Saturday, September 23, 2006

La ventana indiscreta


Todos somos unos mirones, pero en cuestiones de vouyeurismo sir Alfred Hitchcock se lleva la palma.
Cuando era pequeño, el "mago del suspense" se sentaba en un rincón, solo, sin decir nada, y se ponía a observarlo todo. Ése era su juego favorito.
Por eso imaginar películas debía de ser para él algo natural y excitante al mismo tiempo, pues era entonces cuando tenía el control absoluto sobre las situaciones y satisfacía su deseo de observar.
Al dirigir La ventana indiscreta tuvo que disfrutar como nunca. No hay mejor ejemplo del cine como casa de muñecas y del director como gran demiurgo del universo que hace y deshace a su gusto, convirtiendo su palabra en el orden de la realidad. En este caso, más que el Fiat lux bíblico, asistimos a un "hágase la oscuridad", la tensión y el miedo.

2 comments:

desconvencida said...

Cierto, Hitchcock era un gran observador, sólo así pueden hacerse películas tan perfectas...

Mar said...

Cuántas ventanas indiscretas llevamos sin darnos cuenta, ¿eh?. La cuestión está en mirar, escuchar y sobre todo: callar...