Saturday, November 08, 2008

Hogar, dulce hogar

"Hacia el anochecer se abría la puerta del cuarto de estar, que solía estar observando fijamente ya desde dos horas antes, de forma que, tumbado en la oscuridad de su habitación, sin ser visto desde el comedor, podía ver a toda la familia en la mesa iluminada y podía escuchar sus conversaciones, en cierto modo con el consentimiento general, es decir, de una forma completamente distinta a como había sido hasta ahora.
Naturalmente, ya no se trataba de las animadas conversaciones de antaño, que Gregorio añoraba en los reducidos aposentos de las fondas, y en las que pensaba con ardiente afán al arrojarse, fatigado, sobre la húmeda ropa de la cama extraña. La mayoría de las veces transcurría el tiempo en silencio. El padre no tardaba en dormirse en la silla después de la cena, y la madre y la hermana se recomendaban mutuamente silencio; la madre, inclinada muy por debajo de la luz, cosía ropa fina para un comercio de moda; la hermana, que había aceptado un trabajo como dependienta, estudiaba por la noche estenografía y francés, para conseguir, quizá más tarde, un puesto mejor. A veces el padre se despertaba y, como si no supiera que había dormido, decía a la madre: "¡Cuánto coses hoy también!", e inmediatamente volvía a dormirse mientras la madre y la hermana, rendidas de cansancio, intercambiaban una sonrisa.
Por una especie de obstinación, el padre se negaba a quitarse el uniforme mientras estaba en casa; y mientras la bata colgaba inútilmente de la percha, dormitaba el padre en su asiento, completamente vestido, como si siempre estuviese preparado para el servicio e incluso en casa esperase también la voz de su superior. Como consecuencia, el uniforme, que no era nuevo ya en un principio, empezó a ensuciarse a pesar del cuidado de la madre y de la hermana. Gregorio se pasaba con frecuencia tardes enteras mirando esta brillante ropa, completamente manchada, con sus botones dorados siempre limpios, con la que el anciano dormía muy incómodo y, sin embargo, tranquilo. "
(Kafka, La metamorfosis, trad. mixta)

4 comments:

condonumbilical said...

Esto me recuerda que tengo que leerla otra vez.

Miguel Baquero said...

Hay muchs lecturas de La metamorfosis,pero yo creo que la tragedía de Gregorio Samsa es la de todo hombre que de pronto enferma y, sin tener culpa de ello, es apartado de la vida normal, de los otros, de su familia. Se convierte en un bicho raro, la enfermedad le hace extraño... y lo más duro es el final. Gregorio, el enfermo, muere y su familia se alegra en el fondo de ello, porque el aire es más claro y limpio (algo así recuerdo que dice) sin la enfermedad en torno

conde-duque said...

Desde que me lo regalaron por primera vez cuando tenía 14 años, he leído este relato de muy distintas maneras. Cada vez descubres nuevos detalles y te fijas en otras cosas.
Baquero, la interpretación que propones me parece bien. ¿Y el trabajo dónde quedaría en esa lectura? ¿Sólo que deja de trabajar porque se pone enfermo? Yo creo que es más bien al revés: se pone enfermo por trabajar, por llevar esa vida absurda y sin sentido.

Portarosa said...

se pone enfermo por trabajar, por llevar esa vida absurda y sin sentido

¡Uy, qué mina para un psicoanalista esa frase (y por tanto interpretación) tuya...!

Es broma, ¿eh?
Vaya texto, manda carallo...

Un abrazo.