Wednesday, May 28, 2008

Un cucurucho de arenques ahumados

En 1925 John Steinbeck desembarca por primera vez en Nueva York. No tiene un duro. Se pone a trabajar de peón de albañil en una obra (se está terminando de construir el Madison Square Garden). Una vida muy dura...
"Mi conocimiento de la ciudad era vaporoso; luces lacerantes, y el retumbar del metro, el hueco de la escalera que había que subir, cuatro paredes de un verde sucio, una cama donde derrumbarse a medio lavar, guiso, café, pan, cafetera, una acera que cabecea ligeramente bajo mis pasos, luego, de nuevo la larga cola de carretillas. Había grandes fogatas de coke llameante donde calentar las manos, y allí calentaba las mías, lo justo para respirar un poco, mucho tiempo después de que ya no las sintiera en absoluto. Recuerdo a un hombre cayéndose de su andamio, colgado del techo a treinta metros de altura, y viniendo a aterrizar a un metro de mí. En el momento de tocar el suelo estaba rojo, pero la sangre se retiró de su rostro como un telón que se levantara y quedó azul y blanco bajo las luces de la obra".

Poco tiempo después se pone a trabajar como periodista en el New York American. Vive con una chica. De repente todo se acaba:
"Luego todo llegó a la vez. Y me alegro de que el encadenamiento de los acontecimientos fuera tal como fue. La chica tenía la cabeza más sólidamente anclada sobre los hombros de lo que habría creído. Se casó con un banquero del Mediano Oeste y se fue allá con él. Todo sucedió sin palabras inútiles. Dejó sencillamente una carta; y dos días más tarde me despedían del American. Y ahora, finalmente, la Ciudad me cercaba, y yo tenía miedo. Me puse a buscar trabajo, pero no lo encontraba. Escribí algunos cuentos e intentaba venderlos. Ofrecí mis servicios a otros periódicos, pero eso era evidentemente ridículo. Y la Ciudad, fría y cruel, continuaba trepando sobre mí. Empecé a atrasarme en el pago. Siempre me quedaba una carta en la manga: podía buscar contrato en una obra. Tenía un amigo que me prestaba algún dinero de vez en cuando. Pero al final llegué a hundirme lo suficiente para volver a la carga como peón de albañil. Pero ya estaba marcado por mi régimen forzoso de jockey. Apenas si podía levantar una pala. Me costaba ganar de nuevo los seis pisos hasta la cama. Mi amigo me prestó un dólar y compré dos barras de pan negro y un cucurucho de arenques ahumados y me encerré en mi habitación durante una semana. Tenía miedo de salir a la calle, un miedo terrible a los coches y al ruido. Miedo del propietario y miedo de los hombres. Miedo de los amigos".
(John Steinbeck, Un americano en Nueva York)

5 comments:

narrow said...

Este texto no lo conocía, y pinta bien. El de "El coloso..." también lo tengo y disfrutado.
SAludos.

La independiente said...

Impresionante texto, conde.
Gracias por la cita. Las últimas frases son demoledoras:

"Mi amigo me prestó un dólar y compré dos barras de pan negro y un cucurucho de arenques ahumados y me encerré en mi habitación durante una semana. Tenía miedo de salir a la calle, un miedo, terrible a los coches y al ruido. Miedo del propietario y miedo de los hombres. Miedo de los amigos."

Un abrazo,
X

Portarosa said...

¡Dios...!

Esto es escribir, ¿verdad, Conde? Qué maravilla, coño. ¡Y qué fácil parece!

Anonymous said...

Not bad article, but I really miss that you didn't express your opinion, but ok you just have different approach

Lacaze Zara said...

thanks