El coloso de Nueva York: así se titula el libro más profundo, exacto y sugerente sobre una ciudad que he leído nunca.
Su autor se llama Colson Whitehead y nació en Nueva York en 1969, donde sigue viviendo.
Se nota que ha recorrido la ciudad durante muchos años con los ojos bien abiertos, introduciéndose en la psicología del paisaje y, sobre todo, del paisanaje. Porque eso es, al fin y al cabo, una ciudad: ni más ni menos que los pensamientos de sus habitantes. Sus vidas entrelazadas por el azar, como una telaraña.
No importa cuánto tiempo lleves aquí, eres neoyorquino desde la primera vez que dices "Aquello era el Munsey's" o "Allí estaba el Tic Toc Lounge". Que antes de que plantaran ese cibercafé solías arreglarte la suela de los zapatos en el negocio familiar que ocupaba ese mismo lugar. Eres neoyorquino cuando lo que estaba antes es más real y está más vivo que lo que hay ahora. [...]
Yo empecé a construirme mi Nueva York en el tren de la línea 1. Mi primer recuerdo de la ciudad es mirar por la ventanilla del metro al tiempo que éste emergía del túnel camino de la cale 125 y se detenía en las vías elevadas. Era a principios de la década de los setenta, de modo que todo estaba sucio, porque esa es mi ciudad y a ella me aferro. Y todavía hablo del edificio de la Pan Am, no por afectación, sino porque eso es lo que es. Para la recién llegada de Des Moines, que inicia su primera semana de trabajo en una aseguradora de Park Avenue Sur, el titán que asoma por encima de Grand Central es el edificio Met Life y siempre lo será. Por supuesto, se equivoca: cuando yo lo miro veo claramente las letras gigantescas que anuncian la Pan Am, ¿verdad? Y, por supuesto, a los ojos de los veteranos que mantienen el mito de que existió un tiempo anterior a la Pan Am, me equivoco. [...]
Existen ocho millones de ciudades descarnadas en esta ciudad descarnada: polemizan y discuten entre sí. Este lugar se multiplica cuando no miras.
No importa cuánto tiempo lleves aquí, eres neoyorquino desde la primera vez que dices "Aquello era el Munsey's" o "Allí estaba el Tic Toc Lounge". Que antes de que plantaran ese cibercafé solías arreglarte la suela de los zapatos en el negocio familiar que ocupaba ese mismo lugar. Eres neoyorquino cuando lo que estaba antes es más real y está más vivo que lo que hay ahora. [...]
Yo empecé a construirme mi Nueva York en el tren de la línea 1. Mi primer recuerdo de la ciudad es mirar por la ventanilla del metro al tiempo que éste emergía del túnel camino de la cale 125 y se detenía en las vías elevadas. Era a principios de la década de los setenta, de modo que todo estaba sucio, porque esa es mi ciudad y a ella me aferro. Y todavía hablo del edificio de la Pan Am, no por afectación, sino porque eso es lo que es. Para la recién llegada de Des Moines, que inicia su primera semana de trabajo en una aseguradora de Park Avenue Sur, el titán que asoma por encima de Grand Central es el edificio Met Life y siempre lo será. Por supuesto, se equivoca: cuando yo lo miro veo claramente las letras gigantescas que anuncian la Pan Am, ¿verdad? Y, por supuesto, a los ojos de los veteranos que mantienen el mito de que existió un tiempo anterior a la Pan Am, me equivoco. [...]
Existen ocho millones de ciudades descarnadas en esta ciudad descarnada: polemizan y discuten entre sí. Este lugar se multiplica cuando no miras.
2 comments:
¡Qué buena pinta tiene el libro! Me lo apunto... si algún día visito por fin la Gran Manzana será mi guia de cabecera, eso seguro ;)
Espero que te guste. Por si acaso, cógelo prestado en una biblioteca, a ver si mis gustos están atrofiados y hago que la gente se gaste el dinero para nada...
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