"Todos los literatos de Madrid acuden a una cervecería; todos se conocen, todos se tratan; todos se despellejan verbalmente y se adulan por escrito. Hablar bien de un escritor a otro del mismo género es crearse un enemigo casi siempre y decir algo malo por escrito del antes elogiado de palabra es tener ya dos enemigos. Lo corriente es lo contrario: a Fulano se le habla mal de Mengano y ya hay un amigo, Fulano; en la prensa se alaba a Mengano y ya hay dos amigos. No hacer esto es sembrar culebras o vidrios rotos: cuando se echa a andar los pies chorrean sangre a los pocos pasos. El mejor día, cuando más sol lleváis en el alma, os encontráis con que os odia toda una multitud; habéis hecho, como Abraham, un gran pueblo, pero de enemigos. Porque éstos se engendran unos a otros; el enemigo literario nace también por analogía, si habláis mal de un poeta malo se dan por aludidos todos los que se le parecen. Y además, queda para odiaros aquella muchedumbre de los que os mandan libros que no leéis, a pesar de las dedicatorias en que abunda lo de «ilustre y eminente»; queda para odiaros la turba multa de los periodistas que se creen retratados cuando pintáis al periodista ignorante, atrevido y de intención aviesa; queda para odiaros el pópulo bárbaro de los majaderos que siguen a los necios como otras tantas resonancias del absurdo; y quedan para odiaros el dilettante de la injuria; el amateur de la envidia, que ya aborrecen antes de saber a quién.
¡Es tan suave, tan perfumado el ambiente en que vive el crítico benévolo! Júntanse autores y críticos, la cortesía les impone la alabanza, el amor propio convierte en sustancia las fórmulas de la cortesía, la vanidad se sube a la cabeza, y a poco rato de estar juntos, todos están borrachos de vanagloria; hay luz en todos los ojos, carmín en todas las mejillas; todos ríen, las carcajadas se toman por esprit, cualquier salida de tono pasa por rasgo de ingenio: aquello es una orgía de vanidades...
Y ¿cómo huir de esta vida artificial, y falsa viviendo en Madrid, en ese Madrid literario tan pequeño? Punto menos que imposible. Habría que ser un asceta. Pero, un asceta ¿continuaría siendo crítico?"
¡Es tan suave, tan perfumado el ambiente en que vive el crítico benévolo! Júntanse autores y críticos, la cortesía les impone la alabanza, el amor propio convierte en sustancia las fórmulas de la cortesía, la vanidad se sube a la cabeza, y a poco rato de estar juntos, todos están borrachos de vanagloria; hay luz en todos los ojos, carmín en todas las mejillas; todos ríen, las carcajadas se toman por esprit, cualquier salida de tono pasa por rasgo de ingenio: aquello es una orgía de vanidades...
Y ¿cómo huir de esta vida artificial, y falsa viviendo en Madrid, en ese Madrid literario tan pequeño? Punto menos que imposible. Habría que ser un asceta. Pero, un asceta ¿continuaría siendo crítico?"
(Un viaje a Madrid, Leopoldo Alas Clarín)
2 comments:
Me encanta, Conde.
Qué poco han cambiado las cosas. Qué poco ha cambiado la naturaleza humana, al fin y al cabo.
Me gusta mucho esto: "Júntanse autores y críticos, la cortesía les impone la alabanza, el amor propio convierte en sustancia las fórmulas de la cortesía, la vanidad se sube a la cabeza, y a poco rato de estar juntos, todos están borrachos de vanagloria; hay luz en todos los ojos, carmín en todas las mejillas; todos ríen, las carcajadas se toman por esprit, cualquier salida de tono pasa por rasgo de ingenio: aquello es una orgía de vanidades..."
Porque es tan cierto ahora como entonces. Ah, la vanidad...
Un abrazo,
X.
Sí, un texto muy actual, menos en lo de que tomen cañas en el mismo bar. Ahora ya no caben...
Un abrazo.
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