Wednesday, December 27, 2006

Juana de Arco


Supongo que uno de los logros del arte -de cierto tipo de arte, no de todo- es dejar al lector/espectador/oyente tan embobado durante su lectura/visión/audición que se olvide de sí mismo y experimente una existencia vicaria, imbuido de esa placidez espiritual que los epicúreos llamaban "ataraxia" (es lo que traté de explicar cuando hablé de El caso Winslow o cuando hice referencia a El testimonio de Yarfoz). Supongo que para los amantes de los efectos especiales y las emociones fuertes eso de la "ataraxia" no es más que un eufemismo griego para designar el aburrimiento más absoluto, el "tostón" o "coñazo" de toda la vida. Para mí, al menos, no. Sé distinguir bien una cosa de la otra...
Pues bien. Todo este preámbulo para justificar que el otro día vi -y me gustó muchísimo- una película lenta, aburrida y tostón como El proceso de Juana de Arco, de Robert Bresson. No pienso exponer mis impresiones ni explicar las razones de mi entusiasmo, básicamente porque las ignoro. Sólo sé que me quedé anestesiado delante de la pantalla desde que empezó la explicación del principio hasta que apareció la palabra "Fin", que en este caso fue sinónimo de perturbación. Si por mí fuera, habría alargado la película una horita más....
Hay muchas versiones en cine de la historia de esta santa/heroína francesa, pero yo sólo había visto dos. Había visto en el cine Doré la versión infumable de Rossellini (un verdadero coñazo pretencioso, hortera y barroquista, pese a tener como protagonista a mi amada Ingrid Bergman, que salía guapísima; véase arriba) y había visto en la tele la intrascendente versión moderna de Jean-Luc Besson (con la andrógina y atractiva Milla Jovovic, sin duda lo mejor de la peli). Y llevo tiempo queriendo ver la versión de Carl Theodor Dreyer (por las fotos que he visto, tiene buena pinta, aunque la actriz es la más fea de todas las Juanas de Arco con diferencia).
Me asalta una duda existencial: ¿es inevitable enamorarse de esta mística/guerrera/santa/heroína/virgen, extrañísimo y morboso personaje de la mitología francesa?

18 comments:

EduardoAlbás said...

Estimado conde-duque, ¿no es, en esencia, tu duda (y nuestra duda) el eterno complejo de edipo?

Pd: y si es Ingrid Bergman, complejo incurable...

Un saludo

conde-duque said...

Uff, espero que no, Eduardo. A mí que Freud se quisiera acostar con su madre siempre me ha parecido una guarrería psicoanalítica. Lo del matar al padre todavía lo entiendo, pero eso... ¡¡puaggg!!
Yo creo que es más el tótem INGRID que el tabú INCESTO...
Incurable total.

conde-duque said...

Por cierto, en este caso el tótem -la actriz- es Florence Delay. Lo hace genial... Me encanta.

EduardoAlbás said...

En cualquier caso, parece que el binomio tótem(deseo)-tabú(miedo)sigue siendo el motor de la humanidad...

Mabalot said...

Es la Sta. Teresa de los gabachos. Ese tipo de personajes tan fieles a su "delirio" impresiona bastante, quizá porque esa fe descomunal solo está al alcance de seres especiales, tipo Cristo, Teresa, Rimbaud, que al final de su vida creía ciegamente en Dios.
La verdad es que si Santa Teresa tuviese la cara de la Bergman yo también me enamoraría hasta las cachas. Qué gran apunte Conde-Duque, me encanta su reflexión; lo de la ataraxia, ese embobamiento artístico, esa "placidez espiritual", y cuando menos defensas del raciocinio mejor; véase cuando estamos con mucho sueño y nos metemos un viaje cinéfilo del calibre de Bresson; seguramente levitemos, como la Santa.
Otra cosa con la que me identifico en el artículo; "No pienso exponer mis impresiones ni explicar las razones de mi entusiasmo, básicamente porque las ignoro"
Lo que admiro me cuesta más desentrañarlo que lo que no me gusta, por eso siempre es mucho más difícil poner a parir lo que no nos gusta que razonar lo que admiramos.
No vi la de Dreyer, y seguro que es una pasada, pero la de Bresson es sublime, objetiva, pura, cine para explicarle a los marcianos qué es el cine. Perdona el entusiasmo pero es que Bresson son palabras mayores, aunque habrá alguno que lo deteste, como pasa con todo.
Comparto el totem Ingrid. Fue mi actriz fetiche, lo que pasa es que los años erosionan el amor platónico...
Un saludo, interesantísimo post...

conde-duque said...

Gracias, Mabalot. ¡¡Unámonos todos en el homenaje a Ingrid Bergman y a Robert Bresson!!
Lo único que no entiendo es la segunda parte de tu frase: "Lo que admiro me cuesta más desentrañarlo que lo que no me gusta, por eso siempre es mucho más difícil poner a parir lo que no nos gusta que razonar lo que admiramos".
Supongo que en vez de "difícil", querías decir "fácil", ¿no?
Por cierto, no tiene nada que ver pero sigo con la duda de si ir a ver la peli de los cartujos... ¿Me atrevo?

Anonymous said...

A propósito de ataraxía, y no sé si tiene algo que ver: en Un condenado a muerte... Bresson consigue provocar la angustia, o el suspense, en el espectador (admirador): pues lo más seguro es que el condenado muera inmediatamente, cosa que éste sabe, pero no deja que aflore en ninguno de sus gestos. Parece inhumano, aunque también es un hombre que duda cuando llega la hora de decidirse. Me voy por las ramas... No conozco Juana de Arco, pero quizás la base de que este tipo de obras sean admirables es la distancia que ponen entre el modo de ser y actuar de sus personajes y el modo común de ser/actuar. Así lo veo en Un condenado... y también en el Diario... del mismo Bresson. Claro, toda ficción plantea esta salida del mundo corriente, pero la mayoría se quedan en un divertimento prescindible. Es decir, ¿qué tipo de "distancia"?, ¿tragedia/depuración: concentración en los más valioso de los seres humanos? Si es lo último, no es extraño que se huya de este tipo de obras, que suelen poner letra e imagen al ser-para-la-muerte.

Bresson, Dreyer: palabras mayores. ¿La Trilogía de Apu, de Ray?

conde-duque said...

Df, me cuesta mucho analizar qué es lo que hace de estas obras algo tan atrayente. ¿Su contenido moral? No sé, no creo. ¿Su estilo, su belleza formal? Puede ser, pero sólo eso no. Tampoco creo que produzca en el espectador una especie de catarsis aristotélica...
Simplemente, se queda uno pegado a la pantalla, sin saber por qué, y no puedes ni desviar la mirada hacia el sándwich mixto que te has preparado... Te quedas sin cenar. ¿Ascetismo forzoso, quizás? No sé.

Mabalot said...

Sí, tienes razón, perdona, siempre escribo los comentarios a cien por hora... Donde digo tal quiero decir cual...
Los cartujos, joder, estos días estoy con ganas de ir a verla, yo no lo dudaría, aunque mejor no lleves palomitas, me da que no combina bien con tanto silencio... (No creo que seas de los masticadores de palomitas...)
A lo mejor salimos asqueados, por mala..., pero la cosa merece ser vista, por lo menos. Quien sabe.
Ah... DF, recomienda la Trilogía de Apu. Je, je, je... Amigos, esto se pone alto; de lo más grande que un modesto servidor vio en su vida. Se me pone la piel de gallina... ¿el frío? No, señores, las tres son algo más que cine de alta calidad, son... no sé, hay que verlas...

conde-duque said...

No he visto la trilogía de Apu, aunque a veces he curioseado en el Vips el pack de DVD. ¡Contadnos algo (sin destripar nada), para que nos lancemos a verla, Df y Mabalot!

Mabalot said...

Como me conozco, o hago que me conozco, y sé que se me iría la mano si empiezo a contar aquí algo de la trilogía de Apu lo dejo para un próximo post en el blog vecino; ya pensaba hacerlo un día de estos y la ocasión ahora que salió el tema viene que ni pintada.
Por adelantado ahí va esto;
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2303.html

Un saludo.

conde-duque said...

Lo leeremos, Mabalot. Un saludo.

Anonymous said...

Como se entere el amigo Ratzinger, también tú terminas en la hoguera, so blasfemo

Anonymous said...

No hay que decir gran cosa: la vida (en La India, pero eso es indiferente), un testigo superior (Ray), algunas de las imágenes más hermosas, la piedad, el amor y la muerte, las palabras, el silencio, lo que se transmite con los gestos. En fin: superior para mí (y en esto no creo que ande muy desencaminado): Dreyer (la primera vez que vi Ordet estaba empezada, no sabía qué película era, y la tuve que ver entera, no podía dejarla), la clase de Bergman en Fresas salvajes, Bresson... y cuando me compré (qué compra más barata, sólo 39 ers.!) la Trilogía de Apu, también tuve que añadir/me a Ray. Miento: no las imágenes más hermosas, sino que la imagen más hermosa que he visto (que a lo mejor no significa nada) pertenece a La canción del camino, la primera de la serie.
Df.

conde-duque said...

No creo que Ratzinger visite este blog, Detective, aunque sería divertido que hiciese sus comentarios teológicos por aquí...

conde-duque said...

Muchas gracias, por la información, Df. Me parece que no voy a tardar mucho en comprarme la trilogía...

Mabalot said...

Ya que estás convencido la verdad es que lo mejor es encontrarte con esas películas sin saber nada de ellas aparte título y créditos. Seguro que las disfrutas de todas formas.
Lávate los ojos con agua fresca y no pienses, que pensar deforma...
Un saludo.

conde-duque said...

Bienvenida, Sinestesia. Buscando cosas de Roma encontré tu blog, que me encanta. Además, me gusta practicar el poco italiano que sé. Que lo pases bien en Umbría. ¡Feliz año!