Sunday, June 07, 2009

Alejandro Rossi (1932-2009)

Anoche murió Alejandro Rossi, uno de los grandes de la historia de la literatura. En nuestro país, que yo sepa sólo ABC le ha dedicado algunas líneas. Algunos recordaréis lo que escribí hace unos meses, cuando descubrí su Manual del distraído en una librería. Como dije entonces, para mí era más que un gran escritor. Me sentía totalmente identificado con su manera de escribir, de ver las cosas, etc. Lo consideraba como un otro yo. Nunca me había pasado algo así: “Escribe no sólo lo que quieres leer y lo que te gustaría escribir, sino que, en cierto modo, ahí estás tú. Está la voz que dice tus palabras, la mirada que observa a través de tus ojos, pero también –digámoslo así– una especie de amigo, o, mejor aún, un otro yo. Así, al menos, lo sientes: como un tú de otra época (en concreto los textos del Manual fueron escritos antes de nacer yo), de otro país, con una vida muy lejana pero íntimamente cercana. O algo similar”. “Cada página, cada frase, cada idea, es una nueva constatación de que ahí estás tú. El tono, el estilo (ya me gustaría a mí, ya), las lecturas, los gustos, las influencias, la formación filosófica, la vocación literaria, algunas reflexiones que ya se me pasaron por la cabeza…”
Por eso, cuando uno de aquellos días, buscando información sobre sus libros en internet, me encontré con su página personal de la Universidad de México (donde había ejercido durante muchos años de profesor de filosofía) y vi que venía una dirección de email, decidí escribirle. Soy muy cortado para estas cosas, pero en este caso yo lo veía casi como una obligación, no sé, como una cuestión de honor, de justicia, o de simple educación. Si se hubiese tratado de un autor muy famoso, premiado y reconocido, ni se me hubiese ocurrido escribirle, pero como era un escritor prácticamente desconocido en España (al menos, yo nunca había oído hablar de él), me parecía, ya digo, casi un deber. Tenía que agradecerle a aquel hombre lo mucho que estaba disfrutando leyéndolo, contarle la emoción que me había producido su descubrimiento, lo identificado que me sentía con sus gustos, reflexiones, intereses, etc. Además, le contaba los libros que había conseguido y los que no, y que seguía sin tener muy clara la lista de su bibliografía. Al final de la carta, me presenté muy brevemente y le expresé mi esperanza de que escribiese más cosas, para poder disfrutarlas.
Lo envié pensando que lo normal era que aquella dirección de email ya no funcionase; por eso me sorprendió y me alegró mucho que al día siguiente me llegara esta contestación tan amable:

Apreciado amigo,

Todo autor desea recibir una carta como la que usted me envió. Ha sido una
sorpresa y una alegría. Me complace, en particular, que haya usted estudiado
filosofía y tenga 31 años. Yo ando ya por los 76 y con la salud sumamente
quebrantada. No sé si dará tiempo ya publicar cosas nuevas, salvo —en un futuro
lejano— páginas de mis diarios.

Sueños de Occam fue subsumido en Un café con Gorrondona y en cuanto a
Diario de Guerra es un texto que también encontrará usted en dicho libro. Por
otra parte, da título a una Antología que publicó hace muchos años la revista
Vuelta de escritos míos. Lenguaje y Significado está publicado en la Colección
Breviarios del Fondo de Cultura Económica y, si me lo permite y me remite su
dirección, le diré a la editorial que se lo envíe.

Una vez más, amigo X, le expreso mi agradecimiento por una lectura tan
estimulante y generosa.

Un saludo cordial.
Alejandro Rossi.

Varias semanas después me llegó a casa Lenguaje y significado, un librito con varios ensayos filosóficos en torno a cuestiones de filosofía del lenguaje: sobre las Investigaciones lógicas de Husserl, sobre el concepto de "lenguaje privado" en Wittgenstein, sobre la teoría de las descripciones, etc. Una verdadera maravilla.
Llevaba varios años muy enfermo, con un enfisema pulmonar que le obligaba a vivir pegado a la botella de oxígeno. Ahora me alegro de haberme atrevido a escribirle aquella carta, porque pude agradecerle lo mucho que me ha hecho disfrutar (y lo que me seguirá haciendo disfrutar), y si además conseguí alegrarle un poquillo la tarde, mucho mejor.
Antes de nacer hubo alguien que ya me escribió. Se llamaba Alejandro Rossi y ya no vive.

8 comments:

rc said...

Y por supuesto, incitas la curiosidad de leer las líneas que conmovieron al profesor Rossi para darte una respuesta tan sincera y amistosa. Quizás deberías publicarla también.

Yo que ando acá, nunca tuve las agallas para escribirle o visitarle en su oficina del Instituto de Investigaciones Filosóficas donde trabajó hasta el final, y donde yo hice mi servicio social.

Saludos desde este lado del mar océano, y por supuesto nos unimos todos a tan sentido pésame.

conde-duque said...

Hola, Roberto. Puse más o menos lo que he dicho, pero si te interesa leerlo, escríbeme a conde-duque77@hotmail.com y te lo envío encantado.
Saludos.

Martín López said...

Hermoso post.

Sir John More said...

Bueno, bueno, hoy, por pura casualidad, me voy a la cama con el gusto de saber que no soy el único que, así, de pronto, decide agradecerle algo a alguien que uno considera casi en otra dimensión, y que con sorpresa descubre a un artista que, antes que nada, es persona, sensible, receptiva, amable... Casi estoy convencido de la coincidencia: los artistas sinceros suelen ser los más sensibles, receptivos y amables.

Debes sentirte muy bien con esa carta. Me alegro. Un saludo.

Lilia Muñoz said...

Gracias, conde-duque, por descubrirme a A. Rossi. Después de leerte busqué otras semblanzas y me tomé la libertad de poner la dirección de esta entrada tuya en el sitio "Letras libres", donde han escrito una en su recuerdo. Te dejo también la dire de una nota que Juan Villoro escribió sobre él hace exactamente diez años. Creo que te puede gustar, está en:
http://www.letraslibres.com/index.php?art=5859
Saludos... desde Argentina

Pedro Enrique Rodríguez said...

Este post es una verdadera maravilla. Elegante y conmovedor. Algo que, a mi parecer, Rossi se merecía de sobra.

Al leerlo, sentí por un instante el aguijón de una idea terrible: ¿Por qué no se me ocurrió escribirle jamás? Me podría haber inventado una reminiscencia intrascendente sobre Venezuela, el país donde nació su madre y él mismo vivió algunos años. O no: más bien ir directo al asunto y culparlo de haber sido una influencia fascinante y decisiva en mi modo de entender la literatura. En fin, las posibilidades no eran infinitas, pero sí desmesuradas.

Lamento que no se me ocurriese. Lamento que lo piense cuando, patéticamente, ya es demasiado tarde. Aún así, me alegra descubrir que alguien lo hizo y que el resultado fue, precisamente, lo que uno podría esperar de Rossi. Ni más ni menos.

Gracias por eso.

Un saludo por allá.

Sebastian said...

Sencillo y terso homenaje a Rossi. Yo tenía pendiente leer "Manual del distraído" hace un buen tiempo, pero - y eso es lo bueno de la muerte - sólo decidí tomarlo con fervor ahora. ¡Qué prosa tan sugestiva y compacta! Por cierto,muy buen blog: seguiré de visita por aquí. Un saludo desde Colombia

desconvencida said...

Qué bonito post, conde-duque...