Wednesday, February 28, 2007

"Aquí comió Félix de Azúa"

A veces tiene uno que salir de casa para que la inspiración le conceda sus mejores dones. Quizás sea porque cuando está fuera de su ámbito cotidiano uno lleva los ojos más abiertos y está más receptivo a los detalles y a las novedades, no sé, el caso es que a la literatura le suele venir muy bien que la aireen y la saquen de paseo. Eso le pasó al escritor Félix de Azúa cuando, allá por el mes de octubre, vino a pasar unos días a Madrid. En su blog -el mejor que ha existido nunca- nos regaló a sus lectores unos párrafos geniales, unas impresiones tan exactas como sugerentes, unas metáforas perfectas sobre nuestras calles (que los que pasamos por allí a diario no habíamos sido capaces de percibir, pero al leerlas supimos que eran la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad). Por ejemplo:
También en Madrid llueve a cántaros. Cuando llueve, el conductor madrileño se lanza a la ocupación del espacio reservado para el paso de vehículos en dirección perpendicular. Al cabo de pocos minutos, todos los automóviles impiden el paso de todos los automóviles. La ciudad se convierte en un río de hierro.
Fantástica superficie de metales mojados que reflejan las inútiles luces de los semáforos y sobre la que parpadean los azules giratorios de las ambulancias, los verdes policiales, los intermitentes anaranjados del autobús, el rojo vivo de los frenos. Alberto Aguilera es un dragón multicolor.
Verdaderamente genial. No hay palabras.
Pues bien, a lo que voy. Resulta que el 19 de octubre de 2006 por la noche el señor Azúa salió hambriento del hotel en que se alojaba, presumiblemente el NH Alberto Aguilera, en busca de algún lugar donde saciar su hambre. Quiso la casualidad (o la cercanía) que acabase entrando a comer en el Iberia, bar de la glorieta Ruiz Jiménez, famoso -sobre todo- porque en él se reúnen a todas horas cientos de taxistas (por eso la glorieta siempre está llena de taxis aparcados) y porque los fines de semana es de los pocos sitios que están abiertos al amanecer y sirve de abrevadero a los jóvenes medio borrachos que necesitan un desayuno reponedor o la última copa tras la larga noche de farra.
Si un día antes había clavado las imágenes de la ciudad bajo la lluvia, en este caso Azúa nos brindó una genial crónica costumbrista, entre solanesca y esperpéntica, que hace las delicias de cualquier lector. No sé a qué está esperando don Félix para venirse una temporada a vivir a Madrid y escribir el libro del año (o de la década). Tampoco sé a qué esperan los dueños del bar para poner un cartel que diga: "Aquí comió Félix de Azúa".
Costumbrismo ontológico
Tremenda fatiga. Llego al hotel a las diez de la noche, tiro los trastos y salgo en busca de algún alimento, cualquier cosa, lo que sea, fideos, donuts, esturión al ajillo, me da lo mismo. No he comido nada desde las ocho de la mañana. Entro casi sin mirar en la primera puerta que encuentro, la Cafetería Bar Iberia Salón Comedor y me asalta una emoción intensa, adolescente.
Suelo de losa verde, apoyadero de mármol plástico imitación jade chino hasta media altura, el resto gris rata, apliques de latón con tulipas translúcidas floreadas, percheros de bola, manteles de papel a cuadros marrones, un aparador lleno de flanes de huevo y periódicos viejos. En la tele retransmiten el partido Real Madrid vs. Steaua de Bucarest. Tomo asiento.
Se acerca un camarero cojo vestido de mandilón con lamparones y chaleco blanco al que falta un botón. Pido dos primeros, ¿es posible?, (no contesta), lentejas y patata con carne, dos clásicos de cuando estudiaba y el mundo iba a ser mucho mejor y lo íbamos a conseguir nosotros. Se va tic toc tic toc.
Un escalofrío de voluptuosidad me recorre el espinazo. Estoy a punto de pedir tinto El Sotillo con La Casera, como mi vecino de mesa, un hombre sin barbilla y nariz pontifical, pero me contengo. En el salón comedor Iberia sólo hay hombres y el más joven tendrá sobre los cincuenta y siete. “¿Y beber?”, dice. Ha vuelto como un aparecido. Me pido una cerveza, pero que no esté muy fría, por favor, hoy he caminado bajo la lluvia y estoy temblando. El cojo me mira con una sabiduría secular, abismal, paleolítica y me trae una cerveza helada. Tiene razón. ¿Cómo se me ocurre pedir estas tonterías?
Cuando el Madrid marca su cuarto gol, todos los comensales dicen: “gol” con una voz neutra, sin expresión, minimalista, como si saludaran a un colega que acaba de entrar, pero todos al mismo tiempo, con una exquisita articulación a capella. Uno de ellos, solista, añade para sí mirando al plato y pinchando una albóndiga: “Muy bonito. Mu-y bo-nito”.
El cojo se acerca a un caballero rebozado en chándal amarillo limón, pelo rapado y gafas culo de vaso y le pregunta con rotunda seriedad: “¿Hace el segundo, guapo?”. El del chándal asiente de mala gana y sorbe la coca-cola de su vaso de tubo. “¿Qué era, el codillo?”. El del chándal levanta la cabeza como si le hubiera picado un áspid y se le queda mirando al camarero de hito en hito y con expresión indignada: “¿Voy yo a comer esa mariconada?”. Y luego, con un gesto de infinita paciencia y venga-ya-que-no-me-molestes-más-en-toda-tu-puta-vida grita: “¡Tráeme el chicharro, no me fastidies!”.
Estos lugares conservan la belleza infinita de una sociedad sana, digna, señorial, inasequible al diseño y en donde los restaurantes son como han de ser y como eran en tiempos de Mesonero Romanos. Ocho euros treinta.
Al salir me cruzo con un punto de enorme caja torácica, coleta, patillas a lo Machaquito, collares de oro y un palillo en la boca. Avanza despacio, no sin cierto contoneo bien estudiado. Al fondo se oye: “¡Cuidao las carteras, que llega el Carota!”. El Carota avanza como un buque oxidado, aún valiente, aún marinero, capaz de cruzarse el Atlántico aunque sea a remo, y sonríe con inmensa satisfacción.
Regreso al hotel totalmente reconciliado con el mundo y con la Creación en general.
Sólo me queda aplaudir... y agradecerle el regalo. Qué grande, don Azúa.

21 comments:

Anonymous said...

Pues sí, realmente genial, muy solanesco. Habrá que volver a visitar a don Félix, que me cae bastante bien y además es íntimo de otro más grande, Mendoza.
Abrazo

conde-duque said...

Que yo sepa todavía no ha vuelto al blog... Una pena.
Saludos, Julio.

Portarosa said...

La verdad es que sí que es genial.

A mí, sin embargo, no me cae tan bien. A veces no estoy de acuerdo con él, y eso no sería un problema, pero es que lo veo demasiado engreído (no tanto como Arcadi, claro). Creo que un intelectual debe tener un comportamiento a la altura de su intelecto; y, concretamente, su humildad debe ser proporcional a las razones objetivas que tenga para sentirse por encima de la media.

Pero bueno, esto ha estado muy bien.
Un abrazo.

conde-duque said...

Pero, Portorosa, dígame un intelectual que haya estado a la altura de su inetelecto!!! Ahora mismo no se me ocurre ninguno...
La casta de los intelectuales ha sido la más nefasta de la sociedad, junto con la de los políticos (véase, si no, la nómina de los intelectuales del siglo XX, para echarse a temblar). Hasta los que podían ser más dignos en su actitud pública -como, por ejemplo (creo yo), Unamuno- resulta después que en privado eran unos engreídos, avaros, ególatras... Pero eso a mí no me importa tanto, la verdad. Total, sólo voy a leerlos... (Quizás Antonio Machado, como decía el otro día Mabalot, es de los pocos que se salvaría de la quema).
De los de ahora, supongo que sí, que Azúa me cae bien, y también Arcadi Espada, y Savater, y Gómez Pin... (y no es sólo por el antinacionalismo, que conste). Como decíamos de A.T., van por libre, y eso nunca es fácil.

conde-duque said...

En realidad, ni siquiera sé que son los "INTELECTUALES". Ya sólo la palabra me molesta... ¡Ni que los demás pensásemos con los higadillos!(los "VISCERALES")

Anonymous said...

Qué buena la tertulia y qué pena que llegue tarde...
El artículo de Azúa lo recuerdo, a mi también me encantó, y lo he rercordado alguna vez, porque es antológico. También otro en el que, en Barcelona, sube a un autobús y describe el ajetreo con detalle, y los pasajeros, entre ellos uno cojo... Son dos artículos, sí, que entroncan con esa crudeza solanesca y un cierto humor cervantino. El costumbrismo a don Félix le sienta de muerte.
Para mí, coincido otra vez, Conde, Azúa es de lo que más respeto ya no sé si como intelectual sino como escritor y con el que menos divergencias de opinión tengo. Es un gitano de izquierdas, y es lo mínimo que hay que pedirle a un seññor escritor, que sea un poco un poco gitano, pues para chupar del bote respetando la ortodoxia ya tenemos a toda esa caterva de grisalla de salvapatrias...
Arcadi me queda lejos, no acabo de conectar.

Ahora, en el blog de Azúa se publican sus artículos de periódico, y mantiene una regularidad de dos o tres por semana.

Hay que leerlo; yo no me lo pierdo. Sí, el mejor blog.

A.T. va por libre. Menudos equilibrios hace, o ya lo dan por imposible. Un escritor debería ser así, un tanto resbaladizo. Es la única forma de ser honrado, y no se debería arengar, ni con lengua ni con pluma, sin esa honradez.

Un saludo, amigos.

Portarosa said...

Buenos días.

¿Quién es A. T.?

Conde, no sé darle una definición de intelectuales que deje claros los límites y quién entra y quién no, pero el caso de Azúa, un escritor con una gran cultura y una más que destacable lucidez que, además de escribir, opina, crea opinión, creo que es evidente.

En cualquier caso, lo que pretendía decir no partía tanto del hecho de que fuera uno de los intelectuales, que perteneciera al grupo, como de que él fuera un individuo con unas cualidades muy destacables de las que hace público uso pues debe de considerar (con razón) que le facultan para jugar su pequeño papel. Y, siendo así, veo en algunos de sus artículos un tono de sobrado que no me gusta, y en el que creo que alguien verdaderamente inteligente no debería caer. Es un tono que, por ejemplo, a Savater nunca le he notado. A Arcadi sí, Arcadi habla con una suficiencia de todo y de todos, de un modo tan sentencioso e indubitativo, que en mi opinión lo descalifica, al menos en gran parte.

Y en esa impresión influye también que a veces esos artículos me parezcan fuegos artificiales, en los que, aunque no tenga gran cosa que decir, hace tal despliegue de erudición y pluma que parece que dice mucho (recuerdo uno de hace unas semanas sobre que a Zapatero no se le entendía porque no decía nada, porque su discurso no tenía sentido; a mí me pareció que el fondo del mensaje era bastante pobre, que no decía gran cosa, pero estaba precedido de un derroche de ingenio y datos sobre otros temas que deslumbraban).

Recordarán que hace unos meses Azúa tuvo una discusión abierta con un compositor, Sánchez Verdú, en la que Azúa, a decir de casi todos, brilló y humilló intelectualmente. Bien, para mí, efectivamente humilló... porque trataba de humillar y ridiculizar, porque su tono era cualquier cosa menos humilde y moderado.

No sé si esta forma de ser mía esconde algún complejo, y quiero que los inteligentes sean buenos tíos y modestos para no sentirme demasiado tonto, pero el caso es que creo que la capacidad intelectual no justifica ciertas actitudes; al contrario, cuanto mejor sea uno, mejor debe ser en lo demás.

No tiene nada que ver, y tal vez no sea el mejor ejemplo, pero me viene a la mente, por reciente, la entrevista a Cunqueiro que creo conocen. ¿Es posible ser un tío (al menos ante las cámaras) más sencillo?, ¿es posible contestar tanto y tan bien y hacerlo sin caer en la más mínima arrogancia, sino todo lo contrario, como quitándose importancia continuamente?

Anyway, es un placer poder discutir, e incluso estar equivocado, con todos ustedes.
Un saludo (y que no caigo en quién carallo es A.T...).

conde-duque said...

Perdona, Portorosa, A.T. es Andrés Trapiello (es que como él suele poner las iniciales de la gente en sus diarios...). Le dediqué un post hace unos días: http://conde-duque.blogspot.com/2007/01/saln-de-pasos-perdidos.html, y allí hablamos de eso. Es que no me lees, don Porto.
Entiendo lo que dices sobre el "uso público de la razón" (Kant, en "¿Qué es la Ilustración?" hace una distinción entre uso público y privado de la razón bastante interesante pero discutible), pero yo lo sigo viendo más como un rasgo del carácter que como una función necesaria del "intelectual". No me importa tanto eso. En cualquier caso, los aires de superioridad siempre son molestos, pero no creo que le resten nada al contenido de un debate o de un discurso (que es de lo que se trata en un "intelectual").
Que quede claro, de todas formas, que yo no les concedo ninguna autoridad especial a los intelectuales para opinar sobre cualquier cosa.
Yo tuve a Savater como profesor en la Facultad y es una maravilla. Desde luego tiene otra forma de ser, otro carácter más afable...

conde-duque said...

Mabalot, también yo recuerdo ese artículo del autobús. Era genial.
Joder, está claro que nos fijamos en lo mismo...

conde-duque said...

Además, si te fijas nos gustan sobre todo los artículos de Azúa como "escritor", más que como "intelectual" o "hacedor de opinión". Don Portorosa, en esto seguro que también conectarás con nosotros.
Un saludo. Me voy a currar.

Anonymous said...

Soy de los que, mientras duró -y qué mérito que durase tanto una bitácora que todos los días nos regalaba un artículo tan elaborado, tan hermosamente escrito y tan certero en sus reflexiones-, abría su ordenador impaciente por las mañanas para leerlo. Ahora leo lo que cuelga de vez en cuando, que no es poco, y ya sólo con eso aún me sigue pareciendo un lujo de blog. Lo que sin embargo nunca llevé bien fue a muchos de los comentaristas de estas bitácoras tan leídas. Me quedo, sin duda alguna, con los que paran por estas otras más modestas pero no por ello menos valiosas. Tener apostillando a Portorosa o a Mabalot (pongo ejemplos, no se me enfade nadie) es una gozada.

Portarosa said...

Conde, no te LEÍA, no te LEÍA; porque te he descubierto hace poco. Pero eso ahora ya no pasaría.

En cualquier caso, tampoco me quiero poner yo tan estrecho. El que esa actitud me moleste un poco, cuando la veo, no me impide apreciarlo en lo que vale ni preferirlo a otros más amables pero sin nada que aportar.

Diario, gracias por lo que me toca, qué amable.

Portarosa said...

Oye, y qué suerte tener a Savater de profesor. Me alegra saber que visto de cerca también da una buena impresión.

Un abrazo.

conde-duque said...

Sí, la verdad es que fue una gozada: "Filosofía y literatura" era la asignatura. Después de una introducción sobre el tema de la asignatura, se dedicó todo el cuatrimestre a analizar la figura de Borges. Imagínate qué gozada: el tío ahí contándonos los relatos de Borges y explicándolos después. Aparte de saber muchísimo y conocer mil anécdotas (y saber contarlas), tenía unos golpes de humor muy buenos (yo nunca me he reído tanto en clase). Lo dicho. Una gozada.

conde-duque said...

Cierto, Diarios: algunos comentaristas del blog de Azúa son un coñazo, que es -como decía Michi Panero- lo peor que se puede ser en la vida. No podía con ellos. Aquí los tenemos mucho mejores...

Mabalot said...

Bueno, Diarios de R., gracias, el gusto es mío de participar en esta conversación. Nosotros razonamos como dioses (dioses modestos) y elevamos el espíritu unos centímetros en cada tertulia escrita.

Y Sí, es verdad, los comentaristas de Azúa son unos petardos ruidosos e inaguantables; suele pasar con los blogs muy famosos (los de Arcadi, aunque nunca los frecuenté creo que son parecidos, y no digamos los de por ahí, Orsai, etc... que parecen patios de colegio gritones; mientras escribo esto veo a Grace tapándose las orejas, mirándome a los ojos...)

Y ardo de envidia (nada sana) al leer lo que cuenta Conde sobre el menda Savater; de profesor. Pues sí, que te quiten lo bailado.

Seguro que grabaste todas sus clases y me las vas a mandar en MP3. Y si no más te vale que algún día nos descubras, poco a poco, algunos secretos del otro menda, Borges. De sus cuentos, quiero decir.

Y también es verdad esto; Azúa me gusta más como escritor que como intelectual. Mala leche no le falta, pero eso tampoco es malo del todo, me parece.

Por cierto, Conde, te quedó muy umbraliano y divertido lo de; "Es que no me lees, don Porto"

Un placer.

M. said...

Qué tarde llego, joder!! Diarios, Mabalot, habeis dicho una cosa que llevo pensando mucho tiempo: lo peor de esos blogs de azúa y arcadi (antes: arcadi cerró el chiringo) son los comentaristas. Es uno de los mejores ejemplos de endogamia que me he encontrado yo en la red. Es otro rollo: mucha gente, hablando toda a la vez, y mucha displicencia. En estas tabernas la música está más baja.

"Algunos comentaristas del blog de Azúa son un coñazo, que es -como decía Michi Panero- lo peor que se puede ser en la vida". Conde, esta frase yo la suelto, desgraciadamente, cada poco: me encanta. Lo decía de su propio hermano, que debía ser un coñazo de cuidado.

Arcadi? Me gusta mucho, a pesar de su suficiencia puntual, que es evidente. Aunque no lo frecuentaba, también guardé de Azúa un texto: no recuerdo cómo se llamaba pero iba de un chaval arquitecto que se piraba a Irlanda y que era escritor, o escribía... Me gustó mucho. No lo tengo delante, en otro momento les refresco la memoria. Nada que ver con ese costumbrismo del que hablais ahora Mabalot y tú. Tiene Azùa, por cierto, muchìsimo más pinta de repelente que Arcadi. Incluso en su estética. Pero bueno: a mí eso no me molesta.

Portorosa, el artículo de Arcadi sobre Zapatero lo has definido a la perfección: un menèala, un tiki-taka, un sonajero divertido sin fondo alguno: ninguna idea. Eso sí, el último sobre el periodismo y los suicidios estuvo muy bien, a mi juicio.

Saludos.

Portarosa said...

¡Válgame el cielo, qué envidia, coño! Savater dándole vueltas y más vueltas a Borges...

Es un placer, esto, señores.

conde-duque said...

Pues me temo que no grabé las clases, Mabalot, pero él mismo me dijo -in person, aunque no es amigo (desgraciadamente) ni conocido...- que había aprovechado ese curso para escribir un libro sobre Borges (no estoy seguro, pero creo que era de esa colección de Vidas Literarias de la que hablabas el otro día).
Portorosa, te podría dar más envidia diciéndote que me dio un curso de Doctorado sobre Montaigne (pero lo cierto es que, como había ese año eleciones en el País Vasco y estaba amenazadísimo por ETA,no podía tener un horario fijo y sólo dimos la primera clase, en la que se diculpó por la situación; eso sí, el pobre hombre se tuvo que leer mi trabajillo sobre algo así como "El yo en Montaigne").
Manuel, qué grande es la frase de Michi.
Saludos a todos.

conde-duque said...

"elecciones" quería decir (fuera de aquí, Pepiño Blanco)

Anonymous said...

Ola, what's up amigos? :)
In first steps it's really nice if someone supports you, so hope to meet friendly and helpful people here. Let me know if I can help you.
Thanks and good luck everyone! ;)