Thursday, December 25, 2008

La Nochebuena según Stifter

La Navidad en su aspecto más bucólico y entrañable está inmortalizado en los textos de Adalbert Stifter, de una sencillez y belleza emocionantes. Caminamos por la nieve dejando nuestras huellas, percibimos luces lejanas entre las ramas del bosque, escuchamos las campanas de la iglesia, nos reunimos con vecinos, amigos y familiares en casas con chimenea, asistimos a la ilusión solemne de los niños, al temblor de la fe en los ritos y tradiciones... Todo envuelto en un halo de pureza, de alegría, de inocencia, de buenos sentimientos.
Ahora que ya ha pasado la noche en la que suele producirse el mayor número de intervenciones policiales por disputas familiares, podemos ponernos didáctico-poético-nostálgicos con Cristal de roca:
"La Iglesia católica celebra la Navidad, día del nacimiento del Salvador, con la máxima solemnidad ritual, y en la comarca se santifica con brillantes ceremonias nocturnas la medianoche, hora del Nacimiento del Señor, ceremonias a las que los vecinos acuden presurosos invitados por las campanas que resuenan a través del callado y oscuro aire invernal de la medianoche portando luces o atravesando bosques por los oscuros y bien conocidos senderos de las nevadas montañas, y cruzando huertos cuyo suelo cruje al pisarlo, dirigiéndose a la iglesia de donde sale aquel repique solemne y que con sus largas vidrieras iluminadas se eleva en medio del pueblo encerrado entre árboles cubiertos de hielo.
A la fiesta de la iglesia va unida una fiesta hogareña. En casi todos los países cristianos se ha extendido la costumbre de mostrar a los niños la llegada del niñito Jesús, como algo alegre, brillante y solemne, que sigue manteniendo su influencia toda la vida y que a veces, aun entrado en años, recordando momentos sombríos, melancólicos o conmovedores es como una mirada hacia el tiempo pasado que vuela con alas brillantes y llenas de calor por el desolado, triste y vacío cielo nocturno. Se acostumbra a darles a los niños los regalos que les ha traído el Santo Niño para causarles alegría. Esto suele hacerse en Nochebuena, cuando ha comenzado el profundo crepúsculo y se encienden luces, la mayoría de las veces muchas, velitas que a menudo se balancean reposando sobre las hermosas ramas verdes de un pequeño abeto o pino colocado en el centro de la sala. A los niños no se les deja entrar hasta que se da la señal de que el Niño Dios ya ha estado allí y ha dejado los regalos que traía consigo. En ese momento se abre la puerta, se les permite entrar a los pequeños y ven el maravilloso resplandor brillante de las luces, ven las cosas que cuelgan del árbol o extendidas en la mesa y que sobrepasan con mucho todo lo que hubieran podido imaginar, no se atreven a tocarlas, y cuando por fin las han recibido las llevan en sus bracitos toda la noche y las meten consigo en la cama. Cuando después, entre sueños, oyen las campanadas de medianoche con las que se llama a los mayores a orar en la iglesia, entonces podría parecerles que los angelitos atraviesan en ese momento el cielo o que Cristo vuelve a casa, después de haber visitado y llevado un magnífico presente a cada niño".
(Adalbert Stifter, "Cristal de roca", Piedras de colores)

3 comments:

memento said...

Sr. Conde-Duque, ¡Feliz Navidad! Ya que vive usted cerca, se me ha ocurrido que tal vez le interese pasarse por la Exposición sobre la "Facultad de Filosofía y Letras de Madrid durante la Segunda República" que hay en el cuertel.

Anonymous said...

Sr. Conde-Duque a ver cuando usa su infatigable intelecto para escribir algo propio y no para cortar y pegar

conde-duque said...

Feliz navidad, Memento. Gracias por la información, me pasaré a verla. Aunque ya no vivo tan cerca, sigo pasando por mi barrio a menudo. Por cierto, recordatorio: escribir un post sobre mi nuevo barrio.

Lo siento, don M., por aquí no hay ni talento ni imaginación. Aunque de cortar y pegar nada, que me he tecleado todo el texto yo solito.