Cuando era pequeño, el "mago del suspense" se sentaba en un rincón, solo, sin decir nada, y se ponía a observarlo todo. Ése era su juego favorito.
Por eso imaginar películas debía de ser para él algo natural y excitante al mismo tiempo, pues era entonces cuando tenía el control absoluto sobre las situaciones y satisfacía su deseo de observar.
Al dirigir La ventana indiscreta tuvo que disfrutar como nunca. No hay mejor ejemplo del cine como casa de muñecas y del director como gran demiurgo del universo que hace y deshace a su gusto, convirtiendo su palabra en el orden de la realidad. En este caso, más que el Fiat lux bíblico, asistimos a un "hágase la oscuridad", la tensión y el miedo.
Al dirigir La ventana indiscreta tuvo que disfrutar como nunca. No hay mejor ejemplo del cine como casa de muñecas y del director como gran demiurgo del universo que hace y deshace a su gusto, convirtiendo su palabra en el orden de la realidad. En este caso, más que el Fiat lux bíblico, asistimos a un "hágase la oscuridad", la tensión y el miedo.
2 comments:
Cierto, Hitchcock era un gran observador, sólo así pueden hacerse películas tan perfectas...
Cuántas ventanas indiscretas llevamos sin darnos cuenta, ¿eh?. La cuestión está en mirar, escuchar y sobre todo: callar...
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