La escritura de José Manuel Martín Peña tiene un componente adictivo muy fuerte. Cada frase es un impulso a la siguiente, y ésta a la siguiente, siempre cargada de vida luminosa (de luz natural, tirando a tenue) y de sugerencia lírica, y después otra, y otra, y otra. El final del relato llega siempre demasiado pronto: el mundo queda abierto, pero nosotros nos sentimos frustrados y un poco tristes, como si hubiésemos protagonizado un coitus interruptus. Tengo que decir que estas 55 páginas de Zeppelin (Pre-Textos, 2007) me han encantado y, por eso mismo, me han sabido a poco. Se me han acabado tan rápido que aunque lo vuelva a empezar sé que terminaré enseguida. Necesito más. ¡Lo que daría por estar leyendo una novela -o un libro de relatos más largos- de este hombre! Esos personajes limpios, esa poesía de las cosas y de la lucha por la vida, esa naturalidad desengañada, esa mirada inocente sobre el mundo pero con un fondo de sombras (es la mirada de un niño que lleva sobre las espaldas un dolor cansado, dolor cansado de ser dolor y que se orienta a las luces de la vida, al sol que cae a plomo sobre las cosas)...
Aunque parece moverse muy a gusto en las distancias cortas (relatos) y cortísimas (aforismos), yo creo que José Manuel Martín Peña tendría que hacer el esfuerzo de lanzarse a otras dimensiones más grandes, porque nos haría un gran favor a sus lectores. Tenemos mono de su prosa. Lo primero que uno piensa es que sería un genial escritor de libros infantiles o juveniles, pero después -siendo egoísta- uno preferiría leer de él una especie de trilogía barojiana de “La lucha por la vida” situada a finales del siglo veinte: niños jugando en las calles de los suburbios mientras sus padres se desloman en pluriempleos precarios para sacar adelante a sus familias, adolescentes fumando sus primeros cigarrillos o porros en el parque, demorándose en los afanes de un futuro que se les presenta gris, emborrachándose y enamorándose por primera vez (¡echo en falta en estos relatos a más niñas, chicas o mujeres!, ¡esas conversaciones!), chicos solitarios que leen y leen metidos en sus cuartos, inventándose mundos de fantasía, etc. Una cotidianidad lírica con una trama que siempre empuje hacia delante.
Como mínimo, nuestro Luz Tenue tiene todas las dotes literarias para escribir una obra memorable como Seda, de Alessandro Baricco, o Nieve, de Maxence Fermine, eso sí, a la española, remojada en la sentimentalidad agridulce de un sufrido seguidor del Atlético de Madrid (digo esto porque el tono general de Zeppelin me recuerda mucho a un cortometraje que vi sobre un niño que iba con su padre a la Casa de Campo y escuchaban el partido de su Atleti en la radio del coche, y perdían, y el padre tenía cáncer, y lloraban juntos).
Aunque parece moverse muy a gusto en las distancias cortas (relatos) y cortísimas (aforismos), yo creo que José Manuel Martín Peña tendría que hacer el esfuerzo de lanzarse a otras dimensiones más grandes, porque nos haría un gran favor a sus lectores. Tenemos mono de su prosa. Lo primero que uno piensa es que sería un genial escritor de libros infantiles o juveniles, pero después -siendo egoísta- uno preferiría leer de él una especie de trilogía barojiana de “La lucha por la vida” situada a finales del siglo veinte: niños jugando en las calles de los suburbios mientras sus padres se desloman en pluriempleos precarios para sacar adelante a sus familias, adolescentes fumando sus primeros cigarrillos o porros en el parque, demorándose en los afanes de un futuro que se les presenta gris, emborrachándose y enamorándose por primera vez (¡echo en falta en estos relatos a más niñas, chicas o mujeres!, ¡esas conversaciones!), chicos solitarios que leen y leen metidos en sus cuartos, inventándose mundos de fantasía, etc. Una cotidianidad lírica con una trama que siempre empuje hacia delante.
Como mínimo, nuestro Luz Tenue tiene todas las dotes literarias para escribir una obra memorable como Seda, de Alessandro Baricco, o Nieve, de Maxence Fermine, eso sí, a la española, remojada en la sentimentalidad agridulce de un sufrido seguidor del Atlético de Madrid (digo esto porque el tono general de Zeppelin me recuerda mucho a un cortometraje que vi sobre un niño que iba con su padre a la Casa de Campo y escuchaban el partido de su Atleti en la radio del coche, y perdían, y el padre tenía cáncer, y lloraban juntos).
En cualquier caso, escriba lo que escriba en el futuro José Manuel Martín Peña, tengo clarísima una cosa: me lanzaré a leerlo como quien busca un tesoro, como quien necesita saciar una adicción mortal: la de la buena literatura.
17 comments:
cabrones, madrileños, qué envidia...
A Santiago no llegó ni un ejemplar todavía. Voy a pedirlo a Casa del Libro por internet y en dos días lo tengo aquí.
Sigue contando, Conde, y si fuiste a la firma de nuestro amigo Castellote también...
Hola, Mabalot, me has pillado justo terminando el post (no entro en más detalles porque no quiero destriparos las historias). Sólo puedo decir que vais a disfrutar un montón, como yo. Y lo volvereis a leer una y otra vez para seguir relamiéndoos. Genial. Qué pena que sea tan corto, joder.
Castellote viene el miércoles, creo. Voy a intentar ir a saludarle. Otro grande.
Siempre estamos con las mismas pregunta, Mabalot: ¿cómo es posible que sigan siendo desconocidos? Misterios de la vida.
Gracias, Conde, por este prólogo al libro. Espero ir a pillarlo pronto.
Sólo una cosa, una cosa chica y quizá no muy importante: dices que "tendría que hacer el esfuerzo" de meterse en géneros más grandes. Sé que (intuyo) no consideras menores los géneros más cortos. Sé (me consta) que te has quedado con ganas de más, y que es desde ahí desde donde demandas. Pero desde el desconocimiento mío, que aún no he leído el libro, y que poco conozco de este escritor, quiero dejar claro (aunque sea innecesario por completo) que el esfuerzo ya está hecho, independientemente de la largura o anchura de las letras. Como observadora y como lectora demandante, no dejo de ver que sigue esa lucha de tamaños. Que al que escribe corto se le pide que escriba largo, pero nunca al poeta se le pide que escriba novelas, igual que nunca al novelista se le pide que escriba cuentos. Ni al físico que se dedique a las matemáticas. Esto no lo digo sólo refiriéndome a Luz Tenue, que igual viene ahora y me da un guantazo, sino en general. Y repito, me consta la probabilidad de lo innecesario de este comentario. Pero si hubiera estado contigo en un café de Malasaña, o sentada al sol del Dos de Mayo, hubiéramos conversado del tema, durante unos minutos, entre ambas cervezas.
Un beso fuerte. Enhorabuena al escritor, y enhorabuena a ti, por supuesto.
Caramba, esto se anima. Tomo nota del libro y lo encargaré para ir haciendo montoncito. Mi amigo David me cuenta que estuvistes hablando con él en la feria y que muy bien, de lo cual me alegro, así que a ver si es verdad lo de ir por Zaragoza. Suena el timbre y tendré que ir a explicar a mis alumnos qué es eso de la comprensión lectora, ¿alguien me ayuda?
Hablamos.
Ah, mi correo es julioangosto@yahoo.es
Ah, solecismo aparte, era "estuviste" hablando, se me ha caído una ese porque quería decir estuvistéis. Sorry.
Te voy a llenar los comentarios! "estuvisteis", quise poner.
Mardito carajillo de Ron Pujol...
Ah, ¿por qué has quitado a la rana Gustavo del otro post? Era ése un buen sitio para hacer una de las de Mateo Morral, aunque la bomba fuera de inteligencia y bondad...
Lara, tienes toda la razón: "hacer el esfuerzo" no es la expresión más apropiada, pero veo que has captado el sentido: que quiero leer más, que me he quedado con las ganas de seguir leyendo sobre esos personajes y esas historias. Por otro lado, no pretendo dar consejos ni nada de eso (no soy quién), sólo digo lo que a mí me apetecería leer: un libro grandote de Luz Tenue (y lo dice un antitochos).
Hola, Julio. Desde luego, cuando vaya a ir a Zaragoza, te avisaré para tomarnos unas cañas. Por ahora no veo muchas perspectivas, pero ya llegará. Lo mismo te digo si pasas por Madrid.
Si quieres vuelvo a poner a la rana Gustavo, faltaría más. Tengo la foto por aquí, en Mis Imágenes. Ahora mismo la restauro, hombre.
Un saludo.
De todas formas, Lara, yo no creo mucho en los géneros literarios (en el fondo todo es literatura). Cuando uno domina algo, cambiarlo -más que hacer un esfuerzo- es afrontar un riesgo.
La verdad es que lo de los géneros es una etiqueta que se inventaron los teóricos de la literatura, como aquel que se dio cuenta de que hablaba en prosa y no se había dado cuenta...
Me viene a la cabeza un libro así, también con lo breve como divisa, "Cuentos de X, Y y Z", de un tal F.M., así firma, en Lengua de Trapo, fantásticos cuentos.
Lo dicho, hoy lo encargo.
Ah, no sé si dije que había una página de nostalgia tipo Rana gustavo, teacuerdas.com, más que nada por lo que pusiste un día de la nocilla y las heridas en las piernas...
Para los nostálgicos que hayáis nacido en los años 60 (ya sabéis que yo soy del 77) recomiendo un libro que se titula "Los hijos de los Chiripitifláuticos", de Ignacio Elguero, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005. Seguro que os emocionáis.
Que tengas buena guardia, Julio (ésa era la clase que mejor se me daba: la guardia cuando no faltba ningún profesor, leyendo tranquilamente el periódico en la sala de profesores).
Disfruto de ver cómo has disfrutado del libro, valga la redundancia.
Hola, F., aquí nos redundamos todos, unos a otros, y así hacemos una cadena de disfrutamientos. Qué bien. A disfrutar.
Conde.
Una última aclaración, Lara, por si queda alguna duda: no suelo pensar que todos los escritores de relatos deban lanzarse a escribir novelas, ni mucho menos. Por ejemplo, para mí Juan Bonilla -que es mi cuentista actual preferido- se tendría que quedar para siempre escribiendo relatos, porque me encantan, mientras que sus novelas no me gustan (menos "Cansados de estar muertos", que tiene cosas muy valiosas, aunque no precisamente como novela).
Pos eso.
Solo puedo darte las gracias, Conde-Duque. Por lo bien que me pones en la crítica de Zeppelin, primero; y segundo, por lo bien que escribes.
Espero que Zeppelin les guste a todos tanto como a ti. A todos gracias.
Aunque tengo más cuentas de correo, mi mail es laluztenue@hotmail.com, para lo que querais.
Hola, José Manuel. De nada. Ha sido un placer leerte en un libro, como ya lo era leerte desde la pantalla del ordenador y con pseudónimo.
Seguro que a todos los asiduos de nuestro Café Pombo les encanta, porque saben apreciar la buena literatura.
Un abrazo.
No conocía a este hombre, pero me quedo con su nombre... Por cierto, ¿por qué no te animas tú con esa trilogía?
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