El signo del Aleph, ese mito borgiano en el que todos los acontecimientos del universo ocurren simultáneamente en un mismo punto, concentra sobre la pequeña colina de Notting una tremenda tensión, una trama de fuerzas opuestas que generan vida, bullicio, creación y, ocasionalmente, explosiones de violencia."
Friday, May 29, 2009
El Aleph de Londres
El signo del Aleph, ese mito borgiano en el que todos los acontecimientos del universo ocurren simultáneamente en un mismo punto, concentra sobre la pequeña colina de Notting una tremenda tensión, una trama de fuerzas opuestas que generan vida, bullicio, creación y, ocasionalmente, explosiones de violencia."
Wednesday, May 27, 2009
Murakami, corredor de fondo

En este libro se pone a contar cómo empezó en esto del correr, cómo se fue enganchando, cuánto tiene que ver con su forma de ser, con su carácter, lo que opina sobre el tema, etc. Qué coñazo, diréis. Y eso pensaba yo también, que me aburro y me canso ya sólo de ver a los del footing corriendo por la calle hacia ninguna parte, sudando y sufriendo porque sí. Pero el libro está entretenido. Hasta me está apeteciendo bajarme un día a echar una carrerita por el barrio, a ver qué tal. Al hilo de sus reflexiones sobre el correr, también va recordando sus comienzos literarios y reflexiona (es un decir) sobre el arte de escribir. Resumiendo, que son una especie de memorias/diarios sobre el correr y el escribir.
Dos cosas me han llamado la atención desde el principio del libro:
1) En primer lugar, lo sencillo y humilde que es este Murakami. Me cae bien. Con el éxito mundial que tiene, se le podría haber subido el ego a la cabeza. Pues no. Es un tío muy normal. Es consciente de sus limitaciones y debilidades y no trata de vendernos la moto de nada. Dice lo que piensa con sinceridad (eso parece, al menos) y sin florituras, habla de lo que le gusta y recuerda las cosas como fueron, sin más. No tiene melindres ni complejos sobre el qué dirán y no adopta pose ideológica alguna (gracias, Haruki).

En fin. Viene a decirnos Murakami que escribir novelas y correr maratones tiene mucho en común: tesón y esfuerzo, dedicación, determinación, disciplina, resistencia, etc. Supongo que tiene razón. Lo que pasa es que yo soy más de paseos. El sufrimiento modulado casi que se lo dejo a los demás. Por eso, quizás, nunca llegaré a la novela.
Saturday, May 23, 2009
El tormento de Damiens
"Finalmente, se le descuartizó, refiere la Gazette d'Amsterdam. Esta última operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a tirar; de suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar los muslos del desdichado, cortarle los nervios y romperle a hachazos las coyunturas". [...]
Una vez retiradas estas cuatro partes, los confesores bajaron para hablarle; pero su verdugo les dijo que había muerto, aunque la verdad era que yo veía al hombre agitarse, y la mandíbula inferior subir y bajar como si hablara. Uno de los oficiales dijo incluso poco después que cuando levantaron el tronco del cuerpo para arrojarlo a la hoguera, estaba aún vivo. Los cuatro miembros, desatados de las sogas de los caballos, fueron arrojados a una hoguera dispuesta en el recinto en línea recta del cadalso; luego el tronco y la totalidad fueron en seguida cubiertos de leños y de fajina, y prendido el fuego a la paja mezclada con esta madera.
En cumplimiento de la sentencia, todo quedó reducido a cenizas. El último trozo hallado en las brasas no acabó de consumirse hasta las diez y media y más de la noche. Los pedazos de carne y el tronco tardaron unas cuatro horas en quemarse. Los oficiales, en cuyo número me contaba yo, así como mi hijo, con unos arqueros a modo de destacamento, permanecimos en la plaza hasta cerca de las once.
Se quiere hallar significado al hecho de que un perro se echó a la mañana siguiente sobre el sitio donde había estado la hoguera, y ahuyentado repetidas veces, volvía allí siempre. Pero no es difícil comprender que el animal encontraba aquel lugar más caliente."
Thursday, May 21, 2009
Gente de las pusztas
Entre otras muchas cosas, Gyula Illyés participó en la guerra de Szolnok contra los rumanos, trabajó en París como encuadernador de libros, se casó con una profesora de gimnasia terapéutica y escribió un poema muy bonito sobre la tiranía. Aquí lo podéis ver, con la boina, postulando su figura a cofrade del Círculo Solana.

Estoy leyendo su libro Gente de las pusztas, en el que nos acerca a la historia y a la vida cotidiana del campesinado húngaro, centrándose en algunos de sus personajes corrientes y molientes. El retrato que hace en las primeras páginas del "espíritu de su pueblo" es realmente demoledor:
La gente de las pusztas, lo sé por experiencia, es servil, sumisa. No lo es de forma calculada y consciente; por la expresión y también por el hecho de que levanta la cabeza incluso cuando grita un pájaro, se le nota que lo es desde siempre, por la sangre, por una experiencia milenaria. [...] Estoy convencido de que todo lo bueno y bello que se puede decir de un sirviente también es aplicable a la gente de las pusztas, cuyo lenguaje, costumbres y rasgos guardan casi sin mácula, en todo el país, cierta constitución ancestral. No se mezclaron con otras gentes, ni siquiera con las del pueblo vecino, sobre todo porque nadie estaba dispuesto a mezclarse con ellos. No tienen exigencias; son obedientes hasta el punto de que ni siquiera es preciso ordenarles nada, perciben los pensamientos de sus señores por telepatía y los ejecutan en el acto, como corresponde a unos sirvientes cuyos padres, bisabuelos y tatarabuelos ya habían servido en el mismo lugar y a un mismo señor. Esta gente conoce por instinto todas las costumbres domésticas, está disponible para todo, y al concluir su trabajo sale de la habitación, como de la vida o de la historia, sin que sea preciso ordenárselo, ni siquiera con la mirada.
Este libro lleno de realismo (histórico-sociológico) y poesía es una auténtica maravilla; por momentos, me recuerda a la película El árbol de los zuecos de Ermanno Olmi. Si no estuviera muerto, podríamos admitirlo sin problema en la nómina de los solanistas. Creo yo.
Sunday, May 17, 2009
Friday, May 15, 2009
El escritor casi inédito
Siempre correcto, siempre respetuoso, Miguel habla de los libros y de los escritores con una admiración sincera. Disfruta con ellos y no le importa que se le note. Para él la literatura es un motivo de celebración, no un reptilario lleno de egos, envidias y navajazos. Es generoso y nada pijotero. Otra cosa que me gustaba de él desde el principio es que nunca se ofendía cuando los que somos más escépticos o irreverentes nos metíamos con algún autor que a él le gustaba. Porque hay mucha gente así de ridícula, que si dices que es un coñazo su escritor preferido se enfadan como si hubieses insultado a su padre. Miguel no. No es un talibán del gusto. Vive y deja vivir. Después pude comprobar que en la vida real es igual de amable y comedido que en su blog: un día quedamos en la Casa del Libro de la Gran Vía (dónde si no) y, después de curiosear un rato en la sección de saldos de la calle de la Salud (por cierto, que los muy cabrones la han cerrado), nos fuimos a tomar una cerveza y unas patatas ali-oli (me hizo gracia que él las llamara patatas al ajo-aceite) a un bar que si no era alemán lo parecía. En la televisión del fondo retransmitían un partido del Valencia. Y en su conversación era exactamente como en su blog. Sin trampa ni cartón.

Pero, al revés de lo que diría Umbral, yo no he venido aquí a hablar de su libro, porque para hablar de su libro tendría que destripar los argumentos de sus 4 relatos, y eso sería una falta de respeto, amén de una putada para vosotros, que lo que deberíais hacer es compraros el libro y disfrutar leyendo los 4 relatos con la emoción del que los va descubriendo por primera vez y se va dejando llevar por ellos, por sus misteriosos meandros y alucinaciones. Digo que tendría que destripar sus argumentos porque el estilo de Sanfeliu es tan diáfano que lo único que importa son las cuatro historias narradas. Desde la primera frase se ve uno atrapado en un juego literario muy gozoso, un mundo real de tan extraño, extraño de tan real, entre la alucinación y la pesadilla, tan kafkiano como sus dibujos (que también han salido de la mano de Sanfeliu, como los de Kafka). Su estilo, ya digo, es claro y exacto, limpio y conciso, y siempre nos empuja hacia adelante, como perros ansiosos, con la mejor técnica del cine de suspense. Y es que Miguel Sanfeliu se toma muy en serio la literatura como juego.
Anónimos es un libro muy pequeño que se lee de un tirón. Se te acaba casi en un trayecto de metro o de autobús. Pero se leería también del tirón aunque tuviese 500 páginas. De hecho, ojalá tuviese 500 páginas, ojalá fuesen 100 relatos y no sólo 4. Se me ha hecho demasiado corto. Lo que estoy deseando YA MISMO es que salga un libro suyo más gordo repleto de relatos que nos dure más.
Wednesday, May 13, 2009
Desolation Row
Einstein disfrazado de Robin Hood / con sus memorias en una maleta / pasó hace una hora por aquí / con su amigo el monje celoso, / y se mostró tan inmaculadamente correcto / cuando mendigó un cigarrillo, / después se marchó oliendo alcantarillas / y recitando el alfabeto, / no lo pensarías al verle / pero se hizo famoso hace tiempo / por tocar el violín eléctrico / en la Vía de la Desolación. [...]
Sí, ayer recibí tu carta, / cerca del tiempo en que se rompiera el llamador, / cuando me preguntaste cómo me lo montaba / y si aquello era algún tipo de broma / toda esa gente que mencionaste, / sí, sé que están completamente lisiados, / tuve que rehacer sus caras / y darles otro nombre a todos / ahora mismo no puedo leer muy bien / no me envíes más cartas, no, / no, a menos que lo envíes desde / la Vía de la Desolación".
(Bob Dylan, Desolation Row)