Pues bien: esta costumbre, que puede parecer una catástrofe para cualquier lector con dos dedos de frente, a veces da buenos resultados. Anoche empecé hojeando la Historia del más famoso escudero Sancho Panza, desde la gloriosa y envidiada muerte de Don Quijote, hasta el último día y postera hora de su vida, y acabé leyéndomela casi entera. Me enganchó tanto que se me olvidó dormir, llevado por la poderosa corriente de su estilo (no quiero exagerar, pero es uno de los castellanos más diáfanos que he leído en mi vida), y el insomnio se apoderó de mis párpados, tirando de la persiana de los ojos como un gato panza arriba. Más que relamerme, que también, debo decir que anduve engolfado durante la noche en la prosa de un escritor del que no conocía ni el nombre. Siempre en marcha y hacia delante. Eso es disfrutar...
La edición que tengo en la mano, sacada de una caja del trastero (bendita casualidad), está encuadernada en piel de oveja y no tiene ni fecha ni autor, pues le faltan las primeras y las últimas páginas, pero consultando a Mr. Google y con la ayuda de doña Wikipedia he llegado a la conclusión de que se trata de la continuación del Quijote escrita por el bachiller Pedro Gatell y publicada por primera vez en Madrid en 1793. Veo que este hombre escribió otras tres obras que intentaban "prolongar" a su manera el Quijote. Sólo por sus títulos, kilométricos, como era costumbre en la época, apetece asirlas y hojearlas: La moral de Don Quijote deducida de la Historia, que de sus gloriosas hazañas escribió Cide Hamete Benengeli. Por su grande amigo el Cura (1789), Instrucciones económicas y políticas. Dadas por el famoso Sancho Panza, gobernador de la Insula Barataria... (1791) y La moral del más famoso escudero Sancho Panza, con arreglo a la historia que del mas hidalgo manchego Don Quixote de la Mancha escribió Cide Hamete Benengeli (1793).
Está bien, copio un trocito, para que no digáis que os dejo con la miel en los labios:
No desamparó Sancho la casa de su amo hasta acompañarle a la tumba. Ayudaba al ama y sobrina en todo cuanto ocurría, y lloraba sobre el frío cadáver los ratos que ofrecían los intermedios de las haciendas. [...] Desgreñado el cabello, pálido y macilento, acompañó hasta el sepulcro a quien había servido en vida: allí fue mayor el sentimiento; allí fue donde, creído que no lo vería más, redobló su pesar. Retiráronse todos los que en el entierro fueron, pero Sancho quedó en la iglesia y, arrodillado sobre la sepultura de su estimadísimo amo, lloraba y suspiraba sin cesar.
PD: Busco en el ISBN y no aparece ningún resultado. Otra idea para los editores ciegos de las Españas... Me ofrezco para lo que sea menester (edición, notas, prolegómenos, etc).
9 comments:
Menudo hallazgo, qué envidioso estoy, arrrgggh.
No sufras, Juanjo. Seguro que lo tienen en alguna biblioteca.
La posdata es un poco graciosa; parece un anuncio del periódico. Tú dices que si Google y sus digitalizaciones son la gloria. A mi me perece que la gloria está en tu casa; y más concretamente en el desván. Sin salir de ahí se puede recuperar una buena parte de la lietratura española que permanece oculta, en tu desván, precisamente.
No es la primera vez que nos cuentas el descubrimiento de algún tesoro.
Buscaré a Pedro Gatell, a ver si en la biblioteca...
¡Da gusto ver cómo disfrutas!
Supongo que también les doy mucho valor porque los encuentro por aquí, de medio casualidad, y los disfruto mucho. El tesoro está sobre todo en los ojos que lo ven y en las manos que lo abren... Cierto: esos momentos de tacto, de pasar las hojas... eso Google no nos lo da.
Seguramente los catedráticos de Literatura dirían que no tienen ningún valor, pero para mí sí.
Menudo mamonazo. Es mejor no pasar mucho por aquí. La envidia me corroe...
Por cierto, ¿tienes los dos volúmenes de la obra, o sólo uno?
Sólo uno.
ok. Gracias. No es una obra demasiado abundante, por lo que he podido averiguar.
Post a Comment