Friday, June 15, 2007

El señor Carton


Seguimos bastante dickensianos. Ronald Colman, en Historia de dos ciudades (Jack Conway, 1935), consigue dar vida a uno de los personajes más memorables -para mi gusto- de la historia del cine: un caballero fracasado, inteligente, alcohólico, tierno, honrado y romántico, que bajo su aparente cinismo esconde un corazón tremendamente generoso. Se trata del señor Carton, que trabaja como ayudante del abogado defensor. Esta escena de la novela (y de la película) en que se queda solo en la taberna, bebiendo, y se mira en el espejo, es la perfecta alegoría de la derrota, del Desengaño:
Al quedarse solo, aquel hombre raro tomó una vela, se acercó a un espejo que colgaba de la pared y se observó minuciosamente.
—¿Me es simpático ese hombre? —murmuró ante su propia imagen.— ¿Por qué ha de serme simpático un hombre que se me parece tanto? No hay en mí nada que me guste. Y no comprendo por qué has cambiado así. ¡Maldito seas! A fe que merece simpatía el hombre que me demuestra lo que yo podría haber sido y no soy. Si fuera él podría haber sido objeto de la mirada de aquellos ojos azules y compadecido por aquel lindo rostro. Pero vale más ser franco y decirlo claro. Odio a ese hombre.
Recurrió a su vaso de whisky, en busca de consuelo, se lo bebió en pocos minutos y se quedó dormido con la cabeza sobre los brazos, con el cabello tendido sobre la mesa y mientras la cera de la vela caía sobre él.
(Charles Dickens, Historia de dos ciudades)

6 comments:

Mabalot said...

Macho, dan ganas de sentarse ahora mismo y empezar con Historia de dos cuiudades, que no leí y me mira desde la estantería y hace dedo cuando paso por delante...
y la película. Dickens, que tiene todas las papeletas para gustarme y siempre lo tuve algo abandonado.

marta said...

Me encanta la novela en la que Dickens no se moja en cuanto a política se refiere. Por el contrario el pueblo es quien adquiere en dicha novela ese protagonismo y actividad histórica que nunca se les ha dado. Ambientada cuando comienza a brotar la Revolución Francesa habla sobre las diferencias entre París y Londres. Mostrando los problemas sociales de ambas.

Hay una frase de Dickens que me encanta: "Cada fracaso enseña al hombre algo que necesita aprender"

conde-duque said...

Pues, Mabalot, no sé a qué esperas. Si la Generación quiere fundar un nuevo realismo descriptivo... desde luego Dickens tiene que figurar entre los ídolos.
Puedes empezar por la peli.
Bienvenida, Martina.

Mabalot said...

Dickens es, tienes razón, ese santo para el altar, y que hay que volver a él, leerlo como el maestro de un realismo que es el que admiro y gusto. De ahí partieron Galdós, sobre todo, Baroja...

Dickens es el maestro de los maestros. Flaubert, en cambio, al que leí bastante hace mucho se me quedó en nada. Pienso en Flaubert y pienso en un corsé. Me pone nervioso tanta perfección. Saber que sufría tanto el pobre para escribir ya te jode la lectura.
Te voy a hacer caso y me voy a hacer caso y voy a darme un atracón de Dickens. Además en una edición cojonuda de Círculo de Lectores del 68; este "Historia en dos ciudades" (A Tale in two cities). No sé por que se traduce "de dos ciudades" ahora.
Tú, traductor, me lo explique.

conde-duque said...

Pues no sé qué decirte. Supongo que pensaron que "Historia en dos ciudades" suena raro en español, incómodo, difícil. Aunque en este caso es peor el remedio que la enfermedad, porque "Historia de dos ciudades" es un título mucho más equívoco (¡ni que estuviese contando toda la historia de París y Londres!).
Ay, los problemas irresolubles de la traducción...
Lo mejor es leerlo en inglés y ya está. Incluso ponerse a aprender inglés en Opening para poder algún día disfrutarlo...

atikus said...

Yo soy muy lento leyendo, si encima tengo que leerlo en inglés no escribo en el blog en unos meses ;)
Casi prefiero volver a ver la peli en versión original y leer el libro en castellano, con vuestro permiso.