Thursday, March 05, 2009

Apología del libro de bolsillo

Pues sí, lo reconozco. Me gustan mucho los libros de bolsillo, y no sólo por el precio. La mayor parte de los libros que tengo son de bolsillo. Esto no da muy buena imagen en la estantería de cara a las visitas, pero para el alimento del espíritu es lo mejor. Cuando estaba en la universidad prácticamente sólo compraba libros de bolsillo, y ahora también; si son novedades que salen primero en tapa dura, prefiero esperar (nunca hay tanta prisa ni necesidad). De hecho alguna vez no he tenido paciencia y después me he arrepentido; no por el gasto innecesario, sino porque la edición de bolsillo que salía después me gustaba mucho más.
Ya sabéis lo que decía Juan Ramón Jiménez: en edición distinta los libros dicen cosas diferentes. Pues bien, en mi caso hay libros que ni siquiera fui capaz de leer en tapas duras y que en cambio en su edición de bolsillo disfruté mucho; en muchos casos el diseño interior, la caja, los márgenes, la tipografía... y, sobre todo, la flexibilidad y comodidad del formato mejoran infinitamente la versión de bolsillo respecto a la otra. En otros casos, evidentemente, no.
Hay editoriales que no tienen ningún "sentido del bolsillo" y fabrican unos engendros horribles (no pondré ejemplos, pero hay muchos casos, basta con entrar en una librería para verlos), hay otras que van perfeccionando su gusto (véanse, por ejemplo, en Destino, las penosas ediciones de hace unos años y cómo han mejorado bastante últimamente; incluso ahora me parece un ejemplo claro de cómo la edición de bolsillo es mil veces mejor que su edición en tapa dura, que no hay quien la lea con gusto) y, por último, hay unas pocas que tienen un don especial para manejarse en este formato. Para mí Debols!llo (de Random House Mondadori) se merece una mención especial en este sentido. Ovaciones y aplausos para ellos, sí señor. Además de recuperar en los últimos tiempos algunas joyas que andaban perdidísimas y olvidadas (Manual del distraído de Alejandro Rossi, los Diarios de Jules Renard, Todo como antes de Kjell Askildsen, etc), su colección de Bibliotecas de Autores está muy bien (aunque, por supuesto, en ella no falta la inevitable morralla de isabeles allendes y similares).
No voy a hacer un análisis sistemático de las editoriales de bolsillo, porque no tengo ganas ni tiempo, aunque podría ser interesante. Pero sí quiero hacer constar mi curiosa relación de amor-odio con Alianza Editorial: seguramente le debo más a su colección de bolsillo que a ninguna otra (todo Kant o Nietzsche o Kafka o Dostoyevsky lo he leído ahí) y algunos de los diseños de cubierta de Daniel Gil son tan buenos que por sí solos merecen ya que uno se los compre, pero por dentro hay bastantes que son un asquito. Además, en cuanto son un poco gruesos es fácil que se te desencuadernen, los muy cabrones, y empiezas a dejar un rastro de calendario por los suelos. Y sus Bibliotecas de Autores (cada uno con su colorcito) me quitan las ganas de leerlos, no sé por qué; no las soporto, menos Borges.
En conclusión, que para mí es mucho más apetecible leer Vida y destino de Vasili Grossman en la reciente edición de Debols!llo, flexible y manejable, que en el tocho impracticable de Galaxia Gütenberg (a pesar de ser ésta una de las mejores editoriales -y con mejor gusto y criterio- de nuestro país).
Fijaos hasta qué punto me atraen las ediciones de Debols!llo que incluso estoy pensándome muy seriamente adquirir el pack de la trilogía Tu rostro mañana de Javier Marías, lo que, después de lo ocurrido hace un año, tiene mucho mérito (por todas las partes). Quién sabe, quizás ahí estaba el quid de la cuestión, que no pudiese digerir a Marías: ¡la culpa era de esos formatos horribles de Alfaguara! A lo mejor ahora lo disfruto y todo. O no, ya os contaré.

11 comments:

A. C. said...

Pues sí: la mejor antología de Gibbon también está en Debolsillo, y los colorines de la nueva Alianza son espantosos. Para mí, el libro de bolsillo por excelencia es el de Penguin. Aquí en España sólo pido que estén cosidos, como los de las colecciones clásicas de Cátedra o Castalia, que son muy agradables de leer. Me gusta el paulatino desvirgamiento de los pliegos, y me pone negro que se me despeguen y se desbarajen. La antigua Alianza iba pegada pero al menos bien pegada, aunque no tanto como en los libros de bolsillo anglosajones. Por algo Debolsillo es de Random House. Salud.

Mabalot said...

Te voy a dar una razón, más emparentada con la psicología si cabe que con otra cosa más práctica, de por qué prefieres una edición de bolsillo a otras: EL BOLSILLO ES MÁS BARATO. Y sobre todo, y relacionado con eso, el libro tiene menor carga fetichista, de objeto alabado y casi reverenciado.

Digamos que en bolsillo el libro, su contenido, aparece más desnudo, más relajado. El marco es menos ostentoso y uno se relaciona con él de tú a tú.

Yo también tengo más ganas de leerme el Vida y destino en bolsillo que en tapa dura, aunque por supuesto la edición de G.G. es perfecta. Adoro ese papel amarillento y fino que dan ganas de pegarle un bocado. Pero el bolsillo de Plaza, y ahora más con esa portadas tan chulas en la nueva colección con lomos granates, te deja leer con la inconsciencia del que lee una revista y no le importa doblarla, escribirla, mancharla, arrugarla. No te importa que se llene de arenas en la playa o de café...

Y... a mí también me gusta más Javier Marías en bolsillo; hace poco leí El hombre sentimental en Austral y me gustó.

conde-duque said...

Antonio, es que Penguin es genial, el decano de los bolsillos, aunque no me suele gustar la tipografía (se les tintan mucho las letras, y se les separan...). Precisamente ahora estoy conviviendo a todas horas con un Penguin muy bonito y sesudo que estoy traduciendo y que me va a volver loco...
No sé, Mabalot, puede ser lo que dices, pero el precio es sólo algo previo a la compra (sólo interviene en esa decisión); después, al leerlo, lo que influye es sobre todo el formato, su flexibilidad, que no pese, que se pueda manejar con una sola mano, y todo eso psicoanalítico que dices también, seguramente. Además, hay muchos libros de bolsillo baratos que jamás me compro ni me compraría, porque no hay quien se los lea. Para salir huyendo.
Lo de las hojas de Galaxia es verdad, puro hojaldre.
Lo de Javier Marías va camino de ser un misterio misterioso, porque he leído hace poco (precisamente de Galaxia Gut., cogido en la biblioteca) una recopilación de sus artículos más personales/familiares que me ha gustado mucho. Ahí sí hay vida. Lo recomiendo: se titula "Aquella mitad de mi tiempo", y afortunadamente el estilo dentro no tiene nada que ver con el del rebuscadísimo y almibarado título, tan sumamente mariano.

Anonymous said...

Después de haber afrontado un par de mudanzas internacionales, cada vez soy menos fetichista en cuanto a conservar todos los libros que compro. Para mí lo mejor de los libros de bolsillo es que no me causa hoy ningún remordimiento si los tiro al contenedor de reciclado o los regalo para su reventa en una librería dependiente de una charity (Oxfam o los cuáqueros). Entre lo mejor de las vacaciones está leer dos o tres buenos y gruesos libros en edición de bolsillo en la piscina y la playa, y ver cómo se van decolorando conforme avanza su lectura y se van tiñendo y deshaciendo por acción del cloro, la sal, la arena y el sol. No sé por qué es así, pero esos libros son siempre los que dejan más profunda huella: la Forja, Fortunata, Ana Karenina… Otra condición impuesta por mi particular fetichismo, es que, si puede ser, intento comprar dichos libros en los Vips, en la sección de saldos. Por todo lo cual declaro desde aquí renunciar para siempre a la posibilidad de adquirir un Kindle.

Anonymous said...

Yo también soy defensora de los
libros de bolsillo. Cómo es
posible llevarse a la cama,
chocolate en mano, a un libro
empastado? Sólo mirarlo en tu
mesita, te acobarda.
Un saludo
BB

conde-duque said...

Usoz, es cierto lo de los traslados: le quitan a uno las ganas de construir biblioteca.
Lo importante es lo obvio: los libros son para leerlos (y releerlos), no para tenerlos de museo o de adorno. ¡Qué hubiera sido de muchos de nosotros sin las bibliotecas públicas!
A mí la única bibliofilia que me va es la sentimental. En eso sí, hay algunos (pocos) libros-objeto que uno quiere llevarse consigo siempre.
BB, lo de la cama chocolate en mano habrá que probarlo...
Un saludo.

Miguel Sanfeliu said...

Lo cierto es que Alianza ha cumplido un papel determinante en muchas biografías lectoras. Su catálogo es muy completo y abarca todas las disciplinas. Aunque no sé si debería estar escribiendo "era", pues muchos títulos están ya agotadísimos.

Los libros en bolsillo están cada vez más cuidados. También me gustan los de DeBolsillo y Destino. Pero tengo de un tiempo a esta parte la sensación de que van creciendo de tamaño. Vamos, que ya no caben en un bolsillo.

Un abrazo.

Anonymous said...

Hola conde duque, por supuesto qu la edición de bolsilo es una magnífica ocasión de que leas a Marías, y así podríamos polemizar de nuevo. A mí me gusta tanto que a pesar de haberlo leído en su primera edición, prestado eso sí, estoy por comprármelo...
Ya ves que sigo leyendo tu blog, un beso
Anónima

narrow said...

Joer, Ernesto sé si coger esta entrada y cut and paste porque suscribo al cien por cien, y como no tengo tiempo de escribir blog me vendría muy bien. Y qué portadas las de Daniel Gil, mejores que muchos libros. En el librito que regalaban con el 1500 de alianza salían casi todas y son memorables.

Saludos. Prometo volver al blog.

conde-duque said...

Saludos, Narrow, se te echa de menos...

narrow said...

Pues nada, he vuelto, poco a poco, y tengo preparada una entrada no ya de la portada, sino de una dedicatoria...
Saludos.