Tuesday, January 09, 2007

Kensington Gardens

Este libro empieza con un niño que nunca fue adulto y termina con un adulto que nunca fue niño. O mejor: empieza con un suicidio adulto y una muerte infantil, y termina con una muerte infantil y un suicidio adulto. Bueno, una cosa está clara: al final del principio, al principio del final, muere Peter Pan (salta a las vías en el momento preciso; es una de esas dos personas por semana que -según las estadísticas- suelen lanzarse con puntualidad británica sobre los rieles justo antes de la entrada triunfal del metro). Véase aquí su estatua.
Así, al menos, se anuncia (tal y como lo he reproducido) en la primera página de Jardines de Kensington, la estupenda novela de Rodrigo Fresán que he empezado a leer hace unos días. Tengo que reconocer que la parte dedicada a James Barrie y a la época victoriana me tiene totalmente enganchado, mientras que la parte dedicada al pop, al LSD y a los años sesenta no me interesa para nada y me aburre bastante. Si pudiera cortar y pegar, me quedaría con la mitad del libro. Lo malo es que las dos partes están mezcladas, y no se pueden disociar tan fácilmente. Una lástima.

Una cita (entre otras muchas memorables de este libro):
Bienaventurados aquellos que han leído mucho durante su infancia porque de ellos, tal vez, jamás será el reino de los cielos, pero sí podrán acceder al reino de los cielos de los otros, y allí aprender las muchas maneras de salir del propio infierno gracias a las estrategias no ficticias de personajes de ficción.
Queja: me da mucha rabia la falta de contención de algunos escritores, que me fastidian la lectura de sus libros con sus excesos de verborrea (si se llegan a comedir un poquito, los habría disfrutado mucho más). Vale, ya sé que ellos son los autores y pueden hacer lo que quieran con sus libros, pero... no sé... es injusto, porque la vida es corta y pocas veces se da la oportunidad de degustar lo bueno. El protagonista de los hallazgos debería saber dosificarlos mejor, o tener al lado a un impertinente que le sujete las riendas de la retórica y de la imaginación. De lo contrario, se empachan de sí mismos... y nos joden la lectura. Parece que se empeñan en mantener la propiedad del libro, que sea suyo a toda costa ("es mío, mío, mío", parecen decir, agarrando el juguete como los niños mimados) y nunca del lector. Sólo nos queda soñar con el libro que pudo haber sido.
En cualquier caso, pienso seguirle la pista a este escritor, que es de lo más interesante que he leído en los últimos tiempos.

12 comments:

Anonymous said...

A mi también me gusta la cita.

Mabalot said...

Estoy de acuerdo con tu queja, creo; bueno, nunca hay un libro perfecto, porque la perfección es algo demasiado subjetivo, y ni siquiera estamos de acuerdo con el que éramos hace unas horas, imagínate encontrar algo que no tenga un pero. Sí, tendrás razón; el exceso de verborrea e imaginación desbocada acaban jodiendo una grata lectura... Pynchon, Sterne, Galdós, pueden ser alguno de los acusados, o al menos yo oí que se les acusaba de eso.
A pesar de los pesares, por ejemplo, Fortunata y Jacinta, se dice que sobra de aquí y allí (lo mismo que del Quijote), pero no hay en mi opinión muchas cosas que se le igualen.
¿La contención? Sí, te entiendo, pero cómo contienes a Proust; qué sería un Proust contenido.
Quizá un mejor escritor.
No sé.
Un saludo. Siempre son interesantes tus post, sobre todo los escritos.

conde-duque said...

Ya lo sé, Mabalot. La mía es una queja sincera pero absurda. No pretende sentar cátedra...
Evidentemente con los clásicos excesivos (mencionas a algunos) nada se puede hacer (ni falta que hace: o los tomas o los dejas), pero cuando es un escritor contemporáneo sí que da rabia, porque ves que -en cierto modo- se podría conseguir mejorar eso con un poco de poda aquí y allá. Me ha pasado en este caso de Fresán, porque hay pasajes muy buenos... que "se estropean" con otros trozos...

conde-duque said...

Con los clásicos estamos en la obligación de perder nuestro tiempo (o de no dedicarles ni un minuto, como yo con el "Finegans Wake", por ejemplo, que paso olímpicamente), pero con los de ahora dan ganas de darles una buena colleja...

conde-duque said...

Ah, y más que a una cuestión de tamaño (o volumen de obra), me refería sobre todo a contención en el estilo, en la forma...

Mabalot said...

Sí, bueno, yo también me refería a eso, adelgazar de retórica lo hueco. Qué difícil es escribir... bien. Además, cada cual entiende lo que quiere por escribir bien.

Miguel Sanfeliu said...

Buen comentario.
Terminaré buscando este libro, del que he oído hablar muy bien. Es cierto que su extensión parece un poco excesiva. Tienes razón, a veces uno debería saber prescindir de páginas innecesarias, por bien escritas que estén.
Un saludo.

conde-duque said...

Merece la pena empezarlo, Miguel, después cada uno sabrá hasta dónde quiere llegar...

la luz tenue said...

En literatura me molesta que me den paja por comida. Por mucho hambre que pase.

conde-duque said...

Bien dicho, Luz Tenue. Que les ceben a otros con sus forrajes de palabras... ¡Nosotros sólo queremos menú degustación!, que la vida es muy corta.

Anonymous said...

Hace tiempo le tenía echado el ojo a este libro, pero no me decidía a comprarlo... El párrafo que citas ha despertado de nuevo mi interés ;).

Recuerdo la primera vez que vi la estatua de Peter Pan en Hyde Park, hace casi 10 años ya!!

Anonymous said...

Rodrigo Fresán me impactó con "La velocidad de las cosas". Si te gusta su estilo, ahí se luce. Me encanta tu reseña de Kensington, yo aún no lo he leído y me has dado unas buenas razones para hacerlo...