Friday, June 29, 2007

Arte verdadero

Hay estos días una discusión muy interesante en nuestro Café de Pombo a propósito del realismo: que si el realismo es esto, que si el realismo es esto otro, que si tal obra es o no realista...
Como cuando estudié Teoría de la Literatura acabé bastante cansado de preceptos estéticos, corrientes literarias y nomenclaturas varias, la verdad es que me da muchísima pereza polemizar sobre estas cosas. Prefiero poner ejemplos concretos de obras con las que disfruto que teorizar en abstracto.
Supongo que todas esas obras que me gustan tienen algo en común, aunque no sepa muy bien qué. En cualquier caso, para evitar malentendidos (el término "realismo" está tan manoseado que ya es imposible hacer uso de él y que todos nos entendamos), creo que se podría hablar de literatura verdadera y de arte verdadero, que ofrece una mirada sincera sobre el mundo, que transmite verdad, vida, emoción, fuerza..., algo que late en sí mismo y que nos hace latir, que respira por sí solo y respira en nosotros, como en una fusión -viva, insisto- de realidad e inteligencia; en fin, la vida. Con esto no aporto ni aclaro nada del debate, ya lo sé. Espero que me perdonéis la indolencia.
Aquí tenéis un ejemplo: el documental Berlín, sinfonía de una gran ciudad, de Walter Ruttman. La obra que más me hubiese gustado hacer:

Monday, June 25, 2007

El patrón Vasques

La calle de los Doradores, el patrón Vasques (todos tenemos uno), Bernardo Soares, el Arte y la Vida:
"El patrón Vasques. Siento, muchas veces, inexplicablemente, la hipnosis del patrón Vasques. ¿Qué es para mí ese hombre, salvo el obstáculo ocasional de ser el dueño de mis horas, durante un tiempo diurno de mi vida? Me trata bien, me habla con amabilidad, salvo en los momentos bruscos de preocupación desconocida en que no habla bien a alguien. Sí, ¿pero por qué me preocupa? ¿Es un símbolo? ¿Es una razón? ¿Qué es?"

"El patrón Vasques. Me acuerdo ya de él en el futuro con la nostalgia que sé que he de sentir entonces. Estaré tranquilo en una casa pequeña de los alrededores de algo, gozando de un sosiego en el que no haré la obra que no hago ahora, y buscaré, para continuar el no haberla hecho, disculpas diferentes de aquella en que hoy me esquivo a mí mismo. O estaré internado en un asilo de mendigos, feliz por la derrota completa, mezclado con la ralea de los que se creyeron genios y no fueron más que mendigos con sueños, junto con la masa anónima de los que no tuvieron poder para triunfar ni renuncia generosa para triunfar. Esté donde esté, recordaré con nostalgia al patrón Vasques, a la oficina de la Calle de los Doradores, y la monotonía de la vida cotidiana será para mí como el recuerdo de los amores que no tuve, o de los triunfos que no habrían de ser míos."

Pessoa, por Almada Negreiros

"¡Ah, comprendo! El patrón Vasques es la Vida. La Vida, monótona y necesaria, dirigente y desconocida. Este hombre trivial representa la trivialidad de la Vida. Él lo es todo para mí, por fuera, porque la Vida lo es todo para mí por fuera.
Y, si la oficina de la Calle de los Doradores representa para mí la Vida, este segundo piso mío, donde vivo, en la misma Calle de los Doradores, representa para mí el Arte. Sí, el Arte, que vive en la misma calle que la Vida, aunque en un sitio diferente, el Arte que alivia de la Vida sin aliviar de vivir, que es tan monótono como la misma Vida, pero sólo en un sitio diferente. Sí, esta Calle de los Doradores comprende para mí todo el sentido de las cosas, la solución de todos los enigmas, salvo el de que existan los enigmas, que es lo que no puede tener solución."

(Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)

Sunday, June 24, 2007

¡¡¡Extra, extra!!!

Ya tenéis otro blog o bitácora para añadir a vuestros enlaces o a la lista de "favoritos". Tras muchos años de vagabundeo espectral, el Café Pombo ha abierto de nuevo su cripta, si bien esta vez se trata de una cripta virtual: se llama A trancas y barrancas. Allí podréis ver de qué va el asunto.

Thursday, June 21, 2007

Mirada de perro callejero


Texto al canto para el futuro Manifiesto de la Generación:
"A Galdós me lo figuro dando vueltas y vueltas por Madrid, sin prisa, claro está, pero no a la manera del paseante o del ocioso, es decir, no con el placer del paseante ni el cinismo del ocioso, sino con ese paso de perro callejero que no es propiamente una lentitud, sino una sapiencia; porque eso que en los perros callejeros puede parecer vaguedad de objetivo no es más que sabiduría, sabiduría profunda, convencimiento de que no hay lugares absolutos a donde ir. Galdós, con su gabán y su bufanda, parecía un mendigo de calidad, un mendigo que no pide, que recibe todo pero que no pide; y la realidad se le iba entregando así, cordialmente, sin violencia, sin conquista, sin estudio. [...] es el secreto de Galdós, tratar a la realidad como a una igual suya, es decir, sin servilismo ni altanería y, claro, sin objetividad, sin el insulto de la objetividad. [...] La grandeza de Galdós no la encontraremos nunca en la composición ni en el contenido de sus novelas, sino en la relación armoniosa que ha quedado establecida, milagrosamente, entre él y la Realidad".
(Ramón Gaya, Obra completa, Tomo I, págs. 185-186)

Monday, June 18, 2007

Walter Benjamin en Ibiza

Vivió tan sólo nueve meses en Ibiza (tres en 1932 y seis en 1933) pero tuvo tiempo para alojarse hasta en siete viviendas diferentes. Seguramente el lugar donde logró mayor felicidad fue en Sa Punta des Molí, en una casa junto al mar.

Vicente Valero, autor del excelente ensayo Experiencia y pobreza: Walter Benjamin en Ibiza, nos relata la estancia de Benjamin en esta casa ibicenca:

Se levantaba cada día a la misma hora, "a las siete", y se daba un baño en el mar, "donde, por muy lejos que mire, no hay ni una sola alma viviente sobre la orilla, como mucho, justo a la altura de mi frente, un velero en el horizonte". Tras el baño de mar, venía otro de sol, "apoyado en algún tronco suave del bosque". Lo que seguía a estas privilegiadas primeras horas de la mañana era "un largo día" dedicado a la lectura y a la escritura.
La vida cotidiana de Benjamin en Sa Punta des Molí comprendía también algunas carencias, "la luz eléctrica y la mantequilla, licores y agua corriente, flirteo y lectura de periódicos", pero parece que estos inconvenientes no lo eran tanto en el marco espectacular de un paisaje espléndido, "el más intacto que he visto jamás". Pronto fueron, además, elementos esenciales de una forma de vida, "modesta y retirada", que Benjamin acababa de descubrir en la isla.
(Vicente Valero, Viajeros contemporáneos. Ibiza, siglo XX)

Saturday, June 16, 2007

El arte de hacer novelas

"Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón." Este aforismo de Oliverio Girondo, que a muchos producirá escándalo o urticaria, preside el escudo de mi nueva preceptiva literaria. Sí, lo voy a grabar en un cartelón de madera y lo pondré a los pies de mi cama, iluminado con unas lucecitas de abeto navideño, para tenerlo presente todas las noches, delante de los ojos, hasta el mismo instante en que me traslade al sueño.

Friday, June 15, 2007

El señor Carton


Seguimos bastante dickensianos. Ronald Colman, en Historia de dos ciudades (Jack Conway, 1935), consigue dar vida a uno de los personajes más memorables -para mi gusto- de la historia del cine: un caballero fracasado, inteligente, alcohólico, tierno, honrado y romántico, que bajo su aparente cinismo esconde un corazón tremendamente generoso. Se trata del señor Carton, que trabaja como ayudante del abogado defensor. Esta escena de la novela (y de la película) en que se queda solo en la taberna, bebiendo, y se mira en el espejo, es la perfecta alegoría de la derrota, del Desengaño:
Al quedarse solo, aquel hombre raro tomó una vela, se acercó a un espejo que colgaba de la pared y se observó minuciosamente.
—¿Me es simpático ese hombre? —murmuró ante su propia imagen.— ¿Por qué ha de serme simpático un hombre que se me parece tanto? No hay en mí nada que me guste. Y no comprendo por qué has cambiado así. ¡Maldito seas! A fe que merece simpatía el hombre que me demuestra lo que yo podría haber sido y no soy. Si fuera él podría haber sido objeto de la mirada de aquellos ojos azules y compadecido por aquel lindo rostro. Pero vale más ser franco y decirlo claro. Odio a ese hombre.
Recurrió a su vaso de whisky, en busca de consuelo, se lo bebió en pocos minutos y se quedó dormido con la cabeza sobre los brazos, con el cabello tendido sobre la mesa y mientras la cera de la vela caía sobre él.
(Charles Dickens, Historia de dos ciudades)

Thursday, June 14, 2007

El frescor

Estoy contento porque ha refrescado. Esta tregua en la asfixia, paréntesis del verano, me colma de esperanzas. Me siento mucho más vivo que los otros días, esas travesías de sed, bochorno y fuego. Salgo a la terraza, miro al cielo y todo parece mejor. Incluso no me importa no tener sueño. Más luces para mis ojos, farolas, estrellas, lámparas. Bombillas de flexos que alumbran exámenes. Parpadear de sombras: las televisiones. Una caverna inmensa el universo.
Iba andando por la calle. Daba gusto respirar contra el viento. Vibraban las melenas de las chicas, las hojas de los árboles, los toldos de las tiendas, las faldas de las señoras... La lluvia, finísima, me mojaba la camisa, y ese leve traspasar de la naturaleza me hacía feliz. (Vale, un poco).
El suelo mojado. Con eso me basta.

Tuesday, June 12, 2007

La niebla de Londres según Dickens

Hay párrafos de un acabado tan perfecto, de una sonoridad tan sublime, de una plasticidad tan sugerente, de una inteligencia tan penetrante, que parecen escritas por el mismísimo Dios:
Fog everywhere. Fog up the river, where it flows among green aits and meadows; fog down the river, where it rolls deified among the tiers of shipping and the waterside pollutions of a great (and dirty) city. Fog on the Essex marshes, fog on the Kentish heights. Fog creeping into the cabooses of collier-brigs; fog lying out on the yards and hovering in the rigging of great ships; fog drooping on the gunwales of barges and small boats. Fog in the eyes and throats of ancient Greenwich pensioners, wheezing by the firesides of their wards; fog in the stem and bowl of the afternoon pipe of the wrathful skipper, down in his close cabin; fog cruelly pinching the toes and fingers of his shivering little 'prentice boy on deck. Chance people on the bridges peeping over the parapets into a nether sky of fog, with fog all round them, as if they were up in a balloon and hanging in the misty clouds.
(Charles Dickens, Bleak House)
En traducción pierde mucho, pero bueno, aquí la tenéis, en la versión para Alfaguara de Fernando Santos Fontela (que, incomprensiblemente, destroza la segunda frase y se salta un trozo, ¡qué desastre!):
"Niebla por todas partes. Niebla río arriba, por donde corre sucia entre las filas de barcos y las contaminaciones acuáticas de una ciudad enorme (y sucia). Niebla en los pantanos de Essex, niebla en los cerros de Kent. Niebla que se mete en las cabinas de los bergantines carboneros; niebla que cae sobre los astilleros y que se cierne sobre el aparejo de los grandes buques; niebla que cae sobre las bordas de las gabarras y los botes. Niebla en los ojos y las gargantas de ancianos retirados de Greenwich, que carraspean junto a las chimeneas en las salas de los hospitales; niebla en la boquilla y en la cazoleta de la pipa que se fuma por la tarde el patrón malhumorado, metido en su diminuto camarote; niebla que enfría cruelmente los dedos de los pies y de las manos del aprendiz que tirita en cubierta. Gentes que pasan por los puentes y miran por encima del parapeto el cielo bajo la niebla, todas rodeadas de niebla, como si estuvieran metidas en un globo, colgadas en medio de las nubes neblinosas".
Y aquí la versión, bastante mejor, de José Luis Crespo (por cortesía de don Antonio Castellote):
"Niebla por todas partes. Niebla río arriba, donde mana entre verdes islotes y praderas; niebla río abajo, donde ondula viciada entre las hileras de embarcaciones y por la contaminada ciudad, grande y sucia, que se extiende al borde del agua. Niebla entre los marjales de Essex, niebla en los cerros de Kent, niebla reptando por las chimeneas de los barcos carboneros; niebla densa en los muelles, flotando entre los aparejos de los grandes navíos; niebla que cae sobre las barcazas y botes. Niebla en los ojos y en las gargantas de los viejos pensionistas de Greenwich, que resuellan junto al hogar de sus guardianes; niebla en la pipa que por la tarde fuma el colérico patrón; niebla que pellizca con crueldad los dedos de los pies y las manos del tembloroso grumete que está en cubierta".

Hipótesis de Literatura Comparada: yo creo que James Joyce, en su maravilloso párrafo final de Los muertos (véase aquí), le hizo un homenaje -consciente o inconsciente- a este párrafo de Charles Dickens. Niebla o nieve, vida o muerte, el círculo se cierra.

Sunday, June 10, 2007

Silva de varia lección

Algunos blogs pasan el Rubicón. Aparte de los dos premios literarios de Luz Tenue y del flamante folletín de Castellote, acaban de publicar en Alfaguara Abierto a todas horas, una selección del blog de Félix de Azúa. Veo que al final del libro, entre los "Artistas invitados", aparece un tal Conde-Duque; es curioso, porque solía leerlo a diario pero apenas hice comentarios.
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Las bodas son tristes como los gatos de felpa.
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Tengo miedo a las gafas de natación. Parece que me van a sorber las órbitas de los ojos.

Saturday, June 09, 2007

La tala de Tita y oda a Paris Hilton

La rana Gustavo no para de ir a fiestas. Se le está empezando a poner cara de canapé.
I) El otro día fui a la fiesta de una revista de arte en el museo Thyssen. Estuvo bien. Primero hubo unos discursos que nadie escuchaba, y las azafatas daban vueltas mandando callar a los invitados: chhhsssss, pueden guardar silencio por favor, cállense coño. Cuando terminaron los discursos inaudibles nos dieron por fin de beber. Puse el oído en alguna conversación ajena y, por ejemplo, escuché a un pringao que decía: "...porque yo, cuando a los 24 años traduje a Gil de Biedma al alemán...". Suficiente para mí. Desconecté. Menudo imbécil. Me dieron ganas de darle una colleja, para que repare en que la vida iba en serio.
Yo llevaba preparada de casa una coreografía glamurosa para deleitar a Tita Cervera con su melodía favorita ("¡Nooo a la taaaala, nooo a la taaaala!"), pero la baronesa de sonrisa elástica y tirante no tuvo a bien aparecer por allí, o yo al menos no la vi. Qué lastima.
II) Anoche estuve en la fiesta del Grupo Planeta, en el paseo de Recoletos. Nada más entrar por la puerta te regalaban un paquetito. Parecía un trocito de tarta o un pastel, pero no: era un sello con la expresión "Ex Libris". Ya le encontraré alguna utilidad, digo yo. El piso de abajo estaba bastante desahogado, pero el de arriba era un agobio. Sobraban culos, codos, barrigas y melenas. Como podían, iban abriéndose paso entre la masa los sufridos camareros con sus bandejas posmodernas, que lo mismo llevaban trozos de fruta pinchados en un palo que una lechuga gigante con guacamole en el centro. Una tostada gigante sopló las velas de una tarta. Lo juro.
Del mundillo literario no vi a nadie interesante, aunque tampoco me fijé mucho, la verdad (hace unos años estaba nuestro Galdós, Mabalot dixit, pero no me atreví a decirle nada; además, se fue enseguida). Pululaba por allí el mismo periodista cursi de siempre, ese que lleva atado al cuello un lazo de vaquero (el nombre del señor me la suda, pero ¿cómo se llama ese dichoso lacito?); enseñaba su escote una actriz de las del Destape, que se ha operado tantas veces que cualquier día se le va a caer la cara a trozos, como las paredes de una fábrica en ruinas; lucía sus enormes michelines esa escritora histérica que plagia a los poetas metafísicos y que se hizo famosa con una novelucha sobre el prozac y sus dudas; había varios que repetían de la fiesta del otro día (supongo que van de escritores por la vida, y su profesión consiste en ir a fiestas). Estuvimos charlando un rato con un profesor universitario de matemáticas que en sus ratos libres se dedica a la magia. Dice que hace matemagia. Si le perdonamos la tontería del nombre, podemos decir que es un personaje curioso.
El edificio es muy bonito y las vistas desde las terrazas impresionan (a un lado el palacio de Telecomunicaciones, la Casa de América y la Cibeles; al otro, el cauce infinito de la Castellana), pero en cuanto pides una cerveza y te sacan una litrona de Mahou para servirte un vasito percibes el verdadero rostro de esta empresa: la cutrez sin medida bajo una fachada lujosa.

Definitivamente, si Paris Hilton viviese en Madrid, los saraos serían mucho más divertidos. Me pasa un poco como a Tiri, que es superfan de esta chica. Me resulta muy graciosa. He oído que ha salido de la cárcel y lleva una pulsera de esas de vigilancia, como la que no se quería poner De Juana, pero la suya es de diseño. Fashion hasta la muerte.

Friday, June 08, 2007

La prosa diáfana de Pedro Gatell

Últimamente tengo la sensación de que no leo. Hojeo.
Pues bien: esta costumbre, que puede parecer una catástrofe para cualquier lector con dos dedos de frente, a veces da buenos resultados. Anoche empecé hojeando la Historia del más famoso escudero Sancho Panza, desde la gloriosa y envidiada muerte de Don Quijote, hasta el último día y postera hora de su vida, y acabé leyéndomela casi entera. Me enganchó tanto que se me olvidó dormir, llevado por la poderosa corriente de su estilo (no quiero exagerar, pero es uno de los castellanos más diáfanos que he leído en mi vida), y el insomnio se apoderó de mis párpados, tirando de la persiana de los ojos como un gato panza arriba. Más que relamerme, que también, debo decir que anduve engolfado durante la noche en la prosa de un escritor del que no conocía ni el nombre. Siempre en marcha y hacia delante. Eso es disfrutar...
La edición que tengo en la mano, sacada de una caja del trastero (bendita casualidad), está encuadernada en piel de oveja y no tiene ni fecha ni autor, pues le faltan las primeras y las últimas páginas, pero consultando a Mr. Google y con la ayuda de doña Wikipedia he llegado a la conclusión de que se trata de la continuación del Quijote escrita por el bachiller Pedro Gatell y publicada por primera vez en Madrid en 1793. Veo que este hombre escribió otras tres obras que intentaban "prolongar" a su manera el Quijote. Sólo por sus títulos, kilométricos, como era costumbre en la época, apetece asirlas y hojearlas: La moral de Don Quijote deducida de la Historia, que de sus gloriosas hazañas escribió Cide Hamete Benengeli. Por su grande amigo el Cura (1789), Instrucciones económicas y políticas. Dadas por el famoso Sancho Panza, gobernador de la Insula Barataria... (1791) y La moral del más famoso escudero Sancho Panza, con arreglo a la historia que del mas hidalgo manchego Don Quixote de la Mancha escribió Cide Hamete Benengeli (1793).

Está bien, copio un trocito, para que no digáis que os dejo con la miel en los labios:
No desamparó Sancho la casa de su amo hasta acompañarle a la tumba. Ayudaba al ama y sobrina en todo cuanto ocurría, y lloraba sobre el frío cadáver los ratos que ofrecían los intermedios de las haciendas. [...] Desgreñado el cabello, pálido y macilento, acompañó hasta el sepulcro a quien había servido en vida: allí fue mayor el sentimiento; allí fue donde, creído que no lo vería más, redobló su pesar. Retiráronse todos los que en el entierro fueron, pero Sancho quedó en la iglesia y, arrodillado sobre la sepultura de su estimadísimo amo, lloraba y suspiraba sin cesar.
PD: Busco en el ISBN y no aparece ningún resultado. Otra idea para los editores ciegos de las Españas... Me ofrezco para lo que sea menester (edición, notas, prolegómenos, etc).

Tuesday, June 05, 2007

El Capricho

En la Alameda de Osuna, allí donde la ciudad se termina y empiezan las urbanizaciones de vida apacible y tristísima (para que agonicen en sus jaulas de oro esos seres absurdos que no pisan la calle: van del párking de la empresa al garaje de casa, parapetados en sus coches, como si les diese miedo el mundo real), está el parque de El Capricho: un lugar muy bonito y romántico, perfecto para pasear del brazo de la Esfinge y olvidarse de todo lo demás.
Como su nombre indica, esta zona de recreo la mandó construir a finales del siglo XVIII una señora fea, elegante y muy caprichosa, doña María Josefa Alonso Pimentel de la Soledad, más conocida como la duquesa de Osuna (la del famoso cuadro de Goya); por cierto, que se llevaba fatal con la otra maja favorita del Sordo: la duquesa de Alba.
Es un placer perderse en un paseo por estos jardines, contemplar el estanque desde el embarcadero chino y leer historias increíbles como la de la Ermita o la del Abejero (lo siento, pero se me han olvidado; prometo volver otro día y tomar notas para después contároslas). El parque tiene de todo; por tener, hasta tiene un búnker de la guerra civil, qué buen rollo, oye. Hasta en eso me recuerda a uno de mis parques favoritos: Villa Torlonia, en Roma. Os aconsejo ir.
Aquí tenéis unas fotos que hice:
La casita de chocolate de Hansel y Gretel.
Un jabalí se oculta bajo las escaleras del Casino de Baile.

Templete griego dedicado a Baco.


El palacio de los duques de Osuna.

Monday, June 04, 2007

Toni Nievas, cineasta

Estaba el Hombre Perdido pululando por YouTube y se ha encontrado de repente con los vídeos de Toni Nievas, pintor y cineasta mallorquín que no gana un duro con su arte. Os recomiendo que veáis los cortos caseros de este Woody Allen a la española. Seguro que os reís. Después he buscado en Google y aquí está su blog. Si él quiere, ya tenemos cineasta en la Generación del 2007.
El gran fallo del 98 es que no tuvieron su cineasta, seguramente porque todavía no había cine, o casi. Bueno, la gente asocia -por edad- a Buñuel o Neville con el 27, pero yo creo que de espíritu eran más del 98 (yo veo en sus obras muchos aires de Valle-Inclán, Solana, Baroja...).

PD: ¡Xavi, anima a tu paisano a enrolarse en este sindiós!

Sunday, June 03, 2007

La teoría del pack

Si Mabalot nos contaba el otro día su teoría del tocho, ahora os cuento yo mi teoría del pack.
Allá va: si pudiese, me gustaría publicar libros en packs, reuniendo obras de distintos autores -y, por qué no, de distintos géneros- sobre un mismo tema, o con un peculiar "aire de familia" (Wittgenstein), o entre los que yo viese pasadizos secretos que los nutren y los complementan. Libros mellizos o siameses, que se leen mejor a la vez, que en una lectura compartida adquieren un significado distinto, quizá más pleno. De hecho, a veces yo leo los libros así, de esta manera, en paquete.
Por ejemplo, últimamente estoy alternando los escritos sobre París de Baroja, Azorín y Pla. Ahí los tengo, sobre la mesa, juntitos, abiertos a boleo como para echar a volar o sellados con el marcapáginas que les separa los dientes. Donde termina una calle en uno, empieza la siguiente en el otro, y los personajes se cruzan por el parque de Luxemburgo, se saludan con la mano y vuelven siempre a su pensión de mala muerte a sobar. Mundos complementarios, más que intercambiables. Suma de perspectivas que dibujan el contorno de la mónada (Leibniz/Ortega) y hacen encajar las piezas del puzzle.
Otro ejemplo (más discutible, si cabe): los voluminosos tomos de las memorias de Baroja tendrían que publicarse, necesariamente, con una addenda refutativa: la biografía que escribió sobre él -o contra él- Eduardo Gil Bera. Yo los leo así, compaginando pasajes de uno y otro, y los disfruto mucho, la verdad.
Cuando llegue ese socio capitalista que esté dispuesto a tirar su dinero por la ventana, me pondré manos a la obra. La editorial no tendría mucho éxito, seguramente, pero mi vida sería mucho más placentera. Imaginaos qué buen trabajo: pensar qué libros encajan con cuáles, y unirlos para siempre en una colección inédita.
La mayor pega que le veo a esta teoría de los packs es que los libros nos echarían definitivamente de nuestras casas, esos zulos de 30 metros cuadrados que la ministra del ramo se empeña en llamar hogar.
PD: Una duda: Cuando se muere una monja de clausura, ¿sacan el cadáver por la puerta de atrás?
(Pensado esta mañana, a las 12:37, en la calle San Bernardo)