"A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde" (Lucio Anneo Séneca).
Ya he vuelto del paraíso de los paseos laberínticos: callejuelas largas y estrechas, increíbles senderos que se bifurcan, plazas, fuentes, jardines, patios, torreones, pozos... y un asombrado etcétera.
Tierra de grandes filósofos (Séneca, Averroes, Maimónides) y poetas desiguales (Lucano, Juan de Mena, Góngora, el duque de Rivas), Córdoba fue en su día la ciudad más grande del mundo y sigue siendo, para mi gusto, una de las más bonitas del Reino. Más allá de sus riquezas históricas, artísticas y religiosas, que son ciertamente apabullantes, para mí Córdoba es el lugar sagrado de los flaneurs que, como yo, fatigamos a diario las calles de la gran ciudad en busca de no se sabe muy bien qué.
Del Cristo de los Faroles a la entrada de la Sinagoga, de la Puerta de Almodóvar a la Torre de la Malmuerta... somos vagabundos irredentos en pos de nuestra propia sombra.
Nunca olvidaré nuestro paseo del sábado por la noche por el barrio de la Judería. Estaba todo oscuro y en silencio, no había nadie, ni un alma (y cuando digo "nadie" significa nadie), sólo se oía el eco de nuestros pasos y las respiraciones de los muertos. A veces nos parábamos y mirábamos hacia delante y hacia atrás, hacia el infinito. Era como contemplar de frente la nada, los ojos vacíos de Dios. (Y cuando digo "Dios" me refiero al Dios de los cristianos, musulmanes y judíos.)
12 comments:
Bellísima imagen, Conde. Saludos y buenos días.
Qué suerte, seguro que ha sido un gran fin de semana... por aquí ha hecho un frío espantoso...
Hola, Manuel. Ahora que nos hemos quedado sin la taberna de Mabalot, tendremos que hacer botellón en la calle o quedar en nuestras casas...
Hola, Descon, la verdad es que sí: nos lo hemos pasado muy bien en Córdoba. Ha hecho un tiempo estupendo, soleado pero sin excesivo calor.
Había menos gente que cuando fuimos el año pasado (en la Semana de los Patios -em mayo- se multiplica el turismo, que ya de por sí es bastante intenso), daba gusto pasear por las calles y sentarse a tomar algo en las terrazas. Hemos comido fenomenal: comidas típicas, como salmorejo, rabo de toro, pescaíto frito, etc.
¿Has estado?
Debería ser obligatorio ir a la Mezquita de Córdoba al menos una vez en la vida. Es una sensación maravillosa...
Qué envidia, Conde.
Viví dos años en Cádiz y nunca fui a Córdoba. Hace falta ser idiota.
Un abrazo.
Hola Conde-Duque
Me alegra saber que te gusta la ciudad en la que nací y que visito a menudo.
La verdad, me alegra y me sorprende.
Y sí, cuando hablas de pasear escuchando el ruido de tus propios pasos, nadie significa nadie. Y eso, para los madrileños es incomprensible. :-D
Un abrazo,
Xavie
Y que conste que yo ya soy un madrileño más. :-D
Portorosa, yo no digo nada; dejémoslo en que un fallo sí que fue. Pero todo es subsanable.
Hola, Xavie. No sabía que fueras cordobés (como en tus relatos kafkianos no se te nota el acento...).
Tanto Madrid como Córdoba son dos lugares especialmente buenos para pasear (aunque el paisaje y los sonidos son muy distintos, claro, menos en la plaza de Colón). Me encanta perderme por las calles, caminar sin rumbo fijo...
Un abrazo.
Uy, no te creas, Conde, al principio parece que no, pero si te fijas sí que se le nota: escribe con acento cordobés.
Abrazos.
Hola Conde. Tu invidi me che sono a Roma ed io invidio te che sei nella altrettanto splendida Spagna.
Cordoba, poi, è uno dei miei "viaggi del sogno".
Dovrò proprio decidermi a venire a visitare la Spagna: è una grande lacuna che ho.
Meno male che ci sei tu con le tue splendide fotografie ed i racconti che mi permetti di conoscerne alcuni angoli emozionanti.
Ciao, Jacopo.
Conde,
¿No se me nota el acento en los relatos? Y yo que pensaba que era evidente... :-D
Pero no le hagas caso a Porto. Él tiene más elementos de juicio que tú. Como el haber hablado conmigo en persona. Te aseguro que a las dos palabras sí que se me nota el acento. :-D
Un saludo,
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