Wednesday, January 31, 2007

El increíble blog de Álvaro Cunqueiro


A nosotros, que desgraciadamente ya no podemos disfrutar de sus crónicas a diario en El Faro de Vigo, sólo nos queda soñar con una bitácora imposible, la que podría escribir Álvaro Cunqueiro desde el más allá. Supongo que no hablaría del rabo del demonio ni del rostro de Dios ni de agrias polémicas entre furiosos querubines, sino de mitologías terrenales sobre -por ejemplo- el arte de llegar a fin de mes, el precio de los mercados de abastos y cómo lidiar con el Alzheimer de la abuela.
Los libros de no-ficción (con toda su carga de sabiduría ficticia, mágica y maravillosa) de este Borges a la gallega son un festín permanente para la inteligencia, un descanso del espíritu que se olvida de las miserias cotidianas y navega sin dirección por el mundo de la fantasía, dejándose llevar por la corriente. Hay uno que me fascina especialmente: Fábulas y leyendas de la mar, publicado en una colección irrepetible, en el sentido de que nunca más podrá volver a ser la misma (Marginales, de Tusquets, una de las mejores que conozco). Se trata de una recopilación de artículos de Cunqueiro sobre el líquido elemento y sus fantásticos personajes. La selección y edición estuvo a cargo de Néstor Luján:
Un amigo que vive en una colina que vigila la muerte de un dulce y breve río en el verde mar me escribe una extensa carta. La posdata dice así: "Ayer subió el primer salmón. Lo dejé entrar". Como un portero mayor de los ríos, mi amigo ha permitido al plateado salmón que remonte la corriente verdinegra del Masma y se pose en un recanto a desovar, quieto y aburrido, hasta que llegue la hora de emprender el viaje de regreso al fondo submarino.
Los viajes del salmón están muy estudiados. Su memoria, una memoria secular, lo trae y lo lleva siempre por los mismos caminos. El salmón se sabe la antigua geografía, la geografía de los días de la Creación, cuando el Támesis era afluente del Rin y el Avon del Loira, o, en otro lenguaje, cuando Gog y Magog eran validos de Sigfrido, y Shakespeare y Peguy cantaban el mismo verso... El salmón no abandona nunca el cauce sumergido de los antiguos grandes ríos ni los fosos de las foces hundidas. Donde la diestra de Dios lo depositó, perpetuamente navega.
Perdidos en el marasmo del día a día y huérfanos de verdadera literatura, sólo nos queda soñar con ese blog increíble, con la erudición prodigiosa del genio de Mondoñedo, con infinitas conversaciones sobre libros antiguos frente a una caldeirada de rape y una botella de Albariño, con las olas del mar repartiendo a nuestras espaldas su rumor de caracola... Ay, quién pudiera ser amigo de don Álvaro Cunqueiro...

Tuesday, January 30, 2007

La pasión de C. T. Dreyer

Aquí está. Enterita y silenciosa. Como debe ser.

Saturday, January 27, 2007

La infancia de Barbarita Arnaiz

Espoleado por las últimas referencias del amigo Mabalot, he vuelto a echar mano de la obra maestra de Galdós y estoy disfrutando de algunos pasajes increíbles, como éste sobre la infancia de Barbarita Arnaiz. El primer párrafo, con ese aire tan solanesco, es de una contundencia que deja sin respiración. Lo escribió este señor que aparece aquí sentado con gorra, bufanda, guantes, bastón y perro.
"Nació Barbarita Arnaiz en la calle de Postas, esquina al callejón de San Cristóbal, en uno de aquellos oprimidos edificios que parecen estuches o casas de muñecas. Los techos se cogían con la mano; las escaleras había que subirlas con el credo en la boca, y las habitaciones parecían destinadas a la premeditación de algún crimen. Había moradas de estas, a las cuales se entraba por la cocina. Otras tenían los pisos en declive, y en todas ellas oíase hasta el respirar de los vecinos.
Creció Bárbara en una atmósfera saturada de olor de sándalo, y las fragancias orientales, juntamente con los vivos colores de la pañolería chinesca, dieron acento poderoso a las impresiones de su niñez. Como se recuerda a las personas más queridas de la familia, así vivieron y viven siempre con dulce memoria en la mente de Barbarita los dos maniquís de tamaño natural vestidos de mandarín que había en la tienda y en los cuales sus ojos aprendieron a ver. La primera cosa que excitó la atención naciente de la niña, cuando estaba en brazos de su niñera, fueron estos dos pasmarotes de semblante lelo y desabrido, y sus magníficos trajes morados. También había por allí una persona a quien la niña miraba mucho, y que la miraba a ella con ojos dulces y cuajados de candoroso chino. Era el retrato de Ayún, de cuerpo entero y tamaño natural, dibujado y pintado con dureza, pero con gran expresión. Mal conocido es en España el nombre de este peregrino artista, aunque sus obras han estado y están a la vista de todo el mundo, y nos son familiares como si fueran obra nuestra. Es el ingenio bordador de los pañuelos de Manila, el inventor del tipo de rameado más vistoso y elegante, el poeta fecundísimo de esos madrigales de crespón compuestos con flores y rimados con pájaros."
(Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta)

Friday, January 26, 2007

Nieve (J. Joyce y E. Satie)

A few light taps upon the pane made him turn to the window. It had begun to snow again. He watched sleepily the flakes, silver and dark, falling obliquely against the lamplight. The time had come for him to set out on his journey westward. Yes, the newspapers were right: snow was general all over Ireland. It was falling on every part of the dark central plain, on the treeless hills, falling softly upon the Bog of Allen and, farther westward, softly falling into the dark mutinous Shannon waves. It was falling, too, upon every part of the lonely churchyard on the hill where Michael Furey lay buried. It lay thickly drifted on the crooked crosses and headstones, on the spears of the little gate, on the barren thorns. His soul swooned slowly as he heard the snow falling faintly through the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon all the living and the dead.

(James Joyce, Dubliners)

Craig Armstrong

Tuesday, January 23, 2007

Salón de pasos perdidos

Aproximadamente una vez al año, como los niños de San Ildefonso o las golondrinas de Bécquer (pero con menos puntualidad), llega a nuestras librerías un nuevo tomo del Salón de pasos perdidos, la novela en marcha en forma de diario que Andrés Trapiello lleva publicando desde 1990. Entonces sus lectores recuperamos nuestra otra existencia "en marcha": esos personajes llenos de vida, esos ambientes tan familiares, las opiniones del protagonista (como siempre, unas nos parecen certeras y otras totalmente equivocadas), sus gustos literarios (unos más discutibles que otros), sus disputas insignificantes... Y disfrutamos un buen rato, que es de lo que se trata.
Hipótesis y/o sospechas:
A. T. debe de ser el escritor con más enemigos por metro cuadrado de las Españas. Tiene más odiadores en vida que los que le han salido a Cela de muerto, que ya es decir. Quizás por eso nos cae tan bien.
Imagino que cuando sale del portal de su casa mira con temor hacia los lados, no vaya a ser que se le abalance uno de los personajes de su diario y le increpe agarrándole de las solapas de la chaqueta. También teme que, desde la otra acera de Conde de Xiquena, algún escritor fracasado o herido en su orgullo le lance un pedrusco a la cabeza. Todo parece indicar que el protagonista de los diarios de A. T. se ha ido convirtiendo en un ser más desconfiado, menos abierto o natural, menos sentimental y mucho más cínico que antes. Ahora que tiene éxito puede parapetarse en sus premios, pero antes tenía que ser -a la fuerza- una cuestión de puro unamunismo, esa curiosa mezcla de dignidad, egolatría y gamberrismo. Conciencia de uno mismo frente a los otros. Si pasan de mí o me tocan las narices, me impongo por cojones. Sí señor.
He oído que se ha organizado una Asociación de Damnificados de Trapiello. La preside una profesora de Elche. A veces A. T. se arrepiente de haberse metido en tanto embolado (se mueve a la defensiva, como diciendo: "Oye, que en el fondo soy una buena persona"), pero ya no hay marcha atrás. Sólo queda buscar aliados para enfrentarse al enemigo.
Pero, bueno, todo eso forma parte de la anécdota (que no da más de sí), la charla de portera editorial, el duelo de espadachines de un mundillo ridículo -el literario- que algunos se toman demasiado en serio. Sus diarios son mucho más que eso. Sí. La vida hecha literatura... y viceversa.
No exagero si digo que Andrés Trapiello nos ha enseñado a ver las cosas de otra manera, nos ha ayudado a sacarle más jugo a la vida, a pensarla y mirarla con ojos antiguos, sentimentales, poéticos, más conscientes del paso del tiempo. El secreto está en extraer lo eterno de lo transitorio (en eso consiste, precisamente, según Baudelaire, la tarea del artista moderno). ¿De cuántos escritores podemos decir eso?
Recuerdos:
Cuando terminé la carrera y me puse a dar clases de Filosofía en una academia de la calle Piamonte, me cruzaba muchas veces con A. T. por las mañanas. Vivía -supongo que sigue viviendo- allí al lado. Nunca me paré a hablar con él ni le dije nada; a él no lo conocía, pero sí al protagonista de sus diarios (los había ido leyendo, a salto de mata, durante mis años de universidad). Prefería quedarme al margen, como un simple habitante anónimo de la vida -una cara fugaz, un chico paseante-, antes que irrumpir groseramente en la marcha del escritor (en cualquier caso, es posible que salga de "extra" en alguna de las páginas de sus diarios, nunca se sabe).
Los lunes tenía una hora libre y solía irme a desayunar un café con churros (aprovechaba para hojear el periódico, leer un libro o preparar la siguiente clase). Después me daba un paseo por el barrio (Barquillo, Fernando VI, Recoletos...) y era entonces cuando solía cruzarme con A. T. Creo recordar que salió como personaje en alguno de mis "cuadernos de letra pequeña".
Profecía:
Allá por el 2073, cuando la mayor parte de nosotros -incluidos A. T. y sus enemigos- estemos criando malvas, saldrá la edición definitiva del Salón de pasos perdidos. Será considerada por todos los expertos como un acontecimiento cultural de primer orden: "Sin duda alguna, nos encontramos ante una de las cumbres de la literatura contemporánea", escribirá el Harold Bloom de la época. Venderá como churros (ojo: porque el precio será asequible). En los últimos años de su vida, el autor, en un rapto de lucidez, había hecho una poda de los párrafos que consideraba más aburridos o sobrantes, y había añadido notas a pie de página desvelando las identidades ocultas de los personajes. La obra final cabe en 10 tomos de 300 páginas cada uno, que ya está bien ¿no?
Me da una envidia tremenda de esos lectores de finales del siglo XXI. Podrán disfrutar de la vida doblemente: en la realidad y entre las páginas de un libro. Vivirán dos veces. La distancia temporal multiplicará la intensidad vital -o como se diga- de las historias contadas y, en consecuencia, el goce del lector y el valor de la obra.
Conclusión:
Afortunadamente, el protagonista de los diarios de A. T. es un hombre con sus grandezas y sus miserias, sus verdades y sus mentiras, sus virtudes y sus defectos, sus lealtades y sus rencores. Un hombre, no un maniquí o una idea. Como deben ser los personajes de la literatura...
Qué buenos ratos nos ha hecho pasar el tío. Gracias, don Trapiello.

Sunday, January 21, 2007

Autorretrato

Lo prometido es deuda, y al que no paga las deudas se le llama moroso.




Es decir:

Friday, January 19, 2007

¿Quién da la vez?

"Imaginemos a una multitud de hombres encadenados, todos ellos condenados a muerte, varios de los cuales son degollados a diario a la vista de los demás. Los que quedan ven su propia condición en la de sus semejantes, y, contemplándose unos a otros con dolor y sin esperanza, esperan su turno. Tal es la imagen de la condición humana."
(Blaise Pascal, Pensamientos)

Wednesday, January 17, 2007

Pavement y otros videoclips

Como últimamente estoy muy filosófico, hoy toca desengrasar con un poco de nostalgia musical. Hubo una época en que estuve enganchadísimo a Pavement (qué grandes letras, por cierto, y qué elegantes desafines). Como no tenéis la culpa de mis desvaríos, sólo pondré dos vídeos de este grupo. Los otros, elegidos al tuntún, abarcan varios estilos. Espero que no os suicidéis.
PAVEMENT - Shady Lane:

PAVEMENT- Range Life:

FACTO DELAFÉ Y LAS FLORES AZULES - Mar El Poder Del Mar:

LITTLE RICHARD - Lucille:

FAITH NO MORE - Easy:

BJORK - Joga:

Monday, January 15, 2007

La agonía de Nietzsche

Observa su mano temblorosa, su mirada hundida. La nada. Ahí acaba todo. Tanto esfuerzo por horadarlo todo, luchando a brazo partido con el pasado para celebrar la vida, cavando en la durísima roca de Occidente para mostrar al mundo -por fin- el cadáver de Dios, esa quimera. Y al final acabar así, inerte, descerebrado, inválido, sin palabras, con la cabeza llena... de paja... de pájaros.
Viene la enfermera, le limpia los brazos, le da la papilla, le pone la cuña. Una mosca se posa en su nariz pero no le inquieta. Dionisos contra el Crucificado. El puño cerrado es un último destello de la voluntad de poder (Wille zur Macht), que se ha trastocado en dolorosa impotencia. Se rompió la cuerda sobre el abismo, se derrumbaron los pilares del puente: el que un día soñó con erigirse en superhombre ha involucionado al estado vegetal (el momento del hundimiento definitivo se produjo, precisamente, al compadecerse de un animal). Ironía darwinista.
Caben varias lecturas exaltadas, pero no es momento de venganzas sarcásticas o teologizantes ("es lo que tiene tocarle las narices a Dios firmando el acta de su muerte", "ya sabes, el síndrome Titanic") ni de mitificaciones postreras ("vio más de lo que puede soportar un ser humano", "la lucidez extrema deviene indefectiblemente locura"). Sólo es tiempo de constatar nuestro estado de ánimo: las imágenes de la agonía de Nietzsche nos producen lástima. Sucumbimos a esa manía de débiles que es la compasión: "pobre Nietzsche, acabar así". Otra ironía del destino; en este caso, la regresión de los valores.
La malvada hermana viene de vez en cuando a partirle el alma al loco y cuidar de su bigote. Aparentemente, ya no siente ni padece. No se le revuelve el estómago ante la visita. No hay síntomas de decadencia. A ratos parece atemorizado (se marca la calavera en su gesto inmóvil); en general se muestra indiferente (con una indiferencia absoluta, mayestática, divina). Pero por dentro no sabemos... Seguro que desea escribir, siempre escribir. La palabra escrita es la verdadera salvación, la redención inmanente, la única que permanece fiel al sentido de la tierra, porque no invade mundos ajenos (más allá de la muerte o lo visible), porque segrega hormonas creativas, porque se agota en su feliz autorreferencia. El eterno retorno de la letra: "¡Ha sido ésta la vida! ¡Que vuelva a empezar de nuevo, que se repita!"
Sí, es cierto. Te has dado cuenta a la primera. La mantita a cuadros es lo más acogedor del mundo. Es síntoma de tranquilidad, de convalecencia, de reposo. También la almohada mullida entre la mecedora y la espalda. Detrás de la ventana está el campo, los árboles, el río, la luz del sol que hace brillar el cabello de las mujeres hermosas (con sus escotes de carne), los carros de caballos, los caminos polvorientos, el frío de las montañas, el horizonte del mar... En fin, la vida en toda su ebullición. Nada más y nada menos que la vida.
La pared blanca ratifica la buena nueva del Anticristo: más allá del bien y del mal hay un árbol que no da sombra: el silencio.

Esta secuencia -tan misteriosa, tan extraña, tan poderosa- parece ser en realidad un montaje realizado a partir de las fotos que Hans Olde le hizo a Nietzsche en 1899 durante su estancia en Weimar, poco antes de su muerte.

PD: Hay un fotograma en que Nietzsche, bizco y absorto en su locura, como intachable reo de manicomio, tiene un aire a Juan Ramón Jiménez (insigne marido de la Innombrable).

Tuesday, January 09, 2007

Kensington Gardens

Este libro empieza con un niño que nunca fue adulto y termina con un adulto que nunca fue niño. O mejor: empieza con un suicidio adulto y una muerte infantil, y termina con una muerte infantil y un suicidio adulto. Bueno, una cosa está clara: al final del principio, al principio del final, muere Peter Pan (salta a las vías en el momento preciso; es una de esas dos personas por semana que -según las estadísticas- suelen lanzarse con puntualidad británica sobre los rieles justo antes de la entrada triunfal del metro). Véase aquí su estatua.
Así, al menos, se anuncia (tal y como lo he reproducido) en la primera página de Jardines de Kensington, la estupenda novela de Rodrigo Fresán que he empezado a leer hace unos días. Tengo que reconocer que la parte dedicada a James Barrie y a la época victoriana me tiene totalmente enganchado, mientras que la parte dedicada al pop, al LSD y a los años sesenta no me interesa para nada y me aburre bastante. Si pudiera cortar y pegar, me quedaría con la mitad del libro. Lo malo es que las dos partes están mezcladas, y no se pueden disociar tan fácilmente. Una lástima.

Una cita (entre otras muchas memorables de este libro):
Bienaventurados aquellos que han leído mucho durante su infancia porque de ellos, tal vez, jamás será el reino de los cielos, pero sí podrán acceder al reino de los cielos de los otros, y allí aprender las muchas maneras de salir del propio infierno gracias a las estrategias no ficticias de personajes de ficción.
Queja: me da mucha rabia la falta de contención de algunos escritores, que me fastidian la lectura de sus libros con sus excesos de verborrea (si se llegan a comedir un poquito, los habría disfrutado mucho más). Vale, ya sé que ellos son los autores y pueden hacer lo que quieran con sus libros, pero... no sé... es injusto, porque la vida es corta y pocas veces se da la oportunidad de degustar lo bueno. El protagonista de los hallazgos debería saber dosificarlos mejor, o tener al lado a un impertinente que le sujete las riendas de la retórica y de la imaginación. De lo contrario, se empachan de sí mismos... y nos joden la lectura. Parece que se empeñan en mantener la propiedad del libro, que sea suyo a toda costa ("es mío, mío, mío", parecen decir, agarrando el juguete como los niños mimados) y nunca del lector. Sólo nos queda soñar con el libro que pudo haber sido.
En cualquier caso, pienso seguirle la pista a este escritor, que es de lo más interesante que he leído en los últimos tiempos.

Sunday, January 07, 2007

Wednesday, January 03, 2007

La gripe no aviar

Así estoy yo, como los pobres patitos del estanque...
Es el momento idóneo para que el tiempo se haga habitación, para leer a Proust o a Heidegger o a Pla, para envolverse en las sábanas y morir un poco, a ratos, como dejándose llevar.
Si la fiebre es sinónimo de lucidez, hoy soy una auténtica lumbrera.

(Foto: jardines del Campo del Moro, Madrid, 2006)

Monday, January 01, 2007

Año Nuevo o el eterno retorno de lo memo

Levantarse en compañía de la amiga más fiel: la resaca. Si no tienes mal cuerpo, picotear en los restos de dulces de la cena: polvorones, mazapanes, alfajores, trozos de turrón resesos, peladillas... Encender la tele y pasar de la felicitación babélica del Papa a los insulsos saltos de esquí, pasando por el concierto de la Filarmónica de Viena. Sobre todo, si eres capaz de vencer los embates de la vergüenza ajena, resulta muy interesante -desde el punto de vista sociológico- fijarse en las caras abotargadas de algunos asistentes al concierto que, como niños de tres años en el circo, se emocionan dando palmas en la Marcha Radezsky.
PD: Nunca he soportado a la gente que le ríe las gracias "de memos" a los monarcas, a los tenistas o a los directores de orquesta (ay, ese pelillo aznaril... ¡qué dolor!). Me repatean, por su indignidad, por su ostentoso servilismo, por rebajar la dignitas humana a la condición más rastrera... (He dicho).