Friday, March 16, 2007

Tolstoi guionista

Toma 1. Exterior. Día. El amanecer de una ciudad gloriosa en un frío día de invierno:

Moscú estaba en calma. Sólo se dejaba sentir de tarde en tarde el crujir de algunas ruedas sobre la nieve. No había luz en las ventanas y hacía rato que los faroles habían sido apagados. Se oían las campanas de las iglesias anunciando la llegada del día. No había nadie por las calles; únicamente el cochero, intentando mantenerse despierto, permanecía a la espera de algún rezagado. En la iglesia, débilmente iluminada por la luz de algunos cirios (que se reflejaban en los dorados de las imágenes), había alguna vieja que otra.
La población trabajadora, después de una larga noche de reposo, se disponía a emprender las rudas faenas del día. Pero para los señores era de noche aún.
Por una de las ventanas del hotel Chevalier se filtraba la luz (que prohibía el reglamento) a través de las rendijas. Ante la puerta del hotel permanecía un coche y una troica de postas. El portero, acurrucado y envuelto en su pelliza, parecía estar escondido en el portal de la casa.
De la habitación vecina llegan las voces de tres jóvenes. Están sentados a la mesa, en la que aparecen restos de la cena y del vino.
(León Tolstoi, Los cosacos)



El conde Tolstoi, que escribió unas cuantas obras maestras (mis preferidas son las narraciones cortas, como La muerte de Ivan Illich y La sonata a Kreutzer), empezó llevando una alocada vida de joven juerguista, metido hasta las trancas en esa Santísima Trinidad del catecismo hedonista que son las mujeres, el alcohol y el juego. No sé si sería por la ingesta excesiva de vodka, pero el caso es que se le acabó yendo la cabeza: se dejó barba de profeta bíblico y decidió tomar partido por la Utopía, esto es, por el fracaso más absoluto. De ahí que proclamara a los cuatro vientos los principios del cristianismo libertario, se convirtiera en vegetariano y pacifista recalcitrante y defendiera enérgicamente el esperanto como lengua oficial de la humanidad. Acabó viviendo solo en el campo, donde se afanó en un oficio más honrado que el de novelista: el de zapatero remendón. Como digo, se le fue bastante la olla.
Murió heroicamente, como sólo los grandes pueden hacerlo, en el lugar más hermoso que hay para decir adiós a la vida: una estación de ferrocarril perdida en la estepa rusa. La causa: una neumonía. La fecha: 20 de noviembre de 1910.
[Addenda de Mabalot: Tolstoi se larga de casa, a sus ochenta y tres años, por una discusión con su mujer, que debió ser de escándalo para que el viejo, ya gloria nacional, se las pire como un vagabundo aristócrata. La primera noche la pasa en un monasterio. A la mañana siguiente se va en dirección a Rostov, que es no sé dónde, pero que debía ser lejos, y no llega, se pone malo en Astàpovo, donde no hay nada, ni fonda, ni hotel ni nada de nada. No habría ni fuente. Lo meten en el cuarto del jefe de estación, y allí pasa sus dos últimos días el más grande escritor ruso del momento. Acuden periodistas, curiosos, escritores... y su mujer e hijos. Palma después de una lenta agonía de dos días, según el tomo de Ana Karenina que tengo delante, el 7 de noviembre de 1910. Será calendario ruso. Ya sabemos que la Revolución de Octubre no fue en octubre.]
[Addenda 2, de Martín L. L.: Una estación ferroviaria en medio de la estepa rusa, finis vitae de León Tolstoi; perdido en el pacifismo, en un cristianismo propio de primeros tiempos, y de máxima espera. Yo entiendo que Tolstoi se pierde en lo utópico, aquello que no va a ninguna parte: allí, un sitio admirable, ha encontrado el lugar de una paz aún mejor que el pacifismo que predica ad usum de las masas. Si ha encontrado la esperanza, la propia y de nadie más, no sé si se puede decir que haya perdido la razón, a no ser que ésta haya de abonarse al escepticismo. Me imagino al viejo Tolstoi arrastrando a ninguna parte la razón suya que por fin ha encontrado.]

8 comments:

Portarosa said...

Pues es un buen motivo para hacer una contracelebración 20-N, y despistar.

Lo que no entiendo es por qué pones una foto de Fernando Fernán Gómez ahí en medio.

Un abrazo.

conde-duque said...

Jajaja, está a punto de soltar el libro y abalanzarse sobre el fotógrafo para pegarle: "¡A la mierda!".

Mabalot said...

Coño, ¿Fernán Gómez? Tiene un aire, pero Porto tiene también mucha imaginación; claro, discípulo de Cunqueiro...

Sí, mucho pacifismo, nuestro gran Tolstoi, pero seguro que sabéis por qué se larga de casa, a sus ochenta y tres años, para que sus huesos vayan a caer en una perdida estación de ferrocarril... Pues, una discusión con su mujer, que debió ser de escándalo para que el viejo, ya gloria nacional, se las pire como un vagabundo aristócrata. Pues decide largarse de casa. La primera noche la pasa en un monasterio. Ala mañana siguiente se va en dirección a Rostov, que es no sé dónde, pero que debía se lejos, y no llega, se pone malo en Astàpovo, dónde no hay nada, ni fonda, ni hotel ni nada de nada. No habría ni fuente. Lo meten en el cuarto del jefe de estación, y allí pasa sus dos últimos días el más grande escritor ruso del momento. Acuden periodistas, curiosos, escritores,... y su mujer e hijos.
Palma después de una lenta agonía de 2 días, según el tomo de A.Karenina que tengo delante, el 7 de noviembre de 1910. Será calenadario ruso. Ya sabemos que la revolución de Octubre no fue en Octubre, en Occidente.

Anda, Conde-Duque (lo de Duque para diferenciarte), un saludo.

Lo del 20-N, perfecta contracelebración, Porto.

conde-duque said...

Mis datos no son muy fiables, creo que los saqué de la Wikipedia o algo por el estilo. Si hay que cambiar la fecha de la muerte, se cambia. Después lo miro, que ahora tengo un resacón que no me tengo en pie (cualquiera que lea este blog, si hay alguien, pensará que todos los viernes me pillo una tajada, pero no es para tanto... Es el garrafón que nos dan).
Una muerte heroica la de Tolstoi, me ratifico. Es una razón más para leerlo...
Saludos, Mabalot.

Mabalot said...

Y... siento decirlo, Conde, la edad, también, aunque el garrafón tiene telita. Eso sí que es una cerdada; tan pesados con lo de fumar y en cualquier sitio te dan porquería con coca-cola y te la tragas creyendo que es lo que dice la botella... Coño, que echen un vistazo por los bares estos ministros que todo el mundo se cuece por las noches... ¡Ehh! ¡Me oís, ministros, espabilar!

No creo que nos lean. Ellos se lo pierden.

Emborracharse es bueno para el espíritu. La resaca, en cambio, es el fin del mundo. La edad; antes seguro que te sentaban mejor las noche etílicas... o metílicas...

Saludos.

Mabalot said...

Ostiá... cómo te pasas, con lo tímido que soy...

Anonymous said...

Tolstoi tuvo bastantes conflictos con su mujer, ante la que escondió durante años (y se cita el caso como paradigma) las últimas versiones de su diario, dando por descontado que un par de ellas se las iba a descubrir antes o después. A mí también me gustan los textos más cortos: 'La muerte de Ivan Ilich' y 'Hadyi Murad' (por cierto, sobre un conflicto, el de Chechenia y los pueblos del Cáucaso) siempre de actualidad, aunque 'Ana Karenina' me pareció cuando la leí la novela de uno de los grandes.
En esta foto es verdad que parece Fernán Gómez interpretando 'El abuelo' de Galdós-Garci, aunque con un poco menos de mala leche ¿no?.
Un saludo.

conde-duque said...

Un saludo, Juan Domingo. No sabía lo de su diario. La mujer debía de ser un poco cotilla...
"Las mujeres de los escritores", tema espinoso que deberíamos debatir algún día. Las pobres tenían mucho que aguantar, pero también algunas eran un poco brujas...
Por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por aquí: todo el mundo se mete mucho con Garci (lo políticamente correcto es meterse con él), pero yo tengo que decir que creo que es por culpa de su programa de televisión por lo que me gusta tanto el CINE. Han sido muchos años (desde la adolescencia) viendo grandísimas películas, descubriendo distintos estilos, épocas, directores, actores, guionistas... Ya sólo por eso me merece un gran respeto y le estaré eternamente agradecido.
Está claro que otro tema muy distinto es el de su cine. "El abuelo" es, precisamente, su película que más me gusta. Las demás me dejan siempre pensando lo mismo: ni fu ni fa (salvo algunos detalles hermosos y momentáneas sensaciones de vergüenza ajena); esto podría ser mucho mejor; joder, con lo que sabe éste de cine y después se queda tan corto en lo suyo... Pero la verdad es que el resto de películas españolas de los últimos años tampoco me parece que sean mucho mejores. Están al mismo nivel (bajo).
Y cierro el Pisuerga por hoy.