buenas a todos.

Sí, Mabalot, viva la morcilla, esa sangre coagulada y solanesca!!!!!

Anab, lo de la nocilla es por esto.

Podría ser, Miguel, que estos rusos son muy raros...

Me ha encantado tu post, Juanjo. Y lo de esa raza de conejos es buenísimo. Había oído hablar del conejo de Hitler, pero no del de Stalin. Bueno, para el caso... O como dicen por Galicia: tanto da.

Lula Fortune said...

Yo estuve en la Unión Soviética (y digo bien porque todavía existía)en los inicios de la perestroika. Como no había mucho que comprar a ojos de nuestra avidez capitalista y los libros eran baratísimos (bueno, todo era baratísmo)me traje un montón de libros en ruso. Entre ellos un Romancero Gitano en cirílico, libros de fotos y mapas, muchos mapas que todavía conservo...¿sigo?

Anabel Rodríguez said...

Reconozco que por mi profesión me he convertido en una especialista en utilizar las palabras para no decir nada, pero el párrafo del artículo al que me has remitido, ese que dice "la emoción es la de un cuerpo atravesado por muchos canales diferentes, todos ronroneantes, que llegan y se pierden en sus correspondientes 'distancias de atenuación'", me ha dejado patidifusa.¿Qué son las "distancias de atenuación? ¿Cual es la emoción de un cuerpo atravesado por canales diferentes? ¿No tenía nada mejor que hacer ese día el autor del blog?. No sé como será la novela, pero el comentario al que me has remitido está en la mejor linea de la pedantería rebuscada, esa que se utiliza cuando no tienes nada que decir (y créeme, de eso entiendo un rato). Saludos morcilleros en una mañana lluviosa.

Portarosa said...

Conde, me has dejado con ganas de saber más. ¿Habrá que comprar el libro?

Pero, ojo: me ganaré vuestras descalificaciones, supongo, pero quiero que conste que me gustó mucho la primera novela Nocilla, y que con la segunda estoy disfrutando bastante, también. Me parecen realmente originales, me divierten mucho y provocan sinapsis nuevas entre mis neuronas (¿no queríais pedantería?).

Besos.

conde-duque said...

Sigue, sigue, Lula.

Anab, ¿distancias de atenuación? Yo tampoco sé qué significa, pero debe ser muy importante. Los del vulgo no conseguimos pillar estas sutilezas...

Porto, me temo que tendrás que leerlo (yo estoy en ello y no he llegado todavía a la solución).
¿"Descalificaciones"? ¡¡Pero si ni siquiera dijimos nada cuando confesaste que te encantaba PRETTY WOMAN!! (Y eso sí que era fuerte...)
Ya sabes que aquí respetamos todo tipo de gustos y opiniones...
El tema "Nocilla Dream" ya lo hemos hablado otras veces y nos vamos a repetir más que el ajo, pero bueno, doy al replay: a mí me parece que es un libro que está bien escrito y que se lee con gusto, que ya es bastante.
El problema -la pedantería insoportable- está en todo el discurso teórico o metaliterario que han montado alrededor. Que si la "propuesta postpoética", la "nueva literatura", la "docuficción", la "Generación Nocilla", el "afterpop"... y demás eslóganes publicitarios. Toda una batería de márketing sobre lo rompedor, lo revolucionario, lo moderno, lo actual, la Red, el rizoma, etc.
Sobre todo ese darse tanta importancia, ese tomarse tan en serio a sí mismos... resulta bastante ridículo.
En fin, que nada nuevo bajo el sol. Por eso no vendría mal un poquito de menos de petulancia y un poquito más de sentido del humor.
Eso sí, las citas son muy "originales".

Un abrazo a todos.

conde-duque said...

Precisamente hoy, en El Cultural:
http://www.elcultural.es/HTML/20080410/Letras/Letras22856.asp

Bueno, por lo menos vamos avanzando. Ya al menos se han dado cuenta de que no son los inventores de la fragmentariedad. Han debido leer en estos meses a Lichtenberg y compañía.
Poco a poco. Tampoco hay que exigir demasiado, que leer los tochos de Pynchon quita mucho tiempo.
Con suerte llegará el día en que lean a Heráclito el Oscuro y se caerán definitivamente del guindo...

Portarosa said...

Vale, acepto todo. No tengo ni idea de qué va diciendo él por ahí, aunque cuando lo leo (por ejemplo en su blog, en los comentarios) me parece un tío de lo más normal. ¿Cuánta mano habrán metido los editores en todo ese discurso?

Lo acepto todo, entonces.
Menos lo de Pretty woman; ¿cuando he dicho yo eso? Yo, hace tiempo, confesé que me gustaba Love actually, pero no la otra (que también me gustó, en su día :D ).

Unha aperta.

Portarosa said...

(¡Eh, falta la tilde de "cuándo", ¿eh?!
¡Eso si que no lo aceptaría, que alguien creyera que no lo sé!

¡¡¿ESTÁ CLARO?!!)

(Dios, estos complejos...)

conde-duque said...

Pues juraría que comentaste un día lo de Pretty Woman, porque se me quedó grabado. O sea que te gusta, ¿no?
Lo de "Love actually" también lo recuerdo, pero es que ésa me gustó también a mí... :D (Somos lo peor, Porto)

En cuanto a lo de Fernández Mallo, es algo que no entiendo. Parece un tío muy normal y buena gente, a mí me cae bien (hasta me gusta la misma música que a él, y eso une mucho), pero cuando le ponen a un entrevistador delante no sé qué le debe pasar que se transforma y empieza emitir pedanterías por la boca... Y no, no creo que eso sea culpa de los editores (que sí eran culpables de los millones de erratas del primer libro).
Simplemente me rechina todo ese discurso teórico (del que Vicente Luis Mora parece ser el líder carismático). Imagino que les debe rentar bastante, pero no creo que los demás debamos comulgar con ruedas de molino.
En cualquier caso, como he demostrado en este post, estoy por la labor de tender puentes entre las nocilla postpoética y la morcilla solanesca, entre el rizoma intergaláctico y el chucho callejero. ;-)
Al menos en mi caso Borges y Wittgenstein son dos puntos esenciales de conexión.

Unha aperta.

Portarosa said...

Así da gusto, con gente tan razonable como tú.

:)

conde-duque said...

Esta vez me lo tomaré como un cumplido, Porto, no como una ironía galaica malvada...

Lula Fortune said...

He estado sin Intrené un par de días y viendo por donde van los tiros de los coments, no sé si tiene mucho sentido seguir. En fin, lo que iba a decir es que la mayoría de los mapas que traje estaban, efectivamente trucados, por eso eran tan baratos. Lo bueno es que hablando con un librero de viejo, me dijo que seguramente hoy valdrían un pastón, como todas las reliquias de la URSS. Así que aquí los tengo, quién sabe si además de hacerme rica un día de estos puedo descubrir mensajes encriptados en las coordenadas de los márgenes.
Qué rollo dominguero lluvioso te he metido.
Besos arrepentidos.

conde-duque said...

De rollo nada. O sea que.. ¡tienes mapas rusos trucados! Seguro que valen una pasta.
Además, te puede dar para una novela de espías.
Besos.